Articulos recientes

Al navegar en nuestro sitio, aceptas el uso de cookies para fines estadísticos.

Noticias

Sáhara Occidental

Colombia: «¿A cambio de qué vendimos al pueblo saharaui?»

Colombia: «¿A cambio de qué vendimos al pueblo saharaui?»
Compartir:
02 de noviembre de 2021

El Sahara Occidental, también “Sahara Español”, no es territorio de Marruecos.


Un adagio popular, “averígüelo Vargas”, denota el pasmo y sorpresa por situaciones absurdas, inexplicables, contradictorias. Como complemento tenemos el “sabrá Mandrake”. No entiendo por qué el vernáculo le atribuye a Mandrake, cuyos poderes hipnóticos fueron preludio de la realidad virtual, la capacidad de saberlo todo, pues no por mago tiene que ser sabio. Vargas, en cambio, si parece que fue figura real, un funcionario en tiempos de los Reyes Católicos al que le referían asuntos difíciles con la anotación “Averígüelo Vargas”. Ese personaje en cierta forma ha reencarnado en nuestro ex vicepresidente y candidato, Vargas Lleras, quien ojalá en alguna de sus vibrantes columnas dominicales en El Tiempo nos explique la inconsecuencia y escasa sindéresis de ciertas actuaciones internacionales del país.
La última todavía tiene húmeda la impronta. La canciller, vicepresidenta Ramírez, se apareció por Marruecos y anunció ayer 28 de octubre que la jurisdicción de nuestra misión consular en Rabat se extenderá a todo el territorio marroquí. Para empeorar las cosas o complacer mejor a quien nos vendimos, aclaró “incluyendo, obviamente, el Sahara Occidental”.
La circunscripción de un consulado requiere de la aprobación previa del Estado receptor, en cuyo territorio se ejercerán las funciones. De modo que no se trata de extender servicios consulares: la jugadita es reconocerle a Marruecos un territorio que ya habíamos reconocido a la República Árabe Saharaui Democrática, RASD. En diplomacia esto se llama faux pas. En realidad es una traición. Tiene algo de lo que los colegiales llaman “cambis cambeo”. Aunque aquí se ve el cambis pero no el cambeo. Como diría Vargas, “¡que truque chimbo!”.
El Sahara Occidental, también “Sahara Español”, no es territorio de Marruecos. Le pertenece al pueblo saharaui, en cuyo nombre el Frente POLISARIO ha venido librando una batalla de supervivencia en condiciones muy desiguales.
A petición de la Asamblea General de las Naciones Unidas la Corte Internacional de Justicia emitió en 1975 un dictamen – opinión consultiva – en el que señala que con anterioridad a la colonización española el Sahara Occidental no era tierra de nadie, “tierra nullius”, agregando que si bien se comprobaron algunos vínculos de ciertas poblaciones del Sahara Occidental con el Sultán de Marruecos, que se remontan a épocas anteriores a la administración española, no se acreditaba un ejercicio de soberanía. Es diáfano en el dictamen que la CIJ concluyó que Marruecos no posee títulos para reivindicar dominio sobre la región y que por tanto el pueblo saharaui tiene el derecho a la autodeterminación sobre el Sahara Occidental.
“Por lo tanto, la Corte no comprobó que existieran vínculos jurídicos capaces de modificar la aplicación de la resolución 1514 (XV) en lo que se refiere a la descolonización del Sahara Occidental y, en particular, a la aplicación del principio de la libre determinación mediante la expresión libre y auténtica de la voluntad de las poblaciones del territorio.”
En las audiencias ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya, en donde Colombia responde ante Nicaragua por una demanda de desacato del fallo del 19 de noviembre de 2012 la defensa de Colombia presentó al señor Kent Francis James, bajo condición de “raizal” de San Andrés… “la voz de los raizales”. La presentación del señor Francis James estaba encaminada a sostener que el gobierno de Colombia está obligado a defender derechos ancestrales de pesca de los sanandresanos y a medidas para conservar el medio ambiente. En otras palabras, las acciones que Nicaragua señala como violatorias del derecho internacional y desacato del fallo de 2012 serían, bajo la perspectiva colombiana, acciones legítimas.
Estamos justificando acciones frente a Nicaragua bajo el argumento de que defendemos derechos de la población local. La declaración de la canciller Ramírez resulta entonces inexplicable y contradictoria, impertinente y desajustada. Pues en fecha muy reciente el Tribunal General de la Unión Europea le reconoció al Frente Polisario legitimación procesal, “locus standi”, en una acción contra Marruecos, y anuló dos acuerdos de pesca y comercio entre la Unión Europea y Marruecos porque se referían al Sahara Occidental. El territorio, de acuerdo con el máximo tribunal de justicia de la Unión Europea, no es dominio de Marruecos.
¿Cómo se explica ese doble-piensa propio del Gran Hermano de Orwell, la facultad de sostener dos puntos contradictorios al mismo tiempo? Defendemos la causa propia frente a Nicaragua, pero sin reato condenamos la del pueblo saharaui, apostatando de todos los principios de descolonización, libre determinación y no intervención.
Cuando el frente POLISARIO, movimiento de liberación del Sahara Occidental, empezó su lucha para obtener la independencia de la República Árabe Saharaui Democrática, Colombia se sumó a un alud de países que apoyaban ese movimiento. El 27 de febrero de 1985 la administración de Belisario Betancur terminó por darle reconocimiento pleno a la RASD, estableciendo relaciones diplomáticas a nivel de embajadas no residentes.
En el año 2000, tan pronto asumió la presidencia, el señor Álvaro Uribe dispuso que a los mandobles se feriaran un gran número de embajadas y consulados. Nunca se ha adelantado un debate sobre los costos y la sinrazón de esta medida. La canciller Carolina Barco envió una circular a las misiones en el exterior, en la que se preguntaba por el monto del intercambio comercial. Naturalmente, ello implicaba que como a la Santa Sede no le vendemos tuercas y empanadas, había que cerrar la misión. En el Caribe fueron cerradas las cuatro embajadas que se habían creado como puntos nodales para una política con el Caribe insular. En Europa cancelamos Grecia, Hungría, Bulgaria, Rumania, los consulados generales en Hamburgo y Múnich; en otras latitudes, Australia, Haití… ¡hasta Marruecos cayó en la barrida!.
Marruecos había abierto embajada en Bogotá, en cumplimiento de un acuerdo de reciprocidad. Pero el señor Uribe y la canciller Barco mandaron cerrar la embajada en Rabat como si fuera un boliche. De la misma forma operó el cierre de embajadas y consulados en el mundo entero. La orden fue implacable: al personal local lo echamos a la calle y que reclamen sus prestaciones como puedan. Las bibliotecas y los costosos bienes, muebles, alfombras, decoración, equipos de oficina, y hasta vajillas, cristalería y electrodomésticos… todo había que detonarlo, rematarlo, subastarlo, feriarlo por vintenes, a dos reales la pieza.
La orden se cumplió con la eficiencia con que los nazis atendían los delirios de Hitler. Y al poco tiempo se reabrieron las mismas embajadas y consulados con el noble fin de proveer acomodo a dignos personajes, entre políticos que había que alejar, o hijos de políticos a los que había que callar.
La errática política internacional de madame Barco, dirigida volátilmente desde Casa de Nari, nos llevó a enfrentarnos con todos los vecinos. La señora Barco apoyó la invasión de Irak, que quizás confundía con una tienda de lencería fina. Reconocimos a Kosovo sin saber en dónde quedaba. Y así, de pronto, por algún arreglo sórdido vino de arriba la orden de suspender o congelar el reconocimiento de la RASD. Marruecos diseñó esta exótica figura, que va en contravía del derecho internacional, en particular del derecho internacional interamericano, pues fue en este Continente que se definieron unos criterios para reconocimiento de Estados, quedando claro que es definitivo. Algo lógico: si se reconoce la existencia como Estado de un pueblo asentado en un territorio y capaz de gobernarse, tal acto es irreversible. Sólo la desaparición de uno de sus elementos esenciales puede llevar a que ese nuevo Estado deje de serlo.
Ojalá ante las comisiones de relaciones exteriores del Congreso se pudiera debatir el punto. No es en absoluto obvio que el territorio de Marruecos comprenda el Sahara Occidental, como reza la declaración de la canciller en funciones.
Trump, antes de partir, quiso patear el tablero internacional y una de sus patochadas fue negociar que Marruecos e Israel establecieran relaciones diplomáticas, a cambio de que los Estados Unidos reconocieran que el Sahara Occidental es un territorio marroquí. Pero Mr. Trump ya no está en el poder. Luego no es un mandado suyo. ¿A cambio de qué vendimos al pueblo saharaui?
¿No merecemos los colombianos alguna explicación sobre estas componendas turbias que fueron usuales en otras épocas, cuando los países nacían o se extinguían y las naciones sobrevivían o desaparecían al albur de las maturrangas en el tablero internacional? ¿En qué quedan los sagrados principios de auto determinación de los pueblos y no intervención? ¿A qué hora se modificó el artículo 9º de la Carta, que manda que les relaciones internacionales se fundamenten en el respeto a la autodeterminación de los pueblos y en el respeto de los principios del derecho internacional aceptados por Colombia? ¿Acaso el nuevo principio se entresacó del bolero Oropel: “Amigo, ¿cuánto tienes?, ¿cuánto vales?”
-El autor, Dr. José Joaquín Gori, es diplomático colombiano de carrera y ya retirado
Compartir:

Artículos Relacionados

Deja una respuesta

WordPress Theme built by Shufflehound. piensaChile © Copyright 2021. All rights reserved.