En Chile debemos construir la alternativa popular desde el movimiento social
por Luis Espinoza Garrido (Iquique, Chile)
17 años atrás 6 min lectura
El retroceso de la Concertación no puede ser analizado sólo desde el plano electoral, ya que su repliegue demuestra la existencia de contradicciones difíciles de revertir que desnudan su evidente debilidad para implementar un proyecto de sociedad democrática pos dictatorial. Después de veinte años la coalición gobernante no pudo democratizar el país y sólo se dedicó a maquillar la constitución pinochetista, de igual manera nunca implementó su publicitada propuesta neo estructuralista, por el contrario, gestionó el modelo neoliberal sin alcanzar estándares de país desarrollado como había prometido y aumentó groseramente la desigual distribución de la riqueza. Asimismo, fracasó en su estrategia contractualista gobernando sólo a favor del empresariado, estimulando la exclusión y reprimiendo a las fuerzas sociales que luchan por sus derechos como sucede con los trabajadores forestales, contratistas, salmoneros, mineros, pescadores artesanales, empleados fiscales, así como con los universitarios, secundarios, deudores habitacionales o la nación mapuche. El pacto social ni siquiera alcanzó a manifestarse como una ilusión.
De la misma manera la Alianza, hoy oxigenada con el PRI, no puede convertirse en mayoría nacional y porfiadamente, en medio de la crisis mundial, insiste en más neoliberalismo esperanzada en la candidatura del millonario y populista Piñera, la que no avanza, precisamente porque el país no puede ser más neoliberal. Pero, sin duda alguna, la Derecha política y económica hoy es más fuerte que en los 70, aprovecha los errores de la Concertación y puede beneficiarse en el corto plazo, pero será ampliamente rechazada si llega al gobierno, ya que sólo aumentará la explotación, la desigualdad, la dependencia de Estados Unidos y si existiese resistencia a su mandato aplicará una fuerte represión que azotará a sus opositores, como ya lo demostró en su vergonzoso pasado dictatorial.
Por otro lado, el Partido Comunista se pierde en el atolladero electoral y mostrando gran regresión ideológica solicita desesperadamente un cupo parlamentario. Autocomplicado gratuitamente, el PC retrocedió a los años sesentas, insiste en revivir la Unidad Popular, le concede carácter sagrado a una inservible y obsoleta Cut y atiende cantos de sirena de la disminuida Concertación que trata de salvarse a cualquier precio. Teiller es invitado estelar de La Moneda y descubre coincidencias de su partido con los programas de la DC y del PS justificando el pacto con el gobierno. Imitando a muchos de sus congéneres europeos, el comunismo nacional se enreda en el naufragio de la tercera vía.
Al mismo tiempo, ciertos compañeros abandonan la Concertación y vuelven a la izquierda lo que debe valorarse, pero tienen que mostrar humildad y no actuar como patrones de fundo y entender que no se puede trasvasijar métodos artificialmente. Las primarias no son un mecanismo democrático y favorecen sólo a quienes mediáticamente tienen presencia. ¿Acaso se pretende extender la norteamericanización de la política a la disminuida izquierda chilena? Además, es necesario que el senador Navarro y, eventualmente, el ex ministro Arrate y otros, precisen su relación con Bachelet a quien dicen apoyar hasta el fin de su mandato, además de ganar legítimamente el derecho a ser dirigentes y asumir que la compleja situación de la izquierda no se resuelve con gestos por arriba, ni dándole a los comunistas una importancia que no tienen. Deben entender que la mayor parte de la población comienza a rechazar el régimen político, lo que no es un tema menor, porque significa, además, que los partidos no sirven para la defensa de los intereses de una gran mayoría de la población, y en un plazo no muy lejano se debilitará la regulación de conflictos que hoy se sustenta en el tácito acuerdo Concertación-Alianza. Los actores sociales no se conectarán mágicamente a una política elitista por muy izquierdista que pretenda mostrarse. Eso sería simplificar las cosas y ¿qué joven nos apoyaría? Es necesario clarificar las posturas y, muchos, como los compañeros autores de la tesis del femicidio político, o quienes dejan la Concertación, deben definirse si son o no opositores al gobierno, o decididamente son izquierdistas bacheletistas extraparlamentarios. Asimismo, debe asumirse que las indefiniciones con puntos de retorno nunca sirven, tal como sucedió tristemente con el senador Ávila, así como hoy es imposible avanzar desde lo ultra politizado.
Sin embargo, los que batallamos por reconstruir el proyecto político popular debemos especificar cómo lograremos levantar una alternativa, ya que enfrentamos variados desafíos, uno de los cuales es la nueva situación mundial que muestra el deterioro del dominio unipolar estadounidense repercutiendo decididamente en Latinoamérica, en donde se manifiesta una nueva correlación de fuerzas que favorece a los proyectos reformistas y progresistas que, al mismo tiempo, revelan como principal falencia un difuso proyecto de sociedad alternativa. Dicha debilidad en quienes gobiernan, obviamente aumenta en aquellos que desde oposiciones, todavía demasiado irreductibles, intentamos construir una alternativa.
Así, en Chile, es evidente que funcionar sobre la base de mini expresiones políticas con absurdos resabios hegemónicos aleja a la gente que ya no se entusiasma con lo electoral, pero que sin embargo se activa en la lucha social, y que muchas veces contradice a lo político generando un infecundo círculo vicioso. Insistir en estrategias elitistas pensando que la suma mecánica de minúsculos partidos y con métodos dudosos como las primarias, levantaremos el proyecto popular es casi demencial, pero tampoco de lo exclusivamente social, vaciado de lo político, se construirá un proyecto. De igual forma, nunca fructificará la artificial suma entre organizaciones sociales con partidos y urge alejarnos del mesianismo y evitar nuevos timbres alrededor de reducidos grupos. El problema es más profundo y tiene que ver con trazos largos, se necesita definir una estrategia correcta que precise en dónde ubicar los énfasis y desde nuestra modesta opinión y práctica, planteamos que requiere efectuarse politizando lo social y a partir de la lucha concreta e inflexible contra el modelo y quienes lo sustentan. Debemos construir un extenso núcleo crítico al capitalismo, levantar un programa mínimo, una plataforma de lucha, hacer política desde los movimientos sociales y trabajar para que desde dicha experiencia surjan los instrumentos políticos necesarios. Los viejos partidos izquierdistas deben reconocer sus falencias y que adolecen de una mínima autocrítica, no asumen el fracaso de la UP ni la hecatombe de nuestros días iniciada con la cesión de la hegemonía al centro político y al Departamento de Estado norteamericano durante el inicio de la llamada transición, lo que desarmó ideológica y políticamente al movimiento popular que surgía fuerte después de ser el pilar de la lucha antidictatorial. Hoy vemos las consecuencias.
En esta perspectiva, convocamos a todos los que se sienten integrantes del proceso de reconstrucción de una nueva alternativa, a un congreso de organizaciones sociales a efectuarse en Iquique el 28 y 29 de marzo de 2009, el que consideramos un paso más en la reagrupación de quienes apostamos por levantar una opción autónoma y popular al capitalismo.
Iquique, 5 de diciembre de 2008
– Luis Espinoza Garrido es miembro de la Intersindical de Trabajadores
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