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La revolución del libro en Venezuela

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Enviada por el gobierno venezolano a participar en la Feria del Libro de Argentina, la licenciada en Literatura Giordana García presentó esta ponencia en el Centro Cultural de la Cooperación el martes 29 de abril, en un acto organizado por la Embajada de Venezuela. El interés que reviste no está solo en su valor conceptual, además en la información que aporta sobre el embate cultural que la "revolución bolivariana" intenta contra la hegemonía de valores capitalistas instalada en el país caribeño. La charla fue a dúo con el joven historiador Jonathan Montilla, del Centro Internacional Miranda; ambos, Giordana y Jonathan son dos productos intelectuales originarios del proceso transformador que vive Venezuela: sus vidas públicas son casi las mismas que lleva vivo el proceso revolucionario. Allí radica el doble valor de estas reflexiones de Giordana. Ella es la Generata General de ediciones de la editorial estatal El Perro y la Rana.(Modesto Emilio Guerrero)

En Venezuela estamos ante una verdadera revolución del libro. Hoy, ante la imposición tecnológica de formatos virtuales y electrónicos, las trasnacionales del libro apuntan cada vez más a la asunción del libro mercancía, garante de ventas seguras y transmisores de valores nulos, ramplones y netamente transitorios.

Los best seller, la llamada autoayuda, los libros de fácil y reaccionaría posición política, o la literatura infantil de costosísimo formato y poco contenido abundan en las librerías y ferias internacionales del libro. Pareciera que la literatura se ha convertido en un motivo de incrementar caudales económicos y reducir los campos del pensamiento a un discurso mercantil-derechista. Revolución entonces significa ruptura, urgencia, acción; volver a entender la literatura y el libro como canales de autorreconocimiento, de debate y de pensamiento crítico. 

El habla hace la cultura, entendemos el mundo cuando lo nombramos, intercambiamos con los nuestros y con los otros a partir de la palabra y construimos sistemas de percepción de la vida y de la muerte a través de la creación de tejidos significantes, llámense textos. La literatura se hace todo el tiempo: cuando creamos giros de la lengua, expresiones más acordes con lo que necesitamos expresar, cuando narramos una anécdota o recordamos un sentimiento; la literatura es arraigo, permite que nos conozcamos, evita el aislamiento, y de esta manera deja que seamos en el otro, reconociéndolo. Útil y dulce, como quería Horacio, el libro es el arma para crear de nuevo nuestras relaciones con la sociedad y el individuo, arma desalienadora y esclarecedora, en ella encontramos la  vía para transgredir el orden opresor y construir un sistema igualitario de  hombres y mujeres nuevos.

Ante la necesidad de accionar de una vez por todas los dispositivos de la avanzada, nace La Editorial estatal “El perro y la rana”, ya incipiente desde el Consejo Nacional de la Cultura de Venezuela en el 2005 y realidad viviente hoy, cuando los títulos de autores nuevos o ya no editados, de clásicos y contemporáneos o novísimos, son editados en Venezuela y marchan alrededor de Latinoamérica a través de ferias o maletines de viajantes lectores.

En El perro y la rana siempre ha despuntado el criterio patrimonial sobre el exclusivamente estético, es decir, más allá del típico libro de consagrado, apegado a la idea aquella de la vieja Europa de que la alta literatura es una de las "bellas artes" y todo lo demás es popular, profano o folklórico, el valor que llamamos patrimonial busca rescatar los significados que se transmiten en el día a día de la gente, aquellos que nos unifican en la diversidad y nos permiten generarnos identidad. El fin neurálgico de El perro y la rana es animar a la gente a escribir, y, sobre todo, a leer. Son libros orientados a todos los lectores, sin distinción de absolutamente ningún tipo. En Venezuela, quien no quiera leer un libro de El perro y la rana, está siendo objeto de su propia autoexclusión (algo común en los predios de las altas esferas de la crítica elitista venezolana).

Nuestro país ha sufrido durante años de la miopía academicista, experimentada por la crítica más rancia y apoyada por los grandes medios de "información", siempre hambrientos de dádivas.  Un círculo onanista de lectores y escritores se había erigido como senado enjuiciador todopoderoso, llevándonos a la más absoluta pusilanimidad crítica. El panorama de las letras se ajustaba a un par de nombres y algunos grandilocuentes recuerdos, parecía que la literatura venezolana no conocía mas que a Andrés Bello, al traicionado Andrés Eloy Blanco y por supuesto, al nunca bien confrontado y renovado Rómulo Gallegos; los maestros de escuela repetían insistentes la consagración ecuménica de una pequeña pléyade y el resto… puro folklore, imaginería, literatura menor, o simplemente, no natos.

La experiencia de El perro y la rana ha demostrado que la escritura en Venezuela no es cosa de unos pocos, en cada terruño habitado existen venezolanos escribiendo, entrelazando  ideas y emociones que nos hablan de un nosotros realmente plural, historiando pueblos, comidas, creencias, música, arte, anécdotas. La irrupción de riquezas regionales y locales no ha cesado de plasmarse a través de la escritura, la transmisión oral y la lectura; porque sí, la gente sí lee, y cada vez más, la gente sí entiende y sí crea. Vergüenza ajena da tener que recordárselo a una clase media poseedora de títulos universitarios y cargos gerenciales cuyo criterio parece estar cocido a los pantaloncillos de Micky Mouse.

La experiencia del El perro y la rana enseña que podemos crear instituciones acordes a los cambios que queremos, sin subestimar las fallas y los errores cometidos, depurando y mejorando en  la medida en que el poder popular lo requiera, pues no debemos olvidar que todas las instituciones públicas son eso: públicas, es decir, del pueblo, del poder del pueblo y nunca más de una nueva élite o buró. La participación de todos debe estar garantizada desde la base, y nuestro esfuerzo editorial la conjuga llevando los libros a las parroquias, creando imprentas regionales con participación de voceros de consejos comunales, incrementando los tirajes y dándole espacio a todos.

Nunca antes tantos venezolanos leyeron juntos el mismo libro, nunca antes fueron escuchadas y escritas sus propuestas. Venezolanos discutiendo la Constitución de la República, pensando en su mejora, proponiendo y criticando artículos, argumentando y generando conclusiones acerca de su presente y futuro, todo gracias  a la lectura, es una muestra insoslayable de la fuerza y la vigencia social que hoy envuelve al libro en Venezuela.

La necesidad de fortalecer la revolución desde la conciencia individual, desde la asunción de responsabilidades colectivas que nazcan desde una ética desarrollada a la luz del socialismo, se ve cimentada en la producción de libros con contenidos que insten a la reflexión y la pluralidad, la lectura juega un papel protagónico en la movilización progresista hacia la forja del nuevo ser venezolano y latinoamericano.

Las generaciones más recientes, proclives a formarse únicamente a través de los discursos de consumo masivo, tejidos desde el interés monocorde del mercado, buscan maneras alternativas de acercarse a sí mismos y a los otros, de entenderse desde la pluralidad, y, sobretodo, desde el pensamiento crítico. Ante la continua embestida cultural del imperio estadounidense globalizado, Latinoamérica se alza en búsqueda de la unión de fuerzas y culturas, lo que parece ser un "giro a la izquierda", parcial pero fructífero, ha devenido en reuniones y organizaciones preocupadas, muy alarmadas y prontas a la acción cultural. Los Foros sociales por la paz, los encuentros de intelectuales y pueblos no han dejado de producir manifiestos y políticas de acción alternativas. Se ha entendido que el imperio ataca desde la casa. La televisión, los diarios, las racistas tapas de los alimentos y productos de limpieza, la música implantada made in Miami, etc. están siendo los actuales pedagogos de nuestros pueblos, y no queda sino contrarrestarlos mediante las mismas vías: generar discursos, abarrotar de contrainformación la calada mentira mediática, inventar formas no convencionales de comunicar, para nosotros sí desde la entraña, desde lo cierto y necesario que es cambiar para no perecer. El libro, la lectura y las artes en general, deben ser eso: múltiples modos de destruir tanta bazofia cultural, tanto amarillismo emocional, tanto deseo atrofiado y liberar alfín la voluntad creadora que cada sujeto puede generar. Eso sería revolución. Revolución es indisociable de estética, así como de vida.

El filósofo venezolano Ludovico Silva, desde la más sentida reflexión nos sigue diciendo: "El verdadero arte es revolucionario, trae algo nuevo, genera otra forma de existencia, una 'expansión de la conciencia'. La revolución comienza por el desarrollo de la sensibilidad…".

Desde la Editorial El perro y la rana, hemos asistido a una explosión escritural  y lectora. Cada vez son más los autores inéditos que consiguen un lugar para ser leídos, y más los lectores, que luego de un profundo trabajo de alfabetización nacional, acceden y buscan buena literatura. Revistas de crítica y reflexión social como A plena voz, Día-Crítica o Memorias de Venezuela son difundidas por todo el país, las respuestas han sido contundentes: pueblo lector que participa e incluso escribe en estas plataformas, son revistas abiertas a toda pluma que piense y sienta desde la crítica y la lucha por socializar la información. Más de 1000 títulos editados por El perro y la rana en poco más de dos años, de los cuales por lo menos 400 son de autores inéditos, antes marginados por la editoriales de élite o de academia, más de 50 librerías estatales distribuidas por todas las provincias venezolanas, donde los libros del El perro y la rana son vendidos entre 1 y 5 bolívares fuertes, es decir, entre 0,50 y 3 dólares,  así como el fortalecimiento pujante de las bibliotecas públicas del país, la creación de una Distribuidora venezolana del libro y de la Imprenta Cultural, son logros que van dejando una impronta en el desarrollo ético y estético del venezolano. Avanzamos ahora hacia la creación de un gran Plan Nacional de Lectura, que refuerce la relación entre la producción del libro y la participación del lector, apuntando al incremento incesante de la acción cultural como primer bastión para la defensa y la autonomía de los pueblos.

La unión latinoamericana, la transformación de las fronteras en umbrales, en puertas hacia los otros que dejen circular libremente los saberes ancestrales y contemporáneos de cada diversidad, debe ser ahora más que nunca, el norte de nuestros países, si queremos consolidar y concretar las luchas emancipatorias que nunca hemos dejado de librar.

Para terminar, invito al regocijo, al optimismo, pues sin duda el libro ha cobrado en Venezuela y en Nuestramérica toda, un importante papel en la conformación de la revolución, abriendo el camino hacia el socialismo y hacia una manera creativa de construir soluciones.

* Fuente: Diario Vive
             ["Este portal sale sin autorización del Rey Juan Carlos I, el Papa Benedicto XVI y el Presidente de los EE.UU."]

– La Redacción de piensaChile le sugiere visitar el sitio de la Editorial "El perro y la rana"

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