Es época de escándalos y develamientos del lado B de las conductas humanas, el lado privado ese que pocos conocen de los seres humanos.
Ese caballero público, bien vestido, de corbata de seda, que seguramente arrinconaba a las amiguitas de sus hijas, o a la empleada de la casa, si es que no lo hacía con sus sobrinas o sobrinos e incluso con sus hijas.  Ese caballero, al que todos encubrieron durante siglos, naturalizando su comportamiento, pasó de moda.  Ahora es un delincuente.