Quienes criticamos el sesgo ideológico conservador de la autodenominada
“prensa libre”, o “independiente”, debemos luchar contra la convicción
profundamente arraigada en la población de que los medios informan y se
limitan a “dar” la noticia, haciendo a un lado cualquier afán político.
La visión que cultivan los poderes mediáticos es que ellos se limitan a
“reflejar” la realidad, y que cuando elaboran alguna interpretación de
la misma –que inevitablemente es política en la medida en que atañe a
una problemática pública- tal cosa queda circunscrita a lo escrito, o
dicho, en las columnas editoriales o de opinión, claramente diferenciada
de la parte propiamente informativa que supuestamente es “apolítica” y
objetiva. En realidad, salvo contadas excepciones, lo que ocurre es
exactamente lo contrario: se informa o se desinforma en función de la
perspectiva política por la que cada medio ha tomado partido, y ella
tiene sólo dos posibles registros: o se está por la conservación o se
propone la superación del orden social existente. En asuntos como éste
la “imparcialidad” es imposible.
Un ejemplo luminoso de lo que decimos lo proporciona el escandaloso
silencio de la “prensa seria” de las Américas ante la huelga de hambre
que, desde hace más de 15 días, mantienen 31 Mapuches en diversas
cárceles de Chile. Allí se encuentran detenidos como consecuencia de la
aplicación de la Ley Antiterrorista aprobada por Pinochet . Producto de
esa monstruosa legislación, todavía en vigor luego de 20 años de vida
supuestamente democrática, 57 Mapuches han dado con sus huesos en las
cárceles de la ejemplar democracia chilena, y alrededor de un centenar
ha sido procesado por la justicia de ese país por luchar para recuperar
la tierra de sus ancestros. No sólo eso: el “Estado de derecho” en
Chile, tan alabado por analistas y opinólogos al servicio del imperio,
hace posible una aberración jurídica que sin embargo no provoca ningún
comentario: que los detenidos puedan ser juzgados por la Justicia Civil y
también por la Militar, por lo que corren el riesgo de ser condenados
en dos diferentes fueros por los mismos delitos que supuestamente
habrían cometido. Dos de los detenidos que recientemente se unieron a la
huelga de hambre, Carlos Muñoz Huenuman y Eduardo Painemil Peña,
hicieron saber mediante el sitio web País Mapuche
(http://paismapuche.org/?p=554) que, “con esta medida extrema y justa,
extendemos la resistencia llevada a cabo por los presos políticos
Mapuche en los distintos penales chilenos, que busca denunciar las
injusticias cometidas en contra de nuestro pueblo, las que se ven
reflejadas en violentos allanamientos, donde sus víctimas son
principalmente ancianos y niños; la utilización indiscriminada y
arreglada de testigos protegidos incluyendo menores de edad; el excesivo
tiempo de las investigaciones encabezadas por el Ministerio Público que
sólo perpetúan la prisión preventiva y en definitiva, rechazar los
montajes político-judiciales, sustentados por la aplicación de la Ley
antiterrorista, que buscan encarcelar a luchadores sociales Mapuche que
hacen frente a la guerra de exterminio que nos declaró el Estado
chileno.”
Lo que reclaman los Mapuche, y que es el fundamento último de todas sus
movilizaciones, es la devolución de sus tierras ancestrales expropiadas
violentamente por los abanderados de la “civilización”. Sus homólogos
del otro lado de la Cordillera, en la Argentina, decían que los pueblos
originarios de la Patagonia eran salvajes porque desconocían las
sacrosantas virtudes de la propiedad privada, y con ese pretexto
practicaron su genocidio, dulcificado en la historiografía oficial con
el nombre de “Conquista del Desierto”. En Chile esta misma política de
exterminio recibió un nombre no menos cínico: la “Pacificación de la
Araucanía.” En la Argentina esta tragedia fue documentada y denunciada
en la extensa obra del historiador Osvaldo Bayer, y hoy existe una
conciencia cada vez más nítida de los alcances e implicaciones de este
infame y sangriento despojo. Para recuperar eso que les fue arrebatado
luchan hoy los Mapuches chilenos; y también para poner fin a la
aplicación de la Ley Antiterrorista a las luchas “del Pueblo Nación
Mapuche”, como se consigna en uno de sus documentos; acabar con la
militarización de sus comunidades, el doble procesamiento a manos de la
Justicia Civil y Militar, la libertad de todos los prisioneros políticos
Mapuche, amén de otras demandas más puntuales.
Como puede observarse la agenda de sus reivindicaciones es frondosa y de
carácter estructural, y conspira contra el aceitado rodaje de la
acumulación y explotación capitalistas en boga en el Chile actual. Por
eso la huelga de los Mapuches no es noticia y debe ser silenciada;
ocurre, pero no llega al espacio público y poquísimas personas pueden
enterarse de lo acontecido. El principal diario chileno, el
archi-golpista y contumaz pinochetista El Mercurio -inmortalizado en la
denuncia de los estudiantes en 1967 que se sintetizaba en la frase
“Chileno: El Mercurio miente”- miente otra vez y nada dice al respecto.
Al buscar en su archivo “huelga de hambre” los resultados que arroja se
refieren, previsiblemente, a los “disidentes cubanos”, o a un ayuno de
algunos dirigentes de clubes de fútbol bolivianos, o a un par de
episodios similares en su intrascendencia. Si uno persiste en la
búsqueda surge una avalancha de informaciones sobre la huelga de hambre
de Zapata y Fariña en Cuba, acompañada de estremecedoras fotografías
cuyo impacto no puede ser otro que el de suscitar la incondicional
solidaridad del lector o televidente con la víctima. Si se continúa la
búsqueda bajo el nombre de “Mapuches” lo que aparece es una referencia a
una ocupación de tierras realizada el jueves pasado; la presencia de un
sol Mapuche en el nuevo billete de $ 20.000 emitido por el Banco
Central de Chile y la detención de un miembro de esa etnia que habría
participado en un ataque incendiario en La Araucanía. Los huelguistas y
los prisioneros políticos no son noticias, no son reportados; son
“desaparecidos mediáticos”, y la opinión pública nada sabe de ellos. Un
espeso manto de silencio (cómplice) es arrojado por el más importante
diario de Chile, y por las agencias noticiosas que deberían haber
comunicado la novedad. Fue Gracias a TeleSur que nos enteramos de esta
situación, algo que los “medios de confusión de masas” se encargaron de
silenciar.
Una búsqueda en La Nación de Buenos Aires sólo sirve para ratificar la
misma evidencia y su “desinteresada” solidaridad con Fariña y los
disidentes cubanos, sobresaliendo en su empeño el inefable Marito Vargas
Llosa quien dando nuevas muestras de su ignominiosa capitulación
ideológica exalta a aquéllos como verdaderos “héroes de nuestro tiempo.”
Claro, de la huelga de hambre de los 31 Mapuches no dice ni una
palabra. Esos no son héroes sino indios cimarrones, que merecen pudrirse
en la cárcel y enfrentar un doble juicio civil y militar ¡Imagínense lo
que Marito diría si algo semejante ocurriera en Cuba, Venezuela,
Bolivia o Ecuador! Se rasgaría las vestiduras, pondría el grito en el
cielo, deploraría este ataque al “Estado de derecho”, llamaría a la
prensa internacional y a todos los intelectuales financiados por el
imperio a informar sobre el asunto, y a los líderes del “mundo libre” a
sancionar a los países cuyos infames gobernantes cometen tamaño
atropello. Pero para ganar la primera plana de los grandes oligopolios
mediáticos que controlan de manera casi absoluta la información a nivel
mundial no basta con una huelga de hambre. Hay que hacerla en el sitio
apropiado: Cuba, en primer lugar, o en Venezuela, Bolivia o Ecuador. En
otro lugar no es noticia. “Libertad de prensa”, que le dicen.
02-08-2010
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante
una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo
en otras fuentes.
Rebelión/Página12
*Fuente: Rebelión
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