¿Podemos esperar un mundo mejor?
por Jose Arregi (España)
3 años atrás 4 min lectura
El pasado 11 de noviembre, en muchas capitales europeas se celebró solemnemente el centenario del final de la Primera Guerra Mundial. La ceremonia más fastuosa, con asistencia de cerca de 70 gobernantes mundiales, tuvo lugar en París bajo al Arco del Triunfo, construido por orden de Napoleón Bonaparte para conmemorar la victoria del imperio francés en la batalla de Austerlitz (1805) contra el imperio austro-húngaro y el imperio ruso. “Volveréis a casa bajo arcos triunfales”, había prometido Napoleón a sus soldados supervivientes. Pobre consuelo, pues también ellos habían sido derrotados. Emperadores, imperios, guerras y más guerras, vencedores y vencidos, los vencedores vencidos. Pobre historia humana.
En la Primera Guerra Mundial perdieron la vida 10 millones de combatientes y 7 millones de civiles. Todos los Arcos de Triunfo son una farsa, monumentos de la estupidez humana. Las guerras las perdieron todos. Y quienes pensaron que el armisticio significaría la paz se equivocaron. A los 21 años de aquel “cese de armas”, en la misma Europa tan ilustrada se desencadenó otra guerra mucho más mortífera todavía: entre 50 y 100 millones de muertos (nadie sabe ni contarlos). Y luego siguieron muchas más guerras, casi siempre fuera de Europa, pero no sin Europa de por medio.
La historia de los últimos 100 años parece cerrar toda puerta a la esperanza, al igual que el desolador panorama del mundo actual: África se desangra, Oriente Medio arde, América se extravía, la desigualdad crece, el colapso ecológico está en marcha. La economía se rige por los intereses del 1% de la población mundial, impone su imperio sobre los partidos políticos, pone y depone gobiernos a su gusto, y mata más que ninguna guerra lo hizo jamás. El progreso se acelera, pero también el estrés. ¿Para qué tanto desarrollo? ¿Hacia dónde progresamos? Los grandes patrones del sistema se han propuesto, sin saberlo, desmentir la promesa del Génesis: “Y todo era bueno”. Y se empeñan en hacernos creer que no hay alternativa. Así que otro mundo peor es probable. Si no esperamos un mundo mejor, avanzaremos seguro hacia un mundo peor.
Y nadie será “culpable”, pero el sufrimiento será inmenso y lo padeceremos todos los vivientes del planeta. Nadie es “culpable” en el sentido tradicional: nadie hace tanto mal consciente y libremente, por maldad, sino por falta de consciencia y libertad. No es culpa, sino una grave ignorancia. Y las penas expiatorias no sirven de nada. Lo que hace falta es despertar la conciencia y la responsabilidad. ¿Cómo lo conseguiremos?
Las ciencias (biotecnología, neurociencias, inteligencia artificial…) pueden ofrecernos buena parte de la solución, pero solo a condición de que adquiramos la sabiduría previa para saber cómo y en qué y para quién investigar e invertir. De lo contrario, dominada por los intereses del 1%, la ciencia acelerará el antigénesis y creará un monstruo (organismo, ciborg o robot), enemigo de la especie humana y de la vida, que nos hundirá en el abismo. Ése es el mayor desafío de hoy.
¿Y las religiones? Las religiones podrían aportarnos su sabiduría, su grito de indignación y de aliento, como hicieron sus profetas y lo siguen haciendo. Pero sus instituciones se estancaron en el pasado, aferradas a códigos y credos que ya no inspiran. Si persisten en ello, ahogarán la esperanza que las animó en su origen.
Quiero reanimar esa esperanza más allá del optimismo ilusorio sobre el presente y del pesimismo resignado sobre el futuro. Quiero estrenar cada día el Adviento que la liturgia cristiana vuelve a estrenar el próximo domingo, 2 de diciembre. Quiero escuchar de nuevo a Jesús de Nazaret: “Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación”. Pero también: “Tened cuidado. Estad despiertos”.
Marana tha (“Ven, Señor”, “Ven, mundo mejor”), repetían en arameo los primeros cristianos para decir y reavivar su esperanza. Esperar no es pedir ni aguardar que alguien venga o que algo suceda. Es alzar la cabeza y abrir los ojos, levantarse cada día, dejarnos inspirar por el Espíritu que alienta en todo, sembrar y anticipar el mundo mejor necesario y posible, como hizo Jesús. Así sí que debemos y podemos esperar. Y merece la pena aunque fracasemos. Te lo aseguro: esa esperanza nunca fracasa.
(Publicado en DEIA y en los Diarios del Grupo NOTICIAS el 25 de noviembre de 2018)
*Fuente: Atrio
Artículos Relacionados
Justicia para Romero: se reanuda la investigación
por Alver Metalli
4 años atrás 11 min lectura
Monseñor Casaldáliga: «Preferiría que no hubiese independencia (en Cataluña). No es un proceso natural. No tiene sentido»
por José Manuel Vidal (Brasil)
5 años atrás 3 min lectura
Documento confidencial que el Papa le entregó a los Obispos chilenos
por Papa Francisco (Vaticano)
4 años atrás 21 min lectura
Laicas y Laicos de Concepción: ¡No nos dejemos robar la esperanza!
por Laicas y Laicos (Concepción, Chile)
4 años atrás 2 min lectura
El Papa dimite a Mons. Francisco Cox, arzobispo chileno y a Mons. Marco Antonio Órdenes Fernández, obispo emérito de Iquique
por Laicas y Laicos (Iquique, Chile)
4 años atrás 2 min lectura
A pesar de las tribulaciones todavía celebramos la Navidad
por Leonardo Boff (Brasil)
3 años atrás 4 min lectura
Rusia anuncia la rendición del líder del batallón nacionalista Azov y la liberación completa de la planta Asow-Stahl
por Actualidad RT
2 horas atrás
El militante fue sacado de la planta en un vehículo blindado especial «debido al odio de los residentes de Mariúpol y al deseo de la gente de masacrarlo por numerosas atrocidades».
«Es muy difícil entrar en ese patio»
por Darío F. García (Uruguay)
1 día atrás
La abuela de Vladik, Natalia Terentyeva, estaba con su nieto en el patio durante la explosión. El niño murió ante sus ojos mientras ella recibía fragmentos que le produjeron heridas. La Sra. Terentyeva recuerda la horrible escena que vio después de la explosión: la onda expansiva arrancó las extremidades del niño. «No recuerdo nada más, solo eso. Hay que vivirlo para entenderlo. Es muy duro entrar en este patio sabiendo que tu nieto murió allí».
Militares en territorio mapuche: el gobierno no entiende nada, o la nueva Pacificación de la Araucanía
por Dr. Tito Tricot (Valparaíso, Chile)
1 día atrás
Porque, si la ministra, es decir el gobierno del presidente Gabriel Boric, no desea enfrentamientos ni menos aún la muerte de un comunero mapuche ¿Para que envía al ejército y a la Armada al Wallmapu?
Plurinacionalidad para todxs en Chile
por Andrés Kogan Valderrama (Chile)
1 día atrás
Si uno tuviera que decir uno de los puntos centrales y más controversiales de la discusión constituyente que se está dando en Chile, materializado en las normas aprobadas por el pleno de la Convención Constitucional, sin lugar a dudas tendría que mencionar la presencia del Estado Plurinacional en el borrador recién terminado de la nueva carta fundamental.