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Las parábolas del Cristo de Palo según Pablo Longueira

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Pablo Longueira es, quizás, uno de los más claros y certeros de la vieja generación fundadora del partido Unión Demócrata Independiente. A diferencia de los hipócritas difusos y crípticos analistas y políticos chilenos, el senador Longueira va siempre directo al objeto: tiene la habilidad de epatar a los burgueses seguidores de la política chilena; con cada frase, acción y análisis de nuestro Cristo de Palo lanza una flecha que golpea directamente en las castas, que continuamente viven en el “peso de la noche” y en la siesta permanente de lo convencional.

Pablo Longueira, desde sus inicios en las lides políticas, pensó en una unión democrática popular que interpretara a los pobres, fundamentalmente los pobladores. Por cierto que esta ideología no es nueva en la derecha: en la España de los años 30 trató de encarnarla José Antonio Primo de Rivera con la Falange española; algo de esto también tenía el fascismo de Mussolini en la concepción de la Sociedad Corporativa y luego, el Dopo Labore (después del trabajo). El populismo de derecha no es ninguna invención  de los fundadores de la UDI.

En su última parábola, ante la Fundación de Jaime Guzmán, sostuvo que “es un error que la UDI no tenga abanderado”, siendo que es el partido más poderoso de la Alianza, y que a la vez sostiene una vocación de servicio popular de la cual carece, en grado heroico, su aliado de RN y su candidato Sebastián Piñera.

Piñera y Longueira son como el aceite y el vinagre: el primero se desenvuelve muy bien en la especulación bursátil – estaría a gusto en un ejército de condotieros y mercenarios, si viviera en Roma no se diferenciaría mucho del millonario Lúculo, cuya mítica riqueza la hizo en base a la apropiación del botín rapiñado a sus legionarios – el segundo se siente bien en las poblaciones, tiene algo del mítico florentino Savonarola, aquel monje que condenó a los ciudadanos por su depravación; está convencido, como buen profeta, que la UDI popular salvará a los postergados de la tierra.

Piñera carece de sensibilidad popular y no tiene de cómo abordar a “los rotos”; su simpleza lo aburre; a Sebastián le gusta mas bien lucirse en la Casa de Piedra ante los doctores de la ley, una serie de economistas que no han hecho que pronosticar tonterías. Ante el Congreso de la UDI, seguramente, el candidato Piñera valorará el legado de Jaime Guzmán – para congraciarse con los cardenales de este partido, que ya están conquistados por el “plato de lentejas” de la apropiación del botín del Estado que, seguramente, está tan repartido como la túnica de Cristo entre los legionarios romanos.

Es bastante humillante para la UDI aceptar ser un partido secundario y que su líder sea nada más y nada menos que su enemigo personal – para qué recordar las riñas y cuchilladas mutuas-. Al parecer, los autoritarios fundadores de la UDI esta vez están dispuestos a consolarse con senadurías y diputaciones, y si llegan al gobierno, con ministerios, subsecretarías, intendencias y seremis. Esto de la alternancia en el poder es una soberana mentira: los UDI y RN reemplazarán a los PPD, PS, PRSD y DC en los cargos del Estado; nada garantiza que la derecha no termine llevándose al “santo y la limosna”.

El “pituto o muerte” es el slogan central de la derecha y de la Concertación en estas elecciones. Si Ud. no tiene la posibilidad de lograr un pituto por una de las dos combinaciones, no entiendo por qué diablos va a enajenar su voluntad en candidatos que están más tocados que la comparsita. Por eso, atrévase a inscribirse, pues los plazos se acortan y vote por el candidato que amenaza la colusión monopólica.
22/08/09

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