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"Superarán otros "jóvenes" este momento gris y amargo"

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Son poco más de la 4 de la tarde. Hace frío en esta tarde otoñal santiaguina. Salgo de la hermosa estación del metro en Quinta Normal y camino hacia la calle Santo Domingo, donde se encuentra ubicado el edificio del Internado Nacional Barros Arana, más conocido simplemente como INBA.

Camino hacia allí, el ambiente callejero tiene algo de especial. Grupos de jóvenes y muchachas caminan en una u otra dirección. En sus rostros hay ese algo que tiene todo ser humano joven cuando va camino a algo que le atrae, que le gusta, que necesita. Es la cara de los enamorados, de los que van como fans a un concierto de rock, de los que van a un clásico futbolero, en fin, todas esas cosas que interesan a la juventud, a los adolescentes. Pero aquí es algo distinto. Se trata de jóvenes que vienen haciendo el papel de protagonistas de un movimiento político, que ha puesto al país al filo de sus emociones, y a su gobierno, ante la primera crisis.

Ante el viejo porton de fierro forjado del INBA ya se encuentra reunido un grupo de varios cientos de personas, de todas las edades. Se ven camarógrafos, vehículos de transmisión de señal de TV, fotógrafos. Todo indica que aquí está ocurriendo algo que provoca mucho interés.

Trato de acercarme a la puerta de entrada pero el ingreso es muy lento. Cada persona que ingresa es controlada. Si lleva maletín, bolso o mochila, esta es revisada. Se prohíbe el ingreso de alcohol y cualquier tipo de armas o de objetos que puedan ser utilizados como tales. Ante un mesón, tras el cual se sientan varios muchachos, debo entregar mi cédula de identidad y me preguntan a que organización represento. Le digo que vengo a reportear para PiensaChile, ante lo cual, para mi sorpresa, el estudiante me sonríe y me dice “sigan así”, lo que yo respondo con “Uds. también”.
Al final del pequeño hall el espacio se abre en una gran sala rodeada de columnas, con una enorme escala al costado derecho, desde donde ya está hablando el dirigente estudiantil Juan Carlos Herrera. Habla a puro pulmón, sin equipo de amplificación. Los invitados ya repletan la gran sala. Sin una silla libre, la masa de personas que va llegando se va agrupando en los rincones y pasillo.

Detrás de Herrera, un grupo de jóvenes y muchachas le acompañan en silencio, mientras la voz del orador se diluye entre ecos en una sala en que flota un aire deliciosamente extraño. Acá son los “niños” los que hablan y los que explican lo que se ha hecho y lo que se quiere alcanzar. Y son los “viejos” los que escuchamos. Ellos son los “gurus” y nosotros los “aprendices”

“superarán otros jóvenes este momento gris y amargo…”
Juan Carlos explica que se esta distorsionando lo que el ACES ha dicho. “Se nos acusa de que estamos pidiendo cada vez más beneficios que cuestan más y más dinero. Eso es mentira. Nuestra gran diferencia con el gobierno es que nosotros pedimos el fin de la LOCE, la ley que nos dejó Pinochet a horas de abandonar el poder”. Y luego explica que los estudiantes exigen que se acepte su participación con voz y voto en la Comisión que el gobierno ha prometido crear para reformar esa ley. Con pasión defiende la exigencia de “que sea el estado el que vuelva a hacerse cargo de la educación y no las municipalidades.  Esa es la  única forma con que se puede asegurar un mínimo de democracia, de igualdad de derechos en la educación de las nuevas generaciones de chilenos”. El auditorio aplaude frenético, se escuchan gritos de diferentes grupos. Trato de anotar las ideas que escucho, pero no me es fácil. Miro la gente, miro a los muchachos allá en la escala y pienso mil cosas.
Hace casi 33 años, a unas cuantas cuadras de aquí, Allende caía abatido en medio del combate de La Moneda. Pasarán 16, 17 años antes que estas muchachas y muchachos comiencen a nacer. Ellos no supieron de golpe, de crímenes, de exilio, de toque de queda, de paros, de lucha, de nada de todo eso que nos marcó. Ellos nacieron por allá por el 89 o el 90, cuando Pinochet se iba. Y quizás sean ellos esos hombres de que habló Allende que abrirían nuevamente “las grandes alamedas.”
Para el lunes 5 nosotros llamamos a un Paro Nacional, pero será un paro cultural, un para de reflexión. No haremos marchas, porque no queremos que se nos acuse después de violencia callejera, pero quien quiera hacer el paro de otra forma, esta en su derecho de hacerlo”. La sala aplaude. Y comienza una larga lista de oradores que vienen a declarar su apoyo al paro. Cuesta escuchar con claridad lo que dicen. A veces son personas que ya conocemos por los noticieros de TV o por su participación en actos públicos. Allí está el Presidente del Colegio de Profesores, expresando su solidaridad y participación de sus afiliados en el paro del lunes. Dirigentes de sindicatos obreros, sindicatos de la construcción, organizaciones mapuches.
La gran sorpresa es dada por el presidente del Sindicato de los Funcionarios del Ministerio de Educación, los que adhieren al paro desde Arica a Punta Arenas. “Nos da vergüenza que sean los muchachos los que nos convoquen aquí esta noche”, dice el dirigente con voz emocionada. “Nosotros deberíamos haber hecho esto hace rato, para poner fin a tanto desatino que se ha cometido con la educación”

Luego se presenta el presidente de la Asociación Nacional de Empleados Fiscales, la poderosa ANEF, que agrupa a todos los empleados del aparato estatal. Ofrece su apoyo irrestricto a lo que decidan los dirigentes estudiantiles. “Son Uds. los que han abierto esta posibilidad histórica de revertir el enorme daño que se le ha hecho a la educación de nuestro país y es nuestro deber subordinarnos a lo que Uds. digan”.
Y así continúa, por largo rato, la larga sucesión de declaraciones de apoyo de sindicatos de trabajadores, estudiantes, pobladores, educadores, obreros metalúrgicos, etc. La FENATS, la Federación Nacional de Trabajadores de la Salud también adhiere al paro hasta las últimas consecuencias.
Mientras mayor es la envergadura de la organización que adhiere, más simple es el saludo, pero mayor y categórico es el apoyo y la subordinación a las decisiones de la dirección del movimiento estudiantil.
Es triste destacar que algunos oradores, que quizás por primera vez hablaban ante un auditorio tan imponente, se entusiasmaron más de la cuenta y casi terminaban proponiendo el “asalto al Palacio de Invierno”, pero más increíble aún resultaba ver como Herrera, un muchacho que recién termina quizás su adolescencia, agarraba el micrófono y llamaba a la sensatez, dejando en libertad de acción a quien quisiera para que haga lo que estime conveniente, pero repitiendo que “el movimiento de paro el lunes es de reflexión, es un movimiento pacífico”.
Lo que hoy viví en esa sala, de ese centenario edificio, pertenece a un grupo selecto de situaciones muy especiales vividas en mi vida. Independientemente de lo que ocurra en los próximos días con el movimiento que han venido desarrollando los estudiantes chilenos, hay una cosa que está clara: el movimiento democrático y popular chileno está vivo, y los retoños que muestra permiten pensar que vienen jornadas gloriosas. Nuestro país, desde muy temprano en su historia, ha sido escenario de una lucha muy fuerte entre las organizaciones que representan a los bandos antagónicos de la sociedad. Que duda cabe que la represión brutal de la dictadura nos dejó en extrema debilidad, la que se acentuó con la política que han venido adoptando los sectores que se adueñaron de las direcciones de los partidos de la
concertación. La nueva generación que viene, de izquierda y de derecha, parece ser de un tipo muy diferente. La larga y dura lucha que se ha dado en nuestro país por reconquistar la democracia no ha sido en vano, en manos de las nuevas generaciones, por lo que se ve, estará bien asegurada.

Lo que el gobierno hace resulta increíble
Termina la reunión y la sala se comienza a despejar lentamente. Todos tienen algo que comentar. Algunos grupos que insisten en marchar el lunes, se reunen en una esquina de la sala para coordinarse y proponen una conferencia de prensa mañana domingo  a las 11:00 horas frente a la Biblioteca Nacional.
Camino lento al metro tratando de digerir lo vivido en estas casi 3 horas de reunión, de inmersión en un mundo que nadie hubiera creído posible hace un par de meses: un grupo de adolescentes, que ha tratado por más de un año de conversar con el gobierno, de proponer reformas y aplicación de medidas más que justas y democráticas, se cansa del cuento e inicia una estrategia de aplicación de medidas de presión que hoy tienen totalmente complicado al gobierno y al borde de un paro que le va a causar más de un problema.
Llego a casa, me siento a tipear estas ideas y luego, sin terminar aún voy a ver los noticiarios. Parece que no hay nada nuevo más allá de lo vivido en vivo y en directo cuando de repente, se interrumpen las noticias desde el estudio para dar paso a lo que informa un móvil desde las afueras del Ministerio de Educación: las imágenes muestran a Zilic, el ministro, subiendo nervioso a un minibús y le escuchamos decir, con un sonrisa más que forzada, que “está todo normal”. No entendemos que ocurre y entonces la periodista dice que el ministro viene de reunirse con apoderados y estudiantes en dependencias del ministerio. Comenta que al parecer el ministerio ha estado tratando de quebrar el movimiento estudiantil, negociando directamente con algunos apoderados y estudiantes de colegios emblemáticos. De pronto la periodista ve a Juan Carlos Herrera junto a otros estudiantes, saliendo del mismo edificio y le consulta por lo que está ocurriendo: “Estábamos terminando la reunión en el INBA, dice Juan Carlos,  cuando supimos que el ministro estaba reunido con estudiantes y apoderados aquí en su despacho y hemos venido a ver que ocurre”.  ¿Qué increíble, ¿no es cierto?
Según informó después radio Cooperativa el ministro habría explicado  que “Nosotros no hemos estado tratando el paro, hemos estado conversando con los padres, hemos estado conversando con los jóvenes sobre los distintos temas y respondiendo sus preguntas”. 
El secretario de Estado indicó que en primer término tuvo un encuentro con padres y apoderados de los alumnos del Liceo Nº 1 “Javiera Carrera”, “José Victorino Lastarria”, Instituto Nacional y Liceo Nº 7 -solicitada por ellos mismos- y fueron éstos quienes llamaron a los estudiantes para que actuaran como ministros de fe para que mantuvieran su petitorio.

“Los padres me pidieron conversar con ellos. Hemos estado conversando todo el día con ellos, con distintos grupos de padres y apoderados, y hoy día en la tarde los padres invitaron a algunos jóvenes a conversar con nosotros”
, dijo Zilic.

“Por lo tanto, esto fue un diálogo. El Gobierno es un Gobierno que dialoga, que conversa con los ciudadanos, y eso es lo que hemos hecho en todo el día”
, afirmó el ministro.
Es claro que el gobierno se siente entre la espada y la pared. Pero estoy seguro de que si el gobierno fuera un poquito menos arrogante, podría lograr dar el paso y conversar y negociar y llegar a un acuerdo con estos adolescentes, pues lo que ellos exigen no es nada que no haya estado en el programa, o en el espíritu del programa, que ofreció Bachelet durante su campaña. Pero desgraciadamente esto no parece posible.

Es de esperar que estos errores no terminen en algo peor. La historia no lo perdonaría.
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