El Bloque Capitalista Occidental se niega a aceptar la nueva realidad geopolítica
por Níkolas Stolpkin (Chile)
5 meses atrás 10 min lectura
23 de julio de 2024
El mundo ha entrado a una nueva era geopolítica caracterizada por la multipolaridad. China, India, Rusia… emergen como grandes jugadores geoestratégicos para dar forma al Bloque Capitalista Oriental.
En un mundo caracterizado por el dominio del Bloque Capitalista Occidental con un enfoque predominantemente unipolar (liderado por EE. UU.) y una arquitectura ad hoc a los intereses de las grandes potencias occidentales, la irrupción de nuevos polos de poder ha representado más una amenaza para el Bloque Occidental que el deseo de colaborar de igual a igual con los nuevos actores, sobre todo con China y Rusia. Lo que empuja a las nuevas potencias emergentes a diseñar y desarrollar su propia arquitectura –como lo vienen haciendo desde mucho antes.
Las grandes potencias de Occidente parecieran no darse cuenta en la nueva realidad en la que se encuentran. Actúan como si su arquitectura la pudiera salvar del despeñadero en la cual hoy se encuentran. Y ese, quizá, sea el mayor peligro, porque su propia arrogancia y orgullo podrían empujarla hacia una situación de desesperación que únicamente podría perjudicarla, al acelerar más la solidificación del emergente Nuevo Orden Mundial Multipolar.
El Bloque Capitalista Occidental se aferra a su posición dominante para tratar de no dar espacios a nuevos actores emergentes. Es por ello que, uno a uno ha adoptado la posición política del gran hegemón (EE. UU.) para que los nuevos jugadores (Rusia, China…) no tengan un fácil acceso a sus propios mercados.
En otras palabras, el principal polo de poder que había quedado sin competencia, terminada la Guerra Fría, hoy no quiere compartir su espacio de poder con los nuevos polos que están emergiendo. Únicamente lo quiere compartir con sus históricos “amigos” vasallos.
OTAN: un remanente de la Guerra Fría
El conflicto en Ucrania ha desenmascarado a la OTAN y ha dejado ver el verdadero rostro de la alianza que no es más que el brazo militar del Bloque Capitalista Occidental, instrumento que, en conjunto con la Unión Europea (instrumento político), sirven fundamentalmente a Estados Unidos para poder controlar a Europa y satisfacer sus intereses geopolíticos.
Pero la OTAN no es más que un instrumento anticuado surgido en plena Guerra Fría (1949) para contrarrestar originalmente la influencia soviética, cuando el mundo, a mediados del siglo XX, era bipolar (EE. UU. vs URSS), y se enfrentaban dos sistemas económicos antagónicos: el capitalismo vs el socialismo. Y ya sabemos cómo terminó todo.
Debilitada la URSS, la OTAN disfrazada de “coalición autorizada” por la ONU iniciaría la Guerra del Golfo contra Irak (1990), por su invasión a Kuwait.
Terminada la Guerra Fría (1991), la OTAN, en vez de haber desaparecido, se fue acomodando a un mundo unipolar e inventando nuevas razones para existir y, a su vez, mostrando músculos donde los intereses geopolíticos lo requería. Es así como, en el camino, al no tener rivales significativos, quizá como una forma de “desestresarse”, se encontraron con ciertas excusas para ejercitar su poder militar: Serbia (1995) y después en Yugoslavia (1999), con y sin la aprobación de la ONU respectivamente.
Luego de los atentados a las Torres Gemelas (2001), se daría paso a la “Guerra contra el Terrorismo”, invadiendo unilateralmente Afganistán, bajo el pretexto de que los talibanes estaban protegiendo a Osama Bin Laden, principal sospechoso por lo sucedido con las Torres Gemelas en suelo estadounidense.
A continuación, se invadiría Irak (2003) bajo la justificación de poseer y desarrollar “armas de destrucción masiva”; “colaborar” con el terrorismo y ser “cómplice” de los atentados del 11 de septiembre en EE. UU. ¿Se encontraron las “armas de destrucción masiva”?
Más adelante, sucedería la “intervención humanitaria” de la OTAN en Libia (2011). ¿Libia representaba una “amenaza” para la seguridad de Europa?
Pero el factor común denominador siempre ha sido EE. UU. y su interés por conservar su hegemonía y alimentar su gran complejo industrial-militar. Nada tan alejado de lo que está sucediendo hoy en Ucrania.
Pero mientras todo lo anterior podía estar desarrollándose, China emergía sólidamente a pasos agigantados como un gran jugador geoestratégico. Ignorándose, además, que Rusia, silenciosamente, también emergía significativamente como otro gran jugador geoestratégico –a partir de la segunda década del siglo XXI–, y todo sin derramar una sola gota de sangre; jugando al mismo juego de Occidente con sus reglas y el “libre mercado”.
Por un lado, China de la mano del Partido Comunista, y, por otro, Rusia de la mano de Vladimir Putin –algo que, además, podría jugar en contra para el futuro de Rusia, si en el futuro próximo no se pudiera asentar una base ideológica sólida que emprenda un rumbo más allá de tener un presidente.
Hoy, el mundo es muy distinto al mundo bipolar que se había conocido desde mediados del siglo XX, y muy distinto al mundo unipolar que comenzaría a dominar terminada la Guerra Fría. Pero existe actualmente un gran problema: el mundo unipolar se niega a ver la nueva realidad, al querer ver una “amenaza” en los nuevos polos de poder.
Es así como el Orden Mundial Unipolar (comandados por EE. UU.) está haciendo todo lo posible por impedir el asentamiento de un Nuevo Orden Mundial, esta vez Multipolar, y que los termine relegando.
Su lucha por conservar su cetro se ha iniciado oficialmente con el conflicto en Ucrania. EE. UU. junto al Reino Unido han arrastrado a sus aliados y vasallos europeos para poder frenar la influencia rusa que estaba penetrando en el Bloque Capitalista Occidental de Europa. Para ello ha utilizado sus estructuras obedientes: la Unión Europea y la OTAN.
A los pueblos de Europa les importa muy poco lo que pueda pasar en Ucrania; no están muy dispuestos a sacrificar sus vidas por ir a defender a Ucrania, y menos por ir a defender la hegemonía de EE. UU.
Y lo mismo que ha pasado en Ucrania con Rusia, es lo mismo que tendrá que pasar con China –si la lógica no falla.
EE. UU. y Reino Unido están madurando el terreno para que China pueda responder a sus provocaciones y así se pueda tener una buena justificación para cerrar las puertas a China, tal como se hiciera con Rusia.
El enfoque de la OTAN adoptado en Madrid (2022) sigue siendo el mismo hasta ahora: Rusia es la “mayor amenaza” y China sigue siendo el “principal desafío”. Lo que convierte a la OTAN en el principal obstáculo para el desarrollo del Nuevo Orden Mundial Multipolar.
Sin embargo, si se abriera un nuevo foco caliente esta vez en el Indo-Pacífico, permitiría, quizá, alivianar la carga para Rusia en Ucrania, ya que EE. UU. podría poner mayor énfasis en el Indo-Pacífico y así debilitar el flanco oriental en Europa (Ucrania).
¿La Unión Europea y sus miembros correspondientes de la OTAN quedarían a cargo de defender a Ucrania de Rusia? ¿Las alianzas de EE. UU. en el Indo-Pacífico se encargarían de defender sus intereses contra China? ¿Puede la “ayuda” estadounidense estar en dos frentes a la vez sin perder fuerza ante dos jugadores globales? ¿La OTAN en Europa podría tener un nuevo director de orquesta que no fuera EE. UU.? ¿Podría el Reino Unido, tal como se insinuó, ser el nuevo director de orquesta de la OTAN en Europa?
Parte de lo anterior pareciera no estar alejado de la realidad.
Si Donald Trump regresara a la presidencia de EE. UU. –que es lo más probable, y más aún después del intento de magnicidio–, se podría retomar el acento en China. Recordemos que con Trump (2018) se iniciaría la Guerra Comercial contra China. Y las pasadas declaraciones del compañero de fórmula de Donald Trump, J. D. Vance, podrían, además, dar luces de que el nuevo gobierno de Trump podría aumentar la intensidad confrontacional contra el ascenso de China.
Occidente se aferra a su posición dominante
Lo cierto es que el mundo occidental está en crisis, al no querer perder su posición en el tablero, por lo que están cerrando filas con los jugadores más competitivos e intentan estar encerrados como en una especie de invernadero junto a sus amigos donde sí les funcionan el uso de conceptos tales como “libertad de expresión”, “libertad de prensa”, “libre mercado”, “libre competencia”, etc. Pero ante jugadores competitivos que quieran jugar en casa, dichos conceptos dejan de tener validez.
Lo anterior se ha materializado con Rusia, y tarde o temprano ha de seguir con China. Todos fuimos testigos que cómo se cerraron las puertas a Rusia cuando se inició la Operación Especial Militar en Ucrania (2022). ¿Rusia, una “amenaza” a la seguridad de Europa? Ahora sólo falta encontrar el pretexto para cerrar las puertas a China. ¿Lo provocarán o lo inventarán?
Las amenazas a la “seguridad nacional” de EE. UU. siempre han sido suficientes para tenerle alimento fresco a una estructura como la OTAN y así poder ejercitar su “razón de ser”.
Podemos “aceptar” cierto razonamiento con respecto a la zona de influencia de la OTAN dentro de la zona europea, pero donde no cabe razonamiento alguno es que se quiera provocar crear una zona caliente en Asia que no posee miembros de la OTAN, mas que aliados históricos de EE. UU. (Japón y Corea del Sur) u “observadores” varios. Algo muy peligroso, si lo que queremos realmente es iniciar una Nueva Guerra Fría.
Los problemas que puedan tener Taiwán, Filipinas, o incluso Japón y Corea del Sur, ¿son de incumbencia de la OTAN?
Peor aún, “cerrarse”, romper filas y querer ejercer la fuerza fuera de su propio “invernadero” se hace muy peligroso, sobre todo para los pueblos de Europa y EE. UU. Porque… ¿qué significa todo lo anterior? Significa taparles los ojos a sus propios pueblos. Significa que sus pueblos no puedan ver o controlar los movimientos de sus dirigentes o gobernantes. Significa no tener la otra cara de la moneda, a disposición, para formarse su propia opinión.
Lo mismo que pasa en EE. UU. y en Europa, con respecto a la información consumida, es la misma situación para América Latina.
Agregando, además, que lo que está pasando con Rusia y China en EE. UU. y Europa es lo que ha de pasar muy probablemente en América Latina –a excepción de algunos países, claro. Pero recordemos que, históricamente, la mayoría de los países en América Latina tienen un fuerte vínculo con el hegemón (EE. UU.).
La irresponsabilidad de Occidente
Si una determinada arquitectura se está cayendo por el despeñadero, no puede ser tan miserable e intentar perjudicar a la nueva arquitectura que está en constante ascenso. Occidente debe hacerse cargo de la actual situación a la que han llegado, o, de lo contrario, todo podría acabar muy mal para todos.
Fue muy irresponsable por parte de Europa y los adheridos a la OTAN haberse sumado a la iniciativa de EE. UU. para ir en “ayuda” de Ucrania, cuando sabemos que la mayoría está castrada política y militarmente, a excepción de algunos países tales como Francia o Reino Unido.
¿Cómo se puede actuar tan irresponsablemente cuando muchos no están preparados para ir a la guerra? ¿Qué habrá de pasar cuando los ciudadanos de Europa se encuentren con que podrían ir a una guerra a la cual se les ocultó información, silenciando o prohibiendo a Medios rusos para que no tuvieran otras perspectivas y no pudieran interferir en las decisiones que tomaban sus dirigentes? ¿De la misma forma que han prestado “ayuda” en Ucrania, los europeos prestarán “ayuda” a zonas en conflicto que puedan surgir en Asia?
Lo cierto es que el Bloque Capitalista Occidental camina peligrosamente hacia un escenario que nadie querría experimentar.
Y sea quien llegue a la Casa Blanca, difícilmente podrá cambiar su carácter imperialista de la noche a la mañana.
¿Occidente está preparado para lo peor?
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