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Desde el punto de vista moral un asesinato, una obviedad, pero…

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Esto fue lo que escribió La Nación:

Esto es lo que escribe Germán Westphal:

¡PRESIDENTE CHAVEZ TIENE RAZóN! ¡A ALLENDE LO ASESINARON!

Según La Nación del 29 del presente www.lanacion.cl , el Presidente Hugo Chávez criticó a las FF.AA. de Chile en un discurso dirigido a las de su propio país.

En dicho discurso, Chávez afirmó "que la historia del derrocamiento del Presidente Salvador Allende en 1973 […] se debe a la convergencia ‘del imperio norteamericano, la oligarquía chilena, los medios de comunicación, los altos empresarios, las empresas transnacionales, el terrorismo, el golpe de Estado y el asesinato del Presidente Allende (sic), la dictadura, la persecución y el empleo de las Fuerzas Armadas contra el pueblo’."

En esta breve nota quiero afirmar categóricamente que Chávez tiene absolutamente toda la razón, especialmente en cuanto al asesinato del Presidente Allende que menciona La Nación con un "sic", ironizando sus palabras o dando a entender su presunta "ignorancia" sobre el tema.

Sin embargo, si se lo piensa bien, Chávez está en lo cierto pues desde el punto de vista moral, fue un asesinato, algo que muy pocos parecen entender, especialmente aquellos que han "investigado" lo que "realmente ocurrió" en la Moneda ese tan cercano y tan presente día 11 de septiembre de 1973.

En efecto, para un hombre de la ética e integridad política republicana como la que Salvador Allende tuvo, no había otra alternativa que la muerte dada la encrucijada histórica en que fue colocado ese 11 de septiembre de 1973, según se puede incluso leer en el mismo discurso que pronunció ese día. Probablemente alguien como Pinochet Ugarte o Frei Montalva habría optado por el avión que le ofrecieron a Allende pues huir en tales circunstancias es siempre propio de cobardes y traidores –no para Allende.

Lean su discurso de ese día, "pagaré con mi vida la lealtad del pueblo" –¡mierdas! Eso es lo que dice, ¡mierdas de La Nación!

A Allende lo asesinaron los golpistas.

El hecho que haya sido su mano la que pulsó el gatillo es una cuestión irrelevante, puramente circunstancial y consecuencia de una decisión ética frente a la inevitabilidad de la destrucción de las instituciones republicanas, comenzando por la de la Presidencia de la República que él representaba.

Quienquiera que llame "suicidio" a esto, no entiende absolutamente nada de lo que ocurrió ese fatídico día 11 de septiembre de 1973.
Chávez tiene razón.


Dr. Germán F. Westphal
Suscribo esta carta en todas sus palabras
Máximo Kinast

Respuesta de H. Benítez  al  Dr. Germán F. Westphal.
Como, al parecer, me contaría entre aquellos que "han investigado" lo que "realmente ocurrió en La Moneda", puesto que he escrito y hecho publicar recientemente un libro completo sobre el tema,(*) en el que sostengo que Allende se suicidó; lo que según el Dr. Westphal me ubicaría automáticamente entre aquellos que "no entienden absolutamente nada" de lo que aconteció ese día, creo que no me queda otra opción que responder a su afirmación en el sentido de que, "desde el punto de vista moral" el Presidente habría sido asesinado", el 11 de septiembre de 1973.

No quiero ser ni beligerante, ni categórico, en mis opiniones, sino limitarme a unas pocas consideraciones en torno a las afirmaciones precedentes. Creo que ya va siendo tiempo de que en esta discusión dejemos de lado la retórica, las ideas preconcebidas y los recursos a la autoridad. 

En primer lugar, me parece necesario partir distinguiendo nítidamente entre los dos planos de la cuestión: por un lado el de los hechos; por el otro, el de los juicios morales. En el plano de los hechos, hasta donde es posible establecerlo, a partir de las evidencias y testimonios disponibles, aquella tarde del 11 de septiembre de 1973 el Presidente Allende se suicidó, es decir, se disparó a sí mismo, utilizando un arma que a mi juicio no ha sido aún correctamente identificada, con el fin de quitarse la vida.

En el plano de los juicios morales pueden hacerse diferentes lecturas o interpretaciones de dicha conducta. Por ejemplo, que la acción del Presidente, en aquellas condiciones, representa la forma más alta de conducta moral que puede acometer un individuo, el acto de libertad suprema de un hombre digno enfrentado a una situación límite, tal como yo lo afirmo y fundamento en el capítulo 9 de mi libro.

Si entiendo bien, la afirmación del Dr. Westphal de que "desde el punto de vista moral" la muerte de Allende fue un asesinato, me parece querer significar que poner a un individuo en tal situación equivaldría, prácticamente, a asesinarlo. A primera vista esto parece intuitivamente correcto, pero la considero inadecuado por dos razones: 1. Induce en el lector poco avisado una confusión entre los dos planos indicados más arriba, es decir, el de los hechos y el de los juicios morales. Porque en el uso corriente de la lengua, ‘asesinato’ y ‘suicidio’ aparecen simplemente como términos (y realidades) opuestas: morir por mano ajena y morir por mano propia. 2. Al afirmarse que el suicidio del Presidente habría sido, moralmente hablando, un asesinato, se pierde de vista el importantísimo hecho de que el suicidio no le fue simplemente impuesto al Presidente, sino que fue una decisión consciente y voluntaria suya, adoptada con mucha anticipación, como última salida moral y digna ante la insurrección militar, tal como lo he mostrado en mi libro. De allí que no "sea [en absoluto] una cuestión irrelevante quién haya pulsado el gatillo del arma" mortal, sino por el contrario algo muy importante, porque el significado moral de la acción de Allende depende, precisamente, de que fuera un acto libremente elegido, y no algo meramente impuesto, por sus enemigos, o por la propia situación de aquel día. Otra cosa es, por cierto, que Allende haya sido puesto ante aquella situación límite por la acción concertada (y el dinero) de Nixon y Kissinger, la derecha chilena y la derecha democratacristiana chilena, los camioneros, los Colegios profesionales, y los milicos golpistas.  

En el capítulo noveno de mi libro he escrito: "…lo que Allende no podía cambiar en la ‘tragedia’ del 11 de septiembre era la voluntad golpista de derrocar su gobierno; lo que sí estaba dentro de su poder era rendirse, o combatir hasta el final a sus enemigos jurados; Allende eligió el combate, y cuando comprendió que ya no había más resistencia posible, se quitó la vida, privándoles de la satisfacción sádica de humillarlo y vejarlo. Pocos actos los hay de mayor dignidad y valor"  "…No fue, entonces, ninguna fatalidad, sino precisamente la moralidad, el sentido del honor y el carácter de Allende, los que lo impulsaron aquel día a defender con las armas
su gobierno y su investidura; no en cualquier lugar, sino precisamente en el Palacio de La Moneda, "centro del poder del Estado y símbolo histórico del régimen institucional
", como lo definiera Joan Garcés. Pero esta decisión no la adoptó apresuradamente el Presidente la mañana del Golpe, sino casi un año antes, según lo hemos sabido recientemente, gracias a los relatos de diferentes personas cercanas a Allende, entre ellos varios miembros del GAP."(**)

El Dr. Westphal, Máximo Kinast, y muchos otros, pueden seguir afirmando que el suicidio del Presidente fue, desde el punto de vista moral, un asesinato, pero al hacerlo están simplemente destacando una obviedad, y contribuyendo a incrementar la confusión pública reinante, en Chile y el mundo, acerca de un hecho sobre el que se han manifestado, y se siguen manifestando, tantas opiniones infundadas y absurdas.                                           

Notas

(*) LAS MUERTES DE SALVADOR ALLENDE, Santiago, RIL Editores, Septiembre del 2006.
(**) Hermes Benítez, Op. Cit., pág. 187.
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