«No piden perdón, no existe el arrepentimiento. Sean civiles o militares»
por Roberto Garretón (Chile)
17 años atrás 8 min lectura
La República. Lunes 14 de Julio de 2008
Jurista. Con el doctor Roberto Garretón, activista chileno por los derechos humanos
Las dimensiones de la impunidad sin Pinochet
Existe una dimensión penal, otra política, otra moral y otra histórica de la impunidad, sostiene el jurista chileno Roberto Garretón, protagonista de la recordada Vicaría de la Solidaridad, el organismo de derechos humanos que enfrentó y denunció al régimen del general Augusto Pinochet.
La impunidad en Chile. "No piden perdón, no existe el arrepentimiento. Sean civiles o militares".
Roberto Garretón. Propone una asamblea constituyente en Chile para terminar con la impunidad en su país.
Ha pasado mucho tiempo desde aquellos días en los que Roberto Garretón corría de un juzgado a otro intentando lograr la libertad de un preso político de la dictadura de Pinochet, pero él no olvida sus tiempos en la Vicaría de la Solidaridad, el organismo de derechos humanos que logró denunciar al mundo los crímenes del régimen militar chileno.
Garretón fue entrevistado por LA REPUBLICA en París, cuando participó de una conferencia internacional sobre la situación política en Chile, donde impulsa un insólito mecanismo para convocar a una asamblea constituyente que cambie la carta magna creada por la dictadura y aún vigente en su país.
El activista por los derechos humanos se mantiene informado de la realidad política uruguaya y considera que, como en Chile, Uruguay debe eliminar las normas creadas como consecuencia de las dictaduras, para terminar con una impunidad que define en cuatro dimensiones: penal, política, moral e histórica.
Desde Pinochet a Bachelet
–¿Qué recuerdos tiene de aquel trabajo en la Vicaría de la Solidaridad durante la dictadura chilena?
–Lo más importante que yo hecho en mi vida fue trabajar en la Vicaría de la Solidaridad. Los proyectos que hicimos fueron cambiando. Primero fue tratar de sacar libertades a los presos de la dictadura, sin pensar que existiría un proyecto de futuro. El proyecto surge después, con el objetivo de propiciar una sociedad justa donde se respeten los derechos humanos. Era algo intuitivo, no lo hablamos así. Hubo una reflexión posterior sobre lo que hicimos. Era un proyecto humanitario que se fue desarrollando en un proyecto político, como tiene que ser…
–La humanidad es política…
–Exactamente, yo defino los derechos humanos como un proyecto político universal. Así se define en la Declaración Universal, como un ideal común en el que todos debemos esforzarnos.
–Y si de aquel pasado lo trajera al Chile de hoy, bajo el gobierno de Bachelet, ¿para dónde miraría?
–Miro hacia atrás. Yo no tengo esa imagen tan negativa de los gobiernos de la concertación que otros tienen. Miro con enorme satisfacción que no hay dictadura. Y eso para mí ya es muy importante. Pero, ¿es la democracia que queremos? No, evidentemente no es la democracia que queremos. Cuando nosotros en la Vicaría de la Solidaridad comenzamos a soñar con un futuro democrático pensábamos en una sociedad solidaria y no en una sociedad ruin, pensábamos en una sociedad donde el tema de base para la sociedad era el respeto a los derechos humanos. Montesquieu no utilizaba esa frase. Hoy en día cuando hablamos del contrato social nos referimos al acuerdo de hacer respetar los derechos humanos en todas las naciones. Para que todos coman, para que nadie torture, para que todos accedan a la educación y la salud. A mí no me sirve una sociedad cuyo proyecto es constituir un ejército.
Dimensiones de lo impune
–¿Qué queda desde aquella dictadura a este gobierno…
–Que es mejor…
— … por mejorar?
–… y sobre todo es mejorable…
—¿Lo que?
–La impunidad… Yo miro la impunidad en cuatro dimensiones… Hay una impunidad penal, jurídica, de los que cometieron crímenes. No hablo de 'delitillos', hablo de crímenes contra la humanidad que están perfectamente definidos hoy en día y constituyen una cuestión moral universal. Esos crímenes no pueden quedar impunes penalmente. Deben ser castigados luego de un juicio justo. Esa es la primera.
–¿Cuál es la segunda dimensión?
–Es la impunidad política. La dictadura no fue la obra de un grupo de comandantes en Chile y 629 asesinos. La dictadura fue una obra de mucha otra gente. De economistas, de abogados, de curas, de intelectuales, que la legitimaron y de empresarios que se enriquecieron con ella. Aunque no hayan ido a buscar a nadie, no hayan torturado, no hayan matado, ellos legitimaron la dictadura y deberían tener algún tipo de penalidad política, por ejemplo deberían ser inhabilitados para ejercer cargos públicos por 30 años o por toda sus vidas.
–¿Y la tercera?
–La impunidad moral. Cada criminal que ordenaba un crimen y cada criminal que ejecutaba un crimen, se creía un salvador de la patria. 'Lo hago por la patria… Estoy salvando a la patria… La patria estaba en peligro… Nosotros estamos con la conciencia tranquila de que no hicimos nada malo'. Eso no es cierto y hay que demolerlo con legislación en derechos humanos, con monumentos a las víctimas, con libros e investigaciones periodísticas, etc. De modo que la verdad vaya manchando sus conciencias…
–Una condena moral…
–Sí, una condena moral que también tiene que ir en contra de la cuarta dimensión de la impunidad: la impunidad histórica. Todos estos tipos quieren estatuas, y a caballo si es posible.
–Aunque nunca hayan montado…
–Sí, y la quieren junto a la de Artigas o la de O'Higgins. Pues, no. Hay que colocar placas en las calles, que digan que aquí nació fulano de tal que allí fue secuestrado, que ahí fue torturado y acá fue muerto fulano. Que exista una memoria colectiva, que se escriba la historia, que haya museos. Que se denuncie la cultura de la impunidad y se rechace la violencia, con la condena histórica.
La medida de lo posible
–¿Por qué considera que para contraponer esas cuatro dimensiones de la impunidad, es necesaria una modificación de la Constitución en Chile?
–Hubo esfuerzos en los cuatro gobiernos de la concertación. Hubo un esfuerzo de verdad en el gobierno de Patricio Alwyn con la Comisión de Verdad y Reconciliación. También hubo un esfuerzo tardío de Ricardo Lagos con la Comisión sobre Prisión Política y Torturas… Pero ninguno impulsa la justicia. La frase papal de Alwyn fue 'Justicia en la medida en que sea posible'.
–¿Eso cambió con la justicia internacional, con Baltasar Garzón?
–Sí. Gracias a que los jueces españoles y británicos tomaron preso a Pinochet, fue que los jueces chilenos cambiaron y hoy tenemos a 629 militares bajo proceso. Las causas las impulsa el Estado chileno, no su gobierno, y hay una buen trabajo de una Comisión de Derechos Humanos del Ministerio del Interior que es el que denuncia, pero con un bajo perfil y sólo a los efectos de encontrar a los desaparecidos.
–¿Pero…?
–Se hace cero contra la impunidad política. Yo te invito a ver los currículos de muchos parlamentarios en actividad en Chile. Son viejos y parece que hubieran nacido luego de la dictadura. Esconden su pasado, pero no están arrepentidos de lo que hicieron. Llegan incluso a estar orgullosos de eso… Es algo absurdo. Cero contra la impunidad política, cero contra la impunidad moral. No piden perdón, no existe el arrepentimiento. Sean civiles o militares.
–¿Tampoco en la impunidad histórica?
–Ahí hay avances, pero queda muchísimo por hacer. Increíblemente, quien ha hecho un reconocimiento fue el Ejército, que admitió que se violaron los derechos humanos y que eso no debía ocurrir nunca más. Pero los civiles, nada. El Poder Judicial tampoco ha pedido ningún perdón, aunque está mejorando su conducta.
ABOGADO Y ACTIVISTA, PROCESADO POR PINOCHET
Roberto Garretón es un abogado chileno, activista en derechos humanos, que ocupó la jefatura del área jurídica de la Vicaría de la Solidaridad en los años de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1989). La Vicaría de la Solidaridad fue creada en Chile por el Papa Pablo VI luego de que el régimen militar prohibiera la Comisión Pro Paz en la que se habían unido las iglesias católicas, protestantes y judías de Chile. Garretón fue procesado por orden de un juez militar en 1987 acusado por un artículo que publicó en relación a las violaciones a los derechos humanos. En 1997 fue comisionado por el secretario general de Naciones Unidas para evaluar la situación en la República Democrática del Congo (RDC) y su informe preveía la gravedad del conflicto y la posibilidad de que derivara en una guerra continental.
SIN CAMBIOS TRAS LA DICTADURA
"Todos los países cuyas dictaduras aprobaron una Constitución, la derogaron. Así pasó en Brasil, en Perú, en Paraguay, en Salvador, en Guatemala, en Panamá… Chile es el único que no ha cambiado la constitución de la dictadura. Esa constitución fue hecha por Pinochet y por los pinochetistas para regir hasta la perpetuidad. Impone normas para hacer imposible modificar el proyecto político interno que tiene esa constitución… Yo estoy metido en un proyecto que esta inspirado en lo que se hizo en Colombia en 1890 cuando se les ocurrió incluir en las elecciones una papeleta extra en la que pedían una asamblea constituyente. Esas papeletas no fueron consideradas en el primer escrutinio, pero las apoyó el 80 por ciento de los votantes y el gobierno debió llamar a una constituyente…"
FIRMAS Y CADUCIDAD EN URUGUAY
'Yo creo en el derecho más que en las leyes. Pienso que la sociedad civil uruguaya tiene que hacer ese esfuerzo para juntar las firmas que permitan la anulación de la ley de caducidad. Es muy importante, porque creo que el derecho internacional ya ha demonizado estas leyes de amnistía, de punto final, de obediencia debida, de caducidad, de pacificación nacional o como se las quieran llamar. Todas han sido declaradas nulas e inaplicables. Los jueces tienen que decidir que entre las leyes internas y las convenciones de derechos humanos tienen que primar el derecho internacional."
Crysol
Asociación de ex Pres@s Polític@s del Uruguay
Lorenzo Carnelli 1294. Telefax: 418 3017
Montevideo.Uruguay
e-mail: crysol2003@yahoo.com.ar
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