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Los trapos sucios ¿Se lavan en casa? ¿O ya no?

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Septiembre, 2018

(Reflexiones sobre un cambio de paradigma)

En este último tiempo el tema de abusos sexuales a hombres, mujeres y niños de ambos sexos ha salido a flote.  Y la Institución que abrió camino, sin querer, fue la Iglesia Católica.

Se han recibido denuncias de todos tamaños y densidades.  La justicia civil ha tomado cartas en el asunto, y la decencia de no solo los curas abusadores, sino también de las autoridades de la Iglesia se pone en duda.

El tema del encubrimiento y la negligencia de los Obispos en hacer justicia, ha motivado al Papa a tomar medidas extremadamente fuertes, tales como la expulsión de sacerdotes emblemáticos en otros aspectos. Otros sacerdotes  se amparan en su edad para esconderse en Casas de Reposo regentadas por monjitas.

Los y sobre todo “las” periodistas jóvenes, están indignadas por el comportamiento encubridor de la Iglesia y la inconsistencia de su estamento clerical.

Es época de escándalos y develamientos del lado B de las conductas humanas, el lado privado ese que pocos conocen de los seres humanos.

Ese caballero público, bien vestido, de corbata de seda, que seguramente arrinconaba a las amiguitas de sus hijas, o a la empleada de la casa, si es que no lo hacía con sus sobrinas o sobrinos e incluso con sus hijas.  Ese caballero, al que todos encubrieron durante siglos, naturalizando su comportamiento, pasó de moda.  Ahora es un delincuente.

Hasta hace unos 20 años atrás, ningún obispo, que yo sepa, entregaba a miembros del clero a la justicia civil.  Incluso en los países que tenían relaciones con el Vaticano, los Concordatos entregaban la responsabilidad por ciertos crímenes y comportamientos inapropiados, a la Iglesia.  Y por añadidura, en muchos países los delitos sexuales no estaban bien tipificados, ya que se consideraba que las transgresiones sexuales de un varón eran parte de su naturaleza y existía la sospecha de que sus víctimas eran de una condición inferior, por lo tanto, los delitos de esa naturaleza eran tratados suavemente.

La esclavitud existió en países cristianos, y era aceptada por una mayoría, sin ninguna duda.  Y en esa condición mujeres, hombres y niños eran víctimas habituales de abusos sexuales.  En los países de Europa Occidental y USA, la esclavitud no se derogó hasta mediados del siglo 19.  En los países de Europa Oriental, la servidumbre duró hasta comienzos del siglo 20.

Fueron famosos los abusos cometidos por señores feudales de Rumania, por ejemplo, contra los gitanos, descritos por un escritor de esa nacionalidad llamado Panait Istrati.

Fueron famosos los impuestos que los cristianos debieron pagar a los Turcos del Imperio Otomano, en la persona de niños y niñas.

Durante el siglo XX las numerosas guerras sostenidas por Europeos y Norteamericanos llevaron sus ejércitos a muchos países del mundo.  La Historia oficial no suele mencionar los abusos sexuales ni las matanzas de los ejércitos, a menos que estos sean enemigos de los amos del mundo.

Las películas de Hollywood han sido la principal fuente de creación de mitos históricos.  Todos veíamos los ejércitos libertadores que entraron en 1945 a Francia o Alemania, enmarcados en alguna historia romántica, y sus daños morales no han sido sacados a flote.

Pocos saben de las matanzas que se han llevado a cabo en Chile durante el siglo XX.  Y solo la experiencia de la represión de la dictadura, con sus torturas y violaciones ha dado algo de luz al comportamiento que suelen tomar los soldados cuando funcionan en jauría y a sus amos cuando ven peligrar sus fortunas.

Con la existencia de Internet que publica lo que la prensa oficial calla, las personas, especialmente las mujeres, han tomado conciencia del abuso oculto en las familias, colegios,  y empresas y han comenzado a hablar.

También comenzaron a hablar los jóvenes violentados por miembros del clero, gritando su verdad en la televisión.  Y ahí comenzó la caída libre de la naturalización de los abusos sexuales en las distintas instituciones.

Las monjas de mi colegio, muy meritorias en ciertos aspectos, nos enseñaban que “los trapos sucios se lavan en casa” y no eran capaces de escuchar a ninguna chica con problemas en el hogar.  Fieles representantes de sus países de origen en Europa, donde ocurría de todo, pero había que callarlo, enseñaban lo que habían aprendido.  Y ellas no eran trasgresoras del sistema. Ellas eran suizas o alemanas bien comportadas y serias, o por lo menos eran lo que querían que nosotros fuéramos.

La Iglesia que siempre lleva un par de siglos de retraso respecto a las costumbres de la sociedad en la cual está inserta, está pagando con creces su falta de olfato en este aspecto, y su olvido de los valores del Evangelio.  Su poder por 1500 años de alianza con reyes y emperadores les dio la impresión de que estaban santificados directamente por el Espíritu Santo y que la mujer era la tentación enviada por Satanás.  Y parece que los niños también.

Y no sospechaban lo que se les cayó encima.

Y lo mismo les sucede a aquellos que tratan de detener la ola de revelaciones que surge cada día acerca de cohechos, fraudes al fisco, estafas dentro de las FFAA y robos de empresas por partes de los empresarios enriquecidos por la dictadura.

Ahh,” pero los argentinos son muy ladrones, por eso están mal”, escucha una decir.  Es cosa de leer los diarios digitales para saber que aquí no hemos sido ni somos santos tampoco.

Los chilenos hemos sido siempre muy hipócritas y banales.  Hemos sabido muchas cosas, pero no hemos cumplido con las víctimas sino con los victimarios.  Y parte de esa hipocresía es ignorancia culpable porque nunca hemos buscado la verdad.  Aquí son más verdaderos los mitos que la verdad pura y dura.

Todo se justifica tratando de sacarle al contrincante sus trapos sucios antes de reconocer los nuestros. Si Piñera baila mal la cueca, te responden que Lagos bailaba peor.

Veo los comentarios de nuestra prensa rasgándose las vestiduras con respecto a lo que sucede en otros países del cono sur, sin pensar que sufrimos de los mismos males.  Pero según nosotros “son poquitos” como dijo Mons Errázuriz acerca de las trasgresiones del clero nacional. Además tenemos una saludable mala memoria y un desajuste en la mira que interpreta la realidad.

El paradigma cambió, y los jóvenes ven con horror lo que para nosotros los mayorcitos era natural. Y si no era natural, se lavaba en casa los trapos sucios, como decía la monjita de mi colegio, y aprendíamos a callar y a aceptar una realidad endulcorada.

Ahora en la vejez, época en que la gente necesita sincerarse acerca del lado B de la vida, acerca de la existencia en la realidad del Dr. Jerkyll y Mister Hyde, he escuchado muchas de las verdades ocultas de las familias de amigas, y las actuaciones bastante poco cristianas de nuestra realidad, de  nuestro país semi feudal y abusivo, donde muy temprano perdimos nuestra capacidad de asombro y comenzamos a tragar sapos de cuello y corbata.

Y ahora que los vientos cambiaron, vamos a decir lo que decían en el pasado siglo cuando la mano se ponía pesada:  “Agárrate Catalina, que vamos a galopear” ya que todavía queda mucho paño que cortar y muchos mitos por caer.

Y vamos a tener que enfrentar el horror de haber sido cómplices pasivos en bloque, de muchas actuaciones privadas y públicas de nuestra hipócrita patria, que vistas con la mira actual, son delitos y quién calla, es delincuente.

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