En el estrecho callejón destinado a las reformas políticas, la derecha hace taco como siempre, con sus enormes 4×4, estos camiones cerrados cada vez más grandes, que impiden el avance de la gente normal.
Cuando estiman que ya no podrán seguir obstaculizando totalmente el avance democratizador, que inexorablemente les comienza a comer las entrañas, deciden ceder en algo con la esperanza de hacer naufragar el proyecto de Asamblea Constituyente. Hacen confluir al centro político hacia un proyecto de tímida reforma al sistema electoral binominal, que, a su vez, es herencia muy bien guardada de la perversidad totalitaria del pinochetismo.
Los partidos de la Alianza tienen pavor a que los derechos económico-sociales, como la educación, la salud, la protección social, los derechos laborales, aparezcan en la Constitución.
¿Qué dirán sus financiadores? ¿Qué dirán las grandes empresas mineras ¿Qué dirán los bancos, las empresas dueñas de los supermercados, de la industria, del comercio, de las pesqueras, de las forestales, de la agricultura?
¿Dirán que sus representantes políticos no les sirven para nada? Que todo lo que hicieron a la sombra de la dictadura en materia de encarcelamientos, campos de concentración, torturas, secuestros, violaciones y asesinatos dentro y fuera del país, fue todo inútil, que solo ganaron algunos años de tiempo para explotar a los habitantes de este país?
Centenares de miles de pobladores y de gente humilde han sufrido la enajenación de sus intereses y votan por la UDI. Han sido pasto del clientelismo político que siempre ha existido en Chile, pero que bajo la dictadura tuvo más medios que nunca para asegurarse el apoyo popular con favores asistenciales. La dictadura no habría podido subsistir sin el apoyo fundamental de su brazo político, constituido por la derecha, y en especial por la UDI.
Estos sectores populares no saben la perversidad de aquellos que gobiernan no con ellos sino sobre ellos, no saben que a sus jefes no les basta el poder económico sino que necesitan ávidamente del poder político, precisamente para mantener y acrecentar su poder económico.
No saben que en tiempos de la colonia eran los que defendían al poder español sobre los chilenos; que en la revolución francesa, los que estaban a la derecha en la Asamblea, eran los que defendían al poder de la monarquía y de la nobleza, en contra de los republicanos, que estaban a la izquierda y que defendían al pueblo, representado por el estado llano y el bajo clero. Es decir que desde hace siglos que la derecha representa la mantención de los privilegios de la clase dominante.
La demagogia ha sido un arma fundamental de la derecha, que ha llegado a su culminación en el gobierno de Piñera. Sienten el peligro, huelen que ya no es como antes, que las manifestaciones son masivas y que ya no piden simples reformas, que ya no se sitúan solo en el ámbito gremial, que piden cambios de fondo que llegan al corazón de una sociedad, basada en la desigualdad de oportunidades y en el aprovechamiento ilegítimo de las ventajas de una clase social.
Muchos de los parlamentarios y dirigentes de la derecha se educaron en colegios católicos, pero en vez de haber comprendido el mensaje evangélico como un desafío para transformar la sociedad injusta, ha sido al contrario, usaron y usan su educación de calidad para defender sus privilegios, traicionando constantemente el espíritu de los Evangelios.
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Cuando el artículo menciona a «la derecha», cabe entender que se refiere a la suma de la derecha aliancista y la derecha concertacionista encabezadas por las candidatas hijas de generales, Matthei y Bachelet, respectivamente, además de todo el apoyo económico, financiero, empresarial y –en el caso de Bachelet– foráneo que tienen.
Excelente y trtansparente articulo.
Diego Rem pone el dedo en la llaga cuando muestra la relacion existente entre lucha desesperada de la derehca por sus intereses, demagogia y catolicismo a ultranza.
Quienes traicionan al Hombre, traicionan también a Jesus y bailan ante el Dios dinero cualquiera sea la condicion que muestran.
Los catolicos, ultra catolicos que acaban de aumentarl el salario minimo de los trabajadores chilenos a una suma francamente escandalosa son prueba de lo que se dice aqui.
No se necesita ningun estudio para saber que la familia mas frecuente en Chile no puede vivir con ese salario.
Mientras tanto hay dos chilenos que forman parte de los 10 latinoamericanos mas ricos, que por supuesto, forman parte de la derecha y van a misa todos los domingos !!!