¿Cómo es posible que el CNCA financie con 150 millones de pesos a la Fundación CorpGroup ?
por Teatro Sur (Chile)
11 años atrás 4 min lectura
14 de Enero de 2015.
Sra. Claudia Barattini
Ministra de Cultura
Pte.
Objeto: Carta de reclamo
De nuestra consideración,
Nos dirigimos a usted mediante esta carta, en su calidad de representante del Consejo de la Cultura y la Artes, a fin de manifestar como trabajadores del mundo de la cultura nuestro descontento y desconcierto con el FONDART, otorgado al proyecto Nº 88039. Centro de las Artes 660. Arte CA (2015-2017), de Fundación CorpGroup Centro Cultural.
Como se consigna en los resultados entregados el pasado miércoles 07 de enero, este proyecto recibirá 150 millones de pesos; sin embargo, resulta imposible no sorprenderse al saber que dicho proyecto es generado a partir de una corporación que pertenece a uno de los conglomerados económicos más importantes y millonarios de nuestro país.
Si bien entendemos que dicha corporación y su presentación a este concurso público se da en un marco de legalidad y, sin emitir juicios de valor respecto al proyecto en sí mismo, pensamos que la presente situación deja en evidencia un vacío importante en la estructura y objetivos que el FONDART, como instrumento público, está planteado hasta la fecha.
Desde su creación, FONDART se ha constituido en la única herramienta de financiamiento para todo el mundo de la cultura en Chile y que, si bien hay muchos aspectos que deberían mejorarse, ha sido sin duda un motor de desarrollo y descentralización de las manifestaciones artísticas en nuestro país.
Es por eso entonces que resulta contradictorio, desconcertante y preocupante que parte de estos fondos sean destinados a financiar a una corporación que claramente posee otros mecanismos de financiamiento, como por ejemplo la Ley Valdés (donaciones culturales) de la cual es un excelente ejemplo, SANFIC.
¿Cómo explicarse que una de las mil familias más millonarias del mundo, séptima en el ranking de millonarios de Chile, con una fortuna que asciende a los 1.900 millones de dólares (según Revista Forbes), controladores de CorpBanca, Copesa y propietarios de SMU, necesite esos 150 millones para levantar un proyecto cultural?
Y aún más polémico e impresentable:
¿Cómo no desconfiar de la política cultural actual, tras saber que el ex jefe de la línea de Fomento e Industrias Creativas del CNCA, Javier Chamas, hoy trabajador de CorpArtes, figura como ejecutor principal del privilegiado fondo?
Como creadores independientes año a año dependemos de estos fondos para llevar a cabo nuestros proyectos con un salario que en general es tremendamente bajo, una opción que tomamos para asegurar la realización de los proyectos y la obtención de recursos, lo que sin duda representa nuestra convicción y compromiso con el oficio que realizamos.
Año a año llenamos formularios, nos enfrentamos a la necesidad de justificar 30% de aportes de terceros o la realización de análisis de impactos en las audiencias, algo que realizamos sin tener ni los conocimientos, ni las redes, ni los contactos para ello.
Es por ello que no resulta justo que luego, a la hora de la evaluación nuestros proyectos se vean enfrentados a iniciativas que sin duda han contado con expertos y especialistas para su realización.
Año a año hemos visto como la única herramienta de acceso a financiamiento ha enfocado su trabajo a la creación de industrias culturales, lógica que nos genera profunda desconfianza.
Y es por eso que nos alertamos al ver que una gran empresa, con lógica comercial, en donde además, un ex cargo directivo del CNCA actualmente trabaja, entra a competir por fondos estatales en el terreno de la cultura.
Ante esto hecho, nos preguntamos entonces cuáles son los objetivos de las políticas culturales del CNCA, siendo imposible no cuestionarse si al CNCA sólo le interesa seguir manteniendo esta herramienta pública como estrategia política, o si bien existe un real interés por colaborar con la descentralización, diversificación y desarrollo de la cultura nacional.
Es así entonces, que como trabajadores del mundo de la cultura nos preguntamos:
¿No sería más sensato financiar proyectos culturales que tienen serias dificultades para solventar sus existencias, precisamente, en un momento en que los espacios se van cerrando por falta de ayuda y recursos de parte del Estado?
¿Cómo entender que se ponga en el mismo plano de «competencia» a un conglomerado millonario, con espacios de gestión independiente, como es el caso de CEAT (www.espacioceat.cl), que favorablemente, en este caso, fue beneficiado?
¿Qué razones se esconden detrás de esta postulación: oportunismo, estrategia cultural, compromisos políticos, información privilegiada?
Es evidente que más allá de los recursos designados, este es un asunto de corte político. Y por tanto habla de una política cultural, con la cual, no estamos conformes.
Creemos, como señalábamos en un inicio, que esta situación deja al descubierto el problema estructural de este concurso público, dejando al CNCA ante la disyuntiva de avanzar hacia una política de estado que incluya a todos los agentes culturales, bajo una lógica de responsabilidad estatal regida por el futuro Ministerio de Cultura, o bien, transformar este futuro ministerio en un ente administrador de industrias culturales a manos del empresariado.
Nosotros estamos convencidos que sólo la primera opción será capaz de generar una realidad cultural distinta: pluralista, incluyente, diversa, accesible y participativa. Y es por eso que estamos dispuestos a defender este espacio.
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¡Basta ya de traiciones al Pueblo Saharaui!
Es de esperar que las conductas de Rusia y China tengan una explicación lógica y que hayan sido adoptadas pensando en los intereses y derechos del pueblo saharaui.
Tal vez estemos dando a «la cultura» una exagerada importancia sin entrar a especificar o analizar sus aspectos políticos, que podrían desglosarse…..
Para algunas corporaciones, nacionales y/o globales, es importante mantener a cierto número de personas lo suficientemente entretenidas, «ocupadas», si se quiere, para que no se pongan a golpear ollas ni a levantar los espíritus en las marchas y demás.
Especialmente importante en las grandes aglomeraciones urbanas, donde el peso político se hace sentir y cobra su máxima cuota en las elecciones, nada menos que cada cuatro años.