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Una gota de sangre y licor para ti, general Poblete

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Una gota de sangre y licor para ti general Poblete
 
Desde cualquier lugar 
puedo cantar y brindar por un héroe
que siempre ha estado a mi lado
en el corazón. En la dignidad
y la mirada ardiente
del justo,
del humilde.
Por quien un día -cuando apuñalaron la alegría-,
gritó amado pueblo,
¡te quiero!
 
Por quien nunca se fue.
Que viajó con nuestras maletas doloridas,
allí donde casi ocultas
venían las lágrimas
de nuestras madres
y la de miles de nuestros semejantes
que un día habían llegado al mundo
cerca del mar y la cordillera
en un largo y febril territorio
llamado Chile.
 
(¿Quién soy yo para darte la mano,
para darte un beso,
para abrazarte,
para charlar contigo?
Soy tu hijo. Hijo de tu tierra y
eso basta. Lo sé. Conozco tus secretos de amor.)
 
En la triste y larga maldición de traiciones,
estabas tú en millones
de hogares estrechando manos,
mojando tu cuerpo con el dolor
que explotaba desde el fondo 
de los ojos de mi madre
y todas las madres,
de tus hermanos.
De todos los que mil días y mil noches
cantaron, bailaron y soñaron. Tu patria.
 
(Te traicionaron,
pero no fue tu pueblo.
Te humillaron,
pero no te derrotaron.)
 
Un día -en las humildes casas
de nuestro territorio-,
se apagaron todas las luces.
Se apagaron todas las velas
para mirar y abrazar en silencio
tu dignidad que parecía un bracero
en medio del otro silencio
frío y sanguinario.
 
El que violaba
que cortaba dedos
que limaba tobillos
que introducía ratas en las vaginas
de nuestras mujeres
que cortaba penes y testículos
que en las sombras
ocultaba las sombras
que rompía huesos
como hacheros o carniceros
que corría a dar golpes de carabina y fusil
que arrancaba ojos, uñas, lenguas
que quemaba seres humanos
que mataba y enterraba sin deudos ni familias
que arrojaba en nuestras 
aguas dulces y saladas
a nuestros compatriotas
que mentía
que robaba
que asesinaba.
 
Pero tú no estabas en la crueldad. 
Estabas en el dolor por amor a tus hermanos
y mis hermanas.
Estabas (y estás) en mi soledad sin ruidos
que contempla tu vuelo de
azul, blanco y rojo
con una estrella que se llama
Sergio Poblete Garcés.
 
¿Cuántos aviones tendrán que llevar tu nombre?
¡Para no matar!
¿Cuantas escuelas?
¡Para enseñar a transformar!
¿Cuántas plazas?
¡Para charlar! Para recordarte!
¿Cuántas alamedas?
¡Para que pase el hombre libre a construir un mundo como tu corazón!
 
Entonces. Entonces brindo, y
lo hago con tu propia sangre de vida
y vino generoso
que palpita desde tus venas a mis venas.
 
Los traidores quedarán en el olvido
y su veneno mortal.
Pero tú,
General y Guía de la vida;
la dignidad;
del honor y manos limpias,
volverás día a día a decir presente
con Salvador
con Víctor
con Pablo
con Carlos
con Violeta
con Sola
con Marta
con Gladys
con Alberto (tu otro camarada traicionado)
para siempre a tu jardín
donde sólo existe la visión de todas
tus flores y tu hermosa memoria
verdad de primavera que siempre florece. No morirá.
 
Tu vida.
Tu ejemplo. Aviador. Pájaro imperecedero. Tú.
Sergio Poblete.
Alma de Chile.
Simplemente tú. Copihue de mi tierra.
Alerce. Canelo de mi sur.
 
Te debo mil canciones.
Te debemos el robo de Chile.
Te debemos el amor.
Tu amor.

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