«Las centrales atómicas japonesas son las más seguras del mundo»
por Antonio Elio Brailovsky (Argentina)
15 años atrás 8 min lectura
El terremoto y tsunami que afectaron recientemente a Japón
mostraron una realidad de facetas contrastantes. Por un lado el coraje y
responsabilidad con que el pueblo japonés afrontó el desastre, dando
innumerables ejemplos de solidaridad y organización.
Pero, simultáneamente, vimos los enormes niveles de
negligencia con que los operadores nucleares actuaron ante los daños sufridos
por la central de Fukushima, después de habernos hecho creer durante años
que las centrales atómicas japonesas eran las más seguras del mundo.
Las causas de ese desastre son terriblemente sencillas:
ahorraron dinero. En vez de construir una central atómica que resistiera la
intensidad de terremoto y altura de tsunami que efectivamente ocurrieron, lo
hicieron para una altura e intensidad mucho menores. Según cables
diplomáticos obtenidos por WikiLeaks y difundidos por el diario británico
"The Daily Telegraph", la Organización
Internacional de la Energía Atómica
(OIEA) advirtió hace dos años al Gobierno de Japón del riesgo de que sus centrales nucleares no aguantarían terremotos de gran magnitud.
La contestación de Tokio, informa EFE, fue comprometerse a mejorar el nivel de
seguridad de todas sus centrales atómicas, y se creó un centro de respuesta
rápida en la central de Fukushima, pero los documentos aseguran que el peor
escenario que se estableció como hipótesis fue un terremoto de magnitud 7.
En cuanto a la ola del tsunami, primero se dijo que tenía 10 metros de altura, y
después, en vista de que no podían explicar los destrozos, la elevaron a 15 metros.
Con lo que sabemos a posteriori, la catástrofe parecía
anunciada. La empresa se había pasado años falsificando los datos de seguridad
en sus informes al Gobierno, lo que significaba que todo era más frágil de lo
que debería haber sido.
La empresa perdió varios días preciosos, en los cuales la
situación empeoró, ya que no quería intervenir para no dañar objetos
económicamente tan valiosos como son los reactores. Después no supieron qué
hacer y todas las actuaciones son improvisadas.
Esto no es propio de Fukushima. En la mayor parte de los
casos, los que operan instalaciones de alto riesgo están en condiciones de
enfrentar eventos desfavorables pequeños. Cuando el evento supera la capacidad
de respouesta se le echa la culpa a la naturaleza o a Dios, en vez de pensar en
los que ahorraron dinero en medidas de seguridad. ¿Es que nunca vamos a
aprender de aquellos que decidieron que el Titanic no necesitaba botes
salvavidas para todos los que viajaban?
Algunos operadores nucleares ensayaron la torpe defensa de
que la combinación de terremoto con tsunami los sorprendió, ya que no lo habían
previsto. Sin embargo, un temblor de tierra en un área costera provoca
necesariamente movimientos en el agua del mar. Japón tiene demasiada
experiencia en tsunamis (la propia palabra es de origen japonés) como para que
se pueda pasarlos por alto.
La ubicación de la central de Fukushima es el primer dato
sobrecogedor. Está al borde del mar, lamida por el oleaje. Es decir, en el
sitio más vulnerable a un evento como el que se produjo. ¿Por qué la empresa eligió
la peor ubicación posible, la más peligrosa? ¿Por qué el Gobierno se lo
permitió? No lo sabemos.
Para encontrar una comparación con el modo en que se obligó
a trabajar a los llamados "héroes de Fukushima" tenemos que
remontarnos a las primeras máquinas de vapor, en la Inglaterra del siglo
XVIII. Operarios que se quemaron las piernas con agua radiactiva porque los
mandaron a un sitio inundado llevando zapatos en vez de botas de seguridad.
Trabajadores obligados a comer y beber (con el agua racionada) dentro de la
zona radiactiva, teniendo que levantarse las mascarillas para hacerlo. También
los obligaron a dormir sobre el piso radiactivo, envueltos en mantas de plomo.
¿Para qué sirve que alguien duerma en la zona radiactiva? ¿Cómo podría ayudar
al avance de las tareas someterlos a una cantidad de radiación en un momento en
el que no están trabajando?
La relación con los vecinos afectados fue cualquier cosa
menos humanitaria. En el país más caro del mundo, la empresa que administra la
central ofreció a los evacuados que perdieron sus viviendas, casi con certeza
para siempre, una indemnización de 9 euros a cada persona.
Los especialistas
nucleares
Ante el desastre, mientras la sociedad de todos
los países señalaba el manejo desastroso de los operadores de Fukushima,
muchos especialistas nucleares hicieron una cerrada defensa de esa central
atómica:
"Cuando se produce el fenómeno, las medidas de
seguridad funcionaron a la perfección" (Ing. Jorge Barón, Universidad
Nacional de Cuyo, 10/4/2011.
El material radiactivo liberado a la atmósfera por la
central de Fukushina "es ínfimo y no presenta peligros para la salud"
(Rafael Grossi, Organización Internacional de Energía Atómica, Télam, 25/3/2011).
Sobre la situación de los trabajadores: "Esta gente está siendo expuesta a
la radiación, pero controlada", (Grossi, Cadena 3, 10/4/2011).
"No hemos visto que la situación se les esté yendo de
las manos, sino todo lo contrario" (General Raúl Racana, de la Autoridad Regulatoria
Nuclear, El Cronista Comercial, 17/3/2011).
Eduardo Gallego dice que la clave está en el nivel de este
terremoto. "Para eso no se diseña", asegura, "nunca se diseña
para lo imposible". "Si diseñáramos para un terremoto nivel 10 sería
todo tan caro y tan imposible que no se podría construir. Hay que definir qué
nivel de seguridad queremos". Es decir, que la central tiene que ser
barata para poder vender energía en forma competitiva, aunque eso implique
poner en riesgo las vidas de tanta gente.
"Las radiaciones a las que podría (sólo potencialmente)
verse expuesta parte de la población, es equivalente a la causada por un par de
radiografías". (Carlos Andrés Ortiz, Oberá on line, 22/3/2011.
"Actualmente, la situación de la central Fukushima está
bajo control" (Ria Novosti, Moscú, 13/3/2011). Vean la fecha en la que lo
dijeron, cuando todavía se podía mantener algún grado de secreto.
"Si quieres prever hasta la caída de un meteorito no
puedes construir un reactor nuclear. En el mundo nuclear tenemos que aceptar un
plus de irracionalidad: la gente acepta miles de muertos por el carbón pero ni
uno por radiación". (Antoni Gurguí, Consejo de Seguridad Nuclear, España,
El País, 6/4/2011). ¿Compartimos este punto de vista, teniendo en cuenta que
los muertos los pone la sociedad?
Al respecto, Leonardo Moledo afirma que "lo que deja
como enseñanza lo ocurrido en Japón no es que la generación de energía mediante
centrales nucleares sea intrínsecamente peligrosa, sino que nunca se reforzarán
bastante los sistemas de seguridad" (El Argentino, 17/3/2011). Pero
si ningún sistema de seguridad va a dejarnos tranquilos, ¿para qué
queremos ese tipo de energía?
Por más esfuerzos que hagamos, no hay manera de creerles, lo
que nos lleva a otra cuestión. Si están dispuestos a decir cualquier cosa, para
que nosotros sigamos creyendo en los proyectos nucleares, ¿qué calidad de
información recibiremos cuando tengan un problema? Recordemos que en la mayor
parte de los países (entre ellos Argentina), los administradores
nucleares se controlan a sí mismos.
En esta entrega,
ustedes reciben:
Un informe periodístico publicado por el diario La Nación sobre las
condiciones de trabajo infames a que se somete a quienes tratan de resolver los
errores ajenos en dicha central atómica. Lo encuentran en: http://dl.dropbox.com/u/18205050/Documentos/El%20sacrificio%20de%20los%20trabajadores.doc
El informe de la bióloga y periodista Silvana Buján, que
trató de conseguir datos sobre las condiciones de seguridad de las
centrales atómicas argentinas, sin lograrlo. En Argentina se está construyendo
una central atómica (Atucha II), sin realizar la evaluación de impacto
ambiental que ordena la
Ley General del Ambiente. Es altamente probable que no se
hayan hecho las actualizaciones de diseño requeridas en el ámbito internacional
después del desastre de Chernobyl. El texto está en: http://dl.dropbox.com/u/18205050/Documentos/Rarezas%20nucleares.doc
El informe del profesor universitario Dr. Raúl Montenegro sobre
los principales puntos débiles de la seguridad nuclear argentina. Entre ellos,
la existencia de una central atómica (Embalse de Río III) en una zona con
antecedentes de sismicidad. Lo pueden bajar de: http://dl.dropbox.com/u/18205050/Documentos/Est%C3%A1%20m%C3%A1s%20cerca%20de%20lo%20que%20creemos.doc
A menudo, los artistas perciben aquellas situaciones que los
científicos no se atreven a considerar como posibles. Akira Kurosawa, en uno de
los episodios de su película "Sueños", muestra el estallido de
una central atómica que tiñe de rojo el Fujiyama. La actitud de los operadores
de la central siniestrada nos recuerda a la del personaje de la película, que
intenta mover la nube radiactiva agitando su campera. Lo pueden ver en:
http://dl.dropbox.com/u/18205050/Multimedia/El%20Fujiyama%20en%20Rojo.flv
La obra de arte que acompaña esta entrega es "La gran
ola de Kanagawa", de Katsushika Hokusai, pintada en 1830 y tal vez la
obra más famosa del arte japonés. Muestra dos barcas de pescadores que reciben
el impacto de un maremoto, donde las salpicaduras de las olas han sido pintadas
como garras. La altura de la ola ha sido estimada en 12 metros, de modo que el
último tsunami no fue un hecho "imposible" sino que había
antecedentes. Al fondo, el monte Fuji. Algunos servidores de correo electrónico
impiden que el usuario pueda ver las imágenes que recibe. Si es su caso, el
grabado está en: http://dl.dropbox.com/u/18205050/Imagenes/La%20gran%20ola.jpg
El recordatorio de mi libro "Buenos Aires, ciudad
inundable", publicado por Kaicron y Le Monde Diplomatique. Si no lo en
cuentran en librerías, el mail del editor es rivas@kaicron.com.ar o kaicron@kaicron.com.ar
Si no pueden ver la tapa del libro, la encuentran en:
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