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El PT no es inocente en el triunfo de Bolsonaro

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11.10.2018
Se destapó la olla. Y varios políticos del PT fueron investigados por el Poder Judicial. Coimas y sobornos. Alianza espuria entre empresarios corruptores y políticos corruptos. Dineros para comprar legisladores y aprobar leyes en el Parlamento…

La amplia ventaja electoral de Jair Bolsonaro, en primera vuelta, sobre el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad, anuncia el acceso inminente de la extrema derecha a la presidencia del Brasil.

Neoliberal en lo económico, agresivamente conservador en lo valórico y defensor de la dictadura militar. Sus dichos son aplaudidos por adherentes entusiastas, principalmente militares y evangelistas: “los gays son producto del consumo de drogas, el error de la dictadura fue torturar y no matar, los policías que no matan no son policías, las mujeres deben ganar menos dinero que los hombres porque se quedan embarazadas”.

Bolsonaro también resulta peligroso para el resto de Sudamérica. No hay que olvidar que a partir de la dictadura del general Castelo Branco en 1964 se inició la noche más oscura en la región. Se generalizaron los más atroces regímenes represivos: Onganía en Argentina, Hugo Banzer en Bolivia, Pinochet en Chile, Bordaberry en Uruguay y, por cierto, se consolidó la opresión interminable del general Strossner en Paraguay. Henry Kissinger dijo, con razón, “a dónde vaya Brasil irá América Latina”.  Y, la historia se repite.

¿Cómo se ha llegado a esta peligrosa situación? Sin duda el PT tiene una alta cuota de responsabilidad.

Lula no modificó el modelo económico. Concentró sus esfuerzos en la industria extractiva, las finanzas y los agronegocios. No tomó iniciativas para favorecer la industria de transformación. Intensificó, en cambio, la producción de recursos naturales y aprovechó para ello la demanda china, especialmente de soya.

Gracias al auge de los precios de las materias primas la economía brasileña experimentó un notable crecimiento. Se multiplicaron las ganancias del 1% más rico de la población y la banca se regocijó gracias a unas elevadísimas tasas de interés.

El crecimiento disminuyó el desempleo, lo que junto a las políticas sociales asistencialistas redujeron vigorosamente la pobreza.

Sin embargo, la desigualdad estructural ha persistido, lo que ha multiplicado la criminalidad y el narcotráfico. Así, la violencia de los marginados y de las policías ha crecido sin cesar. El modelo económico sigue intacto.

Lula y después Dilma Rousseff se olvidaron muy especialmente de sus compromisos programáticos con el mundo rural, renunciando a la reforma agraria. Se postergó a los trabajadores sin tierra en favor de los productores de madera y soya, quienes expandieron sus negocios con una política gubernamental que les entregó parte de la selva amazónica. Ello adicionalmente ha afectado a las comunidades indígenas y está reduciendo el oxígeno que exige el planeta.

La suerte del gobierno petista se terminó con la crisis financiera del 2008. La caída de los precios de las exportaciones afectó el crecimiento económico. La heredera de Lula debió asumir una grave crisis. La recesión y el déficit fiscal se tradujeron con el correr de los meses en una grave crisis política.

Se destapó la olla. Y varios políticos del PT fueron investigados por el Poder Judicial. Coimas y sobornos. Alianza espuria entre empresarios corruptores y políticos corruptos. Dineros para comprar legisladores y aprobar leyes en el Parlamento; financiamiento para campañas electorales y recursos para el funcionamiento del partido, el PT. A ello se agrega siempre la codicia personal de los operadores, que exigen dineros para tener una vida de lujos. Así se juntan corruptores y corruptos, en una misma moral, condenados a un mismo sistema que beneficia a unos pocos, protege los negocios y amarra las manos de los que se dicen progresistas. Vergonzante para un partido con origen en los obreros del Brasil.

El poder judicial y los principales medios de comunicación iniciaron un ataque frontal contra varios políticos corruptos del PT, junto a los ejecutivos de la empresa Petrobras. Salieron a la luz pública los millones de dólares en sobornos de las empresas de construcción para asegurar contratos con Petrobras.

A los gobernantes del PT no les importó que la principal petrolera del mundo afectara sus finanzas, que se desprestigiara la actividad pública. No sólo eso. El acuerdo del PT con el empresariado corruptor incluía a Odebrech, empresa privada, que extendió sus tentáculos por toda América Latina, corrompiendo autoridades de “gobiernos amigos” para favorecer negocios sucios. Mala cosa para Itamaraty, la cancillería brasileña que tiene la función de apoyar los negocios de sus empresas en el exterior.

El 15 de marzo de 2015 un millón de brasileños se lanzó a las calles en todo el país. Las manifestaciones fueron convocadas por los partidos de derecha, pero consiguieron un apoyo significativo del mundo popular. Las consignas demandaban cárcel contra los corruptos, pero también la eliminación de recortes en el gasto social que impulsaba el gobierno para reducir el déficit fiscal.

Así las cosas, el apoyo al PT se reducía mientras la derecha crecía. En las manifestaciones aparecieron activistas que promovían el autoritarismo y el golpe de estado militar. En ese cuadro Vilma es impugnada por el parlamento y debe dar un paso al costado. Asume Temer. Y luego Lula es condenado a prisión por el Poder Judicial. El camino se pavimentaba para la extrema derecha, para Bolsonaro.

Como se ha señalado, durante los años de gobierno del PT, hubo manifiestos incumplimientos programáticos, en lo económico y en lo socioambiental, aunque la pobreza se redujo. Pero, esa reducción se basó en una política asistencialista, de frágil sostenimiento en épocas de recesión económica como sucede hoy día.

La decepción con el PT no sólo es por sus incumplimientos programáticos. Ha sido también por su pérdida de integridad moral. La desconfianza en el PT ha abierto las puertas a una derecha fascista. Curiosamente se percibe a Bolsonaro como un cambio frente a los políticos que han traicionado la confianza ciudadana. Su probable presidencia anuncia serios peligros para la democracia de Brasil y para la estabilidad de América Latina. @mundiario

Roberto Pizarro –  @mundiario

El autor, Roberto Pizarro, es Economista, con estudios de posgrado en la Universidad de Sussex (Reino Unido). Investigador Grupo Nueva Economía. Fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, ministro de Planificación, embajador en Ecuador y rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (Chile).  Columnista de MUNDIARIO y de diversos medios, entre ellos El Desconcierto.

 

*Fuente: Other News


Anexo:

Bolsonaro, un líder construido en pos de un nuevo proyecto de poder militar

Por Marcelo Falak* – Ámbito Financiero

Debe impulsar una “nueva democracia”, en la que oficiales desempeñarán un rol protagónico hasta ahora impedido por la democracia brasileña. Sus bases son el conservadurismo político, el liberalismo económico y la promesa de erradicar a la izquierda. La cúpula de las FF.AA. lo contactó en 2014 para prepararlo.

Defensa irrestricta de la última dictadura (1964-1985). Apología de la tortura. Culto a la tenencia de armas y promesas de mano dura contra el crimen organizando, lo que incluiría condecorar a los efectivos que maten a delincuentes. Un general, Hamilton Mourão, como compañero de fórmula. Anuncios de que varios militares integrarán su gabinete. ¿Lo de Jair Bolsonaro es pura ideología? No, detrás de todo eso está la estrategia de la cúpula de las Fuerzas Armadas de construir un presidente propio, encargado de imponer lo que denomina una “nueva democracia”. Esta consistirá en un programa político ultraconservador y uno económico ultraliberal, con los condimentos de una participación activa de los militares en la vida política y la misión de arrancar de raíz a la ‘izquierda que engaña a la sociedad”.Así se lo contó a ámbito.com una alta autoridad de las Fuerzas Armadas brasileñas, que desempeña un rol institucional relevante y que fue protagonista del proceso minucioso de construcción política que comenzó cuatro años atrás y desembocó en las elecciones de este domingo. El mantenimiento de su nombre en reserva fue su única condición, ya que lo contrario podría poner fin a su carrera.

Según la fuente, en 2014 se cumplían 50 años de lo que denominó “la revolución de 1964”, en rigor el golpe de Estado contra João Goulart. Ante eso, y en medio de un clima que se ponía espeso, preludio de lo que dos años más tarde derivaría en la destitución de Dilma Rousseff, las Fuerzas Armadas comenzaron a buscar quién defendiera sus intereses en el Congreso. La elección, claro, recayó en el diputado Bolsonaro, un excapitán del cuerpo de paracaidistas que abandonó el arma en su momento en medio de varios casos de indisciplina.

Esos antecedentes le jugaban en contra, pero “el modo en que defendió a las Fuerzas Armadas hizo que creciera nuestra ponderación sobre él”, dijo la fuente.

“Ante esa situación, un grupo de militares de alta graduación decidimos acercar al diputado al Comando del Ejército, pensando ya en las elecciones de este año. Un año atrás, el Ejército analizó que habría una polarización y que Bolsonaro sería quien llegaría a enfrentar al PT. ¿Por qué? Porque la historia de Brasil demuestra que su élite nunca se preocupó por la nación y solo pensó en sí misma. Entonces, tuvimos claro que los partidos de centro no se iban a unir para enfrentar a la izquierda. Es lo que pasó. Tuvimos razón en apostar a Bolsonaro”, indicó.

La autoridad militar que recibió a ámbito en una antesala de su despacho en Brasilia contó que Bolsonaro “se abrió al diálogo, aceptaba nuestras sugerencias y cambió muchas de sus posturas. Por ejemplo, pasó del nacionalismo económico al liberalismo. Eso, que se vio en la campaña, fue producto del diálogo que el Ejército abrió con él, no tenga dudas”.

Además, el hombre se ordenó en lo personal. “Se casó con su tercera mujer, tuvo una hija e hizo dos años psicoanálisis”, contó.

“El nacionalismo económico ya no es nuestro programa, eso se lo dejamos al Partido de los Trabajadores. Ahora es el liberalismo. Eso es lo que le dijimos a Bolsonaro. Queremos un país lo más libre posible, lo que nos ubica radicalmente en contra de lo que dice el PT”.

Esa postura económica, que contradice la tradicional del poder militar en este país, es la base de lo que la nueva doctrina define como “nueva democracia”. Sus pilares son, explicó la fuente, “la lucha contra la corrupción, la seguridad, el ajuste fiscal, la reforma previsional, las mejoras en el transporte. E incluso, por qué no, abordar también la cuestión de la mujer”.

La izquierda tiene cabida en la “nueva democracia” con condiciones. “Hay una izquierda que es buena, incluso dentro del PT y del Partido Comunista, y que Brasil debe aprovechar. Pero hay otra que incomodó a la sociedad con un discurso excesivo de lo políticamente correcto, que pretendió imponer en el Congreso el matrimonio homosexual, las cuestiones de género… La sociedad no quiere eso. Ya no vamos a permitir esas propuestas que engañan y se disfrazan de socialismo”, indicó.

Bolsonaro no es el misógino, homofóbico y racista que sus propias declaraciones sugieren.“Usted recordará el episodio que se produjo en 2014 con la diputada (del PT) Maria do Rosario”, a quien, en medio de una discusión sobre un proyecto de ley sobre violadores, Bolsonaro le dijo que “no te violo porque no te lo merecés”, lo que le valió con el tiempo una condena. “Bueno, nadie lo sabe, pero eso cambió su percepción, se arrepintió. Es algo que le salió caro en lo personal. También lo ayudamos a entender eso, que debía evitar esas reacciones” para convertirse en un candidato viable, añadió.

La salida democratizadora de Brasil, dijo la fuente, fue negociada: un gran acuerdo nacional implicó que una ley de amnistía fuera la contraprestación de una convocatoria a elecciones sin proscripciones. Eso, añadió, “preservó el estatus de las Fuerzas Armadas como una fuerza permanente de Estado. En esa primera etapa, el sector militar se recostó en su rol profesional, pero ahora estamos en una etapa nueva, en la que exigimos ser tratados como ciudadanos plenos, no de segunda”.

El objetivo es poner en marcha una “tercera vía”, esto es algo diferente a un rol en que los militares sean la cabeza de un régimen propio y también al de subordinados pasivos ante las autoridades civiles. “Queremos ser aceptados como ciudadanos plenos, no como ciudadanos de segunda. Por eso hablamos de una ‘democracia nueva’”, aseveró.

“Los oficiales militares somos personas muy calificadas, sabemos idiomas, tenemos posgrados. Hay que terminar con eso de que no podemos ser ministros”, dijo.

“Fuimos claros al hablar de un grupo que le robó a la nación y que tiene relaciones con dictaduras como las de Evo Morales, la de Nicolás Maduro y la de Daniel Ortega. El proceso culminó con un ex presidente que es un presidiario, un criminal, condenado en un juicio normal, y con una ex presidenta destituida legalmente, no a través de un golpe, como se dijo”, aseveró, sin nombrar ni a Lula, ni a Dilma Rousseff ni al PT. Pese a eso, y por más que Bolsonaro y Mourão evoquen esa posibilidad, no existe posibilidad de golpe en Brasil, afirmó.

“No hay ninguna posibilidad de golpe. Ninguna. En el 64 no había Facebook, el mundo era otro. Un golpe no se va a producir en ningún caso. La prensa no entiende esto todavía, y en la campaña fue muy parcial, con análisis muy infantiles. La primera derrotada en las elecciones es la cadena Globo”, aseguró.

Terminó el tiempo de los golpes, parece. ¿Llega la de la “nueva democracia”?

  • Un mensaje al Ejército argentino

“Queremos mostrarle a Sudamérica y al mundo que somos brasileños, militares, blancos, negros, indios, eso no importa, porque nuestro discurso es de unidad”, dijo la alta fuente que recibió a ámbito.com.

Según el alto comandante, “hablamos de estos temas (la doctrina de la ‘nueva democracia’) con nuestros pares de Uruguay, pero infelizmente no con los de la Argentina, a quienes todavía percibimos como demasiado deprimidos. Ellos tienen una formación que es muy buena, pero la falta de apoyo de la sociedad hace que no hayan desarrollado aún una mirada política”. En Brasil es diferente: “Nuestra imagen positiva es del 80%”, aseguró.

“Argentina nos merece respeto y hoy nos provoca preocupación” por las derivaciones de la crisis económica, dijo. “Necesitamos que las Fuerzas Armadas de su país sean fortalecidas y consideradas fuerzas permanentes del Estado, como ocurre en Brasil, para poder ser socios en proyectos bilaterales e internacionales”, añadió.

“Nos pusimos muy felices cuando se fue Cristina Kirchner y llegó Mauricio Macri. Macri es un hombre preparado, culto, que tiene todas las condiciones para mejorar a la Argentina”, remató.

La doctrina de la “nueva democracia” va más allá de lo nacional. “No creemos que haya una salida para nuestras economías sin el Mercosur. La integración debe continuar, porque para nosotros no hay vida en el mundo sin él”, cerró.

* Editor jefe de Internacionales en Ambito Financiero, Argentina

*Fuente: Other News

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