Eufemismo, revocación y mercado. A propósito de lo ocurrido con Mayol en el Frente Amplio
por Alejandro Bello-Silva (Chile)
8 años atrás 7 min lectura
Sin duda el “eufemismo” es el decir político en el Chile neoliberal pos 73. En dictadura el “bando” la llevaba… el mandato, la orden, la radical determinación ante el juicio arbitrario. En su defecto y cuando la situación se hacia insostenible ante la presión, se recurría lisa y llanamente a la mentira, al burdo montaje, ilustrado y relatado con la obsecuencia de los medios “afines al régimen”.
El eufemismo en política, sobretodo es una estrategia de encubrimiento, para no decir realmente lo que corresponde decir, sobre lo que se hizo, se esta haciendo, o se quiere hacer. El eufemismo es no decir diciendo, es trampear la realidad y cubrir lo infame con papel de regalo. El eufemismo casi siempre apela a la superficie de los asuntos, trabaja sobretodo en la cosmética de los problemas, apelando a infantilizar los argumentos y a cobijarse siempre bajo la buena intención, mostrando siempre la zanahoria para esconder el garrote.
“Comunicar”, “informar”, “poner en conocimiento”, son claras figuras eufemísticas que suelen usarse para referirse a la “delación”. Natalia Castillo acuso a Mayol, a Revolución Democrática, y este a su vez, acuso a Mayol a la mesa del Frente Amplio. Una de las peores cosas que te podían decir cuando niño en el colegio era “acusete cara de cuete”. Ya de más viejo, cuando te metías donde no debías, te decían “muere de viejo pero no de sapo”, velando amenaza y advertencia. Delatar difiere del denunciar, en cuanto el segundo refiere a un “hecho preciso”, públicamente reprochable o punible, relacionado a la ley, y que apela a un derecho soberano del denunciante.
Siempre estuvo en Castillo y en Jackson, el inefable y bien ponderado chilenismo –solución de innumerables conflictos-, de “mandar derechito y sin titubear a la “conchesumadre” , o a la “mismísima mierda” a Mayol. Ya sea en forma personal, celularmente, o por ultimo, a través de un mensaje de WhatsApp… y sería !!! ¿Por qué escalar el conflicto? ¿Por qué ir a acusar a tu compañerito al profesor?
“Cahuín” es una palabra mapuche que apunta a un comentario malintencionado que provoca enredo o alboroto. En lo esencial el cahuín, procura instalar un problema donde no lo había, con la clara intención de perjudicar a un grupo o a una persona.
El “cahuín” contra Mayol encuentra su apogeo en tres instancias que se alimentan recíprocamente: 1. La declaración de la mesa política del Frente Amplio, que sin escuchar a uno de los incumbentes, y no teniendo a la vista la evidencia de la acusación (audios), inhabilita éticamente a Mayol, acusándolo de “hostigamiento” y “amedrentamiento”, prohibiéndole participar por cualquier distrito en las parlamentarias de este año; 2. La declaración de Beatriz Sánchez, donde haciéndose eco de lo declarado por la mesa del FA, agrega al cahuín: “feminismo y misoginia”; 3. Las declaraciones de Jackson, refiriéndose a los audios de Mayol como “la gota que rebalsó el vaso”, ante un actuar reiteradamente individualista de este último.
Es un hecho de la causa, que como mínimo y en cualquier ámbito, los que juzguen y determinen faltas y responsabilidades, deben como mínimo escuchar a las partes, a sus testigos, como así revisar minuciosamente la evidencia presentada antes de emitir cualquier comentario o sentencia. No hacerlo no solo conlleva una gran injusticia, sino que es de una “idiotez supina” ( idiota: dícese de aquel que no se ocupaba de los asuntos públicos, sino sólo de sus intereses privados).
Componer, arreglar, conciliar, contra el tiempo y anteponiendo razones practicas sobre razones éticas, es pan para hoy y hambre para mañana para el Frente Amplio. Escamotear una vez más, el honesto decir de, “al pan, pan y al vino, vino”, daña no solo las confianzas de los representados en los representantes, sino que peor aún, se une a lo que combate, alimentado la desafección y desilusión por la política.
No es lo mismo “dictadura” que “democracia en crisis”, como no es lo mismo “cahuinear” que “meter las manos”, independientemente de lo que diga la oligarquía chilensis y sus esbirros en los medios de comunicación. La ética como la política conllevan gradualidad, a pesar de lo que señale Paulsen y Cia. Claramente no es lo mismo actuar malintencionadamente contra alguien, que hacerlo contra muchos.
No es lo mismo el “cahuinear de algunos en un conglomerado político”, que el “actuar embustero de muchos, en un sistema legal-constitucional tramposo, cooptado por los intereses privados”. No es lo mismo “acusar a alguien a la directiva de un conglomerado” que “ir a pedirle plata a las empresas para financiar campañas políticas”.
Ética y política por cierto que han de ir de la mano, no a través de buenas intenciones, sino que a través de compromisos, normativas y leyes, que por sobretodo resguarden el “poder constituyente de los ciudadanos”. Hoy más que nunca y en toda esfera, urge instalar la “revocación del cargo”, como un derecho fundamental de toda colectividad con representación política. Hay que detener ya, y de forma radical, que los representantes se “arranquen con los tarros”, que los representados sean no solo traicionados por sus representados, sino que “negociados” como capital político, que produzca generosos réditos económicos.
Hoy mas que nunca, tanto las orgánicas partidarias como el sistema político en su conjunto, debe someterse al mandato de los representados. Urgentemente y por ley, el representante ha de convertirse en un “werken” de sus electores, y no en un lacayo de sus financistas. Precisamente, la revocación es “el” instrumento, por el cual los ciudadanos pueden solicitar que un representante elegido popularmente deba ser removido de su cargo antes de que concluya el periodo para el cual fue elegido.
Lamentablemente, para entender los cuchillos en el Frente Amplio – que no son otros, que los que resplandecen siempre y en todo lugar antes de una elección parlamentaria en nuestro país-, no se puede soslayar lo que significa una diputación o una senaturía en términos económicos. Hablar de política sin hablar de dinero es un sinsentido en el $hileanway. Por más que duela y aunque nos invistamos de antineoliberales, el sueldo parlamentario le arregla la vida a cualquiera, incluida familia, mascota y partido o conglomerado político que sea.
Con este incentivo perverso, se puede querer “repartir la torta de forma igualitaria”, pero ya no con “urgencia”. Dicho elegantemente, el sueldo millonario de los parlamentarios “ralentiza”, “posterga indefinidamente” la resolución de los conflictos, sustituyendo “premura” por “gradualidad”, supeditando “angustia y agobio” a “crecimiento económico”. En la vida chilena parlamentaria, indefectiblemente el “deposito a plazo” releva dramáticamente la urgencia por un “sistema de pensiones justo”. En la vida parlamentaria, lo “suntuario” releva lo “apremiante”, y un par de horas haciéndose un tatuaje, un piercing o yendo a la peluquería, valen mas que una visita a algún hogar del Sename (En el $hileanway la apariencia vale oro !!!).
El tema no es Mayol, tampoco cuanto Beatriz Sánchez o el Frente Amplio podrán cambiar las condiciones de abuso del modelito modelado neoliberal instalado a sangre y fuego por la dictadura y administrado con destreza por el duopolio. El tema es hasta donde aguantamos, hasta donde nos fragmentamos como sociedad sin reaccionar ante la permanente denostación, ante la permanente degradación de un sistema que corrompe todo cuanto toca.
Hay que estar con un pie en el parlamento, con otro pie en la calle, con una mano constituyendo asociatividad, con la otra laborando, y con la cabeza, creando y confabulando alternativas para encapsular al neoliberalismo. Con solo mencionar la retroexcavadora muchos sacaron los cuchillos. Me parece difícil, por no decir imposible hoy en Chile erradicar la maquinaria neoliberal, si encapsularla, restringirla. Construir un nuevo encaje constitucional entre ellos y nosotros, es lo que subyace en todas las demandas ciudadanas.
Dos pilares sustentan el neoliberalismo en Chile, uno económico y otro político. La AFP son la sangre del sistema, como así, la constitución Pinochet-Lagos su soporte político-ético. Ambos dos se han de poner en cuestión, y como condición para el debate cuanto antes. Ambos dos deben guiar nuestras voluntades y hacernos confluir si queremos salir de este abusivo estado de cosas.
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No se dice «Ambos dos» ya que ambos implica a las dos partes referidas en un texto, como es una redundancia, además de barbarismo, decirlo dos veces equivale reredundar,