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Con analfabetos como Morales, Bolivia está saliendo de la miseria

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No estuvo acertado en su forma de expresarse el presidente Evo Morales cuando se refirió a los efectos de la ingesta de pollos hormonados. Lo que dijo, sin embargo, tal como apunta Pascual Serrano, no se refirió en ningún caso a la homosexualidad, término que no aparece en su alocución: El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas -afirmó textualmente- Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres. Esa desviación bien podría aludir a la disfunción o esterilidad, o a la alteración del proceso de maduración sexual de los niños, como subraya Serrano. Con todo -y esto únicamente es lo que me parece más reprochable de las palabras del presidente boliviano-, creo que debió ser más preciso y detallado en la elección de sus palabras, pues hay quienes -siendo homosexuales- han interpretado que la expresión desviación les concernía, lo cual no encaja bien con las reivindicaciones que dicen defender.

Sintomáticamente es de resaltar que de la interesante Cumbre del Clima celebrada en Tiquipaya, y a la que un calvo ilustre como Eduardo Galeano -Morales también se refirió a la creciente calvicie como consecuencia de la citada alimentación- dirigió uno de sus magníficos textos, apenas hubo información en nuestros medios, que se conformaron con resaltar y ridiculizar las peculiares declaraciones del presidente boliviano. Por eso, y por lo que la gobernación de Evo Morales está representando en su país con el masivo y refrendado apoyo democrático de la ciudadanía, es de agradecer y destacar el artículo que mi estimado Juan Carlos Escudier firma hoy en el diario Público.

Hay estereotipos que hacen fortuna y crean muchos equívocos. De Zapatero, por ejemplo, Rajoy acuñó aquello de que era un bobo solemne y cuando quiso darse cuenta de que no era tonto del todo ya le había ganado dos elecciones. Con Evo Morales ocurre algo parecido. En España se le considera poco menos que un indígena analfabeto con ínfulas de dictador, imagen a la que contribuye con denuedo la derecha y cierta prensa que se dice progresista y que hasta hace no mucho era propietaria de varios medios de comunicación en Bolivia aliados de la oligarquía local, gente toda ella progresista hasta la médula.

Ridiculizan ahora a Morales por haber culpado a la comida transgénica de la calvicie europea y a los hormonados pollos de granja de la homosexualidad masculina. Y evitan decir que su público estaba formado por 30.000 delegados asistentes a Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra a los que trataba de inculcar los beneficios de consumir sus productos locales en vez de los importados y favorecer así a sus maltrechas economías. Morales no es Demóstenes y su ciencia es más que discutible, pero su mensaje fue inequívoco: el pollo criado en casa, antes que el industrial; la papa autóctona, antes que la patata holandesa; y la chicha antes que la Coca-Cola, que es verdad que como desatrancador de tuberías no tiene precio.

Como con la anécdota vamos tirando y nos reímos una barbaridad, se evita también explicar que, además de calvos y de hormonas, propuso crear un Tribunal Penal Internacional del Clima en el que enjuiciar a los países que incumplan los acuerdos sobre emisiones contaminantes, reducir éstas a la mitad y convocar un referéndum mundial para establecer los mecanismos para salvar al planeta. Ya nos reímos menos, ¿verdad?

Evo no es Einstein pero sabe sumar y hasta dividir, y cuando afirma que con los 4.000 millones de dólares que cada día se gastan en el mundo en defensa y armamento se pagaría la deuda externa de Bolivia, algunos deberían enrojecer de vergüenza. Morales no tiene títulos y viste con orgullo unos jerseys a rayas de alpaca espantosos, la tradicional chompa, que ya se venden con éxito por Internet desde Bolivia. Con analfabetos como él, su país está saliendo de la miseria. Una risa, o sea.
Público

* Fuente: Diario del Aire

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