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El destape a la chilena: insultos, chupasangres, Vampiros y silicona al por mayor

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El destape a la  chilena puede asimilarse a los autos a escape libre, que van emitiendo ruidos intermitentes. A veces, nuestros personajes lanzan injurias terribles y, después, vuelven a ser ordenados caballeritos. El destape español fue de un solo viaje: “mujeres con un ataque de nervios”, de Almodóvar, porros y jerez; (claro que el millón de muertos de la guerra civil fueron completamente olvidados); sólo se trataba de pasarlo, sin la moralina  de los inquisidores pollerudos curas franquistas. Ya no era necesario insultar a la religión con el famoso “hostia puta” o “me cago en la Virgen”; los Fraga seguían gobernando Galicia y los tejeros seguían representando zarzuelas en el parlamento. La transición chilena era ejemplar: el abuelito Aylwin formó la comisión Verdad y Reconciliación; Eduardito Frei armó una mesa de diálogo y, el profesor Ricardo Lagos, la comisión Prisión Política y Tortura. ¿Qué maravilla es nuestra transición!, hasta los sudafricanos nos imitan; poco importa que no se conozca ninguno de los asesinos y torturadores y que la DINA haya tenido como funcionarios solamente a Manuel Contreras y a Pedro Espinoza y que Daniel López Pinochet no tenga nada que ver con el atropello a los derechos humanos. Es una invención de los izquierdistas el hecho de que Daniel López haya dicho “la DINA soy yo”, o que “no se mueve una hoja sin que yo lo sepa”.

Con el programa Informe Especial, de canal Siete, que denuncia el asesinato de Frei Montalva, han resucitado los pinochetistas; eran muchos más que la Patricia Maldonado, Iván Moreira y Hermógenes Pérez de Arce. Ahora, el historiador Gonzalo Vial, presunto autor de Libro Blanco de la Junta militar, olvidando sus condenaciones a los atropellos a los derechos humanos, vuelve por sus fueron defendiendo al General.

Es que en Chile la franqueza no existe, todo es presunto; estuve a punto de pedir, en el gabinete de Identificación, que me pusieran Rafael Gumucio, presunto chileno. Los franceses son unos brutos: cómo se les ocurrió fusilar al presunto fascista Philipe Petain; sólo un cineasta comunista pudo filmar una película sobre el Tribunal Especial, en que denunciaba a los jueces “de la Francia libre”, de la época de la ocupación alemana. Aquí, en Chile, nadie se atreve a hacerlo;  la Corte Suprema presidida por Urrutia Manzano era completamente “apolítica e imparcial”, cuando no se demoró un segundo en aparecer reconociendo un gobierno dictatorial. Hoy, los Supremos justifican la negativa a conceder los recursos de amparo de la época, que llevaron a la muerte a los detenidos desaparecidos, por la necesaria sumisión al poder de facto. El único ingenuo que cree que los jueces son apolíticos es el diputado Monckeberg, que se atreve a acusar al juez Baltasar Garzón de ser parcial por haber sido diputado socialista, durante un corto período y, posteriormente, haber sido el peor cuchillo del pillín Felipe González. Este diputado se extraña de que el valiente juez haya sido muy duro con la Eta, y que también quiera juzgar a Bin Laden, como si los iraquies no lo estuvieran haciendo con SadaM Hussein. Es que este parlamentario es un poco nonato, algo así como los Pink y Punk, de la obra de teatro “La visita de la vieja dama”. No será un presunto e ingenuo diputado?

Son divertidos los derechistas: si el juez favorece a los dictadores, es un buen magistrado, siempre apolítico –por qué no apolíneo -, pero si el juez, como Carlos Cerda, quiere dictar sentencia contra Pinochet, por el simple delito de evasión de impuestos, de inmediato es recusado por “parcialidad y abierta antipatía” respecto al imputado; lo mismo ocurre con el juez Baltasar Garzón, que dividió en dos la abyecta historia del servilismo con el dictador, llamada Transición. Lo que pasa es que el juez español desnudó, en términos radicales, este servilismo. Los actuales candidatos de la Concertación, Eduardo Frei y José Miguel Insulza, serán recordados por los pocos chilenos que tienen memoria, como quienes salvaron a Pinochet del juicio en los tribunales españoles, valiéndose de la tautología de que este funesto personaje iba a ser juzgado por los tribunales chilenos, pues aquí, parece, que todos los estupidanleses somos iguales ante la ley. El juez Guzmán ha tenido que renunciar a la magistratura para poder denunciar las presiones a las cuales se vio sometido y que hacen casi imposible que, al fin y al cabo, haya un auto condenatorio.

En 1998, Cuando Pinochet fue sorprendido en una clínica, en Londres, se produjo el primer destape chileno: aparecieron miles de cartas dirigidas al dictador. Recuerdo las de psiquiatra Marco Antonio de la Parra, la de Marras y una carta abierta dirigida a Patricio Aylwin, de Armando Uribe, además del libro de Alfredo Jocelyn-Holt, “Chile perplejo”; si bien no nos emborrachamos con chicha, lo hicimos a punta de ensayos y sesudas reflexiones.

Hoy asistimos al segundo destape. Es que los tontuelos de siempre, los “reyes de los huevones”, le creyeron a mamita Michelle eso de “la participación”, pero como sabemos, el único parlamento que existe en Chile es la Casa de Piedra, donde se realizan los seminarios del CEP, (Centro de Estudios Públicos) y, Mamita, igual que el profesor Lagos, va a terminar gobernando para los empresarios que, a la larga, son los únicos que dan trabajo, aunque este sea precario. En este destape, Camilo Escalona se luce llamando a estos personajes chupasangres, vampiros, explotadores y otros epítetos irrepetibles, que podrían ser, de verdad, los “mercaderes de Venecia”. La ministra de Educación, Yasna Provoste, se atreve a acusar a los curas y a empresarios de no haber visitado nunca una población, y tiene toda la razón. Pero no se preocupen, queridos lectores: los chilenos hablan, gritan y, al final, vuelven a redil del “peso de la noche”.

No quiero referirme al destape de los programas de farándula, pues tendríamos que reírnos de la perra “Cosita”, casi detenida por los carabineros, por una reacción furiosa de Paty López, o a los garabatos, con licencia por su condición de dueño de fundo, que lanza Morandé a una pobre periodista en práctica, o las polémicas  entre las viejas chismosas de las Pamelas de SQP, o la de Raquelita con su par, Patricia Maldonado 
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