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Organizan Festival por la Paz mientras tanto, tormentas y bombas

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Cuando se habla de vida ahora y aquí sabemos que es una apuesta en contra, deslizándose amarrada por un río americano. Cuando amaina la tormenta, el sol tiene la alegría de las fichas entre casillas negras y rojas.

Las alas que cargan –otro– holocausto planean sobre el planeta que gira hacia el rumbo de los trenes exhaustos de la India. Las coronas armadas vacilan, acaso caigan sobre el cristal de la mirada de los niños muertos.

No hay nada que brindar con los dulces vinos de México, de Chile, de Argentina; se amarga el ron de Venezuela. Este viernes 14 de julio de 2006 apenas amaneció en la costa oriental del Mediterráneo: Sol se vistió –lo disfrazaron– de humo y bombas.

Así como Gabriel García escribió que no habrá una segunda oportunidad luego de los 100 años de soledad de la estirpe condenada, Astor Piazzolla se demora exactos cuatro minutos y 42 segundos en decantar sus años de soledad propios. Es difícil que los poderosos del mundo hayan leído a uno o escuchado al otro. La ceguera se parece a la idiotez en que no tiene remedio.

Una docena de muertos mató la tormenta chilena en el largo sur del balcón marino. El aluvión de todos los ríos se llevó el paisaje bajo la lluvia. Desde luego las represas nada tuvieron que ver con el drama. Ni esos puentes construidos justo para cruzar las corrientes, sin considerar que en invierno y en primavera las aguas se extienden como si quisieran ser ríos anchos.

El quebranto de las gentes nada tuvo que ver con esas casas cuyos techos volaron para bailar con el viento, entre cuyas paredes el agua buscaba un cauce. La acosada vida de los damnificados allí donde las quebradas se desbordaron en las ciudades bien puede haber sido justo castigo por arrojarles una basura que nunca recoge el camión de la empresa que reemplazó al municipal.

Ya secará el terreno y en Temuco en pocos días sembrarán lentejas. Vendrá otro invierno, vendrán los deshielos de la primavera; vendrán otros pesares. Y también casinos. Como sobra empleo, y está bien pagado, se autorizan salas de juego en todo el país.

Así les irá.

Siempre un río
Si uno trepa a un avión en Buenos Aires y el aparato gira hacia el norte –como si volara hacia Tucumán, por ejemplo– el paisaje se convierte en largas cintas de plata y oro y verde: los ríos y la vegetación y el cielo mismo.

Por mayoría inmensa algún tribunal –la prensa se deleitó con los 14 votos contra uno solo– determinó (falló) que no hay riesgo en clavar a orillas del Uruguay dos "pasteras" de celulosa; pensaron los magistrados al ponderar el asunto que gerentes finlandeses y españoles, ¡tan lejos que viven!, sabrán proteger lo que llaman medio ambiente; es decir: el lugar, los lugares, donde viven peces, pájaros, insectos, reptiles, humanos y otros mamíferos. El ambiente, o sea. Lugares donde la Luna riela sobre las aguas todavía vivas.

Las plantas de celulosa van. Fray Bentos, al fin y al cabo, sabrá rezar para que nada salga mal. Y si algo sale mal, ya habrá tiempo para intercambiar ideas acerca del error cometido. Los muertos no hablan.

Amén.

Fornicar con la muerte
Suelen despertar lento los amantes luego de darse y recibirse. Se lamen los amantes la piel, se buscan algo así como el alma antes de caer rendidos. A los amantes en Líbano no los despertó el Sol intruso tanteando la ventana entornada.

Por virtud de una justicia innombrable a los amantes los sacudió el tronar de las bombas, el rugido de los aviones, la vibración de la cadena de los tanques. En representación del pueblo que a la memoria llama tambien holocausto borraron la memoria, y desatan otro holocausto los que en Tel Aviv ordenaron la matanza.

Ojo por ojo: no han aprendido nada. Diente por diente: los diseminará el viento. Ceniza sobre los cabellos. Luto.

No bastaron las granadas y las habitaciones destruidas luego del 45; no bastan cientos de miles –muchos sus primos– hacinados en campamentos, como después de la tormenta; no basta la vieja lección: el que a hierro mata, a hierro será muerto. Uno de los ejércitos mejor entrenados del mundo mantiene su potencial liquidando familias.

Dios, tal vez, de veras se ha dormido. No es la primera vez que se adora al becerro en la tierra de la leche y de la miel, del vinagre y la hiel.

Por la paz
Por una cultura de la no violencia organizan un acto masivo, ojala silencioso, en la Universidad Internacional de la Paz de Florianápolis, Santa Catarina. El hecho será parte del Primer Festival Mundial de la Paz, al que se espera adhieran no menos de 10 millones de personas en todos los continentes –informa ADITAL–.

10 millones. Mucho, parece; pero somos 6.000 millones, por lo menos, los que habitamos este planeta. Dulce Magalhães, coordinadora del Festival, apuesta a que pueden lograr que muchas personas se conviertan en voluntarios por una cultura de la paz.

"Hoy, está en vigor el modelo de la escasez, de que lo que existe no es para todos –dice–. Entonces, las personas creen que es algo natural que haya desigualdades". Este modelo en vigor sería el responsable del consumismo, que genera violencia y otros conflictos. La contraposición a este pensamiento ligado a la escasez, a las desigualdades, sería la idea de que el sol nació realmente para todos, de que todos están sujetos a una misma situación próspera.

Cuentan con apoyo del Fondo Ecuménico de Solidaridad de la Campaña de la Fraternidad 2005 Solidaridad y Paz, administrado por el Concejo Nacional de Iglesias Cristianas de Brasil (CONIC), Coordinadora Ecuménica de Servicio (CESE), Cáritas Brasilera.

Convendrá orar por eso.
www.festivalmundialdapaz.org.

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