Respuesta al acto homenaje de Villa Grimaldi realizado por el MIR Empresa
por Pablo Villagra Peñailillo (Chile)
15 años atrás 4 min lectura
(Nota de la Redacción de piensaChile: El autor se refiere a este artículo Aclaramos que nosotros sólo publicamos lo que nos parece interesante para nuestros lectores y que puede ayudar al debate político. No enviamos correos a nadie. Ahora nos llegó esta respuesta al anterior artículo y la reproducimos sin ningún tipo de censura)
A propósito del acto en Villa Grimaldi y en respuesta a un escrito que me llegó sin ser solicitado.
Cómo tanto odio y tanto poder de observación al mismo tiempo. Me sumo a los "adinerados" con auto, yo también llegué en uno, aunque verdaderamente más modesto, es del año 99. Tampoco me considero empresario, ni mucho menos informante, traidor menos. Quizás algo de pequeño burgués tenga, pero nada para alarmarse. Del olor a perfume no podría opinar, ese día estaba muy congestionado, aún así, no tengo un olfato de mucha alcurnia para distinguir lo oneroso de la colonia extranjera.
Tampoco tengo la certeza que alguien haya cobrado tamaña fortuna por concepto de indemnizaciones a través de leyes de reparación, pues son bastantes paupérrimas y sólo para familiares directos de víctimas de represión política (las únicas que reciben pensión vitalicia son las madres, de las que quedan bien pocas y las compañeras y esposas).
Comparto que las contradicciones de clases no están resueltas y la explotación es la misma que en los tiempos de Miguel. Pero sí su problema es la REVOLUCIÓN y la construcción social, no debería haber asistido al homenaje, porqué efectivamente muchos de los que allí estaban dejaron de militar hace bastante tiempo y hoy están en "otra", pero ese es su cuento y no el de usted o el mío. Usted tiene mucha razón, pero sí su problema es la REVOLUCIÓN, extravió el camino, pues ese era un acto de homenaje, un recordatorio, un guiño contra el olvido, pero nada más.
Pero sí lo suyo es la REVOLUCIÓN, debería haber estado en el sur, apoyando la causa Mapuche, o en Conce, organizando a los que quedaron sin casa, parando ollas comunes, haciendo trabajo voluntario. Sí su camino es la REVOLUCIÓN, alinéese con los deudores habitacionales, marche con los estudiantes exigiendo mejor educación, échese a la mar para defender la pesca artesanal de la depredación y la privatización, organice sindicatos de trabajadores subcontratados, temporales, ambulantes. Ármese de valor y corra a los traficantes y delincuentes de la población. Como ve, tiene mucho por donde elegir, pues sí su camino es la REVOLUCIÓN nada tenía que hacer en el homenaje, pues ahí no había nada más que buenas intensiones y una tarea inconclusa con los que ya no están.
Lo que sí comparto de su carta es que había poco pueblo, de eso no cabe duda. También mucha autoreafirmación del valor de haber sido y no de ser (sí uno es revolucionario lo es para siempre y sí lo deja de ser, es porque nunca lo fue).
Pero no se confunda, que no comparto mucho de lo suyo. Yo ya no creo en revolucionarios de papel y cartón, rebeldes que a la primera lluvia se mojan y destiñen. La guerrilla cibernética me tiene sin cuidado. En internet es fácil decir, pero lo trascendente es hacer. Usted tuvo a la mano a todos los señores que mencionó y no dijo nada, no los miró a los ojos y les lanzó su justa querella. Usted, como muchos, habla pero no encara, usted, como muchos, no dice las cosas de frente. Ahí estaban esos lobos con piel de oveja y usted no hizo nada. No manchó sus caros perfumes con su olor a pueblo conciente, no les rayó sus lujosos autos con consignas revolucionarias, ni siquiera se atrevió a reventarles un neumático.
Ahora, su comentario quedará como anecdotario en los computadores de los incautos que todavía nos desvelamos por este tipo de querellas.
Pero no se complique, ni usted ni yo teníamos mucho que hacer ese sábado ahí. Usted porque de seguro es un REVOLUCIONARIO. Yo, en cambio, fui porque de vez en cuando me gusta ver a los ojos a esos viejos, me gusta que me abracen, que me den consejos inservibles para los tiempos que corren. De vez en cuando me gusta compartir un cigarrillo, un café trasnochado, una copa de vino. De vez en cuando me gusta oir sus viejos cuentos de militantes y guerrilleros olvidados. Quizás ellos no lo saben, pero lo intuyen, ellos y ellas me recuerdan, en parte, los abrazos extraviados de mi viejo, esos abrazos rojinegros que se quedaron olvidados en algún campo de tortura.
Uno no es revolucionario porque lo dice, uno es REVOLUCIONARIO porque lo hace.
Pablo Villagra Peñailillo
Y este es mi nombre real
email del autor: kucho70@gmail.com
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