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Proteger la riqueza y las AFP parando retiros

Proteger la riqueza y las AFP parando retiros
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18 de abril de 2022
El comportamiento de la economía en Chile, como la ha sido en Estados Unidos, paradigma de los neoliberales chilenos, se ha basado en el objetivo principal de proteger la riqueza de los poderosos. No importa lo que haga falta, cuando se trata de proporcionar liquidez al sistema financiero y preservar el valor de sus activos, no hay límites a la expansión monetaria.

Así entonces, el argumento que un retiro más de los fondos desde AFP generaría un aumento de la inflación es incompleto y su veracidad depende del empleo de las variables, que con doble moral se utilizan  a conveniencia en la economía de mercado.

Lo que demuestra la evidencia es que por las decisiones que están tomando las principales naciones del mundo, en estas economías lo que se constata, es que el axioma clave de la economía de libre mercado, que la emisión genera inflación, ha sido radicalmente dejado de lado.

Donald Trump en Estados Unidos implementó el programa de protección de ingresos, consistente en fondos que se distribuyeron a través de instituciones financieras, permitiendo a los bancos recaudar dinero para sí mismos y recompensar  a sus clientes favoritos. De los 350.000 millones de dólares originalmente destinados a pequeñas empresas, 243,4 millones se fueron a grandes empresas, una medida que en Chile, Piñera implementó, traspasando al igual que el presidente norteamericano, fondos públicos para proteger los bancos y las grandes empresas.

Lo que se demuestra con esto es que, mientras unos mantienen la confianza en que el mercado de trabajo autocorrija el tremendo desempleo, otros economistas neoliberales están dispuestos a rescatar a las grandes corporaciones de las deudas que acumularon en los últimos años para recomprar sus acciones con más y más liquidez.

Así entonces y a la luz de lo expuesto anteriormente, oponerse al 5to retiro termina siendo una muestra más de la doble moral de la teoría económica de libre mercado, tomando en cuenta una verdad objetiva, que las AFP, en los últimos 40 años, lo que han hecho es utilizar el dinero de sus ahorrantes, para potenciar inversiones de los  grandes grupos económicos nacionales y a la banca, incluyendo empresas con participación de capitales extranjeros en inversiones de servicios sanitarios o infraestructura.

Esto demuestra entonces que no resulta valido afirmar que la sola emisión de dinero genera inflación. Lo que sí se demuestra, es que  los argumentos de la teoría cuantitativa del dinero, por lo demás débiles e inaceptables, que le atribuyen a la economía condiciones idílicas de competencia perfecta o de pleno empleo y ajustes supuestamente sin costo, los que en la vida real primero, no se comprueban y segundo, sí son los causantes reales de los desequilibrios macroeconómicos.

En la economía neoliberal y en el modelo económico chileno, las políticas inflacionarias y antiinflacionarias que se han aplicado siempre han tenido costos económicos y sociales altos, los que han conducido a un mayor desempleo, a menores salarios reales, así como, a mayores tasas de explotación, las que tienden a cambiar la distribución del ingreso y alterar el equilibrio entre fuerzas sociales hacia el gran capital y hacia los intereses financieros.

Así entonces, toda esta preocupación artificial por los retiros desvían la atención sobre el problema principal, que es cambiar las bases del modelo económico neoliberal, cuyo instrumento principal son las AFP, implementando medidas que al final terminan protegiendo al gran capital, el que siempre sale de las crisis potenciado e innovando, encontrando nuevas formas de conseguir una mayor plusvalía.

Ante esto, tenemos el deber de advertir, en este caso al nobel gobierno, el que elegimos con muchas esperanzas y expectativas de cambiar las cosas, que repetir discursos neoliberales y las metodologías que le sustentan, no es el camino para avanzar en los cambios que son necesarios para cambiar el sistema económico.

Hoy, es un deber de todos y todas, de aportar al cambio. El que empieza por educar para el cambio; esto quiere decir hablar y escribir  de una manera distinta a como se ha hecho en los últimos años, periodos en los cuales se administró la desigualdad, el abuso y la inseguridad económica, asociadas a los intereses de quienes articulan y manejan la economía, con instituciones económicas y políticas que actúan con total impunidad, para favorecer con sus decisiones a las grandes empresas y élites financieras.

Sin un cambio radical en esta manera de mirar y hacer funcionar la economía, desde ahora, asumiendo el bien común como un horizonte viable, el Estado Social y Democrático de Derecho que ha definido recientemente la Convención Constitucional para la nueva constitución que están diseñando, no tendrá posibilidades de consolidarse. Sin educar simplemente no podremos movernos desde la cultura del abuso a la cultura del respeto a los derechos de las personas, no podremos movernos desde el individualismo más extremo en el cual hemos vivido en los últimos 50 años a una experiencia social compartida, que trasciende el bienestar del individuo y que no excluye a nadie.

Es necesario salir al paso de quienes pretender ocultar estas realidades, las que cada vez son más evidentes, me refiero a la presencia permanente de expertos en los medios de comunicación, de políticos y economistas, quienes fundan un saber que parece indiscutido y lógico y, por lo tanto, coherente con la realidad que ellos mismos construyen, cuestionando  las necesidades evidentes de una mayoría de chilenos y chilenas, lo que es irritante y tendencioso, expertos que más allá de alimentar su ego no ayudan a resolver problemas concretos de la vida real.

Lo veraz es que ciertamente las decisiones de la autoridad económica pasada, que se negó a solventar la subsistencia de la mayoría de la población durante la pandemia hizo que  los chilenos y chilenas resolvieran la crisis con sus propios recursos, llegando a que los cotizantes más jóvenes  prácticamente quedaran sin fondos previsionales.

Pero la decisión del pueblo trabajador de retirar sus  fondos de las AFP, y eso es lo que es necesario entender, tiene que ver con una razón de fondo. Primero, es que una buena parte de ciudadanos y ciudadanas no tienen hoy, otra forma de pagar sus deudas y atender sus necesidades, muchas veces de sobrevivencia; y segundo, es su convencimiento de que las AFP no garantizan sus pensiones y que su dinero, que proviene de sus salarios, lo usan para financiar créditos y capital para las empresas y para los grupos económicos que controlan la economía.

Ante esto y ante los argumentos antes expuestos, continuar afirmando que el aumento de la inflación es causa de los retiros, que el alza de las tasas de interés de largo plazo o el incremento del costo de la deuda y el alza de los créditos hipotecarios que encarecen el acceso a la vivienda son causa de los retiros, es simplemente falso.

La causa de todo esto es el modelo de economía neoliberal extremo que nos gobierna, cuyas políticas inflacionarias y antiinflacionarias han tenido y tendrán costos económicos y sociales, que pagan los trabajadores y trabajadoras, con altas tasas de desempleo, menores salarios mientras que el Estado subsidiario que inventaron, e impusieron a balazos en 1973, hará, como lo ha hecho hasta ahora, lo que haga falta para continuar protegiendo la riqueza, el abuso y la especulación.

 

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