Miércoles 28 de noviembre 2018
A la ilegitimidad de origen de las instituciones del Estado de Chile -que son el fruto de una Constitución Política que impuso la dictadura-, se añade su corrupción generalizada. Las Fuerzas Armadas y Carabineros, soportes armados del Estado, encabezan el listado de instituciones corruptas. Pero la fila es larga y abarca a organismos de gobierno, al Parlamento, los tribunales, las municipalidades, etc.
A pesar de su desprestigio la institucionalidad se mantiene en pie por ausencia de una alternativa popular que la desafíe y plantee los cambios democráticos que Chile necesita. Sin embargo, construir esa alternativa demanda un esfuerzo -y correr riesgos- que la clase política no está dispuesta a asumir. Levantar desde la base social un movimiento por el cambio, no se aviene con partidos que hacen del Parlamento –y lo mediático- el principal escenario de su actividad. El sometimiento a la institucionalidad heredada y el haber hecho suyo el modelo de economía de mercado, derivó en la delicuescencia de partidos que ayer fueron de masas como representantes de las clases trabajadoras pero que hoy están en vías de extinción.
Los sectores opositores a la dictadura prometieron impulsar un proceso social y político para convocar a una Asamblea Constituyente que pusiera fin definitivo a la a aquel periodo. Pero ese compromiso quedó tirado en el camino con muchas otras promesas. Esa traición impidió cerrar el ciclo dictatorial. En definitiva, la obra de la dictadura se ha prolongado otros 30 años con antifaz de democracia.
El pueblo, desinformado por los medios y cautivado por los vahos del consumismo, solo expresa su descontento y desengaño en forma pasiva y dispersa. La indiferencia política y la abstención electoral son expresiones de esa protesta silenciosa. Pero la apatía ciudadana no amenaza la estabilidad del sistema. Por el contrario, ayuda a domesticar las conciencias y adormece el espíritu de lucha del pueblo.
El despotismo no solo implantó la economía de mercado. También taladró los cimientos de una cultura popular que se apoyaba en la solidaridad social. Esa cultura fue reemplazada por una que se basa en la exaltación del individualismo y en la resignación de los rehenes del endeudamiento y de la precariedad del trabajo. Luchar por cambiar esta realidad demanda una revolución cultural. Una tarea de profundo significado social y político. Es en el terreno de las ideas donde la Izquierda sufrió su peor derrota.
La dictadura realizó una revolución, quizás la más profunda y regresiva de la historia nacional. Cambió los ejes económicos, políticos, sociales y culturales de la república. En los hechos creó un país diferente cuyo destino es alimentar –hasta el agotamiento- la economía mundial con riquezas naturales y mano de obra barata. El derrotero histórico de Chile que avanzaba a su plena soberanía e independencia fue clausurado en forma violenta en 1973. La industrialización y diversificación de exportaciones, la minería nacionalizada, la reforma agraria, la banca estatizada, los salarios, pensiones y viviendas dignas, la salud y educación pública, etc., fueron borrados de un plumazo. Chile pasó a manos de una oligarquía plutocrática que esquilma al país con la complicidad de distintos sectores políticos. Los 18 millones de chilenos estamos sometidos al gobierno de una minoría que impone la resignación de los derrotados.
Sin embargo, la mercantilización de las relaciones sociales y la destrucción de la solidaridad social, generó la corrupción de las instituciones. El neoliberalismo produce el delirio del enriquecimiento sin límites. Todos quieren tener más, sin importar cómo. Las personas valen por lo que tienen, no por lo que son. Paradigmas de esta época no son estadistas, científicos o filósofos. Son personajes como Jeff Bezos, fundador de Amazon, cuya fortuna supera los 112 mil millones de dólares. La política capitalista de destripar el planeta en que vivimos, produce el cáncer de la corrupción que hace estragos en América Latina.
Lo que no estaba previsto por los actores de este periodo es que las instituciones traen en su seno la semilla de la descomposición moral que caracterizó a sus autores. Caso relevante es el ejército de Chile cuya corrupción sorprendería si no conociéramos la escuela del latrocinio de Pinochet (1).
Con una institucionalidad agusanada por la corrupción –pero que no se desplomará por si sola-, es urgente iniciar la recomposición de fuerzas del campo popular. Los movimientos sociales corren el riesgo de agotar sus movilizaciones si no se orientan a crear el instrumento político que permita alcanzar el poder. Hay que trabajar en la base social un programa mínimo que recoja las demandas más importantes de trabajadores, pensionados, mujeres, estudiantes, pueblo mapuche, defensores del medio ambiente, etc. El combate a la droga –que en Chile se ha convertido en un flagelo social vinculado a la corrupción de policías y tribunales- debería ocupar un lugar destacado en el programa unificador.
En esa tarea tenemos enorme retraso.
La institucionalidad está resquebrajada. Es el tiempo de la alternativa popular. Su ausencia deja el campo libre a la aventura y a la demagogia.
Notas:
(1) Los tribunales han comprobado –hasta ahora- que Pinochet amasó en forma ilícita una fortuna de 18 millones de dólares.
Artículos Relacionados
Servir hasta que duela
por Gaspar Quintana J.(Obispo de Copiapó-Chile)
19 años atrás 4 min lectura
Alcaldes del Norte aúnan fuerzas en torno a demandas políticas y económicas
por Héctor Areyuna (Chile)
13 años atrás 3 min lectura
Un volcán extinguido resiste contra el poder
por Jaime Riera (Italia)
14 años atrás 4 min lectura
QEPD: De la inutilidad del partido socialista y de las razones que aconsejan hacerlo desaparece
por Luis Casado (Chile)
5 años atrás 1 min lectura
El Papa Francisco y la Teología de la Liberación
por Francisco Olveira (Argentina)
12 años atrás 4 min lectura
Gustavo Gatica a cinco años del 18 de octubre: «Falta valor en la izquierda para defender el estallido»
por El Mostrador (Chile)
12 horas atrás
El joven psicólogo y víctima de trauma ocular durante el estallido social de 2019 señaló que el Gobierno de Gabriel Boric no se ha enfrentado al relato que criminalizó el evento. «Quienes debieron defender la otra narrativa de lo que fue el estallido social no lo hicieron»
Convocatoria para la celebración del 5. Aniversario de la Revuelta Social de Octubre de 2019
por Organizaciones Populares (Chile)
1 día atrás
Fecha: jueves 17 de octubre a las 19 horas
Lugar: Confederación de Sindicatos de la Construcción
Almirante Hurtado 2069, Stgo. centro (perpendicular a Almirante Latorre entre Toesca y Claudio Gay), Metro Toesca
Medio Oriente – El diluvio de Al-Aqsa, Occidente y la Shoah. Entrevista a Gilbert Achcar
por Megaphone (Beirut, Líbano)
4 días atrás
Si hay un atisbo de esperanza en medio de la trágica niebla que persigue a nuestra región desde que comenzó la guerra genocida en Gaza, es sin duda el movimiento de solidaridad popular que se ha desarrollado en los países occidentales —en contraste con el sombrío panorama de los países árabes a este respecto—, especialmente en Estados Unidos, donde este movimiento es especialmente importante debido a la centralidad del papel de Estados Unidos en el apoyo al Estado sionista, su complicidad de facto con él y su plena participación en la guerra genocida que está librando.
Los últimos saharauis que pedían asilo a España fueron devueltos a Marruecos
por Sebastián Forero (España)
5 días atrás
No queda ya ningún saharaui en el aeropuerto de Barajas, en Madrid. La última decena de ciudadanos con ese origen ha salido de España al filo de la medianoche del jueves, dentro de un grupo de 22 personas devueltas, a bordo de un vuelo de Air Europa con destino a Marrakech (Marruecos),