Se pierde cuando en lugar de defender lo real, se lo mitifica por conveniencia
Hay veces en que un triunfo es más incómodo para una causa que un fracaso. Es lo que para algunos representa la humillación que la selección boliviana infligió a la selección argentina en el reciente partido de fútbol por las eliminatorias al Mundial 2010: Ganamos por 6 a 1.
Lo que se disputaba en ese encuentro era algo más que los puntos de clasificación, pues se enredan asuntos de simpatías políticas y de defensa del derecho a jugar en la altura.
Diego Maradona fue una de las voces más fuertes contra los intentos de sancionar partidos internacionales en ciudades de más de 2.500 metros sobre el nivel del mar. En la adhesión de Maradona a los derechos deportivos de ciudades como La Paz, juega un papel no pequeño la simpatía política del ex futbolista (y actual director técnico del seleccionado argentino) por la figura de Evo Morales.
La arremetida de la FIFA para vetar a ciudades de altura se incrementó en los primeros años del gobierno de Evo Morales. Hubiese sido desastroso que los inicios del nuevo gobierno fuesen sellados por un revés ignominioso en terreno tan sensible para la opinión pública. Era pues deber militante contrarrestar esa ofensiva y para ello estuvo en primera fila Diego, quien además no oculta su debilidad por otras figuras como Hugo Chávez y Fidel Castro. Finalmente, la FIFA retrocedió y concedió una pausa en la aplicación de su dictamen.
El eje argumental que se utilizó (y que maneja también Maradona) era que la altura no influye en el rendimiento deportivo. En lugar de llevar la polémica al derecho, como facultad inalienable, que tiene todo pueblo de jugar el deporte que sea en su propio contexto geográfico, los estrategas de la defensa de la altura incursionaron en terreno deleznable.
Que la altura influye en el comportamiento biológico lo sabe cualquier taxista boliviano que recoge extranjeros —por ejemplo— en el aeropuerto de El Alto, al tener listo su mate de coca para aliviar el soroxchi del turista. Sin embargo, ¿habría que suprimir cónclaves políticos, encuentros internacionales de empresarios o sindicalistas y competencias de tenis o fútbol en las ciudades de más altura porque existe esa evidente variabilidad biológica?
Al afirmar que la altura no influía en el rendimiento futbolístico Diego Maradona asumió una actitud y corrió un riesgo. La actitud asumida fue la de subestimar la capacidad del futbolista boliviano, pues aun cuando en su íntimo hubiese abrigado alguna duda sobre los efectos de la altura, Diego estaba seguro que sus futbolistas se impondrían a los bolivianos. De esa manera salía relucido su compromiso político y su obligación como DT del equipo argentino.
El riesgo que asumió Maradona era que su equipo fracasara en La Paz. Pero, ni en sus más pesimistas estimaciones imaginó que podría ser por goleada.
¿Qué moraleja sacar de este asunto?: Se pierde siempre que en lugar de defender algo por lo real, se lo mitifica por conveniencia.
Traspalemos el asunto al tema político. En lugar de iniciar una descolonización de acuerdo a las condiciones y necesidades reales, en Bolivia se idealiza al colonizado para someterlo políticamente. Así se pierde en definitiva, y los primeros perdidosos pueden ser los aliados en esta tramoya.
* Fuente: Periódico Pukara
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