Los círculos envolventes
por ROW (Chile)
2 años atrás 10 min lectura
Dos Amigos
Me llamo Ricardo. Mi buen amigo Benicio ha venido a visitarme después de un largo tiempo. Salimos temprano a caminar al día siguiente por Valparaíso y ya de inicio nuestra conversación se centró en la actual coyuntura internacional. Sentíamos ambos el peligro de las opciones del conflicto Ucrania-Nato y USA contra Rusia y contra China, nuestra total desesperanza e impotencia para intervenir en una política que estaba muy lejos de lo racional, de lo democrático y de la verdad.
-“Síí, ¿Y cómo hemos llegado a esto? “ -pregunta Benicio.
Ricardo:
– “¿A qué…?”
Benicio:
-“A esto precisamente, a la separación brutal entre individuo y alto poder político, entre las grandes masas y sus gobernantes y los gobernantes de esos gobernantes. Nada hay que vincule a la totalidad de los individuos, o a las masas del pueblo, si quieres, y los que detentan el poder de decisión sobre el curso del mundo. Es como si estuviéramos encerrados en un gran círculo magnético, que enclaustra todo el planeta e impone lo que sucede allí. Como el ratón ante la serpiente, toda Europa está paralizada ante la presencia norteamericana y es obligada a realizar cosas en contra de su propio interés, quizá también
fascinada por el vértigo de ver irse todo al traste y de sentir la cercanía de un final definitivo…”
Ricardo:
“Sí, hay una patología psíquica que lleva a la autolesión, y otra donde el enfermo goza viendo el sufrimiento propio y de otros… Es como si todos, -me refiero a todos los poderes políticos, ejecutivo, legislativo y judicial y, no olvidar, los medios de comunicación, ¡el cuarto poder!- fuesen presa de un poder magnético, abstracto pero real y anónimo a la vez, de irracionalidad y locura, inapelable, inmune e incorregible que nos lleva a la destrucción…”
¿Cómo explicar esta deriva? Si logramos explicarla, tendremos el camino de salida. Como se dice, todo problema lleva en sí su solución”.
Benicio:
-“Y así nos tienen también a todos bien cogidos del cogote, ahogados por un tentáculo –un círculo vinculante- de un misterioso poder mundial aparentemente indestructible. Antes, me refiero a hace unos 250 años más o menos, o sea, cuando el capitalismo recién empezaba a expandirse por el globo, había enunciados que intentaban vincular a todas las personas y su actuar político, piensa, p.ej. en la Revolución Francesa, de la cual nació una declaración radical de los Derechos Humanos, mucho más avanzada que la que incluía la Declaración de Independencia de los EEUU, más centrada en los derechos del individuo. La declaración de la Revolución Francesa era eminentemente política, vinculaba a los órganos del poder mismo y advertía de los peligros de una desviación de éste de los intereses del pueblo, o sea, de la sociedad. Claro, fue obra de los Jacobinos, esa fracción radical revolucionaria de la Asamblea Nacional, a la que pertenecían personajes como Marat, Danton y Robespierre. Para que veas, fue algo extraordinario y definitivamente real. Su preámbulo rezaba así:
“Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los Derechos del Hombre son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos, han decidido exponer en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre”.
“La revolución intentó entonces abrir un nuevo camino hacia el futuro de la sociedad, anulando el divorcio entre pueblo y poder, o del individuo y el poder, cuya dramática expresión material fue el llevar a la guillotina al propio rey y a los altos círculos de ese poder. El pináculo del triángulo, del poder jerárquico, fue eliminado. El llamado de “Libertad, Igualdad, Fraternidad” que resonaba en toda la Francia era entonces mucho más que una consigna, era un llamamiento a cada uno y a todos, que unía al todo y no sólo al individuo en particular, ¿comprendes?”
Ricardo:
-“Bien, pero… qué quedó de ese llamamiento, de esa convocatoria…? ¡Hoy no percibimos absolutamente nada de esas voces, ni tampoco de la declaración de los Derechos del Hombre!, y las cosas se han complicado más en el entretanto…, probablemente porque nos hemos acostumbrado y acomodado a las circunstancias, creyendo que no pueden existir otra forma de organizar la vida porque nuestros padres y profesores así nos lo inculcaron y nuestro cerebro quedó entonces programado para circular solamente por esa autopista. La única que llevaría al “éxito” en la vida.
Benicio:
-“¡¡Pero de eso se trata, precisamente!! La Revolución Francesa y su llamado quedó rápidamente en el olvido, (quedó sólo en los libros de texto), el poder logró recuperarse con los girondinos y la descarada intervención contrarrevolucionaria de las monarquías europeas. Y todo, empezando con Napoleón, volvió al cauce tradicional del poder monárquico, oligárquico, burgués o de las élites globalitarias… Ese poder siempre se recompone, cambia de apariencia y de mensaje, pero permanece siempre el mismo, lleva el sello del mando y de la decisión sobre la sociedad.
En el terreno de las ideas o ideales, algo similar ha sucedido con el Cristianismo, no te olvides. Si me permites, y obviando en esto a muy poca gente entregada o acciones aisladas de gran generosidad individual: ¿Qué tenemos hoy, qué acción, qué orientación del poder, qué validación en la actuación de la sociedad y del individuo podríamos encontrar que fuera inspirada en el mensaje de Jesucristo, del Evangelio o en las enseñanzas de Gautama Buda? Europa y occidente se autodesignan “cristianos”, siempre tratando de estrujar de aquel nombre para sí algo de superioridad ética y de nobleza, pero no les resulta ni a patadas. Se ha creado un mundo completamente ateo, sin la mínima traza de consideración o respeto por el planeta, por la vida, nada, absolutamente nada existe que impida la explotación y el saqueo sin límites del hombre y su entorno. Roma no es una excepción. Tampoco hemos recibido ayuda de parte del ateísmo científico en torno a Marx. El mundo tuvo su Mesías, tuvo aquí su oportunidad, pero unos no lo reconocieron, otros se burlaron y le dieron muerte, otros lo usan y… todos (casi) lo olvidaron. Por este lado, el poder tampoco sufrió condicionante alguno, y muchos de los partidos políticos europeos llevan el apelativo “cristiano”, siendo, sin embargo, poderosos emisarios del materialismo, la competencia y el poder. Alguien dijo una vez que Occidente, Europa, debía ser cristianizada para salvar al mundo de su autodestrucción…”
Por ello es que debemos preguntarnos: ¿quién dirige el derrumbe de la civilización? Y ¿cómo lo hace, además del tradicional “pan y circo” de la Roma antigua? Se cultiva la amenaza existencial, se crean peligros permanentes, etc. y la sociedad se idiotiza y vive retirada en un mundo de miedos y de conformismo, limitado a la estrecha visión de supervivencia que su cerebro permite en este peligroso mundo. Ni pensar en crítica al poder, o en resistencia ni en sublevación. Sin embargo, creo que el individuo podrá, en algún momento, tomar consciencia de que es explotado, engañado, y finalmente, y más allá del poder material o estructural, detectar la verdadera fuerza que lo mantiene esclavizado, también aquella que vive en el interior de él. Esta es la paradoja humana.
Pues precisamente por aquello que falta, por esa ausencia… es que nuestro mundo anda perdido, dando botes como un barco a la deriva en la inmensidad de los océanos. Nosotros, los humanos de cualquier condición, hemos regresado a un estado primitivo de la lucha cotidiana por la simple existencia en el “mundo de la necesidad”, siempre más alejados del “mundo de la libertad”, pese al enorme desarrollo de las fuerzas productivas y el progreso material, pues, como ya se sabe, el mayor fruto de ello no solamente se concentra en pocas manos, sino que también les entrega a esas manos un poder casi omnímodo sobre todos los rincones del mundo.
Estas pequeñas oligarquías globalitarias y todopoderosas constituyen hoy un gran círculo envolvente en el mundo, reemplazando con sus valores materialistas y violentos, la esfera humanista y trascendente que hubiera podido crear el Cristianismo o, quizá en menor escala, el Humanismo o la Revolución Francesa, como te comenté antes. Lo superior se ha perdido y olvidado, lo bajo, bárbaro y vil se ha instaurado. De los Derechos Humanos habla todo el mundo, tanto Dios como el Diablo, pero nadie ni nada puede garantizarlos, ni tampoco son reclamables judicialmente.”
Seguimos caminando en silencio por una avenida.
Ricardo:
-“Puede que tengas razón en tu análisis, aunque tus conclusiones parecen exageradas. No creo que las cosas estén tan mal como las pintas. En el ser humano existen potenciales inimaginables…y que podrán en momentos cruciales, revertir el curso negativo.
Benicio se detuvo, mirándome con espanto, como si yo llevara una serpiente cascabel enrollada en mi hombro:
-“En los cuentos de hadas ya no creo más. Aunque existan las hadas. Somos esclavos, por eso creemos en cuentos fantásticos, porque la esclavitud se extiende también a confines sutiles de la mente, de la cognición misma, de los sacrosantos “valores”, que no son más que vulgares cápsulas vacías, también el lenguaje ha caído.
No obstante, todo esto, percibimos de alguna forma, quizá como una señal muy pero muy débil del subconsciente, sí, como las señales indefinidas que reciben los grandes radiotelescopios desde el universo profundo…, sí, así percibimos que algo falta o que algo falla, y buscamos por donde sea una ayuda o una fuerza que desde el exterior nos oriente y consuele.
Mira el escenario esotérico, ¡hombre!!, allí encuentras de todo: ángeles, espíritus lumínicos, extraterrestres buenos, grandes naves intercósmicas ocultas detrás de la luna, gurús, chamanes, profetas, medios, canales intergalácticos, energías telúrico- divinas, para no seguir con el interminable mercado de objetos afines en venta. Podemos seguir con la creencia, la fe, en personajes “buenos” que podrán salvarnos, científicos, políticos, militares…todos ellos a la espera para intervenir (y que supuestamente todavía no pueden mostrarse por razones de seguridad), incluso se habla de un mesías que ya está en la tierra, etc. Fabuloso, ¿no?… ¡Todo “opio para pueblo!”
Ya ves, común a todo esto es la esperanza de salvación desde fuera del hombre, siempre la expectativa, la fe en una fuerza externa que le libere, pues él (o ella) se considera esclavo, una creatura débil y sin fuerzas, una víctima que se lamenta.
Ricardo: (como ya había escuchado demasiado, le reproché):
-“¡Pero tú eres bastante negativo y cruel, te ríes de los que están mal y buscan apoyo…! ¿qué tiene de criticable que alguien crea en ángeles o gurús?
Benicio:
-“Ya veo, quizás no me he sabido explicar. Lo fundamental en el interior del hombre ha sido reemplazado por elementos externos, fuera del sistema de consciencia de éste. Un ángel o un gurú no tienen nada de malo en sí, quizás puedan incluso ayudar en un momento a reencontrarse a sí mismo, sólo que al final terminan puestos en el altar de la fe y la esperanza en reemplazo de la propia fuerza interior, aquella que le permite actuar como sujeto y que le libera del campo de prisioneros-objeto. Ese sería un paso de liberación, de autoafirmación y dignificación del hombre.
Ricardo:
-“Bueno, mi amigo, hemos comenzado con la política y terminamos con los misterios de la consciencia y el actuar humanos…Si no me equivoco, se trata de la fuerza impulsora de la rebelión humana, de la búsqueda de una consciencia superior capaz de ordenar o configurar un orden político libre y justo, capaz de neutralizar o quizás destruir aquel círculo magnético que el poder ha construido alrededor de todo el planeta, como decías tú… Será necesario encontrar un corolario, una fuerza que conecte esas áreas.
Benicio:
-“¡Pero hombre, muy bien dicho! Aunque debo reconocer, para serte sincero, que hemos estado imaginando espacios que sí existen, de alguna forma, pero que están difusos y sin nombre todavía. Estamos recién dándole vuelta a los conceptos que podrán llevarnos a la respuesta correcta para todos”.
[Continuará]
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