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Hace cincuenta años. La invasión de Bahía de Cochinos en Cuba

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Grayston Lynch fue el primer hombre que tocó tierra cubana,
en playa Girón. Eran las 23h45 del 16 de abril de 1961. No lejos de ahí, en
playa Larga, otro estadounidense también desembarcaba de primero: William ‘Rip’
Robertson. Ambos eran parte de la
Brigada de Asalto 2506, que, entrenada y armada por Estados
Unidos, pretendía invadir la isla y acabar con el gobierno revolucionario. En
menos de setenta horas fue derrotada.

 

Dos años atrás se encuentra la génesis de ese "fracaso
perfecto", como lo llaman algunos conocedores. (1) El 19 de abril de 1959 se
reunieron en Washington, durante tres horas, el entonces vicepresidente Richard
Nixon y el Primer ministro cubano Fidel Castro. En su informe, Nixon aseguró
que era necesaria una acción de fuerza contra Cuba, al concluir que los
revolucionarios instalarían un sistema político contrario a los intereses
estadounidenses.

Los hermanos Dulles, John Foster y Allen, secretario de
Estado y jefe de la CIA,
respectivamente, estuvieron de acuerdo. Y desde ellos nace el "Proyecto Cuba",
del cual responsabilizaron al director adjunto de la CIA, Richard Bissell. El 17 de
marzo de 1960, el presidente Dwight Eisenhower aprobó el plan diseñado por
éste, que englobaba la guerra psicológica, acciones políticas, económicas y
paramilitares. Teniendo como centro el organizar, entrenar y equipar a
exiliados cubanos para constituir una fuerza invasora.

Nixon asumió como suya la preparación de la agresión: "El
adiestramiento secreto de los exiliados fue adoptado como resultado de mi apoyo
directo". (2) En 1960 eran elecciones presidenciales, y Nixon, del partido
republicano, enfrentaba a John F. Kennedy, del demócrata. Ambos iniciaban sus
discursos refiriéndose al "caso cubano". Herbert Klein, secretario de prensa
del vicepresidente, escribiría: "Mientras hacíamos campaña nos alimentábamos
con la esperanza del pronto desembarco. La derrota de Castro hubiera
constituido un poderoso factor para el triunfo de Nixon." (3)

Paralelo al proyecto militar y propagandístico, a fines de
agosto la CIA
puso en marcha otro plan. Bissell contactó a la mafia de la Cosa Nostra para que
asesinara a tres de los principales dirigentes cubanos. Según la investigación
de la Comisión Church
del Senado estadounidense, (4) en la Casa Blanca se consideraba que si "Fidel, Che
Guevara y Raúl Castro no son eliminados al mismo tiempo", toda acción contra el
régimen cubano sería "larga y difícil". Si los asesinatos se lograban y Cuba
volvía al redil, la CIA
se comprometía a que la mafia recuperara "el monopolio de los juegos, de la
prostitución y de la droga."

El 3 de enero de 1961 Washington rompe relaciones con La Habana. El día 20,
Kennedy asume la presidencia, y 24 horas después ordena continuar con los
planes de agresión, incluido el trato con la mafia. Aunque el adiestramiento
continuaba en la Florida,
la CIA convierte
a Guatemala en el principal campo de entrenamiento, "con su propio aeropuerto,
su propio burdel y sus propios códigos de conducta."(5)

Washington había logrado que la casi totalidad de naciones
del continente censuraran la revolución cubana. Sin embargo México, Brasil y
Ecuador se opusieron a cualquier tipo de acción militar, evitando que Estados
Unidos se sirviera de la
Organización de Estados Americanos, OEA, para una operación
conjunta. Solo Guatemala y Nicaragua prestaron sus territorios para preparar la
agresión.

Los preparativos para la invasión eran un secreto a voces.
El presidente Kennedy repetía constantemente que no se agrediría a Cuba, pero
pocos le creían. Moscú y Pekín le advertían de no pasar al acto, mientras que
"en Londres, Paris, Bonn o Roma, se estableció una tensión extraordinaria y no
paraba de aumentar. El mundo entero se interrogaba, con los ojos puestos en
Cuba."(6)

A pesar de ello, en Estados Unidos los medios de información
apenas narraban los sucesos. No realizaban investigaciones "por autodisciplina
patriótica", como dijo el ex patrón de la CIA, William ‘Bill’ Colby. (7) Por ejemplo, en el
New York Times la redacción sabía en detalle lo que se preparaba, "pero en
nombre de la seguridad nacional -dice Colby- ella se dejó convencer del propio
presidente Kennedy de nada publicara sobre el tema."

El 15 de abril, y por orden presidencial, Bissell envió ocho
bombarderos B-26 para destruir la poca y vieja aviación de combate cubana.
Cedidos por el Pentágono, habían despegado de Nicaragua llevando las insignias
de la Fuerza Aérea
Revolucionaria, FAR. Luego de lanzar su carga un B-26 aterrizó en Miami, y en
minutos una historia se regó: los responsables de tal acción eran desertores.

Mientras llovían bombas sobre Cuba, su ministro de
Relaciones Exteriores, Raúl Roa, pedía en la ONU que se exigiera a Estados Unidos el cese de
la agresión. El jefe de la delegación estadounidense, Adlai Stevenson, refutó
las acusaciones mostrando fotos del avión en Miami. Su colega británico lo
apoyó diciendo que "el gobierno del Reino Unido sabe por experiencia que puede
tener confianza en la palabra de Estados Unidos." (8) El día 16 se supo toda la
verdad. La CIA y
el presidente Kennedy le tenían todo escondido a Stevenson y al propio
Secretario de Estado, Dean Rusk.

Durante el sepelio de las víctimas de los bombardeos, casi
todas civiles, Fidel Castro llamó a la movilización total: "Cada cubano debe
ocupar el puesto que le corresponde en las unidades militares y centros de
trabajo sin interrumpir la producción, ni la campaña de alfabetización." (9)
Ese mismo 16 de abril expresó una frase que dio vuelta al mundo, porque anunciaba
el camino ideológico del proceso: "Eso es lo que no pueden perdonarnos (…) ¡que
hayamos hecho una revolución socialista en las propias narices de los Estados
Unidos!"

Para ese momento cinco barcos "mercantes", repletos de
hombres y armas, escoltados por buques de la Marina estadounidense, incluido un portaaviones,
se aproximaban a Cuba. Habían partido de Nicaragua y Nueva Orleans.

Según lo planificado en Washington, los mercenarios de la Brigada debían lograr
rápidamente un territorio "liberado". Ahí sería trasladado, desde Estados
Unidos, el "gobierno provisional", el cual estaría compuesto de exiliados
seleccionados por la CIA. En
ese momento Kennedy le daría "reconocimiento", el "nuevo gobierno" pediría
ayuda internacional y los Marines desembarcarían.

En las primeras horas del desembarco, Grayston Lynch se dio
cuenta de los errores garrafales que había cometido la CIA. Los arrecifes
impidieron el acercamiento de los barcos, pero también dificultaron el avance
de los botes. Esa zona, al centro-sur de Cuba, tenía un terreno pantanoso e
inhóspito. Aunque lo peor fue haber decidido un asalto anfibio nocturno. Las
tropas estadounidenses habían demostrado, durante la segunda Guerra Mundial su
capacidad para grandes desembarcos, pero nunca en la noche. Esto era una
especie de experimento. Por todo ello, solo un puñado de hombres, de los 1511
que constituían la Brigada
2506, pudo llegar a tierra esa madrugada. Y estos fueron recibidos a tiros por
una patrulla de milicianos.

Por todos los desaciertos, las tropas cubanas tuvieron
tiempo para desplazarse a la zona e iniciar la contraofensiva. Desde que el sol
despuntó, los pocos aviones cubanos que se salvaron del bombardeo empezaron a
derribar naves invasoras. En la mañana pusieron fuera de combate a siete, y
hundieron a los buques "Houston" y "Río Escondido", perdiéndose el armamento y
combustible que transportaban. Casi todos los pilotos que diezmaban a la Brigada habían sido
entrenados por Estados Unidos, durante la dictadura de Fulgencio Batista.

El gobierno revolucionario, sabiendo lo que se le preparaba,
había adquirido tanques, cañones, morteros y ametralladoras en la Unión Soviética y
Checoslovaquia. Los instructores venidos de esos países, calcularon que era
necesario dos años para entrenar a un ejército capaz de repeler una invasión.
"Entonces inventamos una cosa -contó Fidel Castro en 1996- que fue pedirles a
los milicianos que lo que aprendían por la mañana lo enseñaran por la
tarde."(10)

 

José "Pepe" San Román, de origen cubano y quien oficiaba
como comandante de la Brigada,
constató en la mañana del día 19 que todo estaba perdido. Entonces envió un
mensaje a su responsable en la CIA:
"¡Por favor, no nos abandonen!" (11) Al final de la tarde, en Playa Girón, la
tentativa de invasión era derrotada. Casi toda la Brigada fue capturada:
1197 hombres. Aunque se creían camino al paredón, Fidel Castro ordenó que se
les respetara la vida. En combate murieron 114, incluidos cuatro pilotos
estadounidenses. Años después Lynch recordaría: "Por primera vez, a mis treinta
y siete años de vida, me sentí avergonzado de mi país." (12)

No hubo ninguna tentativa de levantamiento interno en apoyo
al desembarco. La CIA
había calculado que ello sería espontáneo, e increíblemente no tuvo en cuenta
sus propios informes. A mediados de 1960 "se realizó un sondeo de opinión,
encargado por la CIA,
el cual reveló que la inmensa mayoría de gente apoyaba a Castro."(13) Bissell y
Dulles siempre supieron que sin una insurrección popular, se necesitarían unos
cinco mil hombres para poder ocupar un sector del país.

Ante el triunfo, el 23 de abril de 1961 Fidel Castro
expresó: "¡el imperialismo yanqui sufrió en América Latina su primera gran
derrota!"(14) Al día siguiente, y con otro tipo de emoción, el presidente
Kennedy reconoció la responsabilidad de Estados Unidos. Colby dice que ante tal
"humillación", Kennedy expresó encolerizado su deseo de "regar las cenizas de la CIA a los cuatro vientos".
Allen Dulles y Richard Bissell tuvieron que renunciar unos meses después.

El 22 de diciembre de 1962 los prisioneros fueron enviados a
la Florida. Por
su libertad, La Habana
pidió unos 53 millones de dólares en alimentos, medicinas y equipos médicos.
Siete días después, durante una ceremonia en Miami, San Román le entregó a
Kennedy una réplica de la bandera de la Brigada. El presidente les aseguró que ella sería
"devuelta en una Habana Libre". Quince años después, la asociación de ex
brigadistas pidió al Museo Kennedy que le fuera reintegrada, pues la palabra no
había sido cumplida. ¡Se la devolvieron por correo!

Gracias a: Le Monde diplomatique, España
Fuente: http://hcalvospina.free.fr/spip.php?article337
Fecha de publicación del artículo original: 01/04/2011


*Fuente: Tlaxcala

Notas:

1) Arthur Schlesinger Jr. "La Baie des Cochons, retour sur
un échec parfait", Le Monde, Paris, 11 de abril de 2001, Paris.

2) Richard
Nixon. Six Crises. Simon & Schuster, Nueva York, 1990.

3) The San Diego Union. San Diego, 25 de marzo de 1962.

4) Comisión presidida por el senador Frank Church. "Alleged Assassination Plots
Involving foreign Leaders." An Interim report of the Select Committee to Study
Governmental Operations With Respect to Intelligence Activities United States
Senate Together.
Washington, Noviembre, 1975.

5) Tim Weiner. Legado de Cenizas. Historia de la CIA. Debate, Barcelona,
2008.

6) Haynes
Johnson, The Bay of Pigs. W. W. Norton. Nueva
York, 1964.

7) William
Colby. Honorable men. My life in the CIA. Simon and Schuster. Nueva York. 1978.

8) Daniel Ganser. " Retour sur la crise des missiles à
Cuba. ". Le Monde Diplomatique, Paris, noviembre de 2002.

9) Fidel Castro et José Ramón Fernández. Playa Girón,
Pathfinder, Nueva York, 4ème édition, 2007.

10) F. Castro y J. Ramón Fernández. Ob.Cit.

11) Haynes
Johnson. Ob.Cit.

12)
Grayston Lynch. Decision for Disaster: Betrayal at the Bay
of Pigs.
Potomac Book, Washington, 2000.

13) Tim Weiner. Ob.Cit.

14) F. Castro y J. Ramón Fernández. Ob.Cit.

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