Los dilemas del bacheletismo
por Rafael Luis Gumucio Rivas (Chile)
11 años atrás 4 min lectura
El éxito de la aplicación de la utopía neoliberal en Chile ha sido radical: ahora se capta, en toda su integridad, el grado en que los gobiernos de la Concertación, incluido el de Sebastián Piñera, lo aplicaron y perfeccionaron que, hasta un intento de reforma tan mínimo y amarillo – como la tributaria – ha provocado un temporal de proporciones. Reconozcamos que la derecha ha logrado enganchar a los yanaconas de la clase media, convenciéndolos de que los intereses de los ricos son análogos a los de ellos, que la eliminación del FUT atentará contra la pequeña y mediana empresa, que los precios de los servicios subirán, que las pensiones bajarán, que la economía se irá al tacho, que los problemas del Costanera Center, por ejemplo, son los mismos que los del bolichero de la esquina…
Los dilemas de la gradualidad bacheletista en cuanto a la instauración e implementación de las reformas no son nuevos en la historia: varias veces he recurrido al método comparativo para explicar los problemas actuales y, en el caso de la Nueva Mayoría, nos obliga a remontarnos al gobierno de Eduardo Frei Montalva. Veamos algunas similitudes: 1) ambos creían que con una arrasadora mayoría electoral bastaba para imponer las reformas anunciadas en sus programas, con toda facilidad; 2) ambos gobiernos dejaron a muy mal traer a la derecha política; 3) ambos cayeron en el error de no considerar el peso de recuperación que tiene la derecha, al tomar la decisión de enfrentar una alternativa reformista, por mínima que sea; 4) la reforma agraria de Frei Montalva terminó por divorciarlo de la derecha – aunque volvió a sus cauces conservadores cuando se enfrentó a la Unidad Popular – sin embargo, esta reforma, una vez implementada, terminó por destruir a la oligarquía latifundista – una cierta aristocracia que dejó de existir -; 5) Bachelet no alcanza a captar en toda su dimensión que a pesar de lo gradualistas y moderados de sus tres ejes de reforma – tributaria, educacional y constitucional – por lógica, tendrían que provocar la reacción destemplada de una derecha marcadamente neoliberal.
En la medianía de su gobierno, cuando Frei Montalva tuvo que decidir entre avanzar en las reformas, llegando incluso, a la nacionalización de la Banca, decidió recular renunciando a la vía no-capitalista de desarrollo y a la utopía de la sociedad comunitaria, y tomó el camino del pragmatismo que le aconsejaba el director del diario El Mercurio. El hijo pródigo conservador volvió a la casa paterna y aunque intentó imponer como candidato democratacristiano a su dilecto amigo, Edmundo Pérez Z., tuvo que soportar a Radomiro Tomic y los Izquierda Cristiana en la versión “camino propio”.
Medio siglo después, por el azar de la historia, el gobierno de Michelle Bachelet y la Nueva Mayoría, enfrentan hoy el mismo problema: o se atreve a mantener e implementar su programa, aun cuando sea de forma muy gradual, o se entrega a los viejos personeros de la Concertación y, siguiendo la doctrina Boeninger y el pragmatismo de los distintos ministros de Hacienda de los pasados gobiernos – una especie de gatopardismo, que más parece gato por libre – se decida el más completo inmovilismo, o bien, algunas reformas que engañen a los cándidos, manteniendo la esencia del paradigma neoliberal.
Personalmente, pienso que estamos asistiendo, sin darnos cuenta cabal, a una especie de fin de la aplicación radical de la utopía neoliberal, y que empieza a aparecer en el horizonte una república sensata, que reemplaza la destrucción de la sociedad en manos del mercado desregulado, tal cual lo plantearon Thatcher y Reagan, que no pudieron llevar a práctica debido a la imposibilidad de hacerlo en democracia, pero que si lo realizaron Pinochet y Jaime Guzmán.
En este nuevo escenario Bachelet no tendría el espacio para recular – como sí lo hizo Frei Montalva -, y es muy probable que los movimientos sociales logren radicalizar aquellos temas que las instituciones no pueden ni quieren llevar a cabo, pues afecta sus intereses y de las empresas que los apoyan, que siempre han sido los mismos en la Concertación y en la Alianza, en los antiguos y nuevos ricos.
16/05/2014
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