La Revolución plurinacional boliviana desde sus fundamentos indigenistas y marxistas
por Alex Ibarra (desde Bolivia)
9 años atrás 10 min lectura
Entrevista a Antonio Abal Oña (A.A), sociólogo y diplomático boliviano, realizada por Alex Ibarra Peña (A.I) del Colectivo de Pensamiento Crítico palabra encapuchada.
A:A: Las gracias a ti Alex, pero permíteme corregir algo, no soy sociólogo académicamente hablando pues mis estudios de sociología fueron interrumpidos por el golpe militar de 1980, uno de los más sangrientos, luego estudié periodismo y algunas otras cosas.
Pienso que uno de los antecedentes más relevantes de nuestros intelectuales es René Zavaleta, trabajado después por Tapia, que se dedicó a describir lo que llamábamos Estado en Bolivia, y en estas búsquedas nos tropezamos con un actor social, siempre presente pero no visible, rescatando la metáfora de Scorza y ahí viene el gran aporte de Silvia Rivera, Xavier Albó y el descubrimiento de los textos de Fausto Reinaga.
El caso de Álvaro es particular porque, desde su formación marxista incorpora el pensamiento de los pueblos originarios en esa búsqueda de síntesis del complejo entramado que es la sociedad boliviana actual y sospecho que ahí radica la novedad porque se da un proceso de práctica concreta como es gobernar y acompañar este proceso con una producción teórica y como tú sabes toda producción teórica tiene sus contrapuntos lo que genera un debate productivo.
Las reflexiones caminan en ese sentido, tratando los temas del entramado construido históricamente en Bolivia y su explicación desde varios enfoques y disciplinas, historia, antropología, sociología, pedagogía, se entremezclan para encontrar líneas de horizonte. Lucha de clases, Centralidad obrera, Retorno al Kollasuyo, Marxismo o indianismo, son los temas de trabajo en universidades y centros de investigación. Pero también están las miradas de afuera de interesados en este proceso.
A.I: Si bien, la revolución política-cultural de Bolivia ha sido muy respetuosa con el campesinado y los indígenas, no se puede desconocer que en lo teórico-práctico hay una fuerte influencia del pensamiento marxista. ¿Consideras que estamos frente a una maduración de lo que podríamos llamar “marxismo latinoamericano”?
A.A: Por supuesto que sí el marxismo ha influido como matriz de pensamiento, por ejemplo ignorar el aporte de Guillermo Lora, por un prurito ideológico, es un error. El sujeto Proletario minero tiene el marxismo como la base de formación. Como señalé antes se abre un nuevo debate, en este tiempo con el indianismo que considera al marxismo como una mirada ajena a la realidad boliviana, es una mirada occidental, obligando a un reencuentro de los valores universales propuestos por el marxismo.
En este debate, que reconoce el aporte marxista en la formación del proletariado minero y la definición como clase de varios actores de nuestra compleja formación político-sociales y su apertura al pensamiento de los pueblos originarios tenemos un antecedente: Mariátegui que nos señaló el camino “ni copia ni calco” y para eso es necesario un proceso de maduración, que a veces la dramática realidad de nuestro continente no te permite, pienso que estamos en plena época maduración y del brote de los primeros frutos. Sobre la pregunta final diría que existen marxistas latinoamericanos, pero aún no podemos hablar de un marxismo latinoamericano.
A.I: En las “democracias” que gobiernan en América Latina hay una fuerte tendencia hacia la derechización. Pero, por otra parte, en algunos de los llamados países de cultura andina, y principalmente en Bolivia, es donde hoy podemos observar una perspectiva más alternativa de construcción democrática. ¿Qué juicio tienes de la vida democrática en América Latina? ¿Visualizas alguna proyección continental del proyecto boliviano?
A.A: La base que está construyendo un proceso democrático en Bolivia, se encuentra en el protagonismo de los pueblos indígenas, que tienen una práctica democrática cotidiana y radicalmente participativa, esta posibilidad existe en los países donde pervive la forma comunitaria de vida estoy hablando por ejemplo de todos los países atravesados por la cordillera de los andes.
Por otra parte, tenemos un ejercicio más liberal de la democracia, muy ligada a las clases medias de nuestros países, que cuando se asoman las crisis que afectan sus intereses no tienen problema en apoyar a regímenes duros, incluso promover golpes militares, estamos en ese momento, los regímenes llamados “populistas” han consolidado y ampliado el conglomerado de las clases medias, por las políticas inclusivas, estas acciones no han tenido un correlato político de afirmación de su identidad y compromiso con los procesos; ese es uno de los eslabones más débiles de los procesos de cambio en democracia.
En Bolivia el sujeto “comunidad” es el eje democrático ¿se puede hablar de un retorno a la comunidad como actor político, rompiendo la intermediación de los partidos? Creo que ese es el desafío, algo de esto está ocurriendo con podemos en España.
A.I: Tienes una sólida formación en pensamiento social y político, ¿reconocerías algunos hitos en tu formación teórica? ¿Cuáles son tus principales fuentes teóricas?
A.A: Digamos que tengo algunas ideas centrales que se desprenden primero de la militancia política en el movimiento estudiantil, allí frecuenté unos grupos de estudios cuyo responsable era un jesuita, de ahí a estudiar marxismo con una célula del Partido Comunista Marxista Leninista, más conocidos como “los chinos”. Finalmente mi pasó por la universidad sistematizó mejor lo aprendido, además que me tocó una época de alto debate político. Habíamos recuperado la autonomía universitaria, asistí como delegado al primer congreso universitario después de la dictadura y el gran debate político en la izquierda boliviana se concentraba en el apoyo al Frente de Unidad Democrática y Popular y el Frente Revolucionario de Izquierda, este debate se realizaba en los socavones mineros en las comunidades rurales, en las fábricas y en las aulas universitarias. Un segundo momento importante es mi trabajo en las comunidades andinas. Debido al cierre de la universidad, con muchos compañeros en el exilio tuve la suerte de conseguir un trabajo que me acercó a esa otra realidad subsumida en el discurso exclusivamente de clase que tenía la izquierda boliviana.
Es diferente participar de la vida cotidiana de la comunidad y acompañar sus procesos internos. Durante años tuve un periodo muy largo de cuestionamientos, de preguntas y me dí cuenta que muchas respuestas se encontraban en la historia, en la escrita y en la ignorada, eso me convirtió en un asiduo buscador de documentos y literatura histórica referida a los pueblos originarios, buena parte de ese conocimiento circulaba en los ampliados y congresos que me tocó asistir como observador en algunos casos y en otros como “apoyo técnico”. Hoy existe ya una abundante literatura acerca del Vivir Bien y los esfuerzos de interpretar las claves de las culturas andinas para nuestro tiempo, que los andinos denominan el pachacuti y cuya filosofia de la acción se llama el Suma Qamaña.
A.I: En tu obra escrita y más conocida has prestado una atención importante al campesinado, por ejemplo en el texto “El movimiento indígena-campesino y la crisis del Estado colonial”. Pero, también has trabajado el problema que representa la educación para el mantenimiento del pensamiento colonial. Pensando en difundir tus trabajos, ¿nos podrías presentar un resumen de tus principales trabajos y tesis al respecto?
Durante muchos años he trabajado en lo que denominábamos educación popular, que no era extraña a la educación formal y ahí es donde encuentras contenidos, formas, y actores que se adecuaban a lo que Freyre denomina “educación bancaria” con un añadido que la educación en las comunidades era impartida por maestros aymaras o quéchuas, reproduciendo los saberes del mundo urbano-occidentalizado ¿Qué había detrás? Pues nada menos lo que hoy denominamos colonialidad, ese inconsciente incorporado en nuestros cerebros, tanto por el proceso educativo en el seno de la familia como en el proceso de mera instrucción en el sistema educativo.
Romper esa colonialidad es un requisito fundamental para consolidar un proceso revolucionario, la reforma intelectual y moral Gramsciana, pienso es eso, deconstruir la estructura de la sociedad y Estado, y al mismo tiempo tu propia colonialidad, y esto es en sí mismo una revolución.
La identificación de los enclaves más visibles de la colonialidad sacuden a la sociedad, la ponen en tensión y su resolución define el éxito o fracaso de construir una nueva forma de Estado y Sociedad,
Por otra parte, tomando en cuenta el principio de la complementariedad propia del pensamiento andino debemos construir y consolidar un pensamiento sin exclusiones, sin fundamentalismo o fraccionalismo que considero han sido los mecanismos más perversos en el movimiento de la izquierda mundial.
A.I: Una pregunta un poco complicada, ya que parte de tu trabajo tiene que ver con asuntos diplomáticos. Quiero plantearte el tema de la “demanda” marítima de Bolivia a Chile. Digo complicado, ya que es un tema que suele dividir a bolivianos y chilenos, seguramente sabes de la existencia de movimientos chilenos que están a favor de la “demanda” bajo el eslogan “mar para Bolivia”. ¿En qué sentido el fin de la mediterraneidad boliviana ayudaría a la integración entre estos dos países dañados por una guerra? ¿Crees que se superarían los resentimientos bilaterales que han cultivado las oligarquías locales?
A.A: Prestándome una afirmación de un sociólogo diré que creo que este siglo es el siglo de la sociedad civil y de la vida cotidiana, en esa medida la reflexión política de los Estados estará en relación con el futuro de la humanidad, es en este sentido que pienso en los pueblos como los agentes de superar las trabas de los Estados, que como sabemos defienden intereses concretos de los poderes reales, Como Estado tenemos un proceso en curso, pero como pueblos creo que estamos todos los días coincidiendo en miradas de futuro, eso facilita los acuerdos políticos entre Estados.
Destrabado el tema marítimo, estoy seguro construiremos una agenda común que incluso puede recomponer la complementariedad cultural, no olvidemos las raíces aymaras de los pueblos del norte de Chile, y en lo económico la natural complementariedad ecológica definida por la cordillera andina.
Sabes que hemos construido una nueva relación con Paraguay, hemos superado las viejas heridas de la guerra y haremos lo mismo con el tema del Pacífico, pensamos en la cultura de la vida y ahí no tienen lugar el odio y la venganza.
A.I: Siguiendo en un terreno que podría resultarte complicado. En Venezuela acaba de ganar la oposición al chavismo, desde una perspectiva bastante simplista el análisis apunta a que dado a nuestro profundo presidencialismo aquel proyecto se acabó a partir de la muerte de Hugo Chávez. En cierto sentido esto indica que no hubo una renovación tan contundente de líderes que pudieran asegurar la continuidad del proyecto. Si aceptamos este peligro, ¿cómo ves el tema de los nuevos liderazgos políticos más allá de la figura que representa Evo Morales?
A.A: Me parece que debemos tratar de ver el telón de fondo, si obviamos las estrategias de desgaste implementadas para todas las experiencias de reforma de los Estados neoliberales, veremos solo parte del problema que quiero decir con esto, que lo que ocurre en Venezuela es la manifestación de las contradicciones que hablamos antes, pero estas han sido aceleradas por los sectores más conservadores, con apoyo desde luego de una estructura de comunicación estratégica bien definida.
Nuevamente, aquí se encuentran las dificultades de un proceso revolucionario en democracia, esto supone construir una amplia base de sostén al proceso, no conozco de cerca el proceso venezolano, pero por la forma de construcción del discurso opositor encuentro allí también el componente de la colonialidad.
Ahora el tema de los liderazgos siempre estará en debate, nuestra historia latinoamericana está plagada de liderazgos frente a la construcción sólida de los partidos políticos, por esto te planteaba los límites de los partidos políticos tradicionales para los procesos revolucionarios, estoy pensando en Chiapas, por ejemplo, creo que no tenemos respuestas definitivas.
En el caso boliviano Evo resume una lucha con una memoria muy larga, esta es la fortaleza que tiene y que es poco comprendida por la élites políticas conservadoras, mi opinión es que en la medida que se construya el Estado Plurinacional con autonomías regionales el tema de los liderazgos nacionales pasará a un segundo plano, por lo pronto Estado y sociedad estamos sumergidos en el presidencialismo impuesto por el sistema político republicano.
-Publicado también en Bolivia por APC Bolivia
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