Francisco Huenchumilla: La Araucanía, un conflicto asimétrico
por Rafael Luis Gumucio Rivas (Chile)
10 años atrás 5 min lectura
La institución de los intendentes, designados por el Presidente de la república de turno, no es más que la reproducción del poder centralista del Estado chileno. Este funcionario es sólo el alter ego del monarca y, por consiguiente, tiene casi nula representación en la región que le ha sido asignada, en consecuencia, hay demasiados casos de corrupción en los gobiernos regionales. Pienso, firmemente, que los intendentes deberán ser elegidos por los ciudadanos de la región.
El intendente Huenchumilla es casi el único representante del gobierno que se atreve a tener pensamiento propio y, como conoce muy bien la región y sobre todo los problemas de lo que él llama “el conflicto asimétrico” entre el Estado chileno y el pueblo mapuche, puede expresarse y actuar con propiedad.
Recién asumido en el cargo, provocó las iras de la derecha y de los terratenientes al pedir perdón al pueblo mapuche por todos los atropellos recibidos por parte del Estado chileno. Su diagnóstico sobre la situación es preciso y adecuado: el Estado es culpable en tanto que se ha equivocado en la visión del conflicto en su globalidad. El tema no es exclusivamente la pobreza en que se vive en sus comunidades, ni tampoco es un tema de orden público, es mucho más que eso, nada menos que la necesidad de autonomía de un pueblo que tiene su propia historia, su cultura, su religión, su lengua e instituciones ancestrales que los rigen.
Como el diagnóstico, hasta ahora, ha sido equivocado, el resultado no podía ser nefasto, pues las comunidades mapuches están cada día más empobrecidas. Huenchumilla retrata muy bien la situación: al lado de un fundo de dos mil hectáreas se encuentra un terreno de una o dos hectáreas, trabajados por una centena de comuneros mapuches; respecto del tema del orden público, los distintos ministros del Interior han aplicado, en no pocas ocasiones, la liberticida ley antiterrorista, que ha sido condenada por Naciones Unidas por constituir un atropello flagrante a los derechos humanos, al permitir que testigos encubiertos, trasgrediendo todas las reglas del debido proceso.
Francisco Huenchumilla da en el clavo al describir, con precisión, que “la madre del cordero de este conflicto asimétrico se encuentra en aquello que los historiadores reaccionarios llaman la pacificación de la Araucanía, que no fue más que una guerra genocida contra el pueblo mapuche, que era propietario de las tierras desde Bío Bío al sur, reconocido por varios Tratados, firmados primero con la monarquía española y, luego, en los inicios de la república de Chile.
Esta guerra, iniciada durante el gobierno de José Joaquín Pérez, en la segunda mitad del siglo XIX, y que terminó en el gobierno de Domingo Santa María, en 1881, fue vista por los gobiernos liberales como una “guerra civilizadora”, una continuación del triunfo del ejército chileno contra pueblos – por ejemplo, peruanos y bolivianos – considerados como “afeminados” ignorantes -. Tanto en la guerra del Pacífico, como en la mal llamada “pacificación de la Araucanía, se aplicó la cruel “ley de los vencedores” – como dirían los romanos “¡Ay de los vencidos!”.
Este inmenso territorio – 10 millones de hectáreas – después de la guerra fue poblado por algunos chilenos y varios extranjeros, estos últimos invitados desde Europa, atrayéndolos bajo el engaño de una vida bucólica, y ahí es donde el intendente Huenchumilla tiene razón y fundamento para pedir disculpas a los colonos. De estas diez mil hectáreas sólo quinientas mil dejaron a los mapuches, verdaderos propietarios de las tierras.
No cabe duda de que el conflicto mapuche no tendrá solución mientras no se restituya parte de las tierras, usurpadas por el Estado chileno como un “botín de guerra” y, como el derecho de propiedad es un ídolo intocable, el único camino que resta es readquirir las tierras de los colonos y, sobre todo de las grandes empresas forestales, incluso, a precios especulativos, pues aprovechan de la ocasión para obtener ganancias suculentas.
El conflicto no se reduce sólo a las tierras: abarca también la necesidad del reconocimiento, por parte del Estado chileno, de la autonomía del pueblo mapuche, que implica el derecho a tener sus propias autoridades, la defensa de su cultura, su lengua, en fin, sus tradiciones, así como lo acaba de proponer la Presidenta Bachelet, sendas cuotas étnicas en todos los procesos electorales.
El reconocimiento de autonomía y autodeterminación del pueblo mapuche dentro del Estado chileno, sería muy positivo, pues reconoceríamos el hecho histórico de la diversidad de naciones y culturas – tal como ocurre en más de 80 países del mundo, por ejemplo, en Canadá, EEUU, Australia y España, que es un conjunto de nacionalidades <vascos, catalanes, gallegos…> -.
Además de integrar a las etnias chilenas al parlamento y a las demás instituciones del Estado, creo necesario encontrar un camino, similar a los ejemplos de Canadá, Australia, Nueva Zelandia, que reconozca la autonomía de los pueblos fundadores. No sería mala idea el reconocer a la Araucanía y a otras regiones – pienso en Isla de Pascua – como regiones autónomas, con gobierno y parlamento elegidos por su propio pueblo.
Como es lógico, Huenchumilla ha despertado el odio de nuestra derecha fascista – una de las más reaccionarias del mundo – y han anunciado hasta las “penas del infierno”, incluida una interpelación y, posteriormente, hasta podría llegar a una acusación constitucional, pero este intendente se ha ganado el respeto de las personas decentes, que aún quedan en este país.
25/06/2014
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«el presidente afirma, en relación a los palestinos, que “la nación entera es responsable” y debe ser “combatida hasta partirla”; el ministro de Defensa declara que no habrá “ni electricidad, ni comida, ni agua, ni combustible”, porque se trata de una guerra “contra animales humanos” y hay que “actuar en consecuencia”.»
Si los ingleses, que de poder y su manejo saben muchísimo, inventan organizaciones políticas que reconocen la autonomía de los pueblos fundadores en Canada, Australia y N Zelanda, es que es a la larga un buen negocio para las partes. El mal negocio es tener un conflicto permanente y una proporción no menor de la población (entre 8 y 10%) en la pobreza y el descontento crónico. ¿Qué a los descendientes de los colonos les caería como patada vivir en un entorno digamos «mapuchizado»? Pues mas vale que se vayan haciendo la idea sieñ precio es que pueden mantener una proporción de sus tierras. Y si no es así, pregunten que pasó con los colonos alemanes de Rusia y Ucrania, y de otros países de Europa Oriental donde les cortaron el cogote.
«porque vi el desfile de las inclemencias
con mis pobres ojos llorosos y abiertos
y en la triste pieza de mis buenos viejos
canto la pobreza su canción de invierno
y yo me hice en tangos
me fui modelando en barro, en miseria
en las amarguras que da la pobreza
en llantos de madre
en la rebeldia del que es fuerte y tiene que cruzar los brazos
cuando el hambre viene
y yo me hice en tangos porque…!porque el tango es macho!
!porque el tango es fuerte!
tiene olor a vida
tiene gusto… a muerte» ( letra de Julio Sosa en una adaptación de La Cumparsita) Leyendo el excelente artículo de Gumucio , persona que hace años escribe sobre estas materias y otras, ilustrando al mundo virtual que desee leer, sobre la suerte de los mapuches en este conflicto con el Estado chileno, son muchas las ideas que se pueden rescatar de este artículo,pero yo me quedaré con lo que más me acomoda a mi forma de observar las cosas. Destaco el inmenso trabajo del Intendente Huenchumilla, hombre conocedor en todas sus partes de esta inmensa piedra casi infranqueable de los gobiernos chilenos.El lo hace bien, razón por la cual, la derecha ha reaccionado iracunda como en todas las cosas que tienen que ver con la propiedad privada, el grito en el cielo de colorines y exponenentes de RN. y de la UDI. Palabras que se les quedaban en la garganta de rabia, encono, contra el Intendente, amenazando de inmediato con llevarlo al banquillo de los acusados , por decir la verdad. La verdad que todos conocemos , sabemos, pero como no somos autoridad no vale. Pero en los labios del Intendente es una calumnia, que los mapuches pobres vivan en dos hectáreas » en las amarguras que da la pobreza » como dice el tango y el de al lado viva en 2000 hectáreas, visitando el fundo, con suerte dos veces al año. Esas palabras, estaban vedadas para el Intendente ¡ cómo lo dijo! ¿ por qué lo dijo? alegan los diputados de la zona . Si nosotros estamos tan bien, con lo que hacemos. En la vida he llegado a comprender que ,cuando encontramos una verdadera autoridad que mire por los más débiles, le buscamos las cinco patas al gato ,para encontrarle alguna yayita.¡¡ Buen artículo como siempre señor Gumucio !!