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Benedetti: Vivir adrede

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Insiste el uruguayo, el de Paso de los Toros, el que llegó a la lucha en 1920 y todavía aguanta el combate, en dejarnos entre las manos y entre los pliegues de la conciencia y del corazón preguntas abiertas al amor, a la paz, al futuro que tenemos la responsabilidad de construir. Respuestas inacabadas a los que preguntan por el horizonte, por el dolor o por la muerte y su después. Magnífico, sereno y genial nos entrega una composición en tres actos. Uno de vivir, otro de adrede y el último lleno de cachivaches. Dice el maestro que…Cuando la guerra se disfraza de paz, es la peor de las paces. Invade como ayuda, pero deja cenizas por donde pasa y muertes por doquier. La paz se vuelve hipócrita, los mansos no le sirven. Agrede a los otoños y les pisa las hojas…La paz nueva, la otra, la que es nuestro signo verdadero, conoce quiénes somos y nos hace mejores. Y algo que no es secreto: la paz nunca se disfraza de guerra y sólo a ella el corazón la acepta y la recibe con latidos, que son como un abrazo.(…) En leer más dejamos perlas y algunos cachivaches. No se priven.

De Vivir

64. Aleluya
Aleluya. El tiempo pasa y yo sigo viviendo, con los dolores y las ausencias de siempre pero sigo viviendo. Con la suerte y la muerte a la vista, con las golondrinas y los buitres, con el alma en pena y la cordura casi loca, con las cenizas del olvido y el pan duro de las promesas. Pero sigo viviendo.

Aleluya. En alguna rara ocasión mi soledad se llena de prójimas y mis brazos abrazan y abrasan. Mi memoria viaja de noche en noche; mis jardines, de amanecer en amanecer.

De todos los puentes cruzo el más frágil: el que une tu desolación con mi consuelo, y mi consuelo con tu desolación, Acaricio los pinos antes de que en el próximo vendaval besen el suelo.

Aleluya. Cuando encuentre la verdad aún estaré a tiempo para llevar mi infancia conmigo y clavarla luego como un afiche en la pared de la cocina. Nos vamos para volver; volvemos para irnos de nuevo. El tiempo es un viaje de escalas infinitas donde aprendemos y enseñamos algo.

Aleluya. Piso tantos umbrales que los pies desnudos me arden. Desde esos umbrales imagino el infierno, pero de pronto recuerdo (aleluya x 2) que soy ateo, tanto de Dios como del diablo.

Vivir aquí, en los arrabales del universo, no está tan mal. Dos por tres vienen pájaros curiosos, con su experiencia del espacio, y acaban colgándose en un crepúsculo de árboles. Crecimos en un exilio de la esperanza, sin advertir que era un exilio de la nada.

Aleluya. La nada también puede ser todo y los otros también pueden ser nosotros. Si la tristeza nos empapa con su lluvia, digamos aleluya aleluya, primero despacito y luego en alarido, para que al fin nos encierren, así sea medio por az

De Adrede

1. Todo es adrede
De todos los tiempos, los viejos y los nuevos, quedan virutas de la vida. A pesar de las tropas invasoras, de las religiones que bendicen las guerras, de los profesionales de la tortura, de los imperios del asco, de los amos del petróleo, del fanatismo con los misiles. A pesar de todo, van quedando las virutas de la vida. A ellas nos abrazamos y encomendamos, con ellas nos nutrimos nuestra endeble conciencia y alimentamos sueños y ensoñaciones.

Todo es adrede, bien lo sabemos. Desde el maleficio de las drogas hasta el desmantelamiento de la juventud. Todo está destinado a que no creamos en nosotros mismos y menos aún en el prójimo indefenso.

Nos obligan a vender por peniques el patrimonio virgen, y en el mercado de cambio compran sentimientos con promesas. Todo es adrede: los celos y el recelo, sospechas y codicias, odios en desmesura, el rencor y la pugna. La consigna es someternos, mentirnos el futuro, reconocernos en nada.

Todo es adrede y por eso construyen ideologías/basura donde intentan moler las virutas de la vida. De la vida. La nuestra. Ah, pero no podrán. También nosotros creamos nuestro adrede. Aposta lo gastamos. Y adrede ya sabemos cómo sobrevivir.

De cachivaches

13
Los médicos cubanos han curado tantas cataratas, que deberían ocuparse de las del Niágara.

15
Se dice que aquellos pontífices que bendecían cañones, padecían insomnios evangélicos.

21
Los pordioseros piden por Dios y por Eros.

51
En los perdones, siempre hay una pizca de hipocresía.

78
Los ascensores suben al décimo piso y luego vuelven a planta baja, pero nadie los llama descensores.

Vivir adrede. Publicado en Alfaguara en 2007. Si pueden, no se priven.

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