La ciudad que no se rindió durante 872 días de bloqueo: El sitio de Leningrado
por Medios
6 años atrás 7 min lectura
Este 27 de enero, San Petersburgo celebra el 75 aniversario del levantamiento total del bloqueo con un desfile en la Plaza del Palacio y fuegos artificiales en honor a los defensores de la ciudad. El presidente ruso, Vladímir Putin, toma parte en los actos conmemorativos.
El sitio de Leningrado (actual San Petersburgo) se levantó completamente el 27 de enero de 1944 tras durar casi 900 días.
*Fuente: Mundo Sputnik
Se conoce como ‘sitio de Leningrado‘ al bloqueo militar que los nazis establecieron sobre esta ciudad soviética durante la Segunda Guerra Mundial, una de las páginas más trágicas de la historia del país. El sitio duró en total 872 días, desde 8 de septiembre de 1941 a 27 de enero de 1944, y costó la vida a 1,2 millones de personas.
Uno de los episodios más duros de la Segunda Guerra Mundial fue, sin duda, el sitio de Leningrado. Las personas que sobrevivieron a aquellos 872 días de cruel bloqueo no olvidarán nunca lo que sufrieron ni a los seres queridos que perdieron. Hasta el día de hoy, los leningradenses de entonces, siguen siendo un ejemplo de estoicismo, de valor y de amor a la Patria.
Fecha: 8 de septiembre de 1941 a 27 de enero de 1944
Región: Ciudad de Leningrado (actual San Petersburgo)
Duración: 872 días
Víctimas: Más de 1,2 millones de muertos, más del 90 % por hambre
Resultado: Retirada nazi
Historia
En 1941, Hitler planeaba borrar de la faz de la tierra a Leningrado (la ciudad hoy de nuevo llamada San Petersburgo). Era la cuna de la revolución y el símbolo de la cultura rusa. Además, en aquella época ahí se encontraba la única fábrica productora de tanques pesados, coches y trenes blindados del mundo. Era la fábrica de Kirov, que tan solo en ese año produjo más de 700 tanques KV-1 y КV-2.
La evacuación de los habitantes de la ciudad comenzó en junio de 1941, cuando Alemania atacó a la URSS y empezó la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de los ciudadanos se negaba a dejar la ciudad, esperando que supieran defenderla. No hubo ningún plan especial para la evacuación, por eso se hizo caóticamente. En el verano, evacuaron a cerca de 500.000 personas, pero posteriormente 175.000 de ellas se vieron obligadas a regresar.
A principios de septiembre, el ejército alemán se acercó a la ciudad de Leningrado. Hitler mandó a Moscú prácticamente todos los tanques y una parte de su ejército y él se quedó al mando del objetivo principal. Unos días después hizo una tentativa de asalto.
Durante los momentos más críticos, cuando el ejército alemán rodeó la ciudad y el destino de Leningrado pendía de un alfiler, Iósif Stalin ordenó al comandante Gueorgui Zhúkov organizar la defensa. Este supo en pocos días movilizar a los habitantes de la ciudad para la defensa. Los ancianos, mujeres y niños elevaron fortificaciones, produjeron armamento y tecnología en las fábricas, cosieron la ropa de los soldados. Con esfuerzos increíbles, los habitantes consiguieron defender su ciudad, la ofensiva alemana fue detenida. Hitler decició matar de hambre a los habitantes de Leningrado y destruir la ciudad con bombardeos.
«Los planes de los nazis pasaban por tomar la ciudad, eliminar completamente la población de la ciudad, destruir el territorio con inundaciones y borrar la ciudad de la faz de la Tierra. […] La ciudad no podía rendirse«, comenta Mijaíl Konstantínov, doctor en ciencias históricas. Y la ciudad no se rindió.
El 12 de septiembre hicieron un recuento de todas las reservas de productos alimenticios. Eran suficientes sólo para un mes y medio. La hambre verdadera comenzó en noviembre. Se hicieron frecuentes los casos de desmayos por hambre, la gente moría de agotamiento. Fue prácticamente imposible recibir reservas de productos alimenticios por aire, mientras que el hielo del lago Ládoga era demasiado fino y no resistía el paso de los coches.
Ya que con el comienzo del bloqueo la posibilidad de salir de Leningrado fue restringida, en el invierno de 1941-1942 comenzó a funcionar el así llamado «Camino de la Vida», que iba a través del lago Ládoga. En unos meses consiguieron evacuar cerca de 660.000 personas, en su mayoría eran niños debilitados por el hambre.
El invierno resultó muy frío y largo. Desde el otoño prácticamente no hubo electricidad, ni calefacción y dejó de circular el transporte. Para llegar al trabajo los ciudadanos gastaban sus últimas fuerzas para cruzar las calles cubiertas de enormes capas de nieve. Unos caían agotados, otros se congelaban sin fuerzas para levantarse y seguir.
Los meses más duros fueron enero y febrero de 1942. Tan sólo la parte de la población que trabajaba pudo recibir un poco de pan. Se hicieron más frecuentes los casos de canibalismo. La situación se mejoró un poco durante la segunda mitad de 1942. Los suministros de pan se hicieron relativamente regulares. Según los recuerdos de los participantes en aquellos sucesos trágicos, eso era una verdadera fiesta, las personas se abrazaban y lloraban de felicidad en las panaderías.
En enero de 1943 los rusos consiguieron romper el bloqueo. En aquel momento en la ciudad quedaban solo 800.000 personas, mientras que el 1 de enero de 1941 la población ascendía a tres millones de ciudadanos. La ciudad de Leningrado fue liberada por completo en un año.
El bloqueo de Leningrado duró 872 días y cobró las vidas de más de 1.2 millones de personas, más del 90 % de ellas murieron de hambre.
Recuerdos
Los cuidadanos de Leningrado describían detalladamente en sus diarios las miles de muertes. En uno de ellos se apuntó: «Hoy, cuando pasaba por la calle, una persona caminaba por delante. Movía sus pies con muchos esfuerzos. Al adelantarle, me fijé sin querer que tenía una cara siniestramente azul. Pensé que probablemente moriría pronto. Luego de unos pasos, me volteé, paré y seguí observándole. Se estaba desvaneciendo, sus ojos se le pusieron en blanco, empezó a caer despacio a la tierra. Cuando me acerqué, ya estaba muerto. La gente se hizo tan débil por el hambre que ya no ponía resistencia a la muerte. Morían como si fueran a dormir. Las personas semivivas que les rodeaban no les hacían caso.»
Esta indiferencia fue un rasgo que caracterizó esos tiempos: tratando de conservar sus fuerzas vitales, las personas se encerraron en sí mismos, a veces quedándose en sus propios departamentos a solas, con los cadáveres de sus familiares, sin fuerzas no sólo para enterrarles, sino hasta para cerrarles los ojos.
El filólogo ruso Dmitri Likhachov, que sobrevivió junto con su familia a los meses más pesados del sitio, escribió: «Dejaban a los que morían: las madres, padres, mujeres, niños; dejaban de alimentar a los que ya no tenía sentido alimentar; escogían entre sus niños a quién iban a salvar; buscaban oro en los cuerpos de muertos; les arrancaban los dientes si eran de oro; les cortaban los dedos para quitarles sus anillos de boda; desvestían los cadáveres en la calle para conseguir la ropa para los vivos; cortaban los restos de la piel de los cadáveres para cocer sopa para los niños; estuvieron listos para cortar trozos de carne de sus propios cuerpos para alimentar a sus hijos; escribían diarios y notas para que después alguien supiera cómo morían millones. Si eran terribles los bombardeos y ataques de la aviación alemana, ¿a quién podían asustar? Solamente el que muere de hambre puede hacer una gran infamia o un gran sacrificio de sí mismo, sin temer a la muerte».
*Fuente: Actualidad RT
Lea también: ‘El arco de Kursk’, la última oportunidad del III Reich
Sepa más: La guerra de guerrillas entre 1941–1945 en la URSS
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