Articulos recientes

Al navegar en nuestro sitio, aceptas el uso de cookies para fines estadísticos.

Noticias

Opinión

Fernando Villagrán, co director de «El Diario de Agustín»: «La élite le tiene miedo al Mercurio»

Compartir:

“El  Diario de Agustín”. Podría ser el nombre de la bitácora virtual de un adolescente. Pero no. Se refiere a “don” Agustín,  como le  llaman sus empleados, último de la saga de cinco agustines de apellido Edwards, y de su periódico El Mercurio, bastión de la empresa editora del mismo nombre que posee tres diarios nacionales y 20 regionales en Chile. El título tampoco nos remite a las memorias de este anciano, bautizado como Agustín Iván Edmundo Edwards Eastman y descendiente remoto de un carpintero inglés, sino a uno de los documentales más feroces producidos en Chile en los últimos tiempos, donde se  le hace un juicio simbólico al  llamado “decano de la prensa chilena” por su participación -según prentende probar la película- en la caída del gobierno de Allende, en el Golpe Militar  y en varios montajes periodísticos durante la dictadura, que sirvieron para camuflar crímenes contra opositores al régimen de Pinochet.

Los autores son el documentalista Ignacio Agüero -director de piezas notables en el género como “Aquí se construye” o “Cien niños esperando un tren”- y el economista y periodista Fernando Villagrán ex  gerente de la mítica Apsi en las postrimerías del régimen de Pinochet (revista desaparecida al igual que el resto de la prensa opositora de esos tiempos),  escritor, artífice del restorán “Off the Record”  y del programa literario del mismo nombre que se transmite por la señal del 13 cable. Villagrán conversó con el OBSERVATORIO, entre otros temas candentes de este destape de la historia mercurial,  sobre el sentido de lanzar ahora la película, de las pataletas de Edwards en los tribunales para impedir que se usara su nombre en el filme, del temor casi reverencial que muchos políticos le tienen a sus editoriales  y sobre  la vigencia o caducidad de la frase – “el Mercurio miente”- escrita en un cartel que, el año 67,  fue desplegado en el frontis de  la tomada  casa central de la Universidad Católica y que el tiempo ha convertido en una suerte de dicho popular.

El punto de partida de la película es una larga investigación realizada por  jóvenes estudiantes del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, quienes  rastrearon el paradero de periodistas y editores retirados o en ejercicio que participaron en los montajes, revisaron uno a uno los Mercurios de la época, desarmaron pieza a pieza la  trama de cada  historia, entrevistaron a familiares de las víctimas y  persiguieron a sujetos que se negaban  a asumir de manera pública su responsabilidad en los hechos. Arduo trabajo, el de ambos directores, al momento de seleccionar  el material más contundente con el fin de reducir las cerca de 100 horas de grabación  a los  80  intensos minutos que dura la película. Los primeros frutos de ese esfuerzo se vieron,  hace unos días, en el estreno del “Diario de Agustín” en Argentina, a tablero vuelto en el Teatro San Martín y con el destacado periodista Diego Verbitsky  encajándole  en “Página 12″ el adjetivo “imperdible”,  y  el  lunes 3 de noviembre en la inauguración del Festival Internacional de Documentales de Santiago -FIDOCS- 41 años después del famoso cartel, con ovación cerrada  del público  en la casa Central de la misma Universidad.

Villagrán se toma con humildad la acogida de los espectadores  y de  la crítica: “Es nuestro modesto aporte a un juicio simbólico  que hacía falta por los montajes en que participó El Mercurio, porque una cosa es manipular información, algo que ese diario hace a menudo, y otra, es participar en montajes para encubrir crímenes donde hay muertos, desaparecidos y  torturados”.

-¿Podrías recordar alguno de esos montajes para que las personas que aún no ven la película se puedan formar una idea de la gravedad  de los hechos analizados en el documental?
– En septiembre de 1976, apareció cerca de Los Vilos  el cadáver, arrojado por las olas, de Marta Ugarte dirigente comunista que había sido detenida y asesinada en Villa Grimaldi… Todo esto es muy brutal: por un mal manejo al amarrar el cadáver de Marta Ugarte para después subirla a un avión  y tirarla al mar,  salió el cuerpo a flote y la Dina frente a eso necesitó de periodistas para que desinformaran y no hubiera ninguna sospecha de que pudiera tratarse de un crimen político. Se hizo aparecer, entonces,  aquel crimen de una mujer de 42 años como un crimen pasional de una bella mujer de 23 años. El desmontaje significó llegar a los periodistas que se prestaron para ese montaje de los servicios de inteligencia del régimen. Posteriormente, hay un caso muy emblemático en que tiene una participación directa el dueño y director de El Mercurio entonces, que era Agustín Edwards: durante la visita del Papa a Chile hubo unos incidentes en el Parque O´Higgins, El Mercurio publicó fotos de dos jóvenes a los cuales se acusaba de instigar los incidentes y a quienes la CNI detuvo y torturó, en circunstancias de que no habían estado en el Parque O´Higgins. Al salir de esa pesadilla estos dos jóvenes presentaron una querella por injurias y calumnias contra Agustín Edwards y, algo que no se difundió en el momento por el poder fáctico del personaje, terminó siendo procesado por un juez civil por injurias y calumnias, lo que le significó estar declarado reo por cerca de un año hasta que un Corte de Apelaciones, en un fallo muy apretado por 3 a 2,  levantó la encargatoria de reo, poco antes del  Plebiscito. Es un caso muy emblemático por la participación directa de Edwards, cuestión que esta ratificada en la película por el Ministro Secretario General de Gobierno de esa época Francisco Javier Cuadra, quien tuvo que carearse con Edwards en ese momento, porque Edwards culpó  al Gobierno de haberle entregado la información y el gobierno lo negó. Son casos que tienen que ver con participación directa  de El Mercurio en casos que significaron violaciones a los derechos humanos.

EL COLEGIO PIDE PERDÓN

¿Y por qué dar  a conocer hoy este documental? ¿Por qué ahora?
– Por qué ahora… porque no es una historia del pasado. El Mercurio sigue teniendo un tremendo poder en la sociedad chilena, quizás con más glamour y transversalidad  de  la que tuvo entonces. Este personaje, Edwards, sigue estando ahí, en el centro, y nos pareció que era muy necesario contar  una  historia que nos parece irrefutable: en esta película  son los hechos los que hablan, es un documental  sin  voz en off, son los testigos, son los familiares, son periodistas y directivos del propio Mercurio,  los que van construyendo este entramado que está relatado en la película.

-¿Ustedes esperan que El Mercurio haga algún tipo de mea culpa a propósito de la película?
-Nada indica que eso esté en la voluntad de El Mercurio. Si eso llegara a pasar sería un logro espectacular de la película, pero no es el objetivo nuestro. Nuestro fin es contar una historia que es real y las consecuencias que tenga son resorte de otros protagonistas…

-¿Pero crees que se pueda, al menos,  generar una discusión respecto a la responsabilidad social de los medios?
-Ojalá. Eso no ha pasado hasta ahora,  porque son  precisamente esos medios  los que no están interesados en tocar el tema y cuando lo han rozado ha operado una brutal auto censura. La película da cuenta de que, en junio de este año, el Colegio de Periodistas hizo una declaración  pública pidiendo perdón a las víctimas de montajes en que participaron directamente los medios de comunicación durante la dictadura, pero esa declaración no salió en los grandes medios. El Mercurio guardó silencio. Entonces, si esa discusión se produce, fantástico. Vamos a hacer todo lo posible porque eso pase difundiendo la película al máximo.

“Me dan vergüenza los periodistas que participaron en montajes”

-¿Qué sentiste como periodista cuando el Colegio pidió perdón público a las víctimas de esos montajes?
-El mismo que tenía desde antes. Tampoco el Colegio de Periodistas resolvió bien esa situación. Hoy día hay varios procesos judiciales en los cuales personajes como Claudio Sánchez han tenido que ir a declarar por los montajes,  y hay procesos en curso y probablemente van a haber más. Da vergüenza no sólo porque algunos editores son miembros del Colegio: recordemos que Agustín Edwards figura como uno de los primeros socios del Colegio de Periodistas y cuando un periodista como Manuel Cabieses, director de la revista ”Punto Final”,  pidió su expulsión del Colegio -por la participación demostrada de Agustín Edwards en la destrucción de la democracia en Chile y su relación directa con platas provenientes de la CIA-  el Colegio rechazó esa solicitud por razones de la más diversa índole, donde no estuvo ausente el temor. Todos los periodistas que participaron en los montajes, incluyendo a los de la cadena El Mercurio que participaron directamente, y que aparecen en la película,  provocan vergüenza.

-¿No temen al ostracismo que pueden sufrir en todos los medios que dependen de la Editorial El Mercurio,  incluyendo la difusión de la propia película?
– Ese es un supuesto…Nosotros ya estamos viejos así que no nos importa mucho, la verdad, ni dependemos de ese medio ni aspiramos a ser protagonistas de las páginas de El Mercurio. Lo que si llama la atención y valoramos,  es que jóvenes periodistas, excelentes profesionales que están partiendo en su carrera, hayan asumido ese eventual riesgo. Probablemente ninguno de ellos aspire a escribir con su firma en las páginas de El Mercurio, pero el aporte que hicieron habla muy bien de la disposición ética de ellos para trabajar en este tema.

-Ahora, ¿cuál podría ser la importancia de un juicio a  El Mercurio para la gente común y corriente, considerando que ese periódico tiene una mínima gravitación en los sectores populares, si es que alguna vez  la tuvo?
– Yo creo que efectivamente  por el rol de la prensa escrita en Chile,  sus características y  los niveles de lectoría que hay, no podemos hablar de diarios de gran impacto popular, pero tampoco podemos desconocer que incidan en la gente, porque ellos pautean a la elite política y empresarial. Por  lo mismo nos  parece muy sano que se sepa cuál es la historia de ese poder que parece hoy día determinar qué existe y qué no existe en la sociedad chilena. Algo que comprobamos trabajando en este documental, es cómo, por ejemplo en la clase política, cuesta encontrar alguien que esté dispuesto a que El Mercurio lo silencie. Y eso da cuenta del poder que tiene. En consecuencia, creemos que es muy bueno desnudar ese actuar, porque habla muy mal de la democracia en Chile que exista un poder fáctico que, por la vía de la auto censura, resuelve qué es tema de agenda o qué no lo  es. Lo anterior  lleva a que sea verdadero un cierto lugar común que se repite entre la élite de este país: “lo que no sale en El Mercurio no existe”. Lugar común que, creemos, es una falacia, porque existe un país muy diverso y apostamos a esa diversidad para que esta historia se conozca y al menos incomode a quienes quieren silenciar estas realidades.

-Se comenta que Edwards trató de impedir que usaran su nombre como título del documental…
-Lo objetivo es que yo inscribí la marca “El Diario de Agustín” en el Departamento de Propiedad Industrial, asumiendo que Agustín Edwards es dueño de una cantidad impresionante de marcas, para lo cual tiene la tremenda oficina de abogados Alessandri. La marca “El Mercurio miente”, la tiene también registrada. Conocimos la historia de unos jóvenes que instalaron un sitio web que se llamaba “El Mercurio miente.cl” y tuvieron que sacarlo porque la marca era propiedad de Agustín Edwards y perdieron el juicio. “El Diario de Agustín” no estaba inscrito como marca, probablemente, porque en El Mercurio nadie le dice Agustín, sino “don Agustín”, pero tampoco está inscrito  “El Diario de don Agustín”. Lo inscribimos y, por confesión de los propios abogados, ellos percibieron tarde esta marca y la objetaron fuera de plazo, por  lo que fue rechazada la objeción y nosotros tenemos la marca “El Diario de Agustín” por 10 años. Esa es una constatación de que hubo una molestia, bastante obvia por lo demás, y el resto han sido rumores que no nos interesan. Suponemos que se puede haber enojado el señor, pero a nosotros, la verdad, nos gustaría que fuera a ver la película, que la comentara en una editorial de El Mercurio si no le gusta, para que efectivamente se diera un debate democrático que hasta ahora no ha existido.

 EL TEMOR DE LOS POLÍTICOS A EL MERCURIO

 – Dices en una columna publicada en The Clinic que El Mercurio goza de una “comodísima y glamorosa impunidad”. ¿A qué atribuyes esa impunidad de la que gozaría?
-Creemos que la impunidad existe en la medida que está probado que participó en numerosos montajes y mentiras a través de la historia, de distinto calibre. Una cosa es manipular información y otra,  es participar en montajes para encubrir crímenes donde hay muertos, desaparecidos, torturados, por lo tanto la impunidad es evidente. Ahora, ¿por qué esa impunidad?… Probablemente se lanzó un manto de silencio sobre esa historia, porque para quienes estaban en posiciones de poder resultó más cómodo entenderse con El Mercurio y establecer un cierto pacto de no agresión, y eso tiene un costo, muchos costos diría yo, y el principal es que no hay una prensa pluralista y que la prensa escrita esté desprestigiada. Yo no sé a cuántos jóvenes, a cuántos trabajadores les importe de verdad lo que opine la prensa escrita. Creo, además, que ha cambiado el paisaje de información y que a través de múltiples medios y sobre todo por medio de la red, la gente se arma su propia opinión, si no,  no se explicaría que en los últimos 50 años no se ha elegido ningún gobierno proclive a las posiciones de  El Mercurio. Esta modesta colaboración nuestra apunta a que, por lo menos,  se haga un proceso simbólico a esa impunidad.

– Pero, en qué se expresa  este poder simbólico de El Mercurio si, en lo concreto, la gente no hace lo que El Mercurio quiere, y la prueba son los gobiernos de la Concertación que han sido elegidos contra los deseos de ese diario…
 -Lo que pasa es que la historia es compleja y El Mercurio fue un actor decisivo en el derrocamiento del Gobierno de Allende y en la destrucción de la democracia y fue un sostén de la dictadura hasta el final. En su etapa anterior  había tenido vaivenes y jugó en algunos momentos roles más progresistas o más conservadores, pero eso cambió  radicalmente de  los años 60 en adelante, coincidiendo con la administración del actual Edwards. Creo que el diario se acomoda a las circunstancias y tal como lo hizo antes, trata de adaptarse, pero intenta seguir influyendo para que el curso de la historia y la política chilena vaya por el carril que su dueño quisiera. Que lo logre o no, ya no depende sólo de  El Mercurio, pero es un poder y opera como un poder.

-The Clinic publicó un artículo donde se le preguntó a diferentes personalidades si alguna vez se habían indignado con el Mercurio. La mayoría de los encuestados eludió  la pregunta y otros se hicieron los lesos. Pensando en el documental, ¿cómo te explicas esa reacción?
– Algunos tienen intereses económicos, porque para muchos es importante la red que les permite El Mercurio, necesitan Economía y Negocios; otros porque han entrado en un juego de entendimiento con El Mercurio. Hay que pensar que El Mercurio, tal como lo definen sus gerentes en la película, es más que un diario, es una institución que opera en la sociedad chilena hacia el mundo académico, hacia el mundo juvenil, hacia el mundo de la cultura y desarrolla iniciativas, por ejemplo, como Paz Ciudadana, como País Digital, donde ha cooptado a personajes que incluso fueron ministros de Salvador Allende. Ellos están cómodos en eso y, por lo tanto,  si tú les preguntas si alguna vez se han indignado con El Mercurio, les crea un incordio con el señor Edwards. Y ciertos  políticos a los cuales les gusta mucho la pantalla, la foto, el protagonismo de cualquier tipo, tampoco están interesados en ser francos con lo que seguramente piensan. Creo que lo que hizo The Clinic es una buena fotografía de lo que es hoy día la élite chilena.

“El libre mercado de la prensa es una falacia”

-Ahora, no te parece curioso que no haya sobrevivido una prensa alternativa al Mercurio, porque aparte de La Nación, que no le queda otra que practicar un cierto equilibrio informativo, no se ve la presencia de un periódico que tenga un peso equivalente en la sociedad chilena al que alguna vez tuvo La Época, por ejemplo. ¿A qué atribuyes  el fracaso de los medios que han tratado de competir en influencia con El Mercurio?
– Es quizás uno de los corolarios de conversación de esta película. Mi percepción es que lo que tú señalas es quizás el punto más negro y más pobre del desarrollo democrático de Chile desde que cayó la dictadura. Ahora, ¿por qué?… Derechamente desde el Estado democrático chileno post dictadura, hubo una omisión, en cuanto a incentivar y estimular el pluralismo, la diversidad, sobre todo después de 17 años de dictadura, donde no operó el mercado, sino los fusiles, donde El Mercurio fue salvado de la quiebra por créditos que después se licuaron. Los gobiernos de la Concertación en su comienzo obviaron eso y no hubo una política activa del Estado para equilibrar la prensa a los niveles al menos que existían antes del Golpe de Estado, cuando había una prensa muy diversa, y es cosa de mirar los niveles de lectores que tenía cada uno de los diarios. Por la polarización que había uno puede ser muy crítico a cómo se informaba desde todos los sectores, pero Chile parecía un país de verdad: es lo que hoy día uno puede ver en países donde hay grandes grupos económicos, pero también hay otra prensa, como en Argentina, como en Bolivia, como en Uruguay, como en República Dominicana. Chile es una excepción. Una lamentable excepción. Y si no sobrevivieron esos medios y murieron los que nacieron durante la dictadura tiene que ver con que había una cancha absolutamente desequilibrada para competir en el mercado, porque ha sido una falacia la libertad del mercado en el mercado de la prensa: si fuera así no existiría ni El Mercurio ni La Tercera, porque habrían quebrado. Tendrían que haberlos inventado de nuevo. Y creo que  los gobiernos de la Concertación avalaron ese cuadro y hoy día lo lamentan cada vez que están en una situación política compleja, o cada vez que El Mercurio les da como caja con cualquier tema, como lo hace habitualmente. Esas son las raíces del problema, pero no tenía que ser fatalmente así.

– De qué manera aporta este documental al fortalecimiento de la democracia en Chile….si es que se le puede pedir algo semejante a un documental…
– Creo que no sólo este documental, sino todas las creaciones en el mundo audiovisual  o escrito que transparentan esas relaciones, que develan como operan los poderes hacen una contribución. Probablemente, sería muy difícil que se volvieran a hacer esos montajes, pero este tipo de materiales  le enseñan a las generaciones jóvenes… y a mí me ha impresionado mucho el impacto que hemos percibido en periodistas jóvenes a los que les hemos mostrado la película: han visto  los niveles a los que se puede llegar cuando  no existe la libertad de prensa y se  manipula impunemente los medios.

-¿Crees que ese lema que es casi un dicho popular a estas alturas de que “El Mercurio miente” sigue teniendo vigencia en la actualidad?
– Hoy día es más difícil mentir, porque hay democracia y porque no es impune la mentira, pero nosotros, por ejemplo, tenemos un sitio web y un facebook para recoger la opinión de la gente sobre este tema y nos hemos encontrado  con historias anecdóticas, como la de muchos mensajes de jóvenes secundarios que cuentan cómo El Mercurio cubrió la toma de un colegio durante la movilización de los pingüinos, son cientos de episodios que no tiene la gravedad de los montajes, porque no hay muertes ni casos  criminales de por medio, pero creo que le pesa y le pena a El Mercurio ese dicho:  es casi un chiste que cuando algo no pega se dice  “y  bueno… El Mercurio miente”.

-¿Tú crees que hay alguna esperanza para poder equilibrar el poder de esta prensa, en internet, en los sitos web, en los portales, o en el llamado “periodismo ciudadano”?
– Creo que hay una tendencia a que salvo en las estructuras de poder, la prensa escrita o los grandes medios no jueguen un gran rol. Pero no es de corto plazo. Porque, por ejemplo, a diferencia de los diarios,  la televisión tiene una influencia masiva, que se hace mucho eco en su manera de informar e incluso en sus pautas de lo que resuelven estos grandes medios escritos. Un  periódico como El Mercurio lo  podrán leer 100 mil personas, pero le llega a millones, porque los equipos de prensa se pautean mucho por lo que aparece en los grandes diarios. La Segunda en la tarde vende muy poco,  sin embargo pautea las emisiones de radio y televisión. Entonces, creo que tiene un poder que no se puede despreciar y, sobre todo cuando la política es un espacio donde las mayorías tienen un rol más bien pasivo, de alguna manera siguen resolviendo el devenir del país.-

Noviembre 4, 2008
* Fuente: Observatorio de Medios

Compartir:

Artículos Relacionados

Deja una respuesta

WordPress Theme built by Shufflehound. piensaChile © Copyright 2021. All rights reserved.