En los tiempos antiguos, la vida era simple. Los pingüinos nacían de un huevo empollado por sus padres, luego eran educados por el matrimonio y crecían junto a ellos hasta saber lo necesario para arreglárselas por sí mismos. Cuando llegaban a la edad para vivir independientes, buscaban una pareja y reiniciaban el ciclo. Rara vez llegaban a viejos, pues en algún momento de su vida eran emboscados por un oso blanco (de los llamados polares) y le servían de alimento.
Pero en algún momento las cosas cambiaron. El férreo gobierno dictatorial instaurado por los osos polares sufrió de profundas divisiones a causa de la lucha por el poder entre las tres razas principales de la clase dominante: los osos blancos albinos, los blancos amarillentos y los blancos grisáceos. Ese fue el momento esperado durante cientos de años por las focas. Ellas luchaban por su espacio y aunque en muchas ocasiones formaban parte de la dieta de los plantígrados, también compartían con ellos el alimento principal de los depredadores del ártico: los pingüinos. Después de violentos enfrentamientos y en gran parte gracias a que escondieron de los osos grandes cantidades de esas aves para alimentarse en secreto, las focas lograron un triunfo insospechado: disputar puestos de importancia en el gobierno. Se inventó un procedimiento novedoso: elecciones. Como obviamente ninguna foca votaría por un oso, y ningún oso lo haría por una foca, encontraron una solución genial: los pingüinos votarían. Se crearon partidos políticos y las aves podrían participar en ellos, pero no podrían ocupar cargos.
Inicialmente, los pingüinos se alegraron, porque tanto las focas como los osos acudían a ellos para conseguir sus votos, ofreciéndoles una mejora en sus condiciones de vida. Sin embargo, después de muchos años usando este sistema, comprendieron que no sacarían ningún provecho del gobierno de concertación entre osos y focas, y decidieron comenzar a reclamar por sus derechos. Aunque fueron reprimidos violentamente tanto por unos y otros poderosos, el sólo hecho de dificultarles la vida regalada a los perezosos gobernantes, abrió la puerta para una gran reforma: el gran cambio se llamó EDUCACIÓN.
La educación de los pingüinos fue el mayor logro del gobierno de coalición de osos y focas. Cientos de miles de aves conocieron las aulas creadas en medio de las llanuras de hielo, y comenzaron a aprender técnicas básicas de pesca, preservación de peces en hielo, aprovechamiento de la energía solar, etc. Cuando se acercaban a la adultez, los pingüinos debían elegir una carrera profesional, y sus padres debían pagar el costo de la educación de sus hijos con grandes cantidades de peces que iban a parar al estómago de los gobernantes (pues las escuelas, casualmente, eran todas de propiedad de alguna de las familias en el poder) Aún así, los pingüinos eran felices durante ese período, pues disfrutaban de la vida y estudiaban lo que suponían les sería de provecho en el futuro. Sólo algunos de ellos, resentidos por haber pasado una mala vida, criticaban constantemente al gobierno y manifestaban absurdos como el que las carreras profesionales estaban mal enfocadas y no les servirían para nada. Las profesiones más solicitadas entre las impartidas eran: “Arquitectura para la construcción de iglús sin hielo”; “Pesca industrial con cebos vegetales”, “Masaje terapéutico para especies subacuáticas” y “Asistencia al parto vivíparo”. Muchos pingüinos se graduaban exitosamente y después de buscar infructuosamente una ocupación en su especialidad, debían dedicarse a lo que habían hecho sus padres y todos sus antepasados desde tiempos inmemoriales: pescar peces para ellos y para los gobernantes. Terminada la formación profesional de sus hijos, los padres podían optar a una de las instituciones de jubilación y dedicarse al descanso en alguno de los muchos “resorts” creados. Allí no debían trabajar y eran atendidos en todas sus necesidades, hasta el fin de sus días. Lo único que no podían hacer era visitar a sus familiares, pues en las villas para el descanso ellos desaparecían para el mundo y no debían ser molestados. Por ese motivo, a las villas se les llamó “El paraíso de los pingüinos”.
Durante muchos años, los pingüinos fueron felices estudiando y trabajando y no les extrañaba el hecho de no poder visitar ni ser visitados por sus parientes jubilados a temprana edad. Hasta que un nuevo remezón político fue iniciado por las focas, descontentas porque siendo más numerosas que los osos, sus representantes en el parlamento estaban siempre en minoría en virtud de una ley de elecciones llamada “oso-nominal”, y los decretos aprobados favorecían invariablemente a los plantígrados. Entre las muchas leyes que beneficiaban a los osos y perjudicaban a las focas, había una que hizo meditar a los pingüinos: las villas de descanso de las aves ubicadas en la zona residencial de las focas no podrían ser más de tres, mientras en la comuna de los osos no había un límite para su construcción.
Efectivamente, los centros de descanso de los pingüinos jubilados estaban en su mayoría situados muy cerca de la zona residencial de los osos, y solo dos de de ellos en el sector de las focas. No había “resorts” para pingüinos en las comunas populares en donde ellos habían pasado toda su vida anterior. Las focas reclamaron por esta injusticia y pidieron el voto de los pingüinos en un plebiscito para corregirla.
Durante esta última votación nacional, los pingüinos comenzaron a comprender por qué eran llamados “pájaros bobos” y a intuir el destino de sus familiares.
La nueva generación de pingüinos inició una gesta monumental: desconocieron el poder establecido y alentaron a los indiferentes a no seguir eligiendo entre osos y focas. Su lema fue la “desobediencia civil”. Convencidos de que el estado no podría funcionar sin ellos, pues todo el trabajo productivo lo hacían cientos de miles de pingüinos, mientras unos pocos osos y focas se contentaban con dar órdenes y hacer leyes para su beneficio, convocaron al que llamaron “Gran paro nacional”. Su esperanza era que la crisis económica, la falta de alimentos y de servicios básicos causada por el paro terminarían en una gran “Asamblea Ciudadana” en la que se discutirían los derechos de todos por igual. Esto ocurrió hace cincuenta años: los dirigentes de los pingüinos aún están discutiendo entre ellos, algunos han buscado alianza con las focas para contrarrestar el poder de los osos, y también existen grupos de aves en una organización política “independiente” llamada “Amigos de los osos”. Hasta se crearon iglesias cuyos sacerdotes son osos y los feligreses son pingüinos, en las que se predica paz y amor entre todas las especies, su consigna principal es “Dejemos las cosas como están”.
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