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Solsticio de Piñera

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Un mes después de su primer discurso ante el parlamento, ceremonia que
ocurre cada año el 21 de mayo, es el 21 de junio, que corresponde al
solsticio de invierno en el sur del mundo, de verano en el norte. Como
quien dice para unos el sudor, para otros el temblor, de frío y de
tierra removida.

No tengo la cuenta ni quiero sacarla, pero el Presidente Piñera lleva
unos cuantos días en la presidencia y no se ve por ningún lado que esté
implementando su “plan”- promesa de campaña. Muy suelto de lengua
prometió, entre otras perlas, un millón de empleos y la nada
despreciable cifra de crecimiento del 6% anual. ¿Habrá un nombre que se
le pueda dar a quien dice tanta cosa sin ningún cuidado? ¿Será bocón,
boca sucia, hablador, charlatán de feria, diputado, oficinista o
simplemente el título de presidente es, nada más y nada menos, para
prometer y volver a prometer, poco importa que la cruda realidad vaya
por otro lado?

Al ritmo de no creación de empleos, su meta de crear un millón en cuatro
años le tomará una eternidad. Para cumplir tal promesa se deben dar
unas condiciones que no se dan. Como simple ejercicio matemático debemos
decir que crear un millón de empleos, si se hace a un ritmo estable
debieran ser 20.833 personas y fracción, que cada mes encontraran
trabajo, salvo que lo estable es lo menos que se da en el sistema y para
colmo las estadísticas demuestran que se han perdido más empleos que
los creados. Por otro lado, quien se ha hecho rico con la especulación
nada sabe de creación de empleos y tampoco tiene en cuenta la regla de
oro del sistema, no se puede fijar desde el gobierno un ritmo de
crecimiento, pues la economía no es centralizada. La economía
capitalista crece al ritmo que fija el juego de tanto invierto, tanto
innovo, tanto pierdo, tanto gano. El Sistema mismo no admite
planificación pues es el mercado el que regula todo. Por lo menos eso es
así en tiempo de no crisis. Ahora es distinto, tiempo de crisis, tiempo
de tiburones; nadie puede saber como reaccionará la economía. Pero el
papel aguanta, el entusiasmo se crea, y si los monos de antes lo
hicieron pésimo, que más da que vengan los dueños a gerenciar su país.

Hasta hace unos días estaba seguro que en el debate presidencial de fin
de campaña, dijo la actual señoría que su canal sería entregado o
transformado en una entidad cultural sin fines de lucro. Mala suerte, no
ha encontrado las personas idóneas para hacer el traspaso, en forma
transparente y gratuita. Mala suerte que en Chile se viva un eterno
Síndrome de Santiago, cada día se olvida algo que se dijo ayer y sin
ninguna explicación pasamos a otra cosa.

Este invierno amenaza ser el más duro de todos para el sufrido pueblo de
Chile. El solsticio que inicia oficialmente el invierno no es el inicio
de nada que no sea la certeza de que los pobres, en este gobierno, no
tienen nada que ganar. Se hablará, como se habla antes de cada partido
de futbol, pero las cifras después vienen a mostrar, con hechos, lo que
sabemos por intuición. ¿Salario mínimo de 170.000, 175.000 o 200.000?
¿Mediaguas para todos los damnificados? Etc., etc.

Este detalle puede ser una continuación del drama para los desvalidos,
los que se encomiendan a lo alto buscando salvación, y puede ser el
detonante de algo mayor, siempre y cuando los que ven más allá, vean la
oportunidad y sobre todo, vean que así no se puede seguir. No hay
cambios sino emprendemos la audacia de recurrir a nuestra propia
imaginación, a nuestra propia fuerza.

Que los hermanos sean unidos, sino los devoran los de fuera, eso dijo
Martín Fierro, ahí nos están devorando el cobre, el agua, la
electricidad y ahora van por el oro.

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