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Un mundo sin dinero (monetario o giral) II PARTE

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UNA PROPOSICION

En noviembre del pasado año, y en medio de las elecciones presidenciales, escribí un artículo intitulado ‘Un mundo sin dinero’ en el que, luego de analizar las formas dinerarias que parecen estar imponiéndose en el siglo 21, defendía la necesidad de avanzar rápida y resueltamente hacia una sociedad en donde no existiese dinero en efectivo ni cheques o documentos de similar naturaleza. O, como lo expresamos textualmente en esa ocasión:

“Nuestra propuesta, al efecto, es hacer desaparecer paulatinamente el dinero monetario y el dinero giral (billetes, pagarés, cheques) y sustituirlo por el pago mediante la tarjeta electrónica o la transferencia bancaria, medida que se comienza a imponer en numerosos países (entre ellos, Chile), pero no con la rapidez y amplitud que se requiere. Nuestra propuesta abarca toda la sociedad. Y eso requiere un cambio radical en todos los aspectos de la vida económica nacional”[1].

La propuesta no es extemporánea; menos aún, descabellada. Se basa en un retorno a la verdadera naturaleza del dinero cuyo histórico recorrido —como bien nos lo recuerda Milton Friedmann[2]—  va desde las conchas marinas (moluscos) y las grandes piedras talladas, al impulso electromagnético, que lo vuelve a reducir a su calidad originaria de numerario o simple guarismo.

“El dinero es, hoy, impulso magnético; por lo mismo, factor cuantificable. Se corresponde con exactitud a su naturaleza numérica. Porque el dinero es, en verdad, una forma de medir el valor que, personal o colectivamente (la sociedad), asignamos a determinado bien o servicio”[3].

Las tarjetas (dinero electrónico) y las transferencias electrónicas constituyen, sin lugar a dudas, una eficaz forma de avanzar en esa dirección. De hecho, son esos medios los que han permitido reducir ostensiblemente el empleo del dinero ‘contante’ en gran parte del globo terráqueo.

Es un hecho indesmentible que la tecnología ha invadido no sólo el mundo empresarial sino nuestra vida cotidiana, nuestra forma de ser, transformando costumbres y hábitos. Pero esos cambios no abarcan toda la sociedad. Porque hay naciones que, sin vacilar, se ponen a la cabeza de los cambios, en tanto otras, en una actitud abiertamente pasiva, esperan únicamente la sucesión de acontecimientos que van a indicarle el camino a seguir. Porque existen bolsones culturales que se niegan a desaparecer en muchas formaciones sociales; curiosamente, aunque pudiere alguien creer lo contrario, uno de esos bolsones lo constituye el uso del dinero en efectivo. Y, a pesar que la desaparición de esa forma dineraria es una tendencia innegable en todas aquellas sociedades que emplean la tarjeta digital como forma de pago, parece no existir mayor voluntad de contribuir a innovar en ese aspecto. Chile no es una excepción a esa regla; también en la nación sudamericana parece caminarse en el retrógrado sentido de la espera. Y es que la conveniencia de adoptar formas digitales de transferencia dineraria se ha convertido hoy en un verdadero axioma, al extremo que no innovar en este aspecto implicaría:

  1. Contribuir al desarrollo y expansión del mercado negro;
  2. Alentar la evasión tributaria y la creación y mantenimiento de paraísos fiscales;
  3. Facilitar el robo armado en contra de personas e instituciones;
  4. Separar al segmento más rico de la población humana del resto social;
  5. Permitir la comisión de todo otro tipo de delitos (comunes, financieros); y,
  6. Establecer la impunidad en la comisión de acciones tanto ilícitas como reñidas con los principios morales vigentes dentro de la sociedad.

VENTAJAS DE LA DESAPARICIÓN DEL DINERO EN EFECTIVO

Por el contrario, la aplicación de una política cuyos objetivos fuesen la desaparición del dinero en efectivo conlleva indiscutibles ventajas para la sociedad que la aplica, como lo señaláramos en el artículo al que ya nos refiriéramos. En efecto,

“Existen indudables ventajas en relación a la implantación de este nuevo sistema. De entre todas aquellas, podemos citar las siguientes:

En el aspecto de la prevención de delitos:

1.1.   Pone fin al robo y destrucción de cajeros automáticos;

1.2.   Pone fin al asalto y robo de las personas encargadas de retirar los fondos de una empresa destinados al pago de los trabajadores;

1.3.   Pone fin al robo de los vehículos de las empresas de seguridad;

1.4.   Pone fin a los asaltos a los transeúntes para obtener dinero en efectivo.

1.5.   Termina con la evasión tributaria pues obliga a realizar las operaciones comerciales a través de los medios digitales.

1.6.   Termina con el asalto a pequeños comerciantes y empresarios, a las instituciones bancarias y aquellas encargadas de entregar dinero en efectivo a trabajadores o jubilados.

1.7.   Pone fin al lavado de dinero.

En el aspecto económico:

2.1.1.         Implica un ahorro al Estado en cuanto a la fabricación de billetes y acuñación de monedas, y un ahorro al sector privado en cuanto a la contratación de empresas cuidadoras de dinero y a la mantención de vigilantes;

2.1.2.         Implica un ahorro al Estado en cuanto a la comisión de delitos pues la ocurrencia de éstos disminuye drásticamente; por tanto, no hay persecución a culpables o trasgresores ni movilización policial en el esclarecimiento de delitos que no existen o no se han cometido; disminuye, también, la labor de fiscales y jueces y, en general, de todo el aparato judicial;

2.1.3.         Aumenta la posibilidad de ejercer un mayor control sobre los reales ingresos de las personas y, por ende, facilita la acción de los organismos impositivos (en Chile, del SII) en cuanto a la evasión de impuestos;

2.1.4.         Aumentan, en consecuencia, los ingresos estatales;

2.1.5.         Disminuye la importancia de la ‘economía negra’ pues obliga al comercio callejero a realizar sus operaciones de acuerdo a las normas legales, lográndose un mayor control sobre las actividades comerciales clandestinas”.

No hemos consignado aquí la cuantificación del dinero que podría ahorrar el Estado de adoptar una medida de esa naturaleza. Sin embargo, una consultora sí lo hizo por encargo de otra empresa internacional en lo que a Santiago (y no a Chile) se refiere.

En efecto, comenta el periódico denominado ‘Diario Financiero’, que durante el año 2017, la empresa VISA International encargó a la consultora Roubini Thought Lab un estudio sobre el impacto que produciría en las grandes capitales del mundo un mayor uso de las tarjetas (tanto de débito como de crédito) y los dispositivos móviles (teléfonos, principalmente)[4].

De acuerdo a lo expresado por la empresa consultora, el uso de la tarjeta y de la transferencia electrónica lo realiza tan sólo el 10% de la población capitalina. Si el uso de estos medios de pago se generalizara, la desaparición del dinero efectivo provocaría un ahorro de grandes proporciones cuyo monto se calcula en aproximadamente US$ 3.500 millones de dólares por cada año, cifra que se descompondría de la siguiente manera:

300 millones de ahorro para los consumidores;

2.000 millones para el comercio; y,

1.000 millones para el Gobierno local (Intendencia y Municipalidad).

Pueden resultar sorprendentes los montos consignados, pero las cifras se obtienen considerando que el ahorro por el no uso del dinero en efectivo abarca, incluso, la supresión de empresas de seguridad, camiones transportadores de dinero, guardias, papel moneda, impresión del dinero, tiempo empleado, acuñación de monedas, etc., etc.

Ellen Richey, vicepresidenta de la Junta Directiva y Responsable Global de Riesgos de VISA, sostiene, incluso, que existen ventajas inobjetables en la adopción de medidas tendientes a terminar con el dinero en efectivo:

“Las sociedades que sustituyen el efectivo reciben beneficios gracias a un mayor crecimiento económico, una menor tasa delictiva, un mayor número de empleos y una mayor productividad de los trabajadores […]”[5]

LA CIBERSEGURIDAD

La desaparición del dinero en efectivo presenta, no obstante, algunas dificultades a las que debemos, necesariamente, referirnos. Una de ellas es la seguridad.

Si bien es cierto que la supresión del dinero ‘contante’ requiere de una adecuada regulación jurídica y adopción de medidas que protejan el funcionamiento de tal sistema, para nadie es desconocido que, en la actualidad, la delincuencia y los peligros que amenazan al mundo digital continúan presentes, expresándose en los llamados ‘ciber ataques’ o ataques cibernéticos que realizan, a menudo, tanto los llamados ‘hackers’ como asimismo algunos agentes de las propias empresas comerciales interesadas en la venta de productos contra el ‘hackeo’: el negocio es negocio en todas partes.  El mundo digital ha traído aparejado, como era de esperarse, el delito digital. En consecuencia, la seguridad digital —o ‘ciberseguridad’, como también se la llama—es uno de los principales temas a abordar.

No está de más recordar que, en nuestro país, se dictó, durante el mes de abril de 2015, el Reglamento 533 que creó el ‘Comité Interministerial sobre Ciberseguridad’ que, de acuerdo a su articulado, debía elaborar (en 2017) una propuesta de ciberseguridad para ser conocida por la Presidencia de la República, en primer lugar; y, en segundo, asesorar a esa Presidencia en todos los ámbitos relativos al tema.

Según un analista,

“La Política Nacional de Ciberseguridad es el primer instrumento del Estado de Chile que tiene por objeto resguardar la seguridad de las personas y de sus derechos en el ciberespacio, estableciendo cinco objetivos estratégicos y un conjunto de medidas que se deben adoptar para contar con un ciberespacio libre, abierto, seguro y resiliente, en un horizonte de mediano y largo plazo”[6].

“Chile ostenta una de las mayores tasas de penetración de Internet en América Latina, con más de un 70 por ciento de su población conectada, lo que permite que cada vez más y más personas puedan desenvolver parte importante de su vida cotidiana en el ambiente digital, aprovechando las ventajas de la mensajería instantánea, la amplitud de las redes sociales y la variedad de plataformas de comercio electrónico”[7].

No existen otros antecedentes al respecto. Ignoramos si la referida propuesta se envió a la Presidencia en la época que Michelle Bachelet ejercía ese cargo y si dicha propuesta contemplaba algún plan que se refiriese a la seguridad cibernética. Nada sabemos, tampoco, si el actual Gobierno ha tomado cartas en este asunto que, por lo demás, se ha visto conmovido por numerosos ‘ataques’ dirigidos en contra del comercio del dinero (bancario).

LA DESAPARICIÓN DEL DINERO EN EFECTIVO Y LOS PASOS A SEGUIR

La desaparición del dinero en efectivo es un hecho irredargüible. Es un suceso que, tarde o temprano, deberá tener lugar. Guste o no a la población de un país. Por eso, es del todo aconsejable fijar la mirada en lo que ha sucedido y está sucediendo en países donde muchas de las circunstancias que podrían acaecer ya han acaecido. Y uno de esos países es Suecia.

La nación nórdica no es solamente conocida hoy en el exterior como uno de los países que más ha avanzado en la materia de suprimir el dinero efectivo sino la que menos ha vacilado en ponerse al frente de las innovaciones en ese sentido. Lo que explica el poco velado orgullo con que un analista relata esa circunstancia:

“Suecia fue primera en el mundo en imprimir billetes de papel. Ahora nos encontramos en vías de desmontar la sociedad que emplea el dinero en efectivo”[8].

Con prescindencia de la errónea afirmación en virtud de la cual se otorga a la nación nórdica el honor de ser ‘la primera en el mundo en imprimir billetes de papel’ —en realidad, la primera en el mundo pareciera ser China pues así aparece consignado en la obra de Marco Polo, ‘El Libro de las Maravillas’; es posible que Suecia fuese, más bien, la primera en Europa—, la desaparición del dinero en efectivo era un acontecimiento que las autoridades de ese país se habían percatado desde hacía ya varios años.

Cuenta un analista que los orígenes de este cambio pueden encontrarse en 2010, cuando el Banco Central sueco, consciente de lo que estaba sucediendo, formuló a la comunidad nacional una pregunta crucial.

“¿Cómo hiciste tu último pago? Cuando el Banco Central planteó esa pregunta en 2010 a la población sueca, cerca del 40% respondió que había usado (dinero) ‘contante’.

En septiembre de este año, la cifra había descendido al 15%. Hace seis años habían retirado los suecos (de los bancos) cerca de 225 mil millones de coronas y en 2015 solamente 153 mil millones”[9].

El proceso continuó en los años posteriores; el dinero en efectivo se fue usando cada vez en menor escala, hecho fácilmente constatable en numerosos centros comerciales donde se exhibían carteles solicitando a la clientela efectuar sus pagos solamente con tarjetas; en los referidos carteles también se advertía que no se recibiría dinero en efectivo, circunstancia que obligó al Banco Central a adoptar una posición definitiva frente al suceso.

El cambio no ha ocurrido por casualidad. Las empresas que facilitan las transacciones a través de la red no son usureras, como en otros países (entre otros, Chile), ni esquilman a los usuarios con cobros excesivos sino entienden que su rol es, precisamente, facilitar las operaciones de pago y no dificultarlas. Paradojalmente, en Chile, el Banco del Estado, bajo la dirección de diestros hombres de negocios, se ha convertido en el mayor usurero nacional, debiendo haber sido una verdadera institución popular al servicio de los desposeídos.

Sabemos que, a fines de octubre de 2015, el gasto por la impresión de los billetes fue, en Suecia, 63 mil millones más barato que el gasto de cinco años antes, lo que implica un descenso de un 36%. La nación nórdica se ha transformado en el país que con mayor rapidez deja de emplear el dinero en efectivo, circunstancia que ha hecho cavilar a las autoridades sobre los problemas que ese cambio acarrea.

En noviembre, estaba claro ya que Suecia era un país en camino de transformarse en una sociedad desprovista del dinero en efectivo, lo que acelera la necesidad de determinar con claridad la forma en que ese cambio ha de realizarse.

Hoy, según un analista,

”El Banco Central llama al desarrollo hacia una sociedad sin dinero contante un ’proceso presumiblemente sin retorno’”[10].

En 2015, los pagos en efectivo alcanzaron un 40% del dinero circulante en Suecia, pero en 2016 ese porcentaje se había reducido al 15%, fenómeno que hacía decir a un analista:

“Si la tendencia se mantiene en el mismo sentido, nos arriesgamos tener una sociedad en la que no será posible pagar al contado”.

El paulatino proceso de abandono de una vieja forma de pago ha encontrado, sin embargo, algunos problemas en los años siguientes.

CÓMO SUECIA HA AVANZADO HACIA UNA SOCIEDAD SIN DINERO EFECTIVO

En realidad, las dificultades que ha encontrado el país nórdico para implementar tal medida se reducen a una, principalmente. Las otras se han resuelto por la práctica que la cultura de esa nación privilegia. Suecia ama el progreso; es un país que enfrenta sin temores el desarrollo de las fuerzas productivas (tecnología)) y adopta las innovaciones como la forma natural de vida de sus habitantes. Como lo señala Cecilia Skingsley, vice presidenta del Banco Central de esa nación:

”Hacemos el trabajo de investigación y después damos la bienvenida a las proposiciones del sector privado. Sé que Suecia posee buenas ideas en este ámbito por lo que no tengo temor alguno”[11].

Por lo mismo, no debe sorprender que los pasos necesarios para avanzar hacia el establecimiento de una sociedad sin dinero efectivo se encuentren en gran medida ya dados, debido, entre otros factores:

  1. Estrecha vinculación entre la banca y la comunidad nacional que se manifiesta, como lo veremos más adelante, en el hecho que casi no existe habitante sueco desvinculado de la actividad bancaria.
  2. Toda persona (y, por ende, todo trabajador) posee una cuenta corriente a través de la cual puede realizar sus operaciones de pago, cobro, crédito o depósito.
  3. Las remuneraciones de los trabajadores son pagadas a través de transferencias electrónicas que efectúan las empresas del sistema bancario entre las cuentas corrientes de los patrones o empleadores y sus empleados u obreros.
  4. Todo pago, de la naturaleza que sea, se realiza a través del mismo sistema.
  5. El sistema bancario mantiene los principios que le dieron origen: sus negocios son recibir dinero ajeno y prestarlo manteniendo un porcentaje de encaje. No cobra comisiones ni gastos extras por esa labor: solamente cobra intereses cuando presta el dinero que administra. Por consiguiente, no vive esquilmando a sus clientes con gastos inventados y de los cuales jamás da explicación (fees) como sucede en otros países (España, por ejemplo, que hasta hace poco cobraba hasta por dejar dinero en depósito).
  6. Toda persona posee tarjeta de pago. Cuando retiran dinero del banco o pagan en el comercio, la banca no les cobra comisiones; sí deben incurrir en gastos cuando emplean sus tarjetas de crédito. Pero esos intereses no son leoninos como sucede con la banca española o la chilena, que ha copiado con extrema fidelidad la forma usuraria de proceder que tiene aquella.
  7. El desarrollo de la técnica en el país escandinavo ha puesto en práctica, como lo señaláramos en el documento nuestro que hemos citado, otros sistemas de pago como lo son la iZettle (lector para efectuar pagos) y la Swish (que se emplea para efectuar pagos a través del celular), etc.
  8. La banca no se ha visto involucrada en grandes escándalos que le hayan hecho perder su credibilidad ante la comunidad y sus ejecutivos no perciben remuneraciones tan desproporcionadas que los hagan ajenos a la misma; por lo demás, cuando así sucede, los impuestos establecidos restablecen los principios de equidad acordados en los convenios suscritos con los trabajadores.
  9. Los quioscos de periódicos, taxis, buses, trenes y comerciantes pequeños poseen sistemas de pago asociados a las tarjetas por lo que son muy pocas las personas que pagan en efectivo.
  10. El Estado sueco, a través de propaganda en la TV, estuvo solicitando a la ciudadanía, hace algún tiempo, efectuar a través de tarjetas todo pago por compras inferiores a 100 coronas (aproximadamente siete mil pesos chilenos) a través de tarjetas dando como explicación que el costo de producción de los billetes y monedas es superior al valor del impulso magnético demandado por el uso de la tarjeta; por lo demás, la inexistencia de cobros indebidos por estas operaciones facilita el buen uso de aquellas.

Por todo ello, el Banco Central del país nórdico (‘Riksbanken’) sabe con certeza que el cambio hacia una sociedad sin dinero en efectivo es ya un hecho cierto. Hasta ahí el problema parece no existir.

Sin embargo, existen nubarrones que indican la necesidad de resolver algunos problemas antes de iniciar el camino sin retorno hacia una sociedad en donde no exista el dinero en efectivo.

EL PROBLEMA PRINCIPAL: LA NECESIDAD DE CONTAR CON UN MEDIO DE PAGO DISPONIBLE EN TODO MOMENTO Y EN TODO LUGAR

El más importante de esos nubarrones lo constituye la eventualidad que la tarjeta o la transferencia bancaria no pueda efectuarse porque ‘el sistema se ha caído’ o porque no se recuerde la clave o ésta no funcione. Una sociedad, a juicio de los suecos, no puede permitirse el lujo de ver imposibilitadas las transacciones no solamente entre grandes instituciones sino entre personas. Y si no es posible pagar porque han ocurrido imprevistos, ¿cómo entonces, ayudar a resolver el problema y permitir el pago?

Los suecos saben que hoy, en esos casos y en reemplazo del dinero ‘plástico’ (o la transferencia bancaria) existe la posibilidad de concurrir a ciertos lugares donde existen ‘cajeros automáticos’ y resolver el problema de la falta de dinero. E, incluso, ir hasta un banco en donde, a pesar de haberse ‘caído el sistema’ es posible retirar dinero en efectivo por lo que el riesgo de no poder efectuar un pago se minimiza.

La pregunta es qué hacer si ese problema se suscita en una sociedad que ha abolido el dinero contante. Es lo que preocupa, precisamente a Cecilia Kingsley, vicepresidenta del Banco Central sueco cuando expresa:

”Necesitamos cavilar acerca de las consecuencias de una sociedad que ha decidido erradicar el dinero contante. Es parte de nuestro trabajo. ¿Necesitamos elaborar una nueva proposición o es el sistema de pago lo suficientemente efectivo como para funcionar sin dinero en efectivo? La cuestión es el dinero, quién va a retirar dinero y cómo el sistema de pago funciona”.[12]

El problema, sin embargo, persiste. Y, como lo señala Björn Segendorf, es necesario considerar a la necesidad como factor determinante.

”La  necesidad en este caso es el riesgo de permitir en un mercado futuro, conocido como ’single point of failure’, apertura para que organismos no bancarias y parte de la comunidad puedan acceder al dinero del Banco Central. Por eso creemos que también debe haber un medio de pago oficial en el mercado por lo que proponemos una alternativa en el carácter de corona electrónica”[13].

Así, pues, el problema no es uno sino varios. Lo que ha conducido al Banco Central sueco a analizar la posibilidad de crear una corona electrónica (e-krona).

Según Peter Ottsjö,

“Fue en el otoño de 2016, cuando la jefa del Banco Central Cecilia Skingsley dijo por primera vez que el esa entidad quería analizar la posibilidad de emitir una corona electrónica. No es el primer Banco Central en el mundo en considerar esa posibilidad, pero presumiblemente uno de los que tiene mayores motivos. Suecia está a punto de convertirse en el primer país del mundo sin efectivo. Las consecuencias pueden sentirse. El propio Riksbank habla en su cuidadoso lenguaje gubernamental que la ‘sociedad’ arriesga convertirse en ‘vulnerable’”[14].

La idea, así, partió el 2016 en el propio Banco Central y fue explicitada como tal a la comunidad, lo que provocó numerosas reacciones. Desde mediados de noviembre de 2016, las autoridades de ese Banco recibieron nutridas propuestas, una de las cuales fue entregada por un conocido economista sueco, el profesor Robin Teigland quien enumeró, en esos días, lo que para él constituían ‘ocho razones’ para eliminar el efectivo sustituyéndolo por una moneda digital[15]. Así, señaló como ventajas, las siguientes:

  1. Permite el control de todas las transacciones financieras.
  2. Da la posibilidad de implantar una política de interés negativo.
  3. Permite dirigir con mayor facilidad la política monetaria y desarrollar mayor control sobre las transacciones financieras.
  4. Aprovecha una parte de las actividades y recursos que han contribuido a desprestigiar al bitcoin y otras monedas digitales.
  5. Ayuda a bajar los costos de las transacciones financieras.
  6. Faculta a quienes no operan con los bancos ser parte importante del sistema social.
  7. Facilita las transacciones por sobre las fronteras nacionales, y
  8. Permite tanto microtransacciones como pagos de máquina a máquina.

LA CORONA ELECTRÓNICA

Crear una moneda electrónica no es difícil: la tecnología existe. Para llevar a cabo tal empresa pueden emplearse varios métodos, siendo el denominado ’blockchain’ el más conocido: es un sistema de encriptamiento imposible de violar; no de otra manera fue creado el ’bitcoin’ y demás monedas virtuales que circulan en la red.

Pero la creación de una moneda electrónica que cumpla determinadas funciones si bien es tarea fácil desde el punto de vista técnico, no lo es desde el punto de vista social pues necesita satisfacer, además de los requerimientos del mercado, los intereses de un vasto conjunto social. Y en ese conjunto operan intereses que determinan el sentido de los cambios. Las autoridades suecas procedieron a través de un llamado que formularon a un conjunto de empresarios a fin de recibir proposiciones e ideas en torno a la creación de una corona electrónica y a la manera de acceder a ella en caso de existir dificultades en el sistema normal de pagos.

El Banco Central sueco no oculta su interés en cuanto a introducir una corona electrónica. Eso es un hecho cierto. El problema es cómo hacerlo. Y la traba principal es la ’confianza’. Nadie ignora en ese país que, en 2011, cuando se hizo su estreno en sociedad el ’bitcoin’, su valor era equivalente al de un dólar; años más tarde, ese valor se centuplicó hasta aquel desplome sin precedentes que sucedió el año recién pasado, minando la confianza de los ahorrantes. Es cierto que esa moneda virtual ha experimentado recuperaciones, pero su aparente imparable valorización y rápido desplome produjo desconfianza, situación que quiere evitar el Banco Central sueco. Cecilia Skingsley lo dice con toda franqueza:

”El dinero es algo que de todas maneras debemos emplear, pero para que el dinero funcione debemos antes de todo resolver un muy complicado problema. El problema se refiere a la confianza”[16].

LOS ÚLTIMOS PASOS DADOS EN SUECIA A ESTE RESPECTO DURANTE 2017

En el transcurso del mes de febrero de 2017 comenzó a debatirse la fecha en que podría ponerse en marcha el funcionamiento de la corona electrónica, lo que llevó a una amplia discusión acerca de la naturaleza del dinero[17].

Hasta el 19 de septiembre del año pasado, las discusiones en torno a la creación de la corona electrónica se habían centrado en las seguridad que el sistema debía ofrecer pues existía temor que alguien pudiese falsificar tanto el procedimiento como la moneda misma; en definitiva, hubo acuerdo en cuanto a emplear, para su creación, el método de la ‘blockchain’ que,  en el país nórdico, se le conoce como ‘blockkedjan’[18].

El 20 de ese mismo mes, el propio Banco Central presentó su propuesta aseverando que la corona electrónica  se podría cargar en una tarjeta habilitada para tal efecto.

Lo cierto es que, si bien la desaparición del dinero en efectivo está ocurriendo de manera natural —pues nadie paga en esa nación sino con tarjeta ligada a la cuenta bancaria—, los suecos quieren, además, poseer otra tarjeta o una app que puedan cargar con la corona electrónica y pagar con ella cuando la cuenta corriente no funcione[19].

A fines del año pasado, la pregunta era cómo hacer esa maniobra de permitir que cualquiera persona pueda cargar su tarjeta de pago en lugares habilitados pues eso requeriría que todos los habitantes de esa nación pudiesen tener acceso al dinero depositado en el Banco Central[20].

Si Suecia va encaminada a convertirse en una sociedad sin dinero en efectivo, para la vicepresidenta del Banco Central de esa nación la única solución posible de instalar un sistema de esa naturaleza que no cause mayores trastornos es la introducción de una corona electrónica, camino al cual llama ‘proceso posiblemente irreversible”[21]. No por otro motivo fue que el Banco Central  de ese país determinó solicitar la ayuda a las grandes empresas suecas en el sentido de entregarles proposiciones o ideas sobre la materia que, finalmente, se hicieron llegar al organismo emisor en enero del presente año[22] y se espera que, a estas alturas, hayan ya sido debatidas.

Desde esa fecha no hay mayores novedades, pero eso no significa que no se esté trabajando en la tarea de terminar con el efectivo.

CONCLUSIONES

En estricta doctrina, la implantación de un sistema dinerario que no contenga expresiones monetarias, tanto metálicas como impresas, no requiere en modo alguno del establecimiento de una moneda virtual, lo cual no significa que la aplicación de semejante medida no ayude en dicho cometido. El sistema que dio origen a las tarjetas de pago, basado en la existencia de la red INTERNET, es, en sí, suficiente para llevar a la humanidad hacia la desaparición completa de las formas metálicas e impresas de esa mercancía. Y es que dicho sistema se corresponde armónicamente con la naturaleza misma del dinero. Pareciera, así, que no se necesita de la creación de una moneda virtual como Suecia parece entenderlo. Por lo demás, la propia moneda virtual podría ser la culminación o resultado de un proceso sostenido de desaparición del dinero contante.

Sin embargo, lo más notable de la proposición sueca radica en el cuidado absoluto que pone en torno a proteger la continuidad, sin sobresaltos, de las relaciones de intercambio, es decir, la voluntad inequívoca de preocuparse, ante todo, de contar con un sistema que permita —en caso de fallar el otro— asegurar la imposibilidad de ver entrabadas las operaciones de compra y venta y, en general, las de pago: dichas operaciones no pueden verse interrumpidas por una caída del sistema general. Lo cual exige la existencia perentoria de otro sistema anexo o paralelo a aquel. Y completamente seguro.

Pero este es un problema de Suecia. No explica, por lo mismo, la ’pasividad’ de las autoridades de otras naciones encargadas de proponer los cambios a las políticas monetarias de una nación y su reticencia a avanzar hacia la eliminación del dinero en efectivo. A nosotros nos parece que éste es el punto central del problema, porque tras esta aparente inercia parecieran subyacer otras motivaciones.

Esperar hasta el año 2030 para poner fin al dinero en efectivo, como parecen estimarlo algunas autoridades no nos parece una decisión acertada. No siempre es bueno ir a la zaga de los acontecimientos. La cantidad de dinero que se pierde con esa pasividad es inmensa: implica levantar clínicas u hospitales para la comunidad, viviendas para los marginados, alimento para los niños, en fin.

Es un hecho cierto que la banca se alimenta del dinero que circula a lo largo y ancho del planeta; es un hecho cierto, también, que éste no tiene nacionalidad y que sería inútil exigirle moralidad. Y aquí pareciera radicar el problema de no avanzar decididamente en esa dirección.

Porque la banca se alimenta del dinero que proviene de todas las operaciones que se realizan en el mundo; no puede saber si las operaciones que han dado origen al dinero que recibe han sido lícitas o ilícitas, labor que, por la división del trabajo, compete a otras instancias, fundamentalmente estatales. Y aunque no admite dudas la circunstancia que existen leyes dictadas para sancionar el contrabando de dinero, la forma de acumular actualmente vigente exige que los Estados no entraben la libre circulación del dinero. Es una contradicción que no siempre se resuelve en favor de la licitud. Las normas que prohíben el traslado de dinero en efectivo de un país a otro no siempre son efectivas y no hay posibilidad de analizar la naturaleza del flujo monetario que se desplaza por todos los continentes. Los propios Estados han organizado paraísos fiscales y parecen tener poco interés en regular la circulación del efectivo.

Hay, además, un hecho significativo: las clases sociales que dominan el comercio planetario o, lo que es igual, la sociedad mundial, poco o nulo interés demuestran en avanzar hacia fronteras más transparentes. No ignoran que el porcentaje más alto del dinero que circula a nivel planetario proviene de actividades vinculadas a la llamada ’economía negra’, a saber, el trabajo negro, el comercio clandestino, el tráfico de armas, el tráfico de personas, de drogas, de divisas, etc.; no ignoran, igualmente, que el trabajo productivo del cual proviene el dinero que reciben, muchas veces, se obtiene en la realización de actividades en donde relacionadas con el trabajo infantil, el trabajo forzado o el trabajo realizado en condiciones infrahumanas, de hacinamiento, de peligrosidad, en fin. Tampoco ignoran que el dinero proveniente de esas actividades, abiertamente ilícito, se blanquea con rapidez con la complicidad de las propias empresas bancarias.

Por otro lado, el desarrollo de las finanzas ha permitido, contrariamente a lo que se creía, un auge de las operaciones especulativas. Hoy, no existen trabas que impidan al financista hacer crecer su dinero y gran parte de los economistas se dedican a crear instrumentos de crédito que den origen a otros instrumentos que, a su vez, originan otros y así sucesivamente. El hecho es que la mayor parte del dinero que circula no proviene de actividades productivas sino abiertamente especulativas. Para nadie es desconocido que existe una burbuja financiera que día a día crece, y que si no explota es porque la economía aprendió a manejar sus crisis por lo que las grandes amenazas a la economía que se produjeron en el pasado parecieran que difícilmente pudiesen repetirse en forma mecánica. Así, no resulta difícil suponer que existe un interés específico en no apresurar la conversión del dinero efectivo en un impulso magnético que pudiese poner fin a las graves deficiencias que presente el actual sistema. La necesidad de captar más y más dinero y multiplicar las cifras obtenidas resulta más importante que cualquier otra actividad. Total, el capital continúa siendo un ’valor que se valoriza’, una suma cuya única finalidad es acrecentarse en cada pulsación del tiempo.

Pero de lo que parece estar aconteciendo al respecto en otros países del mundo nos permite volver sobre este tema en los próximos meses.

Santiago, octubre de 2018

Notas:

[1] Acuña, Manuel: “Un mundo sin dinero”, artículo de noviembre de 2017.

[2] Véase el libro de Milton Friedmann ‘Las paradojas del dinero’.

[3] Acuña, Manuel: Artículo citado en (1).

[4] Redacción: “US$ 3.500 millones sería el beneficio para un Santiago ‘sin efectivo’”, ‘Diario Financiero’, versión digital de 13 de diciembre de 2017.

[5] Redacción: Art. citado en (4).

[6] Álvarez, Daniel: “Ciberseguridad: la urgente necesidad de subir los estándares de seguridad digital del país”, ‘El Mostrador’, 20 de junio de 2018.

[7] Álvarez, Daniel: Art. citado en (6).

[8] Agencia TT: “Riksbanken vill införa e-kronan”, ‘Ny Teknik’, versión digital, 16 de noviembre de 2016.

[9] Ottsjö, Peter: “Expertens åtta skäl till en digital krona”, ‘Ny Teknik’, versión digital, 24 de noviembre de 2016.

[10] Ottsjö, Peter: “Riksbanken: ’Få andra alternativ än en e-krona’”, ’Ny Teknik’, version digital, 18 de enero de 2018.

[11] Ottsjö, Peter: “Uppmaning till Riksbanken: ’Gör e-krona med öppen källkod’”, ’Ny Teknik’, version digital, 18 de enero de 2018.

[12] Ottsjö, Peter: Id. (10).

[13] Ottsjö, Peter: Id. (11).

[14] Ottsjö, Peter:(Id. (11).

[15] Ottsjö, Peter: Id. (9).

[16] Ottsjö, Peter: “Experternas råd till Riksbanken”, ‘Ny Teknik’, 23 de junio de 2016, edición digital.

[17] Sundling, Mats: “När bli e-kronan verklighet i Sverige?”

[18] Ottsjö, Peter: “Svensk blockkedja säkrar bevis på krigsbrott”, ‘Ny teknik’, 19 de septiembbre de 2017.

[19] Agencia TT: “E-kronan ska laddas på kort”, ‘Ny Teknik’, 20 de septiembre de 2017.

[20] Ottsjö, Peter: Id. (9).

[21] Ottsjö, Peter: Id. (10).

[22] Ottsjö, Peter: “Här är storbolagens förslag till en e-kronan”, ‘Ny Teknik’, 18 de enero de 2018.

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