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La última guerra americana… será en Europa

La última guerra americana… será en Europa
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9 de mar de 2022

Dos semanas después de iniciado el conflicto de Ucrania, la alianza atlántica ya se está deshaciendo. Europa, que ayudó a destruir gran parte de Asia Occidental, es ahora el campo de batalla de la última guerra americana.

Durante la segunda guerra liderada por Estados Unidos contra Irak en 2003 y su consiguiente invasión y ocupación, escribí un artículo en el diario británico The Observer, por encargo de su redactor jefe, titulado «Estados Unidos es un experto en destrucción, no en construcción». Ese título resultó ser terriblemente exacto, ya que los aviones de guerra estadounidenses bombardearon todas las infraestructuras iraquíes, desde estaciones de agua y electricidad hasta puentes, y mataron a más de un millón de iraquíes, según la revista médica internacional Lancet.

Casi 20 años después, el artículo me viene a la mente de nuevo al seguir la evolución de la guerra de Ucrania, las posturas militares y diplomáticas asociadas de las partes interesadas a nivel mundial, y la posible ignición de una guerra nuclear que podría tener consecuencias catastróficas para el mundo, empezando por Europa.

 

Campo de batalla: Europa

Al fin y al cabo, Europa será el principal escenario de un choque nuclear, a menos que los actuales esfuerzos de mediación den sus frutos. Y cualquier «solución política» del conflicto detalla la victoria del presidente ruso Vladimir Putin y de su país, ya que Moscú no aceptará nada que no sea una completa purga de la profundidad estratégica de la OTAN en Ucrania.

Fue Estados Unidos quien instigó y encendió esta guerra, y Ucrania y sus buenas gentes no fueron más que víctimas de la declaración del presidente estadounidense Joe Biden al entrar en la Casa Blanca de que Rusia es el enemigo número uno de Estados Unidos, seguido de China. Simplemente hizo de Ucrania el «cebo envenenado» para atraer a los rusos a una larga guerra de desgaste que podría minar su economía y causar sedición desde dentro.

La amenaza de Estados Unidos y Europa de imponer «sanciones infernales» era un plan doble: éstas disuadirían a Putin de invadir Ucrania, o lo provocarían para que hiciera exactamente eso. Lo primero se presentaría como una derrota rusa, y lo segundo se utilizaría para quebrar financieramente al Estado ruso, poner a sus ciudadanos en contra de su gobierno y aislar a Moscú.

Pero, unas dos semanas después de que el primer tanque ruso entrara en territorio ucraniano, la ingenuidad del plan occidental quedó plenamente expuesta. No sólo evaluó incorrectamente la velocidad a la que Moscú podría lograr sus objetivos, sino que subestimó completamente la capacidad de Rusia para contrarrestar los castigos occidentales con los suyos propios.

En cambio, el plan occidental ha desencadenado una reacción de proporciones monumentales, cuyas primeras víctimas serán los residentes tanto de Europa como de Estados Unidos.

 

Ucrania, el pedernal para encender el fuego

Cuando el polvo se asentó, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, empezó a dar muestras de conmoción e histeria, arremetiendo contra la «debilidad» de la OTAN, reuniendo batallones de neonazis de derechas para sustituir a los soldados del ejército ucraniano que habían desertado, y haciendo un llamamiento mundial para que los combatientes extranjeros vinieran a Ucrania a luchar contra los rusos.

A estas alturas, Zelensky se ha dado cuenta de que la OTAN sólo estaba dispuesta a permanecer a su lado y provocar sus desplantes contra Moscú hasta que llegaran los blindados rusos. Descubrió rápidamente que estaba abandonado por todos, especialmente por Estados Unidos, cuyo representante en las Naciones Unidas dijo ayer que no enviaría ni un solo soldado o avión a Ucrania.

Cuando los precios del petróleo se dispararon esta semana a unos 130 dólares por barril, los países europeos, entre ellos Alemania, Bulgaria y Francia, han dicho que no pueden arreglárselas sin las importaciones de petróleo y gas ruso. Esas palabras son el primer indicio tangible de una grieta en la alianza atlántica, y cabe esperar que se extienda a la alianza de la OTAN a medida que crezcan las fisuras.

Aparentemente, la fuerza de Europa se basa en el poder de su economía y en los llamados «valores comunes» del menguante orden liberal basado en la democracia, los derechos humanos y la justicia social. Ahora, estos elementos se están erosionando uno a uno a medida que la censura, el autoritarismo y el favoritismo bélico se afianzan en la gobernanza occidental.

Han caído las máscaras. Esos «valores» están siendo rápidamente sustituidos por sensibilidades abiertamente racistas, que favorecen al ciudadano «rubio y de ojos azules» sobre todos los demás, y movilizan a los movimientos neonazis y extremistas para mantener el «orden basado en reglas» occidental.

 

La economía es poder: el colapso de la alianza occidental

La prosperidad económica, la seguridad y la estabilidad de las que ha disfrutado Occidente desde el final de la Segunda Guerra Mundial serán la primera víctima de este enfrentamiento que se está gestando en Ucrania, y parece casi seguro que se producirá un colapso financiero, un caos político y una fragmentación geográfica intraestatal.

Las décadas de sanciones punitivas impuestas por Estados Unidos como alternativa a la intervención militar directa en Corea del Norte, Irán, Siria, Cuba y Venezuela no han logrado sus objetivos. No han provocado el «cambio de régimen» que se pretendía, y es muy poco probable que las actuales sanciones a Rusia, si se imponen (hasta ahora, el flujo de petróleo y gas ruso se paga a través del sistema financiero SWIFT) en su totalidad o en parte, sean una excepción.

Alexander Novak, viceprimer ministro ruso encargado de la energía, advirtió a última hora del lunes de las consecuencias «catastróficas» para los mercados mundiales del petróleo y el gas si Estados Unidos pone en práctica sus amenazas de imponer una prohibición a las exportaciones energéticas de su país.

Estas acciones, predijo, provocarían un aumento de diez veces el precio del metro cúbico de gas natural y un aumento sin precedentes de 300 dólares por barril de petróleo. Novak amenazó además con que Moscú tomaría represalias interrumpiendo el suministro de gas a Europa a través de su gasoducto Nord Stream 1, especialmente si Alemania sigue suspendiendo su homólogo Nord Stream 2 en respuesta a la presión estadounidense y si Washington impone una prohibición al petróleo ruso.

Nord Stream 1 funciona actualmente al 100% y bombea casi 60.000 millones de metros cúbicos al año a Europa.

Estados Unidos destruyó Irak, Siria, Afganistán y Libia, y no ha participado en la reconstrucción de ninguna de sus destrucciones.

Pero la víctima ahora será Europa, que si bien es capaz de intimidar a esos Estados más débiles, no podrá hacerlo con una potencia mundial mucho más grande y fuerte como Rusia, dirigida por un astuto estratega geopolítico como Vladimir Putin.

Borrell califica de error la promesa de aceptar a Ucrania en la OTAN

Europa está prestando ahora sus territorios a esta última guerra americana. Se enfrenta a una potencia nuclear aliada con otros estados nucleares como China, Corea del Norte y, potencialmente, India. Esta vez, la magia puede volverse contra el mago, y la destrucción contra Estados Unidos.

-El autor, Abdel Bari Atwan, nació en Gaza (Palestina) y vive en Londres desde 1979. Es fundador y redactor jefe de Raialyoum desde 2013,

Traducido para piensaChile por Martin Fischer

*Fuente: The Cradle

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