Concertación en Tarapacá: entre “repetirse el plato” “y “repartirse la torta”
por Fabiola Sepúlveda (Iquique, Chile)
11 años atrás 15 min lectura
A días de que la presidenta electa Michelle Bachelet dé a conocer los nombres de su gabinete y de los intendentes, los círculos políticos en Iquique son una verdadera “olla de grillos”. Los nombres para los puestos clave del gobierno regional suenan cada vez con más fuerza y certeza: todo indica que, cual silla musical, Tarapacá verá el retorno de los mismos que ya fueron derrotados, los mismos a los que la ciudadanía repudia, los mismos que muestran un triste historial ético, administrativo y político en la región. Como una cruel paradoja del destino, la victoria de Nueva Mayoría en el país, podría redundar en la derrota de su proyecto transformador en Tarapacá. Lo que la vieja Concertación no logró en las urnas, puede lograrlo por secretaría… volver el poder.
Las “Caras nuevas” que con tanta insistencia ha exigido la presidenta electa, Michelle Bachelet, no sólo suponen un recambio generacional necesario en los altos cargos de responsabilidad política, supone también un cambio de lógica. La ciudadanía no votó el retorno de la Concertación, votó un gobierno de la Nueva Mayoría y lo que para algunos –incluso dentro del conglomerado- es sólo un cambio semántico, es en realidad mucho más que eso. La ciudadanía exige la construcción de un nuevo Chile, lo que requiere la generación de una nueva praxis política desde la administración del poder institucional. El Chile en donde el Estado era un botín en manos de un grupo de privilegiados promete su fin, aunque a algunos les cueste entenderlo.
Más allá del debate político o filosófico, la diferencia entre la vieja Concertación y Nueva Mayoría es una realidad, por el sólo hecho de que la ciudadanía entendió que se trataban de bloques distintos y votó en consecuencia. Una apreciación que se debe tanto a la incorporación de nuevos actores a la alianza opositora; como a la percepción de un cambio en el eje de poder entre sus fuerzas, es decir, si durante dos décadas los sectores que apostaron por una adecuación del modelo heredado de la dictadura fueron los hegemónicos, hoy lo son aquellos que apuestan por cambios estructurales. Nuevo programa, nueva puesta en escena y la emergencia de nuevos liderazgos, todos factores vinculados a reivindicaciones populares históricas -como nueva Constitución, educación gratuita y un sistema de pensiones que asegure una vejez digna- aparecen como expresión de una nueva síntesis política, diferenciando a una vieja Concertación derrotada, de una Nueva Mayoría contundentemente victoriosa.
Frente a esto, resulta ilustrativo dar un vistazo a los últimos resultados electorales. La primera más clara evidencia es que frente a la derrota de Frei ante Piñera en la pasada elección, el nuevo conglomerado obtiene una aplastante victoria con un 62% de los votos para Bachelet. Esto se replicó en las parlamentarias –lo que muestra que el fenómeno va más allá del carisma que pudiera tener la candidata presidencial- obteniéndose 11 doblajes de diputados y dos de senadores. Junto a esto, es interesante también que quienes resultaron más votados, son precisamente aquellos candidatos que apostaron más decididamente por los cambios: es así como los comunistas logran doblar su bancada, entran dos dirigentes estudiantiles al parlamento, y salen conspicuos exponentes del statu quo como Escalona. Asimismo, todos los sondeos mostraron un desacople entre las percepciones de la ciudadanía sobre ambos bloques, con diferencias de hasta un tercio en el porcentaje de aprobación (22% de apoyo para la Concertación y en torno al 36% para Nueva Mayoría). En síntesis, la reciente victoria electoral no puede desentenderse de la promesa esencial de los vencedores: somos distintos y haremos cosas distintas.
Elecciones en Tarapacá: de la derrota concertacionista a la victoria de Nueva Mayoría
Apenas un 36% de los electores en Tarapacá optaron por Michelle Bachelet en las elecciones del 17 de noviembre, lo que contrasta con el casi 47% de las preferencias obtenidas a nivel nacional. Estos resultados convierten a la región en el lugar donde peor le fue a la que será la próxima presidenta de Chile… ¿cómo entender esta situación? Ciertamente, en la expresión de un fenómeno político son múltiples los factores que inciden y hay algunas claves que saltan a la vista y que podemos resumir en la siguiente idea general: esta votación «extraordinariamente» baja de la presidenciable del pacto Nueva Mayoría, responde a una gestión «extraordinariamente» mala de la Concertación, que terminó golpeando áreas muy sensibles para la población, como su calidad de vida y su concepto de la ética pública. En segunda vuelta, los líderes concertacionistas locales se ufanaron de haber subido 20 puntos, llegando al 56% de los votos, pero olvidaron mencionar que Tarapacá siguió siendo la región con el peor resultado para Bachelet en todo el país.
Lo interesante es que aquí se produce una aparente paradoja: si bien los resultados parlamentarios y de «cores» fueron en general buenos para la Nueva Mayoría, no lo fue así en la contienda presidencial. Al respecto destacar el casi 39% obtenido por la lista a nivel parlamentario y el contundente 55% obtenido a nivel de consejeros regionales.
La clave que explica este último dato se devela cuando examinamos dentro del pacto, quiénes son los que realmente ganan y los que pierden: a nivel parlamentario, es el candidato comunista el que logra ser la primera mayoría regional, con más de un 28% de las preferencias; mientras que su compañero de lista, el radical Juan Carlos Liendo, apenas supera el 9% de los sufragios, alcanzando un triste quinto puesto, que no le permite llegar al Parlamento. Por su parte, en las elecciones de Cores, es Fuerza del Norte el partido que logra tanto la primera mayoría individual -con Jorge Soria Macchiavello- como la primera mayoría en aspirantes electos, eligiendo 4 consejeros regionales. Los cuatro partidos que son expresión de la antigua Concertación, apenas sumaron 5 consejeros (2 DC, 1 PS, 1 PPD y 1 PRSD) y lo que es más elocuente aún, en la contienda se perdieron muchos dirigentes emblemáticos.
La lectura evidente es que, si bien la aspiración de cambio está presente en la población de Tarapacá, ésta no confía en los exponentes de la vieja Concertación para llevarla a buen puerto. El problema aquí es doble: de política y de estilo de liderazgo.
En el caso de la política, destaca la imposición de un modelo de crecimiento basado en una extracción minera intensiva, que no sólo está causando estragos en términos ambientales y sociales, sino que además apenas deja recursos en la región. Hay quienes retrucan que el sistema económico y político impactó a todo el país, lo que no explicaría los malos resultados regionales; sin embargo es en la región, por sus riquezas mineras en medio de entornos ambientales y sociales frágiles, donde las consecuencias negativas de este modelo productivo se expresaron con más intensidad. Sobre esto, ejemplos elocuentes son la realidad del agua en Tarapacá, recurso definido no sólo como “no renovable”, sino aquejado de un “balance hídrico negativo”, lo que golpea la agricultura, la ganadería y la calidad del agua de consumo humano; mientras que otro ejemplo es la especulación inmobiliaria que ha llevado a que el precio de la vivienda en la región sea de los más altos del país, gracias a la verdadera explosión demográfica que generó la minería, los altos salarios de la industria y la escasez de suelos… quien no tenga sueldo de minero, ya no puede aspirar a una vivienda digna.
En cuanto a liderazgo, éste dice relación con precaria gestión del gobierno regional dirigida por las élites concertacionistas locales. Sólo a modo de ilustración, destacar dos hechos: durante los 4 años del gobierno de Bachelet, por la región pasaron 5 intendentes, con un promedio de duración de apenas 11 meses cada uno; y de éstos, a lo menos tres han sido salpicados por escándalos de corrupción, siendo el más bullado el que afecta a la militante DC, Antonella Sciaraffia. Elocuente es que tras esta administración, Piñera obtuviera un respaldo superior al 60% en la región.
Hasta ahora las élites concertacionistas no han sido capaces de dar un salto que les permita pasar de ser parte del problema, a parte de la solución. En cuanto a modelo productivo, siguen aferrados a un esquema de crecimiento irracional bajo la promesa falaz del «chorreo», manteniendo oídos sordos frente a una población que exige avanzar en un modelo inclusivo y sustentable, en el que es común el ejemplo del turismo. Frente a los escándalos de corrupción, estos partidos han pendulado entre el silencio cómplice y la defensa corporativa. Y finalmente a nivel de gestión, siguen primando prácticas clientelares y nepotistas en la selección de cargos públicos clave, por sobre las capacidades políticas y profesionales.
El tristemente célebre historial de los intendentes concertacionistas en Tarapacá
Malas gestiones y turbios manejos ha sido la tónica en la administración de los intendentes concertacionistas en Tarapacá. De hecho, en la última década sólo ha habido una inversión que valga la pena mencionarse: la ruta internacional Huara-Colchane. Haciendo un breve paneo, sólo el primero de los intendentes tras el fin de la dictadura, tuvo una gestión destacada, hablamos del DC Nelson Garrido (1990-92), quien es recordado por la modernización del hospital de Iquique, la carretera que une el puerto con Alto Hospicio y la inversión en vivienda social e infraestructuras públicas.
Desde este momento en adelante, las cosas se complican. Otro DC, Marco Antonio Castro (1992-94), lo único que hizo de memorable fue un acto a lo menos reñido con la ética: puso a su esposa, profesora de inglés, como analista de Serplac. La camada DC suma y sigue con Santiago Vera, quien estuvo al frente de la Intendencia hasta 1998… ¿su legado?, acusaciones de abusos sexuales contra sus secretarias y la incorporación de dos asesores, que luego resultaron implicados en la estafa de la U. del Mar. En su reemplazo asume otro correligionario, José de Gregorio, conocido por haberse involucrado en el mega-escándalo de corrupción en la Empresa de Ferrocarriles del Estado (Caso EFE).
El nuevo milenio trajo una nueva camada de intendentes, ahora del mundo socialdemócrata. El radical Jorge Tapia no alcanzó a estar un año y su mayor aporte fue la elaboración de una segunda Estrategia Regional de Desarrollo, lo que estuvo acompañada de una apuesta decidida por la descentralización, pero su carrera se vio truncada por otro escándalo de corrupción: reconoció que a petición del ex parlamentario Víctor Manuel Rebolledo, le otorgó a una de sus empresas un subsidio irregular por más de 420 millones de pesos, manipulando los recursos del DFL 15. Es así como llegamos a otro radical, Patricio Zapata, quien estuvo hasta 2006 en el cargo. De la política y la gestión hizo poco y nada, saltando a la fama por sus malas prácticas: realizó una transferencia turbia de más de 400 millones para los gastos de campaña del entonces aspirante a senador, Juan Antonio Gómez. Aquí pasamos a la única PS de la tanda, la que por su inexperiencia y nulo conocimiento de la realidad regional, apenas si alcanzó a estar un año en el cargo, ciertamente con más pena que gloria, hablamos de Patricia Pérez.
En 2008 los democratacristianos retoman el control de su feudo, con el que es quizás uno de los personajes más descaradamente corruptos de la historia regional, la tristemente célebre, Antonella Sciaraffia. Con apenas un año en el cargo, destacó por su total desapego a las mínimas normas de probidad… quien paradójicamente fuera juez de policía local, hoy está suspendida de sus funciones por el Poder Judicial y enfrenta varios juicios por corrupción – siendo el más bullado el denominado “Caso Muebles”- por la defraudación de más de 1000 millones de pesos de caudales públicos. Y así llegamos al último de los intendentes concertacionistas, el DC Miguel Silva, de quien se puede decir, en el mejor de los casos, que fue un buen administrador.
Sesnich: la “trayectoria” del hombre del establishment para la Intendencia
Hoy el nombre que quizás suena con más fuerza para la intendencia, es el de Patricio Sesnich, histórico dirigente de la Democracia Cristiana regional e importante empresario naviero. Como antes señalásemos, una de las características de Nueva Mayoría, quizás como todo grupo político, es que no es un espacio homogéneo. Los cambios dramáticos por los que atraviesa Chile y la derrota cultural e ideológica que impuso la ciudadanía al neoliberalismo, hizo que la hegemonía dentro de los partidos que componían la Concertación, pasara de manos de los conservadores, a quienes están por los cambios; sin embargo los primeros no sólo no están derrotados, están dispuestos a dar la pelea… y Sesnich es uno de ellos. Opositor a Bachelet y a la alianza con el Partido Comunista –que es el factor diferenciador- Sesnich representa a los sectores dentro del esquema de poder regional, que apuestan al gatopardismo. Un hombre además, como casi todos los viejos caciques regionales, que está involucrado en manejos económicos turbios.
Hay quienes dicen que la prueba de sabiduría de un refrán es su data: y hay un refrán muy viejo que dice que por la boca muere el pez. De todos es sabido que la Derecha ha intentado utilizar la catástrofe del terremoto y maremoto del 27-F como un arma arrojadiza contra Bachelet, como una suerte de “compensación” frente a la carga histórica que debe asumir ese sector por su complicidad en los crímenes de la dictadura militar, “son los muertos de la Concertación” fue una frase recurrente en las casonas del sector oriente de Santiago que funcionan como sus sedes. Frente a este delicado asunto, el Sr. Sesnich tomó posición, de la mano con la Derecha: en un “twit” del 10 de junio de 2013, critica a la mandataria electa señalando “muy mala la respuesta por el tsunami”, fuego amigo dirán, expresión de sus intereses políticos, dirán otros. Asimismo, en otro “twit” del 15 de julio de 2012, critica abiertamente los acercamientos entre partidos de la Concertación con los comunistas, alineándose con lo más rancio del partido de la flecha roja. En la oportunidad respalda al legislador falangista Fuad Chahín, quien criticó los acercamientos al partido de la Hoz y el Martillo, “Muy bien diputado, lo felicito por decir las cosas por su nombre”.
En cuanto a probidad, su hoja no muestra mejores antecedentes. Corría 1982 y una de las peores crisis económicas que se recuerden golpeaba el país. La banca se había desplomado y las autoridades resolvieron iniciar una serie de devaluaciones frente al dólar, que comenzaron el 14 de junio de ese año con un 18%, es decir, ahora se necesitaban más pesos para importar la misma cantidad de mercancías. Lo que debía ser la ruina para muchos empresarios de la Zofri, por un vuelco del destino… y también de la ética, se tradujo en el enriquecimiento de muchos de los actuales “prohombres” de la región. Pronto se llegó a una flotación libre, que no hizo sino devaluar la moneda local, llegando a superar los 90 pesos por divisa. Es en este momento que se reflota un instrumento hasta entonces ignorado por los empresarios, los “Registros de Importación”, que permitían adquirir dólares a un precio preferencial de 48 pesos, instrumentos que hasta entonces no tuvieron importancia dado el tipo de cambio fijo vigente desde 1977.
Encontrar estos documentos se volvió una verdadera “fiebre del oro”, su valor en pesos podía hasta duplicarse mediante la especulación y el mercado negro. El caso es que quienes tenían mayoritariamente esos títulos eran los agentes de aduanas. Es aquí donde aparece en escena el señor Sesnich, quien precisamente es dueño, hasta hoy, de una agencia que lleva su nombre. Estos movimientos llevaron a que se presentara, en 1983, una querella por estafa contra quienes usaran fraudulentamente estos registros de importación. Es así como la agencia de Sesnich terminó rindiendo cuentas a tribunales, resultando condenados dos de sus empleados, el contador Carlos Harris y el funcionario Homero Varela.
Todo esto se ve agravado con la sustracción del expediente de estas querellas desde el tribunal, siendo a su vez condenado un abogado por estos hechos. Las detenciones de funcionarios de la agencia continuaron en verdadera cascada, hasta que el propio Sesnich fue requerido por el tribunal y debió entregarse. La responsabilidad penal de este empresario y político no pudo ser judicialmente acreditada, pero para muchos resulta extraño que él no estuviera al tanto de operaciones realizadas por sus empleados, con los documentos en poder de su agencia, en dependencias de la misma y que implicaban movimientos ilegales por más de 800 mil dólares. Un episodio turbio que hoy, este líder del conservadurismo iquiqueño, se esmera en olvidar.
Por si esto fuera poco, este nombre que suena cada vez con más fuerza para encabezar el gobierno regional, es uno de los principales suministradores de insumos para la gran minería y las termoeléctricas con base a carbón; dos de los sectores más poderosos y a la vez más cuestionados por la ciudadanía, dado el nefasto impacto ambiental y social de sus actividades. ¿Qué nivel de autonomía tendría el intendente Sesnich, para tomar decisiones de política pública que pudieran afectar a los principales clientes de su negocio familiar?… difícil determinar, pero el sólo hecho de que haya espacio para la duda es negativo y lo que sí es claro es que existe un evidente conflicto de interés.
Quien dijo que todo está perdido…
¿Los partidos de la vieja Concertación están irremediablemente perdidos dentro de la propuesta transformadora que encabeza Michelle Bachelet?… ciertamente no y no podría serlo. Los desafíos que se plantea Nueva Mayoría son tan grandes, que requieren el aporte de todos para concretarse, son demasiados y demasiado fuertes los intereses a vencer. Por otro lado, la Concertación de Tarapacá, como todo grupo humano, es un espacio heterogéneo, que también es hogar de personas comprometidas con este nuevo momento histórico, probas y profesionalmente capaces. Si Nueva Mayoría quiere realizarse en su proyecto de cambio, la Concertación debe dejar atrás a la vieja camarilla de caciques regionales que han hecho de la administración del Estado su coto de caza y botín. La ciudadanía no quiere el retorno de estos personajes, tal como lo han demostrado todas las elecciones a lo largo del último lustro. Llegó el momento de escuchar.
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Muy bueno análisis. Soy iquiqueño y voté por Bachelet porque creo que es la única opción que tenemos de hacer un pais más justo, pero estoy chato de los chanchullos de la concerta acá, los Sesnich, Astudillo, Rosi, Sciaraffia, ¡verdaderas mafias!