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En la penumbra del recuerdo me vienen a la mente los momentos en que dos de los mayores de mis hermanos, Gustavo y Rafael, salían alegres a participar en la protesta del Primero y dos de abril de 1957. De aquella protesta nos quedó el nombre de Alicia Ramírez, impactada por una bala asesina disparada por un carabinero. Nos quedó también el alza en la lucha de todos. Más tarde Allende sería candidato a la Presidencia por segunda vez.

Era el tiempo en que las reuniones y las protestas servían para algo, era el tiempo en que la gente sabía que era gente y como tal debía tener derechos, pero había que luchar para que se respetaran. Eran también los tiempos en que los revolucionarios no tenían miedo ni vergüenza de luchar, esgrimiendo sus verdades. No se trataba de luchas por una silla ni por migajas ni acomodos al sistema que nos mata, sino lucha por soluciones y por un cambio de sistema, en definitiva por el socialismo.

Abril comienza 51 años después y mucho, pero mucho ha cambiado sin que nada, pero nada haya cambiado para los que sufren la vida dependiendo de la venta de su fuerza de trabajo.

Este Primero y dos de abril quizá haya quien recuerde esa fecha y esa lucha de ayer, quizá yo tenga el nada halagüeño mérito de ser el único que lo recuerde, quizá se levanten voces por sus derechos. Quisiera creer que este abril comienza una nueva etapa para los excluidos, no hablo de los excluidos del Congreso nacional, sino de los excluidos sistemáticamente por el sistema.

En estos días hay en Chile unos apoltronados calentando asientos y diciendo sus palabras de buena costumbre a los micrófonos y a las cámaras. ¡Pobre gente! no sabe que el camino del infierno está pavimentado de buenas intenciones. ¡Pobre gente! aún no les cae la teja de que la crisis no tiene otra solución que la que imponga la gente en la calle. Nada sacan sus bancos ni sus ejércitos ni sus palabras, algo ha cambiado y ese algo será total o será mortal.

En este abril del año 2009, el 20 exactamente comienza la cuenta final del mundo. O si preferimos en esa fecha tendremos la certeza de que las veinte “economías” más “pujantes” del mundo no han podido encontrar la salida. Lo cual nos demuestra que no siempre la gente que sabe está donde es necesaria y que muchas veces el poder es asunto de ignorantes, viejos zorros en las malas artes de llegar al poder y conservarlo, pero a la hora de las crisis estos zorros se comportan como zorrillos, apestan y nada aportan. El 20 de abril sabremos que la crisis es global y que seguiremos hundiéndonos, a menos que despertemos y cada uno determine asumir su destino junto a los demás que son sus iguales.

En el edén llamado Chile el 4 de abril la izquierda que lucha tendrá un encuentro definitorio. No están soñando ni jugando a ganar un sillón ni se les puede acusar de venderse ni vender nada. Lo que salga de allí, pienso, creo, será un remezón y comenzar a tomar las armas: las de la crítica, las de la organización, las de influir confianza, las del conocimiento, las de la gente en pie de lucha. El 18 de abril la otra izquierda, la misma que en estos días se ha pegado el tremendo palmazo en la frente, la que recién ahora despierta a la realidad: la derecha no votó por ellos en el pacto por omisión ni está dispuesta a entregar los distritos emblemáticos, donde esta izquierda tiene certeza de ganar.

Falta que les caiga el palmazo, la teja o el ladrillazo de que la única alternativa es la lucha y que no hay negociación que valga si no es con la gente en la calle. Lo que si sabemos es que de esta reunión saldrá en candidato único de ellos y será nada menos que un camaleón de apellido con dos eres.

Para el mundo una fecha marca el fin de algo que nos ha conducido a este atolladero y el inicio de algo que nos libera o nos terminará de matar.

Para Chile la primera fecha marca un comienzo con todos los que luchan. La otra fecha tiene los vicios de que ya se sabe en qué terminará.

En este trance pudiera darse que la cordura imponga la única vía posible: los que no tenemos nada, tenemos derecho a soñarlo todo y esos sueños se conquistan con la lucha social.

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