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¿El triángulo del terror?

¿El triángulo del terror?
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Publicamos un artículo de un colaborador de piensaChile, de largos años. Por la confianza que tenemos con su persona, nos hemos atrevido a intercalar videos con opiniones que nos parecen interesantes, pues nos muestran un imagen, no de terror, sino de un continente que lucha y que lentamente va organizando alternativas, capaces de llenar el espacio que dejaron los partidos políticos tradicionales, que prácticamente desaparecieron despues de la Caída del Muro. Nunca los poderosos han regalado nada a los pueblos. O luchamos a aceptamos que nos conviertan en esclavos.
La Redacción de piensaChile

17 de agosto de 2023

Un título exagerado, pensará usted al leer este artículo. Lo que ocurre es que me desperté hoy lunes con la nefasta noticia de que Javier Milei, un fanático representante de la ultra derecha argentina, que supera incluso a la pesadilla republicana que ya se vislumbra como futuro presidente en nuestro propio horizonte, se impuso en las PASO de su país, las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias, lo que lo ubica como el más seguro ganador de las elecciones presidenciales del próximo año en Argentina. Pero por qué triángulo, se preguntará usted, y además del terror.

Lo de la figura geométrica se lo digo porque los planes que la derecha más recalcitrante del continente contempla para un par de años más, ubica en uno de los vértice al delirante demente que a partir de ayer se empina como futuro presidente de la nación trasandina; en el otro al persistente ganador de las encuestas de intenciones de voto aquí en Chile, el señor José Antonio Kast, y completa el triángulo la gran esperanza que alienta la ultra derecha brasileña en el retorno de Jair Bolsonaro al palacio de Planalto. ¿Lo del terror? Júzguelo usted mismo.

Sin embargo, puede ser peor, dirá usted querido lector, si se ha contagiado con mi pesimismo. Y tiene razón. En nuestra frontera norte tenemos a la vieja oportunista que se adueño de poder en Perú después del cuartelazo blando que sacó a la izquierda del gobierno, y que ya cuenta con decenas de muertos en su represión a las protestas populares, lo que es un buen currículum para postular a integrar las ligas mayores de la tormenta fascista que nos amenaza. Si seguimos caminando por nuestra atribulada América, tenemos el incierto futuro de Ecuador, donde el temor al correísmo, la fuerza de izquierda mayoritaria del país que se vislumbra como ganadora de las elecciones de la próxima semana, ha ido levantando un persistente tufillo a aroma de cuarteles, todo lo cual completaría, a corto plazo, el cinturón reaccionario en torno a Bolivia, que quedaría como el último bastión de una izquierda latinoamericana que no ha sabido consolidar la oportunidad histórica que ha tenido en estos años de llevar progreso y bienestar a nuestro vapuleado continente.

A estas alturas, estoy seguro, usted maldice hasta la quinta generación de mis antepasados por restregarle tan tétrico futuro. Pero ¡qué diablos! es la amarga verdad. Puedo ser aún más sádico si le agrego las tribulaciones por las cuales está pasando Gustavo Petro en Colombia, lo que augura el muy probable retorno de Iván Duque o, lo que sería todavía más inquietante, el regreso del siniestro Alvaro Uribe a la Casa de Nariño. Es, sin duda, el espíritu del tiempo, el zeitgeist que llaman los alemanes, en donde se ha establecido, con insistencia, una suerte de vaivén, de péndulo, que lleva a un reparto del gobierno, alternando entre la derecha neoliberal y la izquierda, cada una de las cuales gana el poder, no en base a los méritos y cumplimiento que exhiban en sus promesas hechas al pueblo, sino en el desprestigio del gobierno anterior. En esto la derecha, y más aún la ultra derecha, lleva siempre las de ganar porque posee un arma infalible con la que ahoga rápidamente los tímidos balbuceos que hace la izquierda cada vez que accede al poder: tal es el dominio económico. Si a ello se agregan las debilidades de los gobernantes de esta “nueva izquierda”, o Socialismo del Siglo XXI como eufemísticamente se le denomina hoy, tenemos completo el sombrío panorama que dibuja este lúgubre artículo.

Para terminar, antes que el coro griego de mis lectores pidan mi muerte a garrote vil, les digo que siempre queda en el fondo de la caja la esperanza. Ella radica en retomar la valiente audacia que alguna vez tuvo la izquierda al frente de las aspiraciones del pueblo, sin doblegarse ante la arremetida de la derecha y la ultra derecha, y cuyo peor ejemplo ha sido la actitud timorata y claudicante del remedo de izquierda que hoy gobierna nuestro país, sometida una y otra vez al pauteo de la oposición. No nos acostumbremos a la esperanza conformista que la maldita alternancia nos llevará otra vez al poder, como si fuera un macabro juego de tenis en que la pelota va y viene, sin que se vislumbre un “Tie Break” que defina este amargo partido donde la derecha capitalista nos sigue teniendo de perdedores.

Cristian Joel Sánchez

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