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Las luces y sombras de un sueño

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Las Luces
Rodrigo Arenas es un joven iquiqueño que hace un año, “buscando su destino”, voló muy lejos, a París. Se fue persiguiendo materializar un sueño que hace años lo desvela: torcerle la mano al destino y a la miseria a fuerza de talento, rigor y disciplina, herramientas indispensables para ganarse un espacio en el  exigente mundo de la música seria.

Atrás quedaron la seguridad protectora de los afectos familiares y el árido paisaje de pampa y mar de su ahora añorada tierra nortina, para incorporarse, pleno de energía y de sueños por materializar, a los avatares de la vida europea, inspirado en ese  maravilloso sentimiento de inmortalidad de los veinte años.

Y como dijo un antiguo filosofo, la pertenencia más valiosa de Rodrigo para el largo viaje no cabía en una maleta, porque  la portaba él mismo: un precoz talento para interpretar la trompeta, y la decisión inquebrantable de “hacer camino al andar” en la más exigente academia parisina.

París, hoy como ayer, como siempre, aunque la Boheme ha muerto, nos dice  la voz nostálgica de Aznavour, debe seguir subyugando a quienes llegan de todos los confines intentando escalar los difíciles peldaños de las diversas expresiones artísticas; y Rodrigo ya ha aprendido,  por experiencia propia, que la ciudad luz no debe deslumbrarlo demasiado como para enceguecerlo y perderse, porque para salir adelante hace falta no sólo el talento, sino también mucha voluntad y corazón.

Las sombras 
Rodrigo nació y se crió en el seno de una familia muy humilde, en el sector norte de Iquique, en la población Jorge Inostroza. La denominada “Jorge”, cercana al barrio industrial, donde se sitúa la seductora y floreciente zona franca de Iquique,  es, como reiterado contrasentido de los tiempos que vivimos, uno de los sectores sociales más estigmatizados del puerto histórico, con preocupantes índices de drogadicción y delincuencia, justamente entre  jóvenes como Rodrigo.

Rodrigo aprendió a leer y escribir en la mítica escuela Santa María de Iquique, que este año conmemora uno de los hechos de represión hacia los obreros del salitre más impactantes de la historia de las luchas sociales de nuestro país.

Junto con el necesario tránsito de la enseñanza formal, y llevando a cuestas las carencias naturales de una difícil subsistencia, en algún momento de su vida Rodrigo descubre maravillado el mundo de la música, e intenta  primero con el piano, y más tarde se interna con entusiasmo en el aprendizaje de la trompeta, y quizá sin saberlo entonces con certeza, en esa inspirada y liberadora decisión, le tuerce también la mano al casi inevitable destino que aguarda a muchos jóvenes como él, iniciando un camino que ya no tendrá vuelta atrás. 

Pero, en el Chile del nuevo milenio, el talento y las decisiones, sobre todo para quienes provienen de las “Jorges”, que proliferan en el país, no son suficientes para abrirse camino en un mundo en que se compite en desiguales condiciones, y Rodrigo tuvo que sentir y aprender temprano que el “crecimiento con equidad” no incluye entre las categorías económicas en boga, quizá por poco rentable, iniciativas de proyectos artístico culturales como el que él encarna.

El sueño
Pero, por fortuna, Rodrigo siguió otros derroteros, y con desafiante perseverancia, y gracias a gestiones personales de quienes supieron apreciar sus virtudes musicales, consiguió una beca para volar a Paris, y ponerse bajo la sabia enseñanza de Eric Aubier, reconocido internacionalmente como un virtuoso maestro de la trompeta: http://www.ericaubier.com  

Por estos días, Rodrigo está de paso por su tierra, en un Iquique que aún no tiene conciencia cabal del potencial artístico de uno de sus hijos. Coincidiendo con su estadía, fue invitado a tocar en la filarmónica de Santiago, junto a músicos experimentados y con trayectoria, en una clara señal que su talento ya se afirma para convertirlo en uno de los grandes de nuestra música clásica.

Pero, como hemos visto, el talento no genera por sí solo los recursos que se requieren para su despliegue y desarrollo. La beca obtenida en Francia le financia a Rodrigo solamente la parte académica, y debe solventar con los escasos medios que puede reunir en un esfuerzo propio y de su familia lo necesario para su alimentación, alojamiento, transporte y vestuario, lo que le ocasiona no pocas dificultades.

Hay que decir que Rodrigo, por sus buenos rendimientos escolares en el colegio tenía derecho a la Beca Presidente de la República. Por su talento, obtuvo también una beca en el Teatro Municipal, pero –por esos absurdos de Chile- ambas becas las pierde al aceptar otra para estudiar en Paris junto a un gran maestro de la trompeta.

El viaje de Rodrigo a Europa, los obstáculos que debió sortear, simboliza la situación de muchos jóvenes chilenos con alguna virtud o talento para el arte, que por no provenir de “buena cuna”, están  prácticamente condenados a perderse.

Jóvenes como Rodrigo,  representan un verdadero llamado de atención a las políticas culturales vigentes en un país que se vanagloria de tener la economía más sólida de Latinoamérica, pero que extrañamente tardó trece años, desde el retorno a la democracia, en crear, a lo menos, una institucionalidad cultural que aún dista de ser en materia de recursos lo accesible que debiera.

Rodrigo, y muchos como él,  merecen nuestro respeto y nuestra ayuda…si creemos en el futuro de Chile…

Pedimos ayuda para Rodrigo. Especialmente para aquellas amigas y amigos que viven en Francia u otro país europeo.

Quien desee cooperar en la búsqueda de caminos para la vocación de este jóvenes le pedimos escribir a redaccion@piensachile.com o directamente al e-mail de Rodrigo:  rodrigotrmpeta@hotmail.com (ojo, que es sin la “o”)

Nota de la Redacción: Actualizado el 14.08.2007, a las 22:08 hrs.

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