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El Factor Bobby Sands en la Ecuación Mapuche

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Hace 25 años atrás, el 5 de Mayo de 1981, se le empezaron a morir a los ingleses un grupo de prisoneros irlandeses republicanos del IRA.

El primero fue Bobby Sands, un líder del IRA (Irish Republican Army), quien había comenzado su protesta 66 días antes. Bobby Sands, con cuatro años ya cumplidos de una sentencia de 14 años por posesión de armas de fuego, muere el 5 de mayo.
Y a partir de esa fecha, hasta el 20 de agosto, con una regularidad horrible, cada cierto número de días, mueren, uno a uno, nueve prisioneros políticos más.

La semilla de la rebelión de los prisioneros –lo comenta la BBC– germinó cuando el gobierno británico decidió cambiar su política carcelaria y tratar a los presos políticos irlandeses como criminales comunes y corrientes, gracias a las recomendaciones del “Gardiner Comité” creado para enfrentar (derrotar) la rebelión en Irlanda del Norte. Era la teoría de la mano dura, de la inflexibilidad.

Los prisioneros irlandeses que siempre se vieron a sí mismo como “prisioneros de guerra” de los invasores– pedían poco: el derecho a vestir sus ropas personales, a no ejecutar trabajos de prisión obligatorios, a asociarse libremente con otros irlandeses republicanos, a facilidades educacionales y de recreación, y a la restauración de un sistema de reducción de sentencias que el gobierno británico había suspendido. Irónicamente, estas facilidades y condiciones habían existido hasta el endurecimiento de las políticas de sistema carcelario.

La resistencia irlandesa había comenzado en marzo de 1976 con la protesta de las frazadas, y había culminado el 27 de octubre de 1980 con siete hombres empezando la primera huelga de hambre.

Pero los huelguistas irlandeses habían suspendido esta primera huelga de hambre, luego de 53 días. La razón era simple: los ingleses habían engañado a los huelguistas.

Margaret Thatcher, la amiga substancial del general Pinochet, en realidad nunca había considerado negociar con los prisioneros. Su declaración, anotada por la BBC, fue simple en sus términos y ciega en su arrogancia: “Crime is crime, it is not political”

Traduzco del historial de la BBC: “Cuando la huelga de hambre había entrado en su segundo mes, el gobierno de Thatcher, el cual había públicamente rechazado cualquier compromiso, envió un intermediario a decirle a Hughes [el líder de los huelguistas], que un compromiso estaba en la mesa. Con uno de los huelguistas al borde de la muerte, Hughes, se encontró en un dilema, y creyendo en la buena fe del intermediario suspendió la huelga luego de 53 días. Sin embargo, cuando el documento especificando la posición del gobierno llegó a la prisión de Maze, los huelguistas descubrieron que habían sido engañados”

Así, en marzo del 81, Bobby Sands, de 27 años, junto a nueve prisioneros más, toma en sus manos la continuación de esa rebelión comenzada en octubre de 1976, y suspendida a causa de un engaño el 18 de diciembre. Su determinación es hoy en Irlanda del Norte un símbolo central en la historia republicana de rebelión; su muerte, para el resto del mundo civilizado, un llamado de atención ante la inflexibilidad y rigidez política.

Hoy la historia juzga con poco respeto, y menos comprensión, la actitud obsesionada y deshonesta del gobierno británico. Y las consecuencias de estas acciones y de sus engaños no fueron positivas: la violencia aumentó, la simpatía mundial por el movimiento republicano irlandés creció, el Ejército Republicano Irlandés aumentó su número de miembros, y su base política se amplió, ganando poder.

De los que murieron en la huelga sabemos esto: Sólo uno tenía 30 años, el resto era menor. El más temprano en morir duró 46 días y el más tardío 73; la muerte merodea alrededor de los 60 días de ayuno.

Intelectualmente hoy nos damos cuenta que la dureza del gobierno británico no sirvió de nada, excepto para probar que la rigidez, la dureza irracional, y la falta de flexibilidad en el trato aun de condenados son contraproducentes. Gran Bretaña no ganó.

Pero también nos damos cuenta que la muerte de Bobby Sands y sus compañeros de lucha es una advertencia para Chile. Ignorar “el factor Bobby Sands”, y desafiar a la población mapuche con palabras arrogantes, como lo ha hecho el Ministro del Interior, es irracional.

La lección está allí, simple, pero conflictiva y llena de advertencia. A pie de página nos dice que el alma de la política es la negociación, honesta y confiable.

* Fuente: Panorama Cultural

Nota de la Redacción: Si no sabe quien fue Bobby Sands, le recomendamos leer una breve reseña sobre su lucha y muerte a través de este link: Irlanda: Sands, imagen de la resistencia 

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