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Unir fuerzas: Una idea expect(or)ante o emoliente

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El fenómeno político instalado en Chile desde hace un par de décadas ha comenzado a emitir inquietantes crujidos que podrían ser premonitores de una sacudida mayor que no debe encontrar desprevenidos a los dirigentes de la izquierda auténtica, que es aquella izquierda que fuera condenada a permanecer tras bambalinas en estos últimos 20 años.
El más reciente de estos temblores es el documento Unir Fuerzas para derrotar a la Exclusión aparecido el viernes 13 de este mes de julio y firmado por un sugestivo número de personalidades políticas de la Concertación.
Interesante y hasta alentador… Si no fuera por ciertos baches que lo hacen, si no sospechoso, un tanto inconsistente y hasta con un cierto tufillo oportunista. Mirémoslo con ojo crítico.
No es el primero en estos últimos tiempos. Hace un par de meses se dio a conocer un extenso documento titulado La Disyuntiva, cuyos firmantes, todos de la Concertación, eran todavía más “transversales”, término muy en boga y que a veces se asemeja inquietantemente al de contubernio. Medianamente difundido La disyuntiva  murió rápidamente tragado por un conveniente olvido siendo relegado más bien a un exabrupto de sus firmantes que a una propuesta trascendente.
Como decíamos, hace unos días emergió otro: Unir fuerzas para derrotar la exclusión , nombre largo para una breve proclama de intenciones concretas cuyo destino, a pocos días de publicado, pareciera seguir el mismo camino del mamotreto que le precedió.
Los dos escritos han esgrimido como intención impulsar, al menos en el papel, un cambio en la conducta de la Concertación analizando el momento actual de la coalición gobernante desde dos puntos de vista diferentes, pero ambos sumamente prácticos.

El primero, La Disyuntiva, abarcaba el aspecto económico tomando como palanca la crisis provocada por el fracaso de sistema de transporte capitalino llamado el “Transantiago”, en tanto que aquel que se conoció el fin de semana pasado, Unir fuerzas…, se centra en los problemas políticos derivados de la exclusión de la izquierda agrupada en Juntos Podemos impuesta por el sistema electoral que ideara la derecha pinochetista.
Loables intenciones para ambos documentos que aparecen firmados por algunos personeros de la Concertación que han demostrado tener mayor honestidad ideológica que gran parte de la dirigencia socialista-ppd, los que se han caracterizado por una claudicación vergonzosa ante el neoliberalismo capitalista tan favorecido por los gobiernos de la Concertación.

Entre estos dirigentes de mayor consecuencia, y que se pueden contar con los dedos de una sola mano, están Sergio Aguiló, Marco Enríquez-Ominami, Arturo Martínez y hasta cierto punto Jorge Arrate, perfilado este último como un probable candidato presidencial de la izquierda chilena.
Respecto del resto, entre los que figuran algunos democratacristianos del ala izquierdista de ese partido, gravita cierta duda ante este súbito ánimo unitario luego de casi 20 años de usufructuar de las prebendas parlamentarias y ministeriales que otorga el poder. Esperaremos entonces que ellos prueben, en el campo del honor, la solidez de sus postulados cuando las papas comiencen a quemar en el horno político que se avecina.

Hay que cambiar… para que todo siga igual
La frase está archi manoseada, pero no pierde su vigencia cuando ciertas maniobras parecen vestirse con un marcado color pardo. De ahí que la propuesta contenida en ambos artículos, sobre todo el titulado La Disyuntiva, tengan como molestosa piedra en el zapato, la utilización que ellos hacen de un par de coyunturas bien concretas que no representan una base seria para provocar un cambio radical en el escenario político chileno.
Por ejemplo, el fenómeno básico que motivó la primera proclama fue la crisis del Transantiago, que sacude hasta el día de hoy la popularidad del gobierno de Bachelet, pero que no forma parte de los problemas de fondo que significa un país aprisionado, como lo dijera el propio Sergio Aguiló, “entre dos derechas”. La única importancia táctica del Transantiago para los autores de ese escrito era que había que desvincularse del fracasado proyecto bajándose del microbús antes que el agua llegara a las vías respiratorias si se quería subsistir en este negocio lucrativo de la política chilena.

En el caso de Unir fuerza… publicado recientemente, la cercanía de las elecciones municipales, además de las parlamentarias y presidenciales, todas las cuales se presagian cargadas de nubarrones para la Concertación, hacen sospechar de las verdaderas intenciones que tiene esta “tendida de mano” que hoy se le quiere hacer a la izquierda extraparlamentaria.
Entiéndase que el cuestionamiento que hacemos al documento no pretende dar por hecho que todos los ahí firmantes tengan necesariamente una intencionalidad maquiavélica urdida para asegurar su reelección atrayendo el voto popular de la izquierda extraparlamentaria. Sin embargo, no se puede soslayar la legítima sospecha que nace del costumbrismo politiquero que se estableció como principal modus operandi cuando los principios ideológicos fueron reemplazados por el usufructo público del poder, vicio al que se ha arrastrado a gran parte de la dirigencia de los partidos que alguna vez fueron revolucionarios.

Las razones son bien claras: la alusión que se hace en el escrito a dos elecciones, por una parte la experiencia del Frente Popular que llevó a Pedro Aguirre Cerda al poder y la elección de Aylwin tras el triunfo del “No” en 1988, y el deliberado olvido del triunfo de la Unidad Popular en 1970 que incluyó a un amplio espectro político y social de avanzada, esta exclusión intencional, decimos, de esa experiencia a la que ni siquiera se nombra, demuestra que los llamados que hace este grupo “transversal” a la izquierda extraparlamentaria, no se basan en principios programáticos de fondo que se planteen un cambio diametral en las bases socioeconómicas sobre las cuales se cimientan las injusticias avaladas por la Concertación, sino que lo acerca más a una simple propuesta coyuntural con miras a una situación concreta como lo son los procesos electorales que se avecinan.
Lo hemos venido planteando de manera reiterada también en otros artículos: la situación interna de Chile y el resurgimiento de la izquierda mundial, no aceptan más que una cirugía mayor para este enfermo con principio de autopsia que es la realidad política chilena. Esta suerte de componenda electoral que sugiere el documento que comentamos, en la que se vería favorecido el staff parlamentario concertacionista a cambio de un incierto éxito para los candidatos de la izquierda de “Juntos Podemos”, está muy lejos de ser un atisbo de la recuperación ideológica cada vez más urgente que la militancia socialista y la izquierda que aún queda en la Concertación, espera de sus dirigentes honestos.

¿Qué se plantea en concreto en este documento? Adobado en erráticas promesas y lamentaciones respecto de la necesidad de estructurar un nuevo frente de izquierda, lo que en el fondo sus autores están proponiendo es una variación en la composición del Parlamento que supuestamente sería la panacea para impulsar los cambios que, también supuestamente, la Concertación no ha podido realizar por culpa de las trabas de la derecha en el Senado.
Citemos tres líneas del documento que retratan de cuerpo entero cual es la profundidad de los principios a los que recurren los firmantes para justificar su llamado a la unidad. Dice: “Los desafíos democráticos que enfrenta Chile son enormes. Para superarlos, es preciso derrotar a la derecha en los municipios y en el Congreso y quebrar su veto parlamentario. Lograr ese objetivo tiene un requisito: unir fuerzas”.

Ese es el meollo de este llamado. Es decir, la supuesta unidad con la izquierda auténtica no es para transformar desde sus cimientos una política social y económica que ha entregado al gran capital el usufructo de los dineros que el esfuerzo de los trabajadores ha traído al país, no es para eliminar los grandes negociados de la salud, la previsión la educación, la vivienda, ni para reinsertar a Chile en el concierto de las naciones latinoamericanas que hoy se levantan contra la crueldad del neoliberalismo inhumano, sino que para “derrotar a la derecha en los municipios y en el Congreso" quebrando su "veto parlamentario”.
Alguien dirá “pero claro, si ganamos el Congreso tendremos la mayoría para esas transformaciones”. La manga de ingenuotes (queremos creer que lo son) que firman el documento suponen que ganar dos o tres senadorcitos más hará la gran diferencia en las tribulaciones actuales de las masas empobrecidas del pueblo chileno. ¿Y qué se hará con esa mayoría “ideal” cuando haya que restarle los agentes de la derecha enquistados en la Concertación, con el señor Zaldivar a la cabeza, que han demostrado que jamás apoyarán transformaciones como las que sueñan en el papel “los abajo firmantes”?

Unir fuerzas, pero para derrotar el oportunismo
Es por eso que decimos que el documento despide un persistente olor a oportunismo. Los retrocesos alarmantes que ha tenido la coalición en el gobierno en las últimas encuestas, le auguran un fracaso en donde el único mejor escenario que puede esperar la Concertación es que el descontento se vuelque hacia una apatía electoral abstencionista, es decir que los votos que hasta este instante está perdiendo no vayan a engrosar las arcas de la derecha, lo que sería la hecatombe completa, un riesgo del cual están concientes estos unitarios de última hora.
Hemos insistido en ello y lo repetimos otra vez: es el momento de comenzar a estructurar una verdadera alternativa de izquierda en base a una recuperación ideológica, a un programa auténticamente revolucionario que supere los complejos que dejaran en las fuerzas progresistas mundiales el fracaso del llamado socialismo real en la última mitad del siglo pasado.

Las experiencias nuevas habidas en Latinoamérica en los últimos tiempos, en especial el proceso socialista revolucionario de Venezuela, demuestran que las grandes masas castigadas por la ferocidad del capitalismo afianzado hoy en su nueva fase superior, el neoliberalismo globalizado, van renovando su confianza en el socialismo como único camino capaz de oponerse con perspectivas reales de triunfo a este desgraciado sino al cual el imperialismo quiere condenar a la humanidad.
Chile aparece como el eslabón más débil en este vigoroso impulso de cambios en nuestro continente. No sólo ha habido una claudicación ideológica de los partidos que alguna vez fueron representantes de las mayorías populares, sino que de manera individual, los dirigentes que esbozan críticas al sistema avalado por la Concertación, algunos de los cuales figuran cada cierto tiempo firmando estos documentos, exhiben conductas erráticas que evidencian la debilidad ideológica de sus posiciones, que evidencian la falta de una perspectiva concreta que se plasme en una esfuerzo real por sacudir el statu quo existente en la política chilena.

A manera de ejemplo, el senador Alejandro Navarro, un parlamentario socialista que se ha caracterizado por su pertenencia al sector de los “díscolos” de la Concertación, término también en boga y que parece más bien designar a los taimados que a los objetores de conciencia, aparece de pronto como un puntal más dentro de una manga de reaccionarios, pinochetistas y desubicados que le ofrecen su apoyo en señal de “desagravio” al democratacristiano de palabra y derechista de alma, el senador Adolfo Zaldivar.
El “agraviado”, pasado al tribunal de disciplina de su partido por su labor de zapa minando la Concertación por dentro a favor de la derecha, estaría ofendido porque su organización lesiona su “conciencia de legislador” con ordenes partidarias que son anticonstitucionales.

En cierto modo el agente Zaldivar tiene razón: su conciencia es, sin duda, la de un pinochetista enmascarado y lo que hace no es sino comenzar a quitarse la careta ahora que la Concertación hace agua. Esto lo sabía nuestro inefable senador Navarro, al que se une otro socialista, Gonzalo Martner, cuando fue a prosternarse ante su agraviado colega senador. En fin, es el espíritu del tiempo del que hemos hablado otras veces.
El papel de la izquierda en un nuevo escenario
Definir el papel de la izquierda ahora es una tarea que no admite demoras. Se hace necesario que las bases presionen hacia arriba la concreción de un nuevo frente político para los estratos sociales y económicos que van quedando a la deriva ante la traición de los oportunistas. Hay que plasmar de una vez por todas los pasos concretos que lleven, por ejemplo, a una gran convención de izquierda a la que converjan todas las fuerza organizadas y las figuras políticas dispersas que reconozcan en este frente un referente programático auténticamente alternativo al actual escenario político de “dos derechas” en el que se ahoga la realidad de nuestro país.

Para ello será necesario dejar de lado los eufemismos, los miedos y los complejos frente a los principios esenciales del socialismo, levantar una bandera claramente definida destinada a contraponerse al sistema político y socioeconómico instaurado en Chile, y reinsertar a esta nueva coalición y sus partidos en el concierto internacional de las fuerzas populares que crecen en la lucha latinoamericanista contra le hegemonía del gran capital imperialista.
Mientras ello no ocurra, continuaremos a merced de estos dudosos llamados a la unidad que sólo aportan la confusión del gatopardo a una decisión que no admite más demoras.

* El autor es escritor

Link a los documentos citados:
Al documento La disyuntiva  
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