Neoliberalismo y violencia
por Nora Merlin y Alex Ibarra Peña (Chile)
7 años atrás 3 min lectura
Pensar la política democrática en este tiempo de neoliberalismo, capitalismo salvaje, exige asumir una reflexión detenida sobre la violencia. Es necesario cuestionar ese significante que inevitablemente surge como un engendramiento y retroalimentación del propio sistema. Francisco Bilbao en su lúcido análisis en “Sociabilidad chilena” reclamaba a los gobiernos de origen republicano la traición hacia la ciudadanía a partir del fortalecimiento del ejército que era presentado como garante del orden institucional. En definitiva la función del ejército consistía en asegurar el mantenimiento de la economía feudal vigente a pesar del relato republicano de los políticos. Bilbao veía la funcionalidad de las fuerzas armadas en el establecimiento del poder despótico en busca de la normalización que aseguraba privilegios sólo para una clase social. Frente a la posibilidad de cualquier acontecimiento de liberación en favor de los ciudadanos aparece la actuación de “las fuerzas de orden y seguridad” amparando la violencia institucionalizada.
En la política actual, sobre todo en aquella más propia de los políticos de derecha, la aplicación y sostenimiento del neoliberalismo que, como podemos constatar, va en contra de los intereses de la mayoría global, sólo es posible mediante un marketing basado en promesas mentirosas y la violencia. Esto último supone: la instalación de un enemigo que por lo general es el adversario político que deviene el chivo expiatorio a quien culpabilizar, y la represión a la protesta social que inevitablemente surge. La justificación que se utiliza para reprimir es que se realiza para mantener y salvaguardar el orden institucional que supuestamente es puesto en riesgo por la protesta social. En nombre de la República se instala la idea de que dicha protesta es violenta e ilegítima, desestabilizadora del gobierno, que va en contra de la democracia. Los gobiernos neoliberales realizan un gasto público inmenso para armar y capacitar a la fuerza policial en el ejercicio de control disciplinario, la persecución y cárcel a dirigentes sociales como Milagro Sala en la Argentina, Cristina, Lula, Dilma, los militantes del PT en Brasil, los mapuches, el profesorado y los estudiantes chilenos por citar algunos ejemplos recientes de la región.
En esa línea los medios de comunicación concentrados manipulan la opinión pública intentando generar un prejuicio que consiste en asociar política y violencia, sabiendo que al sistema neoliberal le conviene una despolitización de lo social, el escepticismo fundamentado en la creencia en la imposibilidad de la política, y la actitud relativista que sostiene que cualquier alternativa política da lo mismo. Ambos, el escepticismo y el relativismo producen la desconfianza hacia la política como la herramienta colectiva capaz de transformar el orden establecido.
Es necesario cuestionar el término violencia. Los gobiernos neoliberales vulneran derechos reprimen a sus pueblos, hambrean a su gente, realizan guerras y atentan contra la ecología y el medio ambiente del planeta. ¿No es eso una violencia sistémica del capitalismo salvaje? Consideramos que la violencia surge cuando fracasa la política. Siguiendo a Hanna Arendt la política supone la acción en donde cada quien pone en la escena pública su singularidad y su diferencia. La tarea del ciudadano implica hacer uso de su condición política, desplegar la democracia y radicalizarla. La condición política es el actuar libre, plural, impredecible y la raíz es el amor al mundo. Toda violencia institucional despotencializa la libertad y la capacidad de la acción humana porque pretende acallar la política y la pluralidad humana dentro de una institucionalidad que no funciona democráticamente.
Sostenemos que el problema de la violencia que engendra el sistema no se soluciona con más violencia, porque el “remedio” termina siendo un veneno. Habremos ganado mucho en relación a la batalla por la anhelada paz social si somos capaces de establecer un sistema distributivo justo, de equidad que garantice el respeto de los derechos adquiridos por los pueblos.
Nora Merlin y Alex Ibarra Peña
Grupo de Trabajo Surandina
-Artículo publicado también en Le Monde Diplomatique
Artículos Relacionados
¿Traiciona Netanyahu a Trump, pese al regalo de Jerusalén?
por Alfredo Jalife (México)
5 años atrás 3 min lectura
Chile: El ocaso de una estrella
por Ariela Ruiz Caro (Lima, Perú)
5 años atrás 26 min lectura
Ecuador: La lógica del desarrollo choca con los movimientos
por Raúl Zibechi (Uruguay)
16 años atrás 15 min lectura
Chile. 18-O: Hacia la unidad ardiente de quienes luchan
por Andrés Figueroa Cornejo (Chile)
5 años atrás 6 min lectura
Carta de Norteamérica: «La guerra es una fuerza que nos da significado»
por Juan Uno (Nueva York, EE.UU.)
17 años atrás 6 min lectura
Rafael Harvey:“Iturriaga -Comandante en Jefe del Ejército- le mintió a algunos diputados, porque son ignorantes en materia de defensa”
por Radio USACH
1 día atrás
14 nov 2024 RADIO USACH El pasado 28 de octubre, en medio de la discusión sobre la Ley para el Erario Nacional 2025, la Comisión Mixta de Presupuestos…
Madrid, escenario de la lucha por la causa saharaui
por Alfonso Lafarga (España)
2 días atrás
La causa saharaui estará presente en Madrid el sábado 16 de noviembre con dos actos en la capital de España para expresar el apoyo a la autodeterminación del Sáhara Occidental y exigir el cumplimiento de las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, por un lado, y denunciar la traición socialista, por otro.
Madrid, escenario de la lucha por la causa saharaui
por Alfonso Lafarga (España)
2 días atrás
La causa saharaui estará presente en Madrid el sábado 16 de noviembre con dos actos en la capital de España para expresar el apoyo a la autodeterminación del Sáhara Occidental y exigir el cumplimiento de las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, por un lado, y denunciar la traición socialista, por otro.
Entrevista: La historia no tan secreta del apoyo de Netanyahu a Hamás
por Ghousoon Bisharat (Palestina)
3 días atrás
Desde sabotear Oslo hasta canalizar dinero catarí hacia Gaza, Bibi ha pasado toda su carrera respaldando a Hamás para perpetuar el conflicto. Incluso después del 7 de octubre, argumenta el historiador Adam Raz, sigue fomentando la misma estrategia.