http://www.youtube.com/watch?v=4gmS3yaajL8
Hasta hace poco, si alguien dijera que su televisión lo espía, diríamos que seguramente es un caso psiquiátrico o que se trata de una película de ciencia ficción.
Pero desafortunadamente el futuro nos ha alcanzado y hoy, se acaba de revelar que su televisión lo puede espiar, que el chip de su celular también, y hace unas horas Kaspersky, la gigante de seguridad digital, detectó que en lo más profundo de su computadora hay ojos que lo están viendo.
Pero el asunto va más allá de si lo están espiando o no, sino que el espionaje plantea lo peor, el daño irreparable que le están haciendo a la individualidad humana, a lo poco que queda de la democracia y a la soberanía de los pueblos.
¿Qué se puede hacer para frenar el espionaje que Estados Unidos le hace a todo el mundo? ¿Qué hay detrás de los macabros hilos del teléfono? Espionaje ¿Para qué? ¿Por seguridad? o ¿Para controlar las mentes? ¿Hasta cuándo el mundo dejará que la Agencia Central de Inteligencia de EE. UU. (CIA, por sus siglas en inglés) viole la soberanía de los países, viole la democracia, y la intimidad del hombre?
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No hay que asustarse por ello, es mejor interpretarlo con humor.
Esto del espionaje de la CIA no afecta en nada a los ciudadanos honrados porque los que nos explotan y nos roban, ya saben sin necesidad de la CIA, hasta el número de lunares que tenemos en nuestros cuerpos desnudos.
Puede afectar en algo a los delincuentes locales de muchos países. Delincuentes de la banca, de la economía y también a algunos políticos, que empiezan siendo delincuentes autónomos hasta que terminan integrándose al servicio de la conexión criminal.
Los gobiernos progresistas que deciden mejorar sus relaciones con Rusia y China, no tienen nada que ocultar, porque estas cosas se saben públicamente sin necesidad del espionaje yanqui.
Existe un peligro mayor que el espionaje para los mandatarios de gobiernos progresistas.
Asistiendo a eventos internacionales dentro del territorio yanqui, corren el peligro de ser infectados con alguna enfermedad incurable, como le sucedió a Hugo Chávez.