Un “Consejo de Guerra” en la era de Bachelet- o como se persigue desde el Estado Neoliberal a la disidencia social.
por Dr. Claudio Filippi Peredo (Chile)
8 años atrás 7 min lectura
Si no leyó la anterior denuncia de este médico (08.06.2017), le recomendamos hacerlo, para que pueda comprender mejor este «Consejo de Guerra» a que lo invitaron.
La Redacción de piensaChile
En Chile se persigue al disidente
por Dr. Claudio Filippi Peredo (Chile)
Publicado el 8 Junio, 2017
El día martes 13 de junio fue una mañana fría y gris en Santiago. Creo que el clima era solidario, con lo que sucedería después. Ese día me encontraba citado a la Superintendencia de Seguridad Social, nombre anacrónico y falaz para este ente, digno representante del Estado Neoliberal, más preocupado de defender los recursos de las empresas privadas que de la seguridad social y al ciudadano común.
Si, ese día estaba citado ante una comisión especial “ad hoc” a probar, ante el Estado Neoliberal, de que no había delinquido al emitir supuestamente sin fundamento tres licencias médicas:
- La primera, es la de un profesor general básico, con una depresión severa y que presenta intensa ideación y planificación suicida. El profesor posee alucinaciones auditivas.
- La segunda, la de una madre divorciada cuya hija de siete años posee un púrpura con riesgo cierto de hemorragia y cuya hija de 17 años posee una arritmia por la que ha sido hospitalizada. La hija menor no pudo ser internada por falta de medios económicos para cancelar esa hospitalización. Por ley esta mujer no puede abandonar o dejar sin cuidados a estas niñas, según dispone el Código Penal en sus artículos 349 y 352 del Código Penal.
- La tercera la de una secretaria que encuentra al llegar a su casa a su madre en estado de Coma Diabético. La madre cuida a sus hijos pequeños, ambos menores de cuatro años. Ella desarrolla sintomatología ansiosa y depresiva, por la evidente sobrecarga. Se extendieron 2 licencias por 20 días cada una, hasta que remitió la sintomatología.
Eso ya traía aparejada una grave ilegalidad en el accionar del Estado, pues se invertía la carga probatoria y el imputado del supuesto delito, que era yo, estaba citado a probar que había actuado de legal manera, y no el organismo del Estado el que debía probar lo contrario, violando flagrantemente la presunción de inocencia que se encuentra asegurada y garantizada en la Convención Americana de Derechos Humanos y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ambos instrumentos legales vigentes en Chile y que forman parte del denominado bloque constitucional de derechos.
Esto ya de por si acrecentaba las dudas con respecto al proceso en sí, pues al solicitar los fundamentos de hecho que originaban el proceso investigativo y la copia de la carpeta investigativa, la Superintendencia de Seguridad Social negaba de plano esa petición, basándose majaderamente en la ley de transparencia pública, la que era utilizada para amparar el secretismo de una acción espuria.
Esto más, en cuanto se había solicitado se entrevistara a los pacientes mismos, facilitándose la concurrencia de los pacientes a una hora más propicia, pues eran de provincia y debían viajar a Santiago. Esto también fue negado, a pesar de que el artículo 17 letra e de la Ley 19.880 señala expresamente de que “Los actos de instrucción que requieran la intervención de los interesados habrán de practicarse en la forma que resulte más cómoda para ellos y sea compatible, en la medida de lo posible, con sus obligaciones laborales o profesionales”.
En ese ambiente, era poco lo que se podía esperar de una audiencia como la señalada la que de antemano había fijado su orientación claramente sancionatoria. Estos temores, se acrecientan cuando llego acompañado de mi abogado, Guillermo Rioseco, proporcionado por el Senador Alejandro Navarro Brain y veo la disposición de la mesa de reuniones. En un extremo están sentados los cuatro médicos inquisidores, los que en su mayoría no se presentan. Al lado de la mesa se sienta el Ministro Fe, abogado de la Superintendencia y quien cortesmente, debo reconocer, me había acogido previamente.
Al ver la disposición en la que se sientan los médicos de la Superintendencia no dejo de recordar lo que me relataba una paciente a quien atendí por años. Ella, militante de izquierda, pero hija de militares, fue torturada física y psicológicamente, tras el Golpe de Estado por el Servicio de Inteligencia, siendo interrogada por una “comisión” que asumía la misma disposición que esta comisión. No puedo dejar de comparar el procedimiento inquisidor con el procedimiento de antaño, destinado a minar al opositor y acabar con la disidencia.
Al iniciarse la audiencia se me da la palabra y comienzo a desarrollar mi argumento relatando que como se me ha solicitado que se presenten pruebas de los fundamentos de mis licencias, voy a presentar tres videos con las entrevistas de los pacientes referidos, siendo interrumpido por uno de los médicos de la comisión quien me señala que no es de interés de ellos ver esos videos sino escucharme a mí.
Al sorprenderme por esa negativa y argumentar que he sido citado a presentar pruebas y que esas son mis pruebas, y que según la evidencia internacional es la entrevista clínica de la que surge el fundamento de las decisiones clínicas, incluidas las licencias médicas, citando para tal efecto al epistemólogo de la psiquiatría Dr. Germán Berrios de la Universidad de Cambridge, soy nuevamente interrumpido de manera absolutamente descortés por el mismo médico, quien me señala que conoce al Dr. Berrios y que le interesa conocer lo que yo hice.
De esa manera, me doy cuenta de que ya nada de lo que diga va ser aceptado por la Comisión. Al intentar desarrollar nuevamente un hilo discursivo, nuevamente el mismo, médico interrumpe una y otra vez, hasta el punto en que yo me exalto y le señalo que estamos entre colegas, que no soy su alumno y que no estoy rindiendo ningún examen frente a él y que él debe por ley asumir una función de respeto frente a un ciudadano, pues su remuneración la pagamos todos los chilenos.
En ese momento intervienen los abogados y se produce un receso para calmar los ánimos. Salgo de la sala junto a ellos.
Debo reconocer que siendo perito de larga experiencia en Tribunales jamás he asistido a un ambiente tan irrespetuoso, irregular, poco transparente y falto de decoro como el que estoy presenciando en ese momento.
Luego se reanuda la audiencia y se intenta seguir el análisis de los pacientes. Al llegar a uno de los pacientes, surge algo interesante, el médico que se muestra inquisidor y la mayoría de los presentes desconoce que el 29 de diciembre de 1948 se aprobó la premisa fundamental de la salud pública chilena, y que es base para el análisis de cualquier condición de salud individual y colectiva, aquella que señala que “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Por eso, es que no me extraña cuando el otro médico de la comisión al analizar el segundo caso, el de la madre con sus dos hijas enfermas, al señalarle que existe un impedimento legal para que salga a trabajar, deje ver claramente su orientación mercantilista neoliberal al señalar que no entiende por qué la empresa privada tiene que pagar por la enfermedad de las hijas…
En ese plano de análisis, queda claro que ya no hay punto de encuentro y que es infructuoso convencer a quienes ni siquiera poseen internalizado el concepto de seguridad social, pues siguiendo esa línea argumental es más barato pegarles un tiro a las dos niñas y no pagar por sus enfermedades.
Por lo anterior, señalaba al principio que es anacrónico que se llame Superintendencia de Seguridad Social, pues sus integrantes ni siquiera conocen ese concepto y sólo parecen interesados en defender los fondos e intereses privados involucrados.
Al terminar sentí decepción, abatimiento, pero no dejé de recordar las palabras de un verdadero progresista, de un verdadero socialista, de un hombre ético, de un médico comprometido con la salud pública y con los más pobres de Chile, que pagó con su vida, su compromiso y consecuencia: El Dr. Salvador Allende:
“Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza”
Y entendí que debemos seguir luchando.
– El autor, Claudio Filippi Peredo, es médico y siquiatra.
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Cito: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Cada individuo humano que nace trae historia. Ya se sabe. Por más que el quiera ser sano y no enfermo, ya nace con un determinado balance pre-determinado, al menos potencialmente activo. De la atencion que recibe dependerá que su vida sea una «versión mejorada» o empeorada.
Todos aspiramos a nacer en una sociedad perfecta.
Pero aún las que suponemos las mejores de hoy…..tienen problemas de desequilibrios de toda clase.
El mismo «avance» de nuestra «sociedad», está acabando -no solo enfermando- las especies marinas terrestres y aéreas del mundo animal restante…
Asociémonos de maneras nuevas.Hurguemos en nuestras mentes y cambiemos nuestro estilo personal consumista. Siempre habrá gente que alimente el sistema imperante..
Claudio eres el mas grande hombre y medico que he conocido te admiro por lo valiente