Agradecimiento del Pueblo Chileno al Pueblo de Costa Rica
por Exilio chileno (San José, Costa Rica)
6 meses atrás 10 min lectura
Imagen superior: En representación del pueblo de Costa Rica, se llama a las Autoridades de la Universidad de Costa Rica, Universidad Nacional e Instituto Tecnológico, para hacerles entrega del agradecimiento simbólico por parte de la comunidad chilena exiliada y de sus descendientes.
12 de octubre de 2024
“ACTO DE AGRADECIMIENTO DEL EXILIO CHILENO A LA SOLIDARIDAD DEL PUEBLO COSTARRICENSE”
1. OBJETIVO:
Esta actividad se realizó el día viernes 4 de octubre a las 6:00 p.m. en el Auditorio “Emma Gamboa”, de la Facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica, como un acto simbólico e imprescindible, cuyo objetivo fue hacer explícito el agradecimiento del Exilio Chileno al pueblo de Costa Rica, país de acogida de miles de víctimas de la dictadura civil militar.
2. CONTENIDO DEL ACTO:
a. Saludo y bienvenida a autoridades y público costarricense y chileno.
b Entonación de Himno Nacional de Costa Rica
c. Entonación del Himno Nacional de Chile
d. Intervención como oradoras y oradores, de:
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- Embajadora de Chile en Costa Rica: Sra. Margarita Portuguez González
- Gustavo Gutiérrez Espeleta, Rector de la Universidad de Costa Rica
- El Vice Rector de Investigación de la Universidad Nacional
- Delegado de la Rectora del Instituto Tecnológico de Costa Rica, Máster María Estrada Sánchez
- Jurista Arturo Fournier Facio
- Tatiana Treguear, sobreviviente de prisión y tortura en tiempos de Dictadura en Chile y exiliada en Costa Rica.
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e. Intervención de intermedio y final del grupo musical “AKUSTICANTO”.
f.. Entrega de reconocimientos:
En representación del pueblo de Costa Rica, se llama a las Autoridades de la Universidad de Costa Rica, Universidad Nacional e Instituto Tecnológico, para hacerles entrega del agradecimiento simbólico por parte de la comunidad chilena exiliada y de sus descendientes.
Se trata de un gesto de significativa gratitud a Costa Rica, a su pueblo, a los hombres y mujeres que se volcaron a expresar y entregar su solidaridad con quienes, víctimas de la dictadura civil militar chilena, llegaban de Chile, su país de origen.
g. Agradecimiento a las personas presentes e invitación a refrigerio para continuar fortaleciendo nuestros lazos de hermandad y memoria.
PALABRAS DE LA Msc. TATIANA TREGUEAR LEMO: SOBREVIVIENTE DE PRISIÓN Y TORTURA (de 1973 a 1975) DE LA DICTADURA MILITAR CHILENA Y EXILIADA POLITICA EN COSTA RICA
San José, Costa Rica, 4 octubre 2024
Bienvenida la presencia la Embajadora de Chile en Costa Rica Margarita Portuguez González; así como de las autoridades universitarias: señor Rector de la Universidad de Costa Rica, Vicerrector de Investigación de la Universidad Nacional y Representante de la Rectora del Instituto Tecnológico de Costa Rica.
En particular, agradecemos además a cada una de las personas que nos acompañan en este acto de homenaje y gratitud de parte del exilio chileno al pueblo costarricense. Agradecemos a sus habitantes, a sus instituciones, a sus organizaciones políticas y sindicales, así como a sus movimientos estudiantiles y sociales, y a sus líderes populares y luchadores por convicción.

Habitualmente y con profundo dolor recordamos ese día 11 de setiembre de 1973, en que las Fuerzas Armadas de Chile, en complicidad con sectores institucionales y civiles de la derecha y ultraderecha, concretaron la traición al Gobierno democrático de Salvador Allende, asestando un mortal golpe de Estado, que contó además con la asesoría y el financiamiento del Gobierno de los Estados Unidos y su Central de Inteligencia (CIA), como ha quedado plenamente demostrado en la desclasificación de sus archivos, los que constituyen la evidencia de sus actividades encubiertas en el entramado golpista, y de su criminal y grotesca soberbia hegemónica.
Así se dio fin al Gobierno Socialista del compañero Allende y de la Unidad Popular, alianza política de la izquierda chilena, constituida por mujeres y hombres de los sectores obreros, poblacionales, campesinado, estudiantiles, artísticos, profesionales, sindicales, movimientos populares y partidos políticos.
Es cuando Salvador Allende entrega su vida en el palacio presidencial, previo a un discurso con que se despedía de su pueblo, y que la historia ha transformado en su testamento político, como ícono de entereza, valor, convicción, coherencia y conciencia política.
Sus palabras confirman su decisión de no entregar al fascismo el lugar y las funciones que la mayoría del pueblo le había confiado.
Minutos antes de su muerte, el compañero Allende nos decía: “Yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser sesgada definitivamente”. “Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.
El legado político que implican sus palabras y que asumimos con modestia, compromiso y humildad, cobra vigencia cada día, más allá incluso del territorio chileno.
De esta manera, como un tributo a su vida, con indiscutible respeto y admiración por haberla entregado a su pueblo con dignidad y valor, como exilio seguiremos luchando, sonriendo, amando, avanzando, levantándonos y resistiendo, en Chile y en el Exterior, para alimentar esa semilla inextinguible de su herencia, que algún día habrá de germinar.
Durante los 17 años de Gobierno fascista, civil militar en Chile, encabezado por el traidor y corrupto Augusto Pinochet, nuestro país fue conducido a golpe de represión y crueldad. Cada rincón del territorio, e incluso más allá de la frontera nacional y con la complicidad de otros dictadores del área, fue cubierto de horror y muerte: fusilamientos, desapariciones forzadas, asesinatos, persecución, secuestros, prisión, tortura y exilio.
La violencia descarnada irrumpe en la vida de chilenas y chilenos; se quiebran familias, se aprisionan vidas, se destrozan cuerpos y se encadena la utopía, en los más oscuros laberintos del terror.
En ese contexto vivimos la incertidumbre de oscilar cada día entre la vida y la muerte, sin encontrar aún palabras suficientes para transmitir la condición macabra e inhumana de la tiranía en Chile.
Simultáneamente, se destruyen las estructuras institucionales democráticas del Estado, dejando a la población desprovista de protección y despojada de sus derechos civiles, políticos, laborales, sociales y culturales. Todo ello es arrebatado por las manos criminales del poder de facto.
Esa fue la forma en que se acalló la voz de un pueblo que hacía 3 años atrás había optado por la vía pacífica y electoral al socialismo; esa fue la vía de fractura de los movimientos sociales y políticos; esa fue la manera de aplastar -más no de vencer- la voluntad de quienes junto a su Presidente prometieron luchar por la justicia, la igualdad de derechos, la equidad, la desprivatización de los recursos nacionales, la redistribución de la riqueza y tantas otras medidas en las que el bienestar y la dignidad del ser humano eran el punto de partida y de llegada de su programa de gobierno.
Esta dinámica perversa de feroz represión y persecución, también obliga a muchos trabajadores y trabajadoras de distintos ámbitos a salir del país, para resguardar no sólo su integridad y la propia vida, sino también la seguridad de sus organizaciones de pertenencia.
Niñas y niños, con la salida de sus progenitores de su país de origen, son también hijas e hijos del exilio y portadores de nuestras historias. Al igual que sus padres, debieron vivir -en un inicio, objetiva y subjetivamente- la ausencia de un sentido de pertenencia e identidad, el haber sido deshabitados de un contexto sociocultural fundante, la fractura de los vínculos familiares y cercanos, y el desarraigo de los apegos y redes de apoyo. En definitiva, enfrentaron junto a sus familias la irrupción voraz de su continente afectivo y de sus puntos de anclaje con la vida. Es difícil poder explicar el sentido y significado de esta experiencia de desalojo real y simbólico.
Así, fuimos “expatriados”, salimos buscando desesperadamente tierra firme, anduvimos inciertos trayectos hasta encontrar un suelo, al principio extraño, desde donde en un comienzo no dejábamos de mirar con tristeza hacia el Sur.
En explanadas inicialmente ajenas, nos propusimos avanzar con ustedes, superar las pérdidas y los desafíos cotidianos, y a no replegarnos cuando nos sentimos caer. Junto a compañeras y compañeros costarricense aprendimos a resistir porfiadamente para que no nos derrumbara la tristeza por todo aquello a lo que en Chile se nos obligó a soportar y a renunciar.
Pero mucho más: llegamos también desgarrados por el daño profundo, personal y colectivo, por aquellos a quienes el fascismo no tuvo más argumentos que usurparles brutal y cobardemente la vida: las personas Detenidas Desaparecidas y Ejecutadas. Ellas y ellos serán siempre una página abierta en nuestra conciencia y en la historia; estarán siempre presente, porque son testimonio de lo inconcebible, de lo que jamás debió ocurrir y de lo que nunca será olvidado ni perdonado.
Prometemos no dejar que los pactos de silencio y la impunidad de los responsables los vuelvan a hacer desaparecer.
Por ellos y con la luz de su recuerdo vivo: seguimos esperando y denunciando, todavía buscamos y todavía luchamos.
En nuestro caso, arribamos a Costa Rica, este pequeño país, pero enorme en acogida solidaria, que nos recibió con su entera generosidad y en donde pudimos extender los brazos para reponer fuerzas, aliviar heridas, reconstruir nuestros nidos y reafirmar la promesa de un “nunca más”.
Entre quienes enfrentamos la experiencia del exilio en Costa Rica, nuestra particular “tierra liberada”, fuimos acogidas como personas dignas y apreciadas, sintiendo la energía reparadora de los abrazos y la ternura, que nos ayudó a reponer nuestras convicciones y a apartar al miedo. Aprendimos así, la incidencia transformadora que tuvo el acompañamiento cálido, leal y solidario que aquí recibimos ya que, desde la pérdida y el dolor, se nos permitió ponernos nuevamente de pie y andar con vehemencia nuestros pasos imaginados.
Durante 51 años hemos logrado que las distancias físicas y culturales se desvanecieran porque conseguimos, colectivamente, construir puentes humanitarios que nos acercaron a costarricenses y chilenos/as, y de esta forma hacer de las fronteras de nuestros países sólo un dispositivo imaginario.
En este complejo proceso, cada quien aportó su vivencia personal y colectiva, y con ello Costa Rica ensambló en nosotras y nosotros una mirada más fresca y fortalecida, así como una cotidianeidad sostenida en energías potenciadora, como son la solidaridad, la entrega, el afecto, la esperanza, la amistad.
Por eso hoy podemos decir con convicción que aquí no sólo somos un manojo de experiencias dolorosas que trajimos de la patria de origen, sino que Costa Rica es la plataforma que nos ha permitido aprender y crecer, ser testimonio, construcción y memoria a la vez
Es preciso mencionar que esta Costa Rica generosa, en ese entonces también alzó su voz junto a otros pueblos latinoamericanos y de otras latitudes, evidenciando los horrores de la arremetida genocida chilena y reconfirmando con fuerza la demanda por verdad, justicia y reparación.
Hoy, aquí, precisamente nos convoca la necesidad ética de agradecer a todo el pueblo de Costa Rica, a sus instituciones, sus organizaciones políticas, sindicales y de base, por el apoyo irrestricto y la recepción solidaria para con el exilio chileno y sus generaciones siguientes en tiempos de dictadura (1973 a 1990)
Rendimos hoy y cada día un tributo a COSTA RICA, a lo que fueron sus legados político, social, cultural y personal; a sus principios de libertad y justicia, a su postura democrática y al irrestricto respeto a los derechos humanos, todo lo cual hoy (y digo esto ahora como costarricense), lamentablemente, nos atrevemos a decir que se ve sistemática y progresivamente amenazado, tanto en lo que se refiere a la estructura del Estado como a sus instituciones públicas.
ASI COMO HOY ESTAMOS AQUÍ “POR” USTEDES, TAMBIÉN AQUÍ AHORA SOMOS PARTE “DE” USTEDES.
GRACIAS AMADO PUEBLO DE COSTA RICA, POR LOS APRENDIZAJES, LOS AFECTOS, LA FRATERNIDAD Y LOS ACOMPAÑAMIENTOS.
GRACIAS POR ABRAZAR SOLIDARIAMENTE AL EXILIO CHILENO Y APOYAR SUS LUCHAS.
GRACIAS INFINITAS, POR SIEMPRE, COSTA RICA QUERIDA.
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