Tenedor libre para los condenados a la esperanza
por Iván Vera-Pinto Soto (Iquique, Chile)
3 semanas atrás 3 min lectura
29 de octubre de 2025

Hay obras que nacen del hambre. No del apetito gastronómico, sino del otro: ese que roe la dignidad, la memoria y la ternura colectiva. Tenedor libre para los condenados a la esperanza surgió de esa carencia profunda: de ver un país —y un planeta— que mastica su propio dolor entre promesas vencidas, guerras mediáticas y nostalgias que se niegan a morir.
En esta creación, tres figuras —Chicho, Mateo y Virgen— empujan una carreta por un desierto que podría ser Atacama o cualquier territorio arrasado por la codicia. No son héroes ni mártires, sino restos de humanidad en tránsito. Llevan huesos, trastos y consignas que resuenan como relámpagos de humor desesperado: “¡Menos bombas, más empanadas!” o “¡Maten al odio, no al vecino!”. En esa carcajada deformada se instala la tragedia de nuestro tiempo.

Reconozco que no escribo para agradar, sino para sacudir conciencias. Prefiero lo incómodo, lo que perturba. Como advertía Antonin Artaud, el teatro debe ser una peste que contagie al espectador con la lucidez del espanto. La mía es la ironía: un banquete grotesco donde se sirve carne de pueblo, sazonada con desesperación, y se brinda con botellas vacías. En ese sentido, Tenedor libre no es una metáfora lejana: es el espejo roto de una sociedad que festeja su propia decadencia mientras tararea, sin notarlo, el estribillo de un bolero.
En un momento de la trama, Virgen dice:
“Si algún día escarban nuestros huesos… que sepan que resistimos con tenedores, no con rifles.”
Esa frase condensa el espíritu del montaje: la épica de lo doméstico, la rebeldía desde lo pequeño, la dignidad que sobrevive incluso entre los escombros.
Quizás por eso la obra se mueve entre el absurdo y la poesía. Como si Samuel Beckett se encontrara con Violeta Parra en medio del desierto. Chicho, el gasfíter filosófico, repite que “la esperanza no se atrapa, te empuja”; Mateo, archivista del desencanto, convierte cada gesto en un expediente del alma; y Virgen, cantinera y santa profana, brinda con los muertos y acaricia los recuerdos como si fueran heridas. Los tres encarnan lo que Walter Benjamin llamó “los despojos de la historia”: seres anónimos que todavía cantan en medio del derrumbe.
No hay redención en esta comedia negra de resistencia y delirio. Lo que busco es que el público se mire en el espejo de la risa amarga y descubra que el humor también puede ser un arma de lucidez.
Porque la guerra no siempre se libra con balas: también con el lenguaje, con la memoria, con el gesto que se niega a desaparecer. Como advierte Zygmunt Bauman, vivimos en una “modernidad líquida” donde todo se disuelve, incluso el sentido. Y sin embargo, el teatro sigue siendo ese espacio donde lo efímero se vuelve verdad por unos instantes.
Aun así, no renuncio al milagro escénico: ese momento en que un cuerpo encarna lo que ya no tiene nombre. Por eso la obra culmina con un gesto mínimo: tres sobrevivientes alzan sus tenedores al cielo. No tienen rifles ni banderas, solo utensilios domésticos, símbolo de la subsistencia y la dignidad. Ese tenedor se convierte en un emblema del derecho a seguir imaginando, aunque el hambre —física o espiritual— no se sacie nunca.
Tenedor libre para los condenados a la esperanza no busca reconciliar, sino despertar. Recordar que aún es posible bailar entre las sombras, cantar un bolero en la trinchera y afirmar, con un poco de locura, que seguimos vivos. Y mientras haya alguien que levante su tenedor, aunque sea de hojalata, quedará un lugar en la historia para el próximo brindis.
Artículos Relacionados
A artista popular de 89 años le ocupan ilegalmente su departamento y la justicia y policía brillan por su ausencia
por Redacción piensaChile
7 años atrás 3 min lectura
Carta a Eduardo Galeano: Mataron a Galeano, el zapatista
por Adolfo Gilly (México)
12 años atrás 5 min lectura
Elías Jaua (Venezuela): «La victoria no sólo es seguir en el gobierno»
por José Negrón Valera (Venezuela)
1 año atrás 6 min lectura
Libro: Los sicarios de Pinochet. La crónica secreta de un complot
por Alfredo Peña R. (Chile)
1 año atrás 7 min lectura
Ayer, 20.11.2025, fueron encontradas dos piezas óseas en el Cerro Chena
por Corporación Memorial Cerro Chena (Chile)
52 mins atrás
21 de noviembre de 2025 Queremos informar que el día de ayer (jueves 20 de noviembre de 2025), en el contexto de las mejoras y construcción que se llevan…
¿Que han hecho Kast y los republicanos?
por piensaChile
1 día atrás
20 de noviembre de 2025
¿Que han hecho Kast y los republicanos?
Trump desaparecerá, pero el derecho del pueblo saharaui permanecerá
por Willy Meyer (España)
1 día atrás
20 de noviembre de 2025
Los hombres y mujeres del Sáhara Occidental que siguen padeciendo una ocupación criminal, muchos de ellos y ellas detenidas, torturadas o desaparecidas durante cincuenta años, cuentan con un arma poderosa e indestructible: el derecho a decidir su futuro. Y deben saber que en su defensa no están solos.
Héctor Llaitul: “Si el próximo presidente de Chile es alemán, impondrá un sistema de dominación muy cruento contra nuestra nación originaria”
por Andrés Figueroa Cornejo (Chile)
2 días atrás
19 de noviembre de 2025
Hemos de observar que más allá de los gritos de victoria que levanta la ultraderecha y los anti-mapuche del oficialismo gobernante, en cuanto a acabar con las acciones de resistencia, la causa mapuche no se detiene. Es más, reflota con nuevos bríos y sobre la base de mantener y proyectar los lazos en materia territorial y política.