Nada esta olvidado, Nadie esta olvidado: Sebastián Acevedo: 12.11.1983
por Erika Acevedo Saez (Chile)
13 años atrás 10 min lectura
Estaba desesperado. Pedía que la CNI le devolviera a sus dos hijos detenidos ilegalmente. Fue a la Vicaría de la Solidaridad, recorrió comisarías, salas de prensa y conversó con autoridades civiles y militares. Pero a Sebastián Acevedo nadie lo ayudó. El 12 de noviembre de 1983 se instaló afuera de la Catedral de Concepción, se roció con bencina y se prendió. Ocho horas después murió. Los jóvenes habían sido acusados de organizar un plan terrorista. Antes de ser liberados, ambos fueron torturados en un recinto militar. La muerte de Acevedo conmovió al país e inspiró el capítulo 10 de la serie “Los archivos del cardenal”. Hoy sus hijos recuerdan a su padre con orgullo. Dicen que dio la vida por ellos.
No pudo seguir durmiendo. El miércoles 9 de noviembre de 1983, María Candelaria Acevedo se despertó con los gritos de su madre. Eran pasadas las siete de la mañana cuando más de treinta hombres entraron a su casa en la Villa Mora de Coronel, en la Octava Región. Todos estaban armados. La estudiante de 26 años no opuso resistencia. Era militante de las Juventudes Comunistas y desde 1973 cumplía labores clandestinas.
A esa hora, Sebastián Acevedo, su padre, esperaba un bus para dirigirse a su trabajo en la constructora Lago Ranco de Concepción. Hacía unos días le habían advertido que dos de sus cuatro hijos eran seguidos por la CNI. Cuando vio pasar los furgones a toda velocidad, volvió corriendo a su domicilio.
Después de un forcejeo, los hombres le dijeron: “Nos llevamos a su hija porque es terrorista”. Dos agentes de la CNI subieron a María Candelaria a una camioneta blanca, vendaron sus ojos y comenzaron a dar vueltas por Coronel.
Una hora y media después detuvieron a Galo Acevedo, otro hijo de Sebastián. Dos autos se estacionaron afuera de la constructora donde trabajaba, la misma de su padre. Lo subieron a un furgón y le pegaron con la culata de la pistola en los testículos. Después de esposarlo, lo tiraron al suelo. Al detenerse en una comisaría para buscar a otro detenido, Galo escuchó que lo mencionaban: “Tenemos el regalo”.
Los hermanos Acevedo Sáez fueron llevados a un recinto militar ubicado frente al balneario de Playa Blanca, a tres kilómetros de Coronel.
Al día siguiente, el jueves 10 de noviembre, el diario El Sur de Concepción –propiedad de la cadena El Mercurio- informó en una escueta nota que varios miembros de una “red de militantes comunistas” habían sido detenidos en la zona, por efectivos policiales y de seguridad. Entre los nombres figuraban los hermanos Acevedo. No se informaba sobre cargos, tribunal responsable ni del lugar de detención al que habían sido trasladados (ver galería de archivos de prensa de la época, abajo).
Sebastián Acevedo Becerra, fue un obrero chileno, que ante el dolor de la ausencia de sus hijos, detenidos por agentes de la CNI, se inmola en la Plaza de Armas de la ciudad de Concepción.
Un padre busca a sus hijos
El 9 de noviembre de 1983 se registra la detención de Galo y María Candelaria Acevedo Saez, por civiles armados que no se identificaron. Ambos eran hijos de Sebastián Acevedo Becerra, minero del carbón. Este padre desesperado por el paradero de sus hijos los busca en diferentes recintos, solicita ayuda en numerosas partes, sospechando que se encuentran en poder de la CNI.
Al no tener noticias de ellos, dos días luego de la detención de sus hijos, el 11 de noviembre de 1983, en señal de protesta para presionar a las autoridades, se rocía parafina y bencina en sus ropas en la Plaza de Armas de Concepción. Cuando un carabinero intentó detenerlo, él prendió fuego a sus ropas y con él se extinguió también su vida. Murió a las pocas horas a consecuencia de las quemaduras.
La muerte de Sebastián refleja el dolor y angustia de quienes vivieron la desaparición de padres, madres, hijos y nietos. Es por esto, señala su hija Erika Acevedo:
“Que la inmolación de Sebastián sacudió la conciencia de todo Chile, desnudó el drama de las detenciones secretas y las torturas. El impacto de esta acción fue tal que la dictadura se vio obligada a reconocer la detención.
Luego de los hechos su hija Candelaria fue liberada, pudo ir al Hospital Regional de Concepción y despedirse de su padre moribundo, este pudo ver que su hija había sido liberada. Sus últimas palabras para su hija fueron:
“Me dijo que cuidara a mi hijo, a mi hermano, que no dejara abandonada a mi madre».Luego de la muerte de su padre, sus hijos nuevamente fueron detenidos: María Candelaria cayó nuevamente detenida el 30 de noviembre de 1983, estuvo presa un año y dos meses. Su hermano Galo Fernando estaría detenido durante dos años. En el lugar mismo donde se inmolo se pintó una cruz roja, para recordar su heroìsmo.
Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo
Ante los hechos sucedidos en Concepción, un grupo de personas que protestaba contra la tortura que practicaba la CNI decidió poner como nombre a su movimiento Sebastián Acevedo. Este grupo estaba coordinado por el jesuita José Aldunate nació así el Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo, que realizaba una protesta pacífica en las calles.
Tuvieron 180 salidas a la calle en siete años. Sin ofender, sin armas, simplemente proclamando o denunciando la tortura.
Recuerda el padre Aldunate una de estas acciones: “Escogimos un lugar de torturas que estaba en avenida Borgoño, donde había un portón de fierro. Llevamos un lienzo que decía “aquí se tortura”. Armamos un escándalo en la calle, páramos el tráfico, echamos un canto, juntamos 70 personas. Hasta que llegaron los carabineros, con sus carros. Se llevaron a algunos, otros nos metimos en los carros, por fuerza. Llegamos a las comisarías, allá no encontraban qué hacer con nosotros. Nos tomaron los nombres, las fotos, etcétera. Y nos echaron a la calle a las 11 de la noche”.
Informe Rettig
El Informe Rettig, cataloga la muerte de Sebastián Acevedo como víctima de la violencia política:“ El 9 de noviembre de 1983 se registra la detención de Galo y María Candelaria Acevedo Saez, hijos de Sebastián ACEVEDO BECERRA, por civiles armados que no se identificaron. Su padre desesperado los busca en diferentes recintos y solicita ayuda en numerosas partes, sospechando que se encuentran en poder de la CNI.
El 11 de noviembre de 1983, al no tener noticias de ellos, en señal de protesta y para presionar a las autoridades, rocía parafina y bencina en sus ropas en la Plaza de la ciudad, y debido a que un Carabinero intenta detenerlo, se prende fuego, muriendo a las pocas horas a consecuencia de la quemaduras que sufre.
La Comisión estima que si bien Sebastián Acevedo murió a consecuencias de hechos provocados por su propia mano, y no cabe en rigor calificar su muerte de una violación de derechos humanos, es víctima de la violencia política, porque tomó la determinación que le costó la vida en un gesto extremo por salvar a sus hijos de consecuencias inciertas, pero que bien se podía temer fueran muy graves, o como modo desesperado de protestar por la situación que lo afligía como padre».
Poema de Gonzalo Rojas
Sebastián Acevedo
Sólo veo al inmolado de Concepción
que hizo humo de su carne
y ardió por Chile entero
en las gradas de la catedral
frente a la tropa sin pestañear,
sin llorar,
encendido y estallado por un grisú
que no es de este Mundo:
sólo veo al inmolado.
Sólo veo ahí llamear a Acevedo
por nosotros con decisión de varón,
estricto y justiciero,
pino y adobe,
alumbrando el vuelo de los desaparecidos
a todo lo aullante de la costa:
sólo veo al inmolado.
Sólo veo la bandera alba de su camisa
arder hasta enrojecer las cuatro puntas de la plaza,
sólo a los tilos por su ánima veo llorar
un nitrógeno áspero pidiendo a gritos al cielo
el rehallazgo de un toqui que nos saque de esto:
sólo veo al inmolado.
Sólo al Bío-Bío hondo, padre de las aguas,
veo velar al muerto:
curandero de nuestras heridas
desde Arauco a hoy,
casi inmóvil en su letargo ronco
y sagrado como el rehue,
acarrear las mutilaciones
del remolino de arena y sangre
con cadáveres alfondo,
vaticinar la resurrección:
sólo veo al inmolado.
Sólo la mancha veo del amor
que nadie nunca podrá arrancar del cemento,
lávenla o no con aguarrás o sosacáustica,
escobíllenla con puntas de acero,
líjenla con uñas y balas, despíntenla,
desmiéntanla por todas las pantallas de la mentira
de norte a sur:
sólo veo al inmolado. Gonzalo Rojas.
Homenaje a mi padre Sebastian Acevedo Escrito por Erika Acevedo
-La autora, Erika Acevedo Saez, es Hija de Sebastian Acevedo
Miércoles, 10 de Noviembre de 2010 19:11
El año pasado publicamos, en la contraportada de nuestro periódico impreso, correspondiente al mes de diciembre, una carta hecha llegar por Erika Acevedo, hija de Sebastian Acevedo, el obrero de Coronel que se inmoló frente a la catedral de Concepción el 11 de noviembre de 1983, reclamando por el paradero de sus hijos, hasta ese momento detenidos y desaparecidos.
Hoy Resumen la publica nuevamente, ya que las familias de los héroes y mártires de la Población Pedro Aguirre Cerda en Coronel, no sólo convocan nuevamente a un acto este sábado 13 de noviembre 2010, a partir de las 17:00, sino que además inauguran el monolito del cual se habla en esta carta.
Homenaje a Sebastian Acevedo
El 14 de noviembre del 2009, en la población Pedro Aguirre Cerda, sector Villa Mora de Coronel, se realizó un nuevo acto político cultural en conmemoración de los 26 años de la inmolación de un ex vecino del sector, el obrero de la construcción Sebastián Acevedo Becerra, en las puertas de la catedral de Concepción un 11 de noviembre de 1983, quien tomo esta extrema medida para exigir saber del paradero de sus jóvenes hijos detenidos por organismos de seguridad de la dictadura militar (CNI).
La inmolación de Sebastian sacudió la conciencia de todo Chile, desnudó el drama de las detenciones secretas y las torturas, el impacto de esta acción fue tal que la dictadura se vio obligada a reconocer la detención de Galo y Maria Candelaria Acevedo, para días más tarde dejarlos en libertad.
Al interior de la Iglesia Católica surgió un movimiento contra la tortura que tomo el nombre de Sebastian Acevedo.
En este acto estuvieron presentes los conjuntos locales Newen y Semilla, el trovador Marcelo Sepúlveda y la poeta Bárbara Calderón. Se hicieron presentes además dirigentes políticos como Clemira Pacheco, Cristián Cuevas e Ivan Quintana los cuales se dirigieron a los vecinos.
Este año la conmemoración contó además con la presencia de familiares de tres detenidos desaparecidos del sector Villa Mora Eulogio Fritz, Heriberto Leal y María Galindo jóvenes militantes del MIR todos torturados, asesinados y hechos desaparecer en dictadura. Sus familiares presentes en el acto dieron testimonios de vida de cada uno de ellos.
Como hecho significativo debemos destacar que en la Plaza de “La Central” se construirá un memorial dentro del barrio recordatorio para las victimas de la represión en aquella población.
Como familia agradecer a cada uno de los nuestros vecinos que soporto el frío de la tarde y nos acompañaron hasta el final del acto. Es importante que la historia negra de este país se recuerde siempre, para que las nuevas generaciones sepan que de ellos depende que en nuestros país no se repitan mas hechos, que horrorizaron las vidas de muchas familias chilenas.
Es imprescindible además saber quienes son los culpables, hacer justicia para que así nuestra sociedad pueda reconciliarse.
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Para que NUNCA MAS en Chile
Ese el gran mensaje que nos deja Sebastiân Acevedo.
Quien no lo entienda es cômplice de la barbarie .
Erika : Yo tuve una relación muy grande con mi padre, tomé sus ideas, tomé sus conversaciones de un hijo de campesino que sin haber ido siquiera a la enseñanza media me hablaba de los » Trust» de esa época, verdaderos mercados que n o dejaban vender a los almacenes chicos, decía mi padre allá por los años 62 ,63.Creo que las que hemos tenido padre y lo hemos amado, es Noviembre una fecha para recordar a los que la DINA chilena, hizo a tantas personas en el país, porque por estos días, son muchos los casos que han tenido una amarga difusión.Sin duda tu padre, abrió una puerta con su muerte, para que la invisibilización de los hechos pudieran conocerse, a pesar que los que caían en las garras de los infelices, quedaban marcados para siempre. Hay que seguir luchando, denunciando en la medida que podamos hacerlo. Fuerza Erika, me emociona el recuerdo de tu padre. Un abrazo.