«No te quedes en el pasado, nena»
por Rafael Luís Gumucio Rivas (Chile)
15 años atrás 6 min lectura
Los cien días de de gobierno de la derecha son entendibles sólo si recurrimos a la imagen de un equipo que juega solo y, por mucho que lo haga mal, es difícil que pierda. Algo así ocurrió con el capitán general, Augusto Pinochet, que “corrió solo y llegó segundo”. Esta hazaña la ha repetido Eduardo Frei Ruiz-Tagle, quien llegó segundo en las elecciones para senador, en la X Región, porque había solamente dos candidatos – ambos, obligatoriamente, tenían que salir, en virtud del sacrosanto binominal-. Como hoy estamos todos idiotizados con el fútbol, se puede recurrir al ejemplo del gol del equipo chileno, en el Estadio Nacional, en 1973, cuando su rival, La Unión Soviética – por ética- se negó a participar en una eliminatoria en el campo donde se había torturado y asesinado a indefensos opositores al régimen tiránico de Pinochet y sus secuaces.
Todo régimen político democrático supone la existencia de un gobierno y de una oposición: ambos interactúan y van determinando los resultados de ambas combinaciones. En Chile, hoy por hoy, la Concertación está completamente destruida, con el consiguiente desorden y desacuerdos internos. Hace mucho tiempo que esta combinación política perdió los ideales que le dieron nacimiento y que le permitieron contar con las mayorías populares. La Concertación no era más que un implante de castas burocráticas, cuyo único interés, a través de los años, consistía en el reparto del botín del Estado: tal ministerio para este partido, un jefe de empresa para el otro, una tercera repartición para mengano y una cuarta para operadores de los distintos partidos. Esta agrupación, así concebida, se convirtió en un conjunto de cuatro jefes, cuya única capacidad era gestionar el poder del Estado para su propio beneficio – es decir, los pitutos -.
Al igual que el PRI mexicano, o los partidos comunistas de los países del Este, este tipo de combinaciones, cuando son desalojadas del poder, pierden todo sentido: ¿cuántos ex líderes del partido comunista de la Unión Soviética se han amoldado, perfectamente, al capitalismo putiniano? La situación del Pri es un poco diferente, pues supo conservar posiciones del poder local y pactar con la derecha del PAN estrategias que podrán permitirle volver al gobierno, en un México completamente corrupto y muy cercano a ser declarado un Estado inviable. La Concertación, en estos cien días, ha demostrado una verdadera incapacidad para descubrir la real razón por la cual fue escupida por la ciudadanía.
Hay que ser muy torpe para creer que los ciudadanos, por muy borregos que sean, iban a elegir una combinación agotada, cuyo eje era la reproducción de castas de poder, en base a procedimientos antidemocráticos. No es que la Concertación no entienda la nueva sociedad que construyó, como lo sostiene, muy prepotentemente Ricardo Lagos, es algo muy distinto, son un puñado de dirigentes divorciados de la sociedad civil y que sólo piensan cómo retomar el aparato de Estado que, al igual que para un enfermo Terminal, equivale a un respirador artificial.
Hay ingenuos que creen que las derrotas enseñan y que los partidos, otrora en el poder, son capaces, por medio de la autocrítica, de refundar su relación con los ideales que le dieron nacimiento y, sobretodo con la sociedad civil, pero esto, en el caso de la Concertación, es sólo un espejismo. Si hacemos la crónica de estos cien días de gobierno de la derecha, podremos probar, fácilmente, que la Concertación no ha cambiado un solo ápice y que día a día va perdiendo adhesión popular – baste recordar que Frei perdió sólo por un 3% de diferencia con Piñera y, en la actualidad, la Concertación tiene apenas un apoyo en las encuestas de un 35%.
El proceder de los partidos de la Concertación sigue siendo el mismo: pequeñas mafias de dirigentes, que conforman la Junta Nacional – en el caso de la Democracia Cristiana- o el Comité Central- en los socialistas y PPD, y el CEN, en los radicales-, pero ninguna elección democrática, mucho menos primarias abiertas para la elección de sus directivas. Es evidente que cualquier aire de democracia provocaría una “influenza mortal” en este conjunto de Condotiero, que conforman la dirección de los partidos políticos.
Es posible que personajes como Camilo Escalona, Juan Carlos Latorre y otros, no se presenten a las elecciones próximas a realizarse en todos los partidos, pero los reemplazarán, tal vez más jóvenes, que utilizarán los mismos métodos viciados de sus predecesores. El problema no es el cambio de caras, ni de reemplazo de generaciones, el tema de fondo es que no hay ninguna diferencia entre, por ejemplo, Carolina Tohá y Pepe Auth, mucho menos entre Latorre, Fernández, Cornejo y Walter – salvo que en el caso de este último, que es mucho más conservador y reaccionario que cualquiera de los dirigentes actuales de la Concertación-. Creo que de ganar Ignacio Walter, lo más inteligente sería seguir la estrategia de Adolfo Zaldívar, su ilustre predecesor, e “infiltrar” el gobierno de Piñera, en una combinación similar ala elegida en la Democracia Cristiana alemana, en su sector bávaro.
Poco importa a los ciudadanos quién sea elegido presidente de cada uno de los partidos de la Concertación. En el caso del PPD, ni siquiera hubo un simulacro de comicios: Carolina Tohá es ahora la dueña absoluta del Partido; en el Partido Socialista, la situación es aún más ridícula, pues siempre ha sido una federación de fracciones, pero antes tenía sentido, pues había discusión ideológica, hoy, las candidaturas de Osvaldo Andrade o de Fulvio Rossi no son más que una reproducción de la dirección mafiosa de un partido, que cada vez más pierde su sentido histórico, para convertirse en un mero conjunto de profitadores de los cargos fiscales y, como actualmente no existen, sólo les queda ser burócratas del Partido, bajo el ridículo pretexto de convertirse, en términos leninistas, en “revolucionarios profesionales”. El diputado Díaz intenta una tragicómica respuesta autocrítica, un poco díscola, a un partido que es propiedad de Camilo Escalona y su séquito.
Esta decadencia no sólo es nacional, pues también se expresa en los socialcristianismos y en la socialdemocracia europea, ambas grandes posturas ideológicas del siglo XX, pero que, en la actualidad no cumplen ningún rol dentro de sus sociedades. Véase el estado lamentable de los socialistas franceses, o el servilismo a la dirección del Fondo Monetario Internacional, por parte del PSOE, de Rodríguez Zapatero; los laboristas fueron expulsados del poder y, muy pronto, lo serán los socialistas griegos; sólo se salvaría, por ahora, la demócrata cristiana alemana, Ángela Merkel.
En síntesis, a mi modo de ver, la Concertación hace mucho tiempo que murió; lo que resta es un conjunto de directivas de partidos políticos, completamente incapaces de interpretar a los movimientos sociales, pero que siguen dotados de cierta habilidad para manejar los aparatos de poder y así sobrevivir; su única esperanza radica en que el prestigio de Michelle Bachelet o el lógico derrumbe del gobierno de derecha, actualmente en el poder, les permita recuperar sus mullidas sillas musicales. Como todo moribundo, no le queda otro recurso que repasar su pasado, por eso, ha resucitado, como sus voceros a los cuatro ex presidentes de la república (Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet). Como la historia no se repite, quienes sólo miran al pasado están condenados a ser cangrejos. Por lo demás, aun cuando Chile sea un país monárquico, y sus ciudadanos bastante borregos, estos cuatro insignes personajes están muy lejanos de grandes estadistas, como, por ejemplo, Churchil y De Gaulle, quienes, por lo demás, fueron sacados del poder, luego de haber triunfado en la segunda guerra mundial.
19/06/10
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